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Familia

Norberto tiene compañeros médicos de distintas partes del mundo que mi esposa y yo conocimos y alternamos con ellos. Entre ellos, una familia india,  muy buena gente, atentos y muy serviciales. Muchas veces la señora y su hija, cuidaban de nuestra nietita Alejandra que lo pasaba muy bien con ellos. La hija tiene veinte años, es muy agradable y le gusta mucho tener a la niña en su casa.

Escribiendo este pasaje recuerdo que cuando yo era niño nos hablaban de los indios y nos los presentaban como caníbales. Les teníamos miedo. Hoy son nuestros amigos, hay que ver lo que ha cambiado el mundo. Lo que supone la cultura y el viajar por diversas partes del mundo para conocer gente de otras culturas, que son también muy interesantes y que antes desconocíamos.

Hoy son para nosotros personas normales y que apreciamos como si los conociéramos de siempre, hasta el punto de que si no fuera por el color y la forma de vestir, no se distinguirían de los demás. Sus costumbres son totalmente diferentes, no beben alcohol ni comen carne de cerdo. Llama la atención que si te invitan a salir con ellos te dicen: “oye, dime que no vas con nosotros para beber alcohol. Aunque después y en nuestra compañía lo bebas, nosotros ya estamos fuera del pecado”. Es algo que a mí me asombra y que no puedo comprender, pero es así, y ocurre cada vez que alternas con ellos. Cuando te invitan a su casa tienes que descalzarte a la puerta y permanecer descalzo todo el tiempo. Gente noble y muy trabajadora. Aunque Norberto esta a varios kilómetros de distancia y en otro hospital, siguen con la amistad de siempre y algunas veces se junta las familias para pasarlo muy bien.

Lochgilphead

Sábado 26 de Mayo de 2001. En Lochgilphead, Argyll, Escocia. Mientras que mi esposa prepara el desayuno para todos yo me pongo a escribir un poco, como todos los días. Después  marcharemos a recorrer estos bonitos paisajes por la zona de Oban, un bonito y grande puerto de mar. De donde parten varios barcos en diversas direcciones. A pesar de haber llovido el día anterior, hoy hace sol aunque  sopla el aire con fuerza, como en el mes de enero en España. Este aire es permanente durante todo el año y aunque haga sol. Cuando estás en el salón viendo la tele o de noche en la cama, se sientes silbar con fuerza. Me recuerda los tiempos de mi juventud, a mis padres y hermanos y a la casa donde nací y me crié. Nuestro pueblo de La Bobia, que por estar situado en un pequeño páramo, al lado de dos colinas en forma de pequeño cañón, provocaba corrientes de aire, que se hacían más intensas durante las tormentas invernales.

Oban

                                                                                         Lochphead

Desde mi cama, en la habitación que miraba al norte, lo sentía silbar con fuerza, igual que aquí en Escocia. Por un momento me hizo como regresar al pasado. Como si soñara estar con mis padres en aquella casa en pleno invierno. Es asombroso lo que supone la nostalgia de los tuyos y del pasado, que en algunos momentos te produce alegría, pero en otra tristeza. ¡Qué dulce y amable es la vida, pero qué dura es otras veces, al pensar que ya no están! Solo nos queda el recuerdo y cariño hacia ellos. A medida que el tiempo transcurre, la gente se va. Hay que ver que además de mis queridos padres. ya los acompañan otros ocho hermanos, de los 14 quien fuimos, solo quedamos seis. Así es y así la hay que asumir.

El día 7 de mayo de 1999 salimos mi esposa y yo del Aeropuerto de Asturias a las 7 de la mañana a Madrid, donde cogeríamos un segundo avión, a la una y media, con escala en Manchester para subir, hora y media más tarde, al tercer avión que nos llevaría hasta Glasgow. Este último transbordo nos resultó muy pesado. Allí tuvimos que recorrer largas distancias y por distintos niveles del aeropuerto con un gran peso a hombros, aunque el equipaje lo habíamos facturado directo al Aeropuerto de Glasgow. Dado que los kilos por cada viajero estaban limitados a 25, aprovechamos los quilos que admitían en el equipaje de mano para llevar productos españoles, tan importantes como el aceite de oliva, jamón, chorizos, morcillas y fabes de la granja, para hacer nuestra exquisita fabada, que no hay quien la iguale; también leche en polvo, por el tema de las vacas locas, azúcar, miel, conservas y una serie de artículos de primera necesidad. La pena fue que no se podía llevar vino de casa, pues allí está muy caro. Basta con decir que en Escocia una botella de aceite de oliva valía 1.850 pesetas, ya que al cambio por la libra nos costaba a 280 pesetas, lo que resultaba muy cara.

 

Las pasamos apuradas con el peso tan grande que llevábamos. No había cintas transportadoras como las hay en otros aeropuertos europeos, como en Madrid, París y Londres. En Manchester no existían. Teníamos que subir y bajar escaleras por unos pasillos larguísimos muy mal señalizados para los extranjeros.

 

El billete de avión decía Asturias-Madrid-Glasgow, nada de Manchester, ni tampoco nos lo dijeron en el vuelo. Lo supimos minutos antes, pero en inglés. Pude entender que aterrizábamos en Manchester. Sorprendido le dije a mi esposa, acaban de anunciar en inglés que tenemos una escala en Manchester. ¿Cómo es posible que ni en Madrid, ni en ninguno de los vuelos no dijeran nada hasta este momento?

 

Un chico escocés, que viajaba a nuestro lado nos dijo que era cierto que se hacía escala en Manchester. Que esa misma sorpresa se la había llevado él, cuando viajó por primera vez en esa línea. Este chico, que parecía muy atento y educado, hablaba muy bien nuestra lengua. Nos dijo que era profesor de inglés en Madrid desde hacía algunos años. Al saber que éramos españoles, entabló conversación con nosotros. Dijo que se encontraba muy bien en nuestro país y que se casaría con su novia, una chica asturiana de Gijón. Dio la casualidad de ser natural de un pueblo al lado de Alexandría, condado de Dunbarton, muy cerca del Hospital donde trabajaba nuestro hijo. Cuando llegamos a Glasgow, donde nos esperaban Norberto y su mujer, se lo presentamos.

 

En este hospital Norberto tendría que estar un año: seis meses en urgencias y los otros seis en maternidad. Tendría que trabajar en distintos hospitales de aquel país para pasar por todas las especialidades de medicina: aparato digestivo, psiquiatría, medicina de familia, enfermedades del tórax, urgencias, maternidad y medicina interna. Todo esto después de terminar médico de familia que estudio en España. La carrera de psiquiatría en el Reino Unido es de  nueve años, carrera larga de verdad. Pasó casi media vida estudiando, primero el bachiller, después medicina y otros nueve años para licenciarse en psiquiatría. Además de trabajar y estudiar, y viviendo en aquellas latitudes bien frías y lluviosas.

 

TERNERO-ESCOCES

Escocia es una zona muy bonita, con sus grandes llanuras y verdes praderas. Muy parecida con  Asturias. Mucha ganadería y buenos y abundantes pastos para los ganados. Los terneros del los High Lands escoceses, tierras altas de Escocia, tienen un bonito pelaje, llaman la atención no sólo por su belleza, sino por su largo pelaje que les cubre hasta taparles los ojos.

Terneros de los pastos  en Escocia

Es algo que a mi esposa y a mí nos impresionó mucho, pues no de balde fuimos granjeros y estos ganados tan hermosos nos llamaron la atención. Conservamos las fotografías y postales de ellos, con su color parecido a nuestro ganado de la raza de los valles asturianos, aunque algunos también son negros y con pesos de alta producción, pero lo que llama la atención es ese pelaje tan enorme que les da la naturaleza para protegerse del intenso frío.

Lo mismo ocurre con los rebaños de ovejas de gran tamaño que también pastan por estas grandes praderas. La mayoría tienen la cabeza negra y casi todas paren dos crías. Otra de las cosas que también nos llamó la atención era la cantidad de conejos salvajes que hay. Se divisaban por las praderas y hasta por las carreteras en rebaño, correteando con sus crías en primavera, que presta contemplar. Da pena ver algunos atropellados por los coches, desde luego tuvimos que dar algún frenazo para evitar pillarlos más de una vez.

2-TERNEROS-DE-ESCOCIATambién se ven muchos urogallos, que no se esconden de la gente, son tan atrevidos que, si no fuera porque está prohibido, hasta podríamos cogerlos. Parecían estar acostumbrados a la gente se paseaban por las carreteras con toda tranquilidad. Se ven con frecuencia acompañadas las hembras de los machos, como si vivieran en pareja.

Hay muchos cuervos de distintas clases. Los hay como los de España y más pequeños con la cabeza y cuello blancos, más bien grisáceos. Colocan sus nidos en altos árboles pero al contrario que nuestra región, porque los ponen en familia hasta grupos de diez nidos en el mismo árbol y muy cercanos, cosa que yo nunca había visto, a pesar de criarme en la aldea, y conocer la vida de esta clase de animalitos.

Otra de las cosas es que ha muchas chobas, mientras que en nuestro país normalmente habitan por los puertos de alta montaña, desplazándose solamente hasta nuestra zona cuando en los duros inviernos se acercan las tempestades o grandes invernadas. Recuerdo con nostalgia a los abuelos cuando decían: “¡me cago en infierno! Va nevar, ya vinieron las chobas”. Sobrevolaban nuestros pueblos en grandes grupos. Pronto se sabía de su llegada por el ruido que no cesaban de emitir en sus duros y largos recorridos, esto sí que no fallaba. “Chovas en el cielo, nieve en los campos de nuestros valles”.

El paisaje de toda Escocia es precioso. A mitad de camino desde Glasgow a esta zona que está 200 kilómetros al norte, nos encontramos con uno de los lagos más grandes del Reino Unido, el Lago Lomund. Viajamos en coche por su lado izquierdo a lo largo de casi toda su longitud de 37 kilómetros y con una anchura, en su parte más ancha, de 8 kilómetros. Su profundidad es de más de 100 metros. Navegable en su totalidad y por ello hay embarcaciones y pequeños muelles de embarque en varias partes de sus dos orillas y por distintos pueblos de la zona. Por su gran anchura, si no se conoce, el viajero lo puede confundir perfectamente con uno de los mares de la zona, por su belleza y su gran extensión. Ya antes de llegar a su final, la carretera se aleja de su ruta hacia la izquierda perdiéndose de vista al adentrarnos en las montañas, que nos conducirían a la parte oeste de la región.

Después de circular entre las montañas nos encontramos a nuestra izquierda con el inmenso Mar Atlántico, que nos acompaña por toda la zona hasta llegar al pueblo de Lochgilphead, del Condado de Argyll. Un hermoso pueblo situado en la misma bahía, que por su gran extensión se adentra entre los dos pueblos, situados uno frente al otro, a una distancia de 5 kilómetros. Desde allí se divisa el gran pueblo de Andixan y una buena parte del valle. Es una de las vistas más bonitas del territorio.

Esclusas que cierra el agua del canal

ESCLUSA-----2Allá a la espalda de Ardixan, nace el famoso canal que por medio de sus múltiples esclusas, las que conduce los barcos hasta el mar. Tiene una longitud de 15 kilómetros. Lo llaman Crinan Canal.

A medida que avanzábamos en el coche en dirección a Crinan, vi que a nuestro lado un bonito barco que navegaba pareado a nosotros. Es muy curioso esta vista porque el canal va pareado con la carretera y como está un poco más alto  por las paredes que lo cierran, no se ve el canal, solo se ve el barco que avanza y por eso sorprende verlo. Pregunté ¿cómo es que hay un barco que va a nuestro lado? Este canal se puede contemplar en casi todo su recorrido a lado de la carretera. A sus dos lados hay una superficie que mantiene el canal con pradera muy bien hecha y hasta que no se va más adelante no se ve toda su parte.

Es algo que llama la atención, es una obra de arte, que, además, está hecho todo a mano por no existir en aquel tiempo máquinas. Sus compuertas son de un peso tan grande como sorprendente, hay que romperse bien la cabeza para adivinar cómo pudieron colocarlas en su sitio con ese descomunal peso y a la perfección para que no se pierda el agua. Estas compuertas son movidas por medio de unas inmensas vigas que hacen el giro para abrir o cerrarlas, y que, al bajar el nivel del agua, el barco se puede desplazar al nivel de la otra y hasta rebasar las catorce que tiene en todo el trayecto y lo mismo a su regreso. En un caso se cierra una compuerta para que se llene de agua y el barco suba al nivel para pasar al otro lado y en otro caso se abren para que el barco baje al nivel correspondiente y siga navegando.

Este canal, en el centro de su longitud, aproximadamente, tiene un desnivel con una vertiente para cada lado, es muy curioso. Esto sirve para que se pueda alimentar de varios ríos de las montañas y que al correr en sus dos direcciones sirva para tener agua siempre. Fue concebido teniendo en cuenta que en esta región llueve mucho. Si tarda algún tiempo en llover, cosa poco probable, se quedaría sin agua y no podrían navegar los barcos, ya que los torrentes de los ríos no son muy grades porque las montañas son de poca altura y los ríos muy cortos.

ESCLUSAS

El famoso canal de Crinan, está construido a base de paredes de piedra. Dichas paredes forman un solo cuerpo. Podríamos decir que se trata de una sola pared que va desde su vertical dando la vuelta por el fondo y sube al otro lateral. Formando un solo cuerpo circular. Es una obra digna de contemplar. Una obra de mampostería con buena piedra y buena técnica de los artesanos escoceses.

Fue construido en 1750 para el transporte de toda clase de materiales por el centro de esta península. Digo de esta península porque éste y muchos más artículos los escribo desde aquí, en Escocia, un país que produce mucha madera, carbón y ganado, además del buen Whisky que producen en cantidades industriales y considerado el mejor que hay en los mercados.

 

 

VISTA-DEL-MONTE

La montaña más alta de Escocia es el Ben Nevis, con sus 1343 metros altura, al norte y más allá de Fort William. Magnífico punto de partida, con buenos alojamientos buena comida de todo tipo, entre los que destacan los buenos hoteles, hostales y sus campings.  El Ben Nevis es el monte más alto del Reino Unido. Aquí podemos contemplar la bonita vista de éste con algo de nieve permanente por las bajas temperaturas que hay casi todo el año.

Nuestro primer viaje a Escocia fue por doble motivo: además de ir a visitar a Norberto y a su mujer, a los pocos días nacía el día 20 de mayo de 1999, su primera hija Alejandra, en la maternidad del Hospital de Alexandria, del condado de Dunbarton. Todo salió muy bien. Es una niña preciosa. Iba a ser viajera a los pocos días, pues cuando nació, un mes antes ya habían tenido que pagar su billete, para ir de vacaciones a España, ya que para poder viajar hay que sacar los billetes con dos meses de antelación por lo menos y si son tres, mejor. De no ser así costaría más del doble, aparte de que siempre hay problemas para adaptar los vuelos a las necesidades de cada uno. Sobre todo teniendo en cuenta que el viaje es a través de tres aviones. El precio del billete para una criatura que no se sabía si sería niño o niña, a bulto le pusieron «Miss», en lugar de «Mister» y acertaron, costó 10.000 pesetas. Le compramos un cochecito Jané de importación español, que costaría 25.000 mil pesetas más que en España, a pesar de ser el mismo. Sabía bien su precio porque antes de hacer este viaje habíamos comprado el mismo modelo para Claudia, nuestra nietita de Quintana, en Luarca. Estos dos cochecitos que formaron parte de nuestros regalos a las nietas, quisimos que fuera igual para no diferenciarlas.

Alejandra, al mes de nacer, viajó a su tierra de procedencia, donde pasó las vacaciones para de nuevo regresar a su destino, donde su padre cura a paisanos escoceses. Allí se encuentran muy bien, pero siempre desean regresar a la tierra que los vio nacer y crecer. Además de la familia que toda está en España y eso produce morriña algunas veces.

Un domingo por la mañana,  estábamos con nuestro padre, mi hermano Mino, de dieciocho años, y yo que tenía nueve, en un prado de nuestra propiedad, en el monte cercano a nuestro pueblo y situado a un lado en la misma cresta de esta pequeña cordillera, que nace en la Muezca de La Bobia, con una gran vista sobre varios pueblos y valles del concejo.  

Pero ése no era nuestro tema. Nosotros no estábamos allí para controlar, ni a los pueblos, ni a los valles, ni montañas, ni observar a nadie. Estábamos trabajando, cavando el solar para construir una cuadra para el ganado. Aquella mañana fue la primera vez que probé el turrón. Mino había comprado una pequeña tableta del “duro”, y en un momento que paramos a descansar, nos presentó aquel manjar. Los tres lo degustamos a partes iguales con gran satisfacción, pues el apetito era bastante considerable ya que el desayuno había sido sólo de un poco de leche, por no haber otra cosa.

Reanudamos el trabajo con la afición de siempre y al poco tiempo, por sorpresa, llegó a nuestro lado un grupo de la llamada “brigadilla”. Venían muy furiosos y seguramente con miedo, porque iban buscando y persiguiendo a los que permanecían escondidos en los montes y no era muy difícil encontrase por sorpresa con ellos, formándose como ocurrió algunas veces un tiroteo, donde nunca se sabe quiénes son los que caen. Uno de ellos, más rabioso que un puma, se dirigió a nuestro padre y le dijo con despotismo:

– Hace unos minutos estaba usted fumando en el alto de aquella loma, ¿qué hacía allí, observando todo el valle? Ese lugar es especial para un observatorio, dijo el individuado.

– No, señor, yo no estuve en ese lugar, desde que llegamos, ninguno de nosotros nos movimos de aquí, le dijo mi padre asustado, pensando en lo que le podía hacer.

– No diga mentiras, es usted un rojo como los demás, le voy a partir la cabeza.

Vi que le iba dar con la culata de su metralleta, me lancé a él y tan rabioso como él, le dije:

– Es usted un mentiroso y un criminal, mi padre no se movió de aquí, allí hay un vecino que está cerrando su finca, una “borna” donde se sembraba el trigo y el centenoTodavía sigue allí, le dije, es Antonio Casares Barbón, “el Rulero”. Ese que canta Canción Asturiana y tampoco está observando a nadie. Mientras fuma descansa de vez en cuando, como lo hacemos todos después de una gran tarea de pico y pala. Ése es el que usted vio y no a mi padre. Además, no tiene derecho a maltratar ni a pegar a un inocente, nadie puede acusar a mi padre más que de ser un gran trabajador y que no se mete con nadie.

Aquel que parecía tan enfurecido, me escuchó con atención y no le dio tiempo a pronunciar palabra cuando un buen hombre de su cuadrilla, le dijo:

– Deja a ese señor, porque el niño no dice mentiras.

Aquel señor, que también ayudó a salvar a mi padre de una tremenda paliza, se acercó a mí y con una sonrisa y como agradecido de lo que acababa de oír, puso su mano en mi cabeza y dijo:

– Valiente, salvaste a tu padre de una buena.

Lo dejó libre y sin decir palabra el que tan rabioso quiso pegarle. Cuando se marchaba, le di las gracias al señor que le ordenó que no le pegara. Cogí el pico que mi padre tenía en sus manos y lo tiré por el prado abajo, lo mismo hice con el resto de las herramientas, diciéndole:

– Padre, esta cuadra nunca se debía de hacer, nos da muy mala suerte.

Este hombre, que debía ser el jefe, al verme enfadado, preguntó.

– ¿Por qué no quieres que se haga esa cuadra, hombre? 

– Porque vivimos asustados y hambrientos, no ganamos para disgustos, el domingo pasado el cura echó una multa de cincuenta duros a todos los vecinos del pueblo por trabajar los domingos y mi padre, como no tenía este dinero para poder pagarlo, tuvo que pedirlos prestados. ¿Cómo va a devolver esa cantidad si lo que gana no es bastante para poder mantener a toda la familia? Y por si fuera poco viene éste que a punto estuvo de darle una paliza y dejarlo destrozado, como ocurrió con otras personas.

Aquel señor se rió, dio la vuelta y sin decir ni palabra, se fueron. Cuando se alejaron y aún estábamos aturdidos por el terrible susto que nos dieron, dijo mi padre:

– Arsenio, hijo, tú lo has dicho, esta cuadra en tu nombre nunca se hará, porque parece que tenemos la desgracia con ella.

El disgusto por la multa y por otras cosas permanecía en toda la familia, era demasiado por lo que estábamos pasando, detenciones de gente, tiroteos por los pueblos, cacheos en las casas. Hasta había destacamentos de moros por los pueblos que robaban los cierres de las fincas y luego los quemaban para atizar el fuego y calentarse por el duro invierno que atravesábamos. Les teníamos mucho miedo.

Cogimos las herramientas y nos fuimos monte bajo para casa. Ellos fueron a comprobar si era cierto lo que les dije acerca del vecino. Llegaron a donde estaba Antonio, hablaron con él pero no le maltrataron. La cuadra nunca se hizo, allí permanece el solar cavado para su eternidad, porque ya está hecho monte y en abertal total, cuando había sido uno de nuestros prados. 

Bien claro se ve que hay hombres buenos y malos, pero lo más claro es que, de no haberme metido en el medio, le hubieran golpeado sin razón, pudiendo haber dejado destrozado a mi padre para siempre, como ocurrió con otros. La bondad del otro buen señor hubiera llegado tarde. Desde luego que da pavor recordar estas historias, casi no lo creemos los que lo vivimos ¿cómo lo van a creer los jóvenes? Por eso, cuando describo lo mal que se portaron algunos individuos, si pongo el nombre éste es imaginario porque no merece la pena discrepar por asuntos del pasado, sólo conviene recordarlo para que no vuelva ocurrir

 

Al terminar la Guerra Civil española, la alegría del pueblo fue grande, pero las cosas iban a seguir muy mal largo tiempo, hambre miedo y esclavitud.

Se pasaba hambre por falta de comestibles que no había ni dónde comprar y los pocos que había eran de muy mala calidad. Toda la nación diezmada, sin industrias, muchos edificios derribados, los puentes destruidos y muy pocas carreteras en condiciones. Las familias destrozadas por la pérdida de sus seres queridos. Madres viudas, hijos huérfanos de padre y madre y en muchos casos sin hermanos. Otros con amputaciones de todas clases, sin manos y sin piernas. Fue desolador, no se puede describir ni con palabras lo mucho que sufrió el pueblo español y, por si esto fuera poco, un número muy elevado de los que perdieron la guerra, perseguidos por los que la ganaron, tuvieron que esconderse en los montes y otros se fueron huyendo de las represalias al extranjero.

Como no me gusta la política ni la entiendo ya que mis padres me enseñaron que “la política es para los políticos que viven de ella”, lo nuestro siempre fue el trabajo, que es de lo que vivimos. Sólo pretendo explicar un poco lo mal que lo pasamos todos en general, vivíamos atemorizados.

Decían algunas de las personas mayores, que para mucha gente fue tan mala la posguerra como la misma guerra por las persecuciones y atropellos que sufrieron.

 

En esta misma finca, unos meses más tarde del accidente con la cerda, estábamos llindando les vaques mi madre y yo, cuando tuve que hacer una necesidad, me quitó los pantalones y salí al camino que tenía un anchurón y un matojo apropiado para el caso. Allí me coloqué y como llegó la hora de marcharse a casa, mi madre soltó las vacas, se retrasó un poco para cerrar la portilla de la finca y, como siempre, la primera que circulaba era la famosa La Borrega, porque siempre fue la jefa del rebaño.

Al llegar junto a mí, me cogió entre sus cuernos y de la primera me lanzó a la finca de abajo. Ese día, según mi familia, volví a nacer. El peligro fue doble, si al primer quite no me lanza, podía haberme matado enfilándome en sus grandes cuernos. Al lanzarme, caí en un matorral que amortiguó el golpe, de haber ido un poco más desviado habría caído en un pedregal de la finca vecina y dada la pendiente que había y con la velocidad que me lanzó podía haber sido más peligroso. Así que lo único que sufrí fueron magulladuras y un buen susto, además de las ortigas que me castigaron de duro, durante largo tiempo. Al estar desnudo de medio cuerpo para bajo, las ronchas que me salieron eran gordas y resquemaban como el fuego.

Aquella vaca que era de raza casina, con unas medidas especiales, fue la mejor de todas, trabajaba a las dos manos. Esto quiere decir que lo mismo le daba “xoncerla” (ponerla a tirar del carro) a derecha que a izquierda, lo que no es fácil para otras vacas, ya que lo normal es que cada una tira a donde fue adiestrada. Tiraba del carro y labraba las fincas como ninguna y daba unas buenas crías todos los años, además de una excelente leche con la que se hacía una manteca de primera.Un animal excelente, pero con un defecto que nunca se le quitó, la mala costumbre de tirarse a todo lo que encontraba a su paso, animales o personas. Para ella no existía el miedo, “truñaba” (envestía) aunque se encontrara con un rebaño de vacas. Tan fuerte y valiente fue, que nunca se encontró con ninguna que la venciera, era guerrera por naturaleza. También era un bonito animal, de unas medidas especiales, su cuerpo brillaba cubierto de un pelaje casi colorado que daba gusto contemplarla. Nunca conocí una vaca más grande que ella de su misma raza, así que la tuvimos hasta que ya era muy vieja y no podía con más. A pesar de su bravura y fiereza, los mayores de la casa la dominaban bien, siempre con una fuerte vara y poniendo cuidado para manejarla. Caminaba con mucha serenidad, nunca corría demasiado excepto para atacar a su adversario, pero siempre mirando a todas partes. Sus enormes cuernos eran igual que los de los toros que, en aquellos tiempos se dedicaron al fuerte trabajo del transporte de carbones y maderas, entre otras cosas. Por ejemplo, como los que transportaron el carbón de las primitivas minas de Langreo hasta el puerto de Gijón, antes de construir la famosa “Carretera Carbonera”.