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Artículo en La Nueva España

Artículo en La Nueva España del día 4/12/2014

Con motivo de mi artículo en la Nueva España el día 4 de Diciembre del año en curso. Recordando los 60 años de mí accidente en que perdí las dos manos. Quiero daros a todos las más expresivas gracias. Sobre todo a los lectores de la Nueva España, que pudisteis ver el impacto de dos jóvenes sin las manos, y con la amputación a la vista.

Por la atención que tenéis conmigo, de valorar tan positivamente esta historia que muestra la lucha de un hombre, ante tanta adversidad.

Es para mí, algo muy importante, el contemplar que la gente, en un momento de tanta desgracia sufre por sus semejantes, pero que en este caso lo festejáis conmigo, por haber conseguido superar tanto dolor.

Estoy recibiendo felicitaciones personalmente, por correo electrónico o por teléfono. Lo mismo de señoras que de señores. Lo que les agradezco de corazón, porque me ayudáis a superar mi soledad, por el fallecimiento de mi querida esposa.

Os prometo seguir escribiendo en mi blog para mostrar de alguna forma la experiencia de una vida de trabajo, en estas circunstancias y también porque es posible que pueda ayudar a personas que están padeciendo por diversas causas y que no ven salida a su problema. Justo lo que yo pensaba en aquel tiempo tan duro y lleno de dolores. Pero los consejos del Director de La clínica, Doctor D Francisco López de La Garma, que me dio al ingresar, fueron decisivos para el resto de mi vida. Me dijo entre otras cosas que saldría de allí siendo un hombre, y que me defendería hasta para trabajar. Si no me vencía el miedo y trabajaba en mi rehabilitación.

Tanto estaba sufriendo que ya no podía con más, pero al recordar lo que me había dicho el médico, me animaba y me decía a mí mismo: “Tú no puedes ser un gallina, aguanta y trabaja, si no quieres ser toda tu vida un inútil”. Si el director dijo que me iba defender, tiene que ser verdad, por eso no le puedo fallar.

Ahí tenemos una muestra de lo importante que es en la vida, el creer en los demás. Yo creí en aquel médico, porque era muy buena persona y muy inteligente para valorar las cosas y a las personas ¿Qué hubiera sido de mi vida si me echo a la bartola desde el principio y no trabajo? Esta sí que tiene clara la respuesta. Sería un hombre atormentado, harto de sufrir y toda mi familia. Pero no fue así, trabajé hasta casi reventar y cumplí con mi deber como corresponde a un hombre, y por eso llegué adonde tenía que llegar, a ser útil, trabajar y llevar aquella alegría a la familia, como le prometí a mi compañero, en el hospital, cuando me invitó a quitarme la vida. Él no creyó en nada y me dijo: ¿tú qué quieres hacer milagros? No, Alejandro, ni siquiera creo en ellos pero si no hacemos nada, nada conseguiremos. A luchar sin cesar amigo, le dije.

También quiero dar las gracias a una joven y buena periodista, Mónica G. Salas de Candás, por lo bien que presenta las cosas, con realismo y dignidad. Así se escribe Mónica, como tú lo haces, sin adornos ni gaitas. Las cosas hay que presentarlas como son. La sinceridad es un don que la naturaleza nos da y es muy positivo. No se puede perder, hay que mantenerla hasta el final. Creo que tendrás una brillante carrera por ser como eres, adelante con esa seriedad.

También quiero dar las gracias a la dirección de la Nueva España, por ser un gran periódico, que día a día nos lleva la información a todos los rincones de nuestra región, lo que considero muy importante

Asimismo quiero dar las gracias a mi profesora Ana Rosa Hevia García de Candás, que además de estudiar con ella, me aconsejó que publicara mi auto biografía en un blog, porque sería muy importante dar a conocer mi experiencia, mi lucha. Tenía mucha razón, hoy me alegro de haberlo publicado porque recibo una gran alegría, cuando me dicen algunas personas que les ha servido de mucha ayuda para superar sus problemas. Lo mismo que me ayudaron los consejos del médico, que jamás olvidaré.

Desde luego que nunca pensé en publicar ninguno de mis escritos. Escribí con el fin de mostrar a mis hijos, nietos y familia, mi vida desde niño, allá en la posguerra, porque pasamos hambre y muchas calamidades. Después de minero y más tarde ya sin manos y mi esclavitud. Para que vieran como pude vivir de mi propio trabajo, como si no hubiera perdido las manos. Así fue y así lo hay que decir.

Siempre me gustó mucho saber la historia de mis antepasados, y a los míos les gustará saber de dónde -proceden y como se vivió. Por eso después de retirado del trabajo, me dediqué a estudiar y a escribir, ya que antes no pude por tanto trajo.

Un cordial saludo

Arsenio Fernández

El día 7 de mayo de 1999 salimos mi esposa y yo del Aeropuerto de Asturias a las 7 de la mañana a Madrid, donde cogeríamos un segundo avión, a la una y media, con escala en Manchester para subir, hora y media más tarde, al tercer avión que nos llevaría hasta Glasgow. Este último transbordo nos resultó muy pesado. Allí tuvimos que recorrer largas distancias y por distintos niveles del aeropuerto con un gran peso a hombros, aunque el equipaje lo habíamos facturado directo al Aeropuerto de Glasgow. Dado que los kilos por cada viajero estaban limitados a 25, aprovechamos los quilos que admitían en el equipaje de mano para llevar productos españoles, tan importantes como el aceite de oliva, jamón, chorizos, morcillas y fabes de la granja, para hacer nuestra exquisita fabada, que no hay quien la iguale; también leche en polvo, por el tema de las vacas locas, azúcar, miel, conservas y una serie de artículos de primera necesidad. La pena fue que no se podía llevar vino de casa, pues allí está muy caro. Basta con decir que en Escocia una botella de aceite de oliva valía 1.850 pesetas, ya que al cambio por la libra nos costaba a 280 pesetas, lo que resultaba muy cara.

 

Las pasamos apuradas con el peso tan grande que llevábamos. No había cintas transportadoras como las hay en otros aeropuertos europeos, como en Madrid, París y Londres. En Manchester no existían. Teníamos que subir y bajar escaleras por unos pasillos larguísimos muy mal señalizados para los extranjeros.

 

El billete de avión decía Asturias-Madrid-Glasgow, nada de Manchester, ni tampoco nos lo dijeron en el vuelo. Lo supimos minutos antes, pero en inglés. Pude entender que aterrizábamos en Manchester. Sorprendido le dije a mi esposa, acaban de anunciar en inglés que tenemos una escala en Manchester. ¿Cómo es posible que ni en Madrid, ni en ninguno de los vuelos no dijeran nada hasta este momento?

 

Un chico escocés, que viajaba a nuestro lado nos dijo que era cierto que se hacía escala en Manchester. Que esa misma sorpresa se la había llevado él, cuando viajó por primera vez en esa línea. Este chico, que parecía muy atento y educado, hablaba muy bien nuestra lengua. Nos dijo que era profesor de inglés en Madrid desde hacía algunos años. Al saber que éramos españoles, entabló conversación con nosotros. Dijo que se encontraba muy bien en nuestro país y que se casaría con su novia, una chica asturiana de Gijón. Dio la casualidad de ser natural de un pueblo al lado de Alexandría, condado de Dunbarton, muy cerca del Hospital donde trabajaba nuestro hijo. Cuando llegamos a Glasgow, donde nos esperaban Norberto y su mujer, se lo presentamos.

 

En este hospital Norberto tendría que estar un año: seis meses en urgencias y los otros seis en maternidad. Tendría que trabajar en distintos hospitales de aquel país para pasar por todas las especialidades de medicina: aparato digestivo, psiquiatría, medicina de familia, enfermedades del tórax, urgencias, maternidad y medicina interna. Todo esto después de terminar médico de familia que estudio en España. La carrera de psiquiatría en el Reino Unido es de  nueve años, carrera larga de verdad. Pasó casi media vida estudiando, primero el bachiller, después medicina y otros nueve años para licenciarse en psiquiatría. Además de trabajar y estudiar, y viviendo en aquellas latitudes bien frías y lluviosas.

 

TERNERO-ESCOCES

Escocia es una zona muy bonita, con sus grandes llanuras y verdes praderas. Muy parecida con  Asturias. Mucha ganadería y buenos y abundantes pastos para los ganados. Los terneros del los High Lands escoceses, tierras altas de Escocia, tienen un bonito pelaje, llaman la atención no sólo por su belleza, sino por su largo pelaje que les cubre hasta taparles los ojos.

Terneros de los pastos  en Escocia

Es algo que a mi esposa y a mí nos impresionó mucho, pues no de balde fuimos granjeros y estos ganados tan hermosos nos llamaron la atención. Conservamos las fotografías y postales de ellos, con su color parecido a nuestro ganado de la raza de los valles asturianos, aunque algunos también son negros y con pesos de alta producción, pero lo que llama la atención es ese pelaje tan enorme que les da la naturaleza para protegerse del intenso frío.

Lo mismo ocurre con los rebaños de ovejas de gran tamaño que también pastan por estas grandes praderas. La mayoría tienen la cabeza negra y casi todas paren dos crías. Otra de las cosas que también nos llamó la atención era la cantidad de conejos salvajes que hay. Se divisaban por las praderas y hasta por las carreteras en rebaño, correteando con sus crías en primavera, que presta contemplar. Da pena ver algunos atropellados por los coches, desde luego tuvimos que dar algún frenazo para evitar pillarlos más de una vez.

2-TERNEROS-DE-ESCOCIATambién se ven muchos urogallos, que no se esconden de la gente, son tan atrevidos que, si no fuera porque está prohibido, hasta podríamos cogerlos. Parecían estar acostumbrados a la gente se paseaban por las carreteras con toda tranquilidad. Se ven con frecuencia acompañadas las hembras de los machos, como si vivieran en pareja.

Hay muchos cuervos de distintas clases. Los hay como los de España y más pequeños con la cabeza y cuello blancos, más bien grisáceos. Colocan sus nidos en altos árboles pero al contrario que nuestra región, porque los ponen en familia hasta grupos de diez nidos en el mismo árbol y muy cercanos, cosa que yo nunca había visto, a pesar de criarme en la aldea, y conocer la vida de esta clase de animalitos.

Otra de las cosas es que ha muchas chobas, mientras que en nuestro país normalmente habitan por los puertos de alta montaña, desplazándose solamente hasta nuestra zona cuando en los duros inviernos se acercan las tempestades o grandes invernadas. Recuerdo con nostalgia a los abuelos cuando decían: “¡me cago en infierno! Va nevar, ya vinieron las chobas”. Sobrevolaban nuestros pueblos en grandes grupos. Pronto se sabía de su llegada por el ruido que no cesaban de emitir en sus duros y largos recorridos, esto sí que no fallaba. “Chovas en el cielo, nieve en los campos de nuestros valles”.

El paisaje de toda Escocia es precioso. A mitad de camino desde Glasgow a esta zona que está 200 kilómetros al norte, nos encontramos con uno de los lagos más grandes del Reino Unido, el Lago Lomund. Viajamos en coche por su lado izquierdo a lo largo de casi toda su longitud de 37 kilómetros y con una anchura, en su parte más ancha, de 8 kilómetros. Su profundidad es de más de 100 metros. Navegable en su totalidad y por ello hay embarcaciones y pequeños muelles de embarque en varias partes de sus dos orillas y por distintos pueblos de la zona. Por su gran anchura, si no se conoce, el viajero lo puede confundir perfectamente con uno de los mares de la zona, por su belleza y su gran extensión. Ya antes de llegar a su final, la carretera se aleja de su ruta hacia la izquierda perdiéndose de vista al adentrarnos en las montañas, que nos conducirían a la parte oeste de la región.

Después de circular entre las montañas nos encontramos a nuestra izquierda con el inmenso Mar Atlántico, que nos acompaña por toda la zona hasta llegar al pueblo de Lochgilphead, del Condado de Argyll. Un hermoso pueblo situado en la misma bahía, que por su gran extensión se adentra entre los dos pueblos, situados uno frente al otro, a una distancia de 5 kilómetros. Desde allí se divisa el gran pueblo de Andixan y una buena parte del valle. Es una de las vistas más bonitas del territorio.

Esclusas que cierra el agua del canal

ESCLUSA-----2Allá a la espalda de Ardixan, nace el famoso canal que por medio de sus múltiples esclusas, las que conduce los barcos hasta el mar. Tiene una longitud de 15 kilómetros. Lo llaman Crinan Canal.

A medida que avanzábamos en el coche en dirección a Crinan, vi que a nuestro lado un bonito barco que navegaba pareado a nosotros. Es muy curioso esta vista porque el canal va pareado con la carretera y como está un poco más alto  por las paredes que lo cierran, no se ve el canal, solo se ve el barco que avanza y por eso sorprende verlo. Pregunté ¿cómo es que hay un barco que va a nuestro lado? Este canal se puede contemplar en casi todo su recorrido a lado de la carretera. A sus dos lados hay una superficie que mantiene el canal con pradera muy bien hecha y hasta que no se va más adelante no se ve toda su parte.

Es algo que llama la atención, es una obra de arte, que, además, está hecho todo a mano por no existir en aquel tiempo máquinas. Sus compuertas son de un peso tan grande como sorprendente, hay que romperse bien la cabeza para adivinar cómo pudieron colocarlas en su sitio con ese descomunal peso y a la perfección para que no se pierda el agua. Estas compuertas son movidas por medio de unas inmensas vigas que hacen el giro para abrir o cerrarlas, y que, al bajar el nivel del agua, el barco se puede desplazar al nivel de la otra y hasta rebasar las catorce que tiene en todo el trayecto y lo mismo a su regreso. En un caso se cierra una compuerta para que se llene de agua y el barco suba al nivel para pasar al otro lado y en otro caso se abren para que el barco baje al nivel correspondiente y siga navegando.

Este canal, en el centro de su longitud, aproximadamente, tiene un desnivel con una vertiente para cada lado, es muy curioso. Esto sirve para que se pueda alimentar de varios ríos de las montañas y que al correr en sus dos direcciones sirva para tener agua siempre. Fue concebido teniendo en cuenta que en esta región llueve mucho. Si tarda algún tiempo en llover, cosa poco probable, se quedaría sin agua y no podrían navegar los barcos, ya que los torrentes de los ríos no son muy grades porque las montañas son de poca altura y los ríos muy cortos.

ESCLUSAS

El famoso canal de Crinan, está construido a base de paredes de piedra. Dichas paredes forman un solo cuerpo. Podríamos decir que se trata de una sola pared que va desde su vertical dando la vuelta por el fondo y sube al otro lateral. Formando un solo cuerpo circular. Es una obra digna de contemplar. Una obra de mampostería con buena piedra y buena técnica de los artesanos escoceses.

Fue construido en 1750 para el transporte de toda clase de materiales por el centro de esta península. Digo de esta península porque éste y muchos más artículos los escribo desde aquí, en Escocia, un país que produce mucha madera, carbón y ganado, además del buen Whisky que producen en cantidades industriales y considerado el mejor que hay en los mercados.

 

 

VISTA-DEL-MONTE

La montaña más alta de Escocia es el Ben Nevis, con sus 1343 metros altura, al norte y más allá de Fort William. Magnífico punto de partida, con buenos alojamientos buena comida de todo tipo, entre los que destacan los buenos hoteles, hostales y sus campings.  El Ben Nevis es el monte más alto del Reino Unido. Aquí podemos contemplar la bonita vista de éste con algo de nieve permanente por las bajas temperaturas que hay casi todo el año.

Nuestro primer viaje a Escocia fue por doble motivo: además de ir a visitar a Norberto y a su mujer, a los pocos días nacía el día 20 de mayo de 1999, su primera hija Alejandra, en la maternidad del Hospital de Alexandria, del condado de Dunbarton. Todo salió muy bien. Es una niña preciosa. Iba a ser viajera a los pocos días, pues cuando nació, un mes antes ya habían tenido que pagar su billete, para ir de vacaciones a España, ya que para poder viajar hay que sacar los billetes con dos meses de antelación por lo menos y si son tres, mejor. De no ser así costaría más del doble, aparte de que siempre hay problemas para adaptar los vuelos a las necesidades de cada uno. Sobre todo teniendo en cuenta que el viaje es a través de tres aviones. El precio del billete para una criatura que no se sabía si sería niño o niña, a bulto le pusieron «Miss», en lugar de «Mister» y acertaron, costó 10.000 pesetas. Le compramos un cochecito Jané de importación español, que costaría 25.000 mil pesetas más que en España, a pesar de ser el mismo. Sabía bien su precio porque antes de hacer este viaje habíamos comprado el mismo modelo para Claudia, nuestra nietita de Quintana, en Luarca. Estos dos cochecitos que formaron parte de nuestros regalos a las nietas, quisimos que fuera igual para no diferenciarlas.

Alejandra, al mes de nacer, viajó a su tierra de procedencia, donde pasó las vacaciones para de nuevo regresar a su destino, donde su padre cura a paisanos escoceses. Allí se encuentran muy bien, pero siempre desean regresar a la tierra que los vio nacer y crecer. Además de la familia que toda está en España y eso produce morriña algunas veces.

No podía pagar una maquina de importación, era mucho dinero para invertir, imposible poder con ello. En nuestro país no las había. No me quedaría más remedio que hacerme una hidrosembradora, pensé que sería la única forma de poder seguir adelante. 

Hidrosembradora ILlevaba tiempo dándole vueltas al tema y, a pesar de las advertencias de aquel hombre que sabía eran ciertas, no me di por vencido. Sabía que para los taludes de carreteras y otros lugares esta máquina era indispensable. Si no la conseguía los días como contratista de esta clase de obras estarían contados.

Tenía que construirme una maquina propia. Si no podía en un año, emplearía los necesarios para ir pagando los gastos de su construcción. Al regreso de aquel viaje comencé a trabajar en el proyecto. Llevé conmigo a un topógrafo a ver una de importación, con el fin de tomar alguna medida. Pero al día siguiente pensé que lo mejor sería dejar este tema, podría meterme en líos si la copiaba

Decidí comenzar desde cero por mi cuenta, a diseñar una que fuera totalmente distinta y española, que pudiera patentarla y hacerla a mi gusto.

El diseño de esta máquina me llevó largo tiempo. Mis conocimientos eran escasos para una obra de esa envergadura. Iba a resultar difícil. Trabaje días y noches sin descanso. El problema no era el trabajo que llevaría construirla, sino lo absorbente que era aquella obra. Me resultaba demasiado complicado y no me dejaba dormir.

Algunas veces la bravura de la juventud no nos deja ver el peligro al que muchas veces estamos expuestos en el trabajo o en la carretera por las prisas. Cuanto más corras más peligros tendrás.

Evita esa prisa en todas partes pero sobretodo en carretera y en el trabajo, es muy mala cosa. Por ella pierdes capacidad, te absorbe la inteligencia y no estás en tu estado normal, aunque te creas que dominas tu máquina bien, no es verdad.

Cuando ya tenía parte de la máquina diseñada, un prototipo de mi propia imaginación, decidí comenzar su construcción. Cogí el coche y marche a buscar un soldador.

Cuando iba por Sama me encontré con un viejo amigo, Aquilino Fernández, que habíamos sido compañeros de trabajo en la oficina del Cargadero del Grupo San Mamés. En aquel tiempo era profesor de la Escuela Elemental de la Felguera y yo estaba destinado a las oficinas centrales del Grupo. Hacía ya tiempo que no nos veíamos. Charlamos un rato y le conté mis proyectos.

-Llegas a tiempo, me dijo, en el piso a lado del mío hay un buen soldador. Es uno de los mejores del la región. Aunque viaja por obras de distintos países, acaba de llegar por tres meses.

Nos acercamos hasta el edificio donde vivían y llamó al timbre. Bajó y nos presentamos. Le expliqué lo que pensaba hacer y dijo que no tenía ningún inconveniente en ir a trabajar conmigo hasta que le llamaran para marchar. Subió de nuevo a su casa y al poco tiempo bajó. Comenzamos los trabajos de la máquina, aquella misma mañana. Nada más llegar dimos comienzo a la construcción de lo que iba ser una gran máquina, la primera de nuestro país.

Lo primero que teníamos que hacer eran cuatro fuertes caballetes para poder resistir el gran peso de la máquina, donde colocaríamos su base, además de una cuba con capacidad para 5000 litros. Llevaba un motor de setenta caballos de gasoil. Un cambio de marchas y una doble transmisión. Una bomba de alta presión de treinta caballos, la que mandaba el material al cañón de lanzamiento o a las mangueras, cuando se trataba de largas distancias. Además, un fuerte reductor que transmite la fuerza al mezclador interior, provisto de un eje central con unas paletas para hacer la mezcla de los distintos materiales que llevaba según los casos a tratar. Esta máquina es para trabajos de hidrosiembra, también para los bomberos, al lanzar agua con gran potencia y rapidez. Igualmente para repartir cal en grades extensiones de terreno. Solo en catorce a quince minutos expulsaba los 5000 litros a una distancia de 200 metros, o más, según los casos y la presión que se necesitara.

Esta máquina lleva en la superficie una base plana para poder trabajar el personal, protegido por una balaustrada, además de unas cadenas que, en la obra, se colocaban superpuestas encima de la balaustra o laterales para la seguridad del personal, evitando que uno se pudiera caer desde aquella altura. Se alimenta a través de sus dos escotillas con el agua necesaria, abonos químicos, semillas diversas, paja molida, celulosa y pegamento para fijar el material en pendientes muy elevadas.

A la vez que fabricaba esta máquina, tenía que trabajar mis ocho horas de servicio y buscar tiempo para visitar obras, por distintos lugares y distintas empresas, algunas fuera de Asturias. Me encontraba agotado por tanto trabajo, por lo que casi me mato en coche un día. Tenía un grupo de diez hombres en una obra de alta montaña y fui a ver las obras. La entrada era por el alto de una montaña y bajé viendo toda la explotación. Estuve con mi gente. Salí a las 12 con destino a casa para ayudar al soldador. Cuando iba llegando a un cruce de carreteras, a unos 100 metros antes, me quedé dormido y sin darme cuenta el coche se iba contra  un muro. Antes de colisionar desperté, frené. El susto fue grande. Aparqué y salí del coche para dar un pequeño paseo para despejar, pensando que si este sueño me hubiera dado bajando de la montaña, seguro que volaría por toda aquella enorme pendiente. Tuve suerte.

hidrosembradora

Cogí el coche y continué. Era un lunes del mes de mayo, un día de esos con nubes y con mucho calor. Como todos los lunes había mercado en Sama. La circulación era muy lenta, aun no se había construido el corredor del Nalón y las carreteras de la zona estaban saturadas. Cuando circulaba por delante del Pozo María Luisa en caravana, a unos 20 kilómetros por hora, me quedé de nuevo dormido. Mi coche invadió el carril contrario. Esta vez no desperté y me dirigía a empotrarme debajo de un trailer. La gente miraba cómo iba a quedar debajo de aquel camión. El coche que llevaba detrás era de la Guardia Civil de Laviana. El Sargento Abelino y un guardia civil.          

Avelino que había estado con su mujer cenando con nosotros el jueves anterior, pues era familia por parte de mi mujer, dijo a su compañero:

-Es Arsenio algo le ha pasado. Le daria  un infarto, va como muerto. 

El camionero pitó fuerte, pero el dormido siguió su camino hacia el camión. El camionero que vio al conductor del coche sin sentido, en el momento de la colisión fue muy hábil y dio un viraje para evitar meterme bajo su camión. Casi tira la casa de aseo del Pozo María Luisa, pero me libró de lo que pudo haber sido mi final. Me pegó de lado y me lanzó contra otro coche, un volvo que circulaba en dirección contraria. Le reventó una rueda y le destrozó una parte. Desperté con el último porrazo. Avelino y el compañero se lanzaron a sacarme del coche pensando en lo peor. Yo estaba aturdido, tenía diversas magulladuras, golpes y dolores. Me llevaron al bar de en frente para examinarme mejor y poder recuperarme del susto y de los golpes. El dueño del bar preguntó al sargento si esta borracho.

-¿Cómo va estar borracho Arsenio? Él no se emborracha le respondió Avelino en tono fuerte y molesto por que pensara eso de mí. Todo lo contrario, es por trabajar demasiado y no descansar ni para dormir. Está inventando una máquina y no para. Yo estuve en su casa el jueves, con mi esposa, a cenar con ellos. Su esposa se quejaba de que no dormía por tanto trabajo y tenía miedo de que le pasara algo por falta descanso.

Abelino también me aconsejo en aquella visita que trabajara un poco menos, que a esa marcha no había quien lo aguantara. Tenían razón. Mi esposa fue la primera que se dio cuenta del peligro, pero no le hice caso. Muchas veces fallamos y en este caso pudo haber sido grave, nunca más cogería el coche sin haber dormido.

Después de lo ocurrido cuando un día íbamos mi esposa y yo desde Teruel a Zaragoza. Eran las 12 del medio día y parecía darme un poco el sueño. A pesar de que ya procuraba dormir mejor y dosificar más el trabajo por precaución. En cuanto me di cuenta, aparqué para dormir media hora. Mi esposa leyó el periódico. Seguimos el viaje sin más problemas. A partir de aquella experiencia me había dado cuenta de que no se puede luchar contra la naturaleza. Seguiría trabajando mucho pero procurando dormir lo necesario para evitar problemas al volante.

Regresábamos de comprar ganado en una graja de las mejores del país. Tenía ganado selecto en porcino. Era la Granja Virgen de La Fuente, situada a unos 150 kilómetros de Teruel, en las montañas del norte. Hasta esas lejanías íbamos a buscar el ganado. Otras veces comprábamos de importación.

La reparación del coche costó 375.000 pesetas. En aquel tiempo era un montón de dinero. El coche era nuevo, un Crysler 150, pero se quedó que daba pena verlo. Era difícil creer que allí hubo un hombre al que sacaron sin problemas después de un porrazo tan gordo, el que lo vio dijo haber sido una gran suerte, muchos no lo hubieran contado. Gracias que no circulaba a gran velocidad. Pero la falta la había venido cometiendo desde hacía ya tiempo, por trabajar más de lo que estaba permitido y no dormir lo suficiente.

La construcción de la máquina fue una lucha tremendamente dura: catorce meses interminables duró su construcción, entre el tiempo de diseño y mano de obra. Fue un tiempo lleno de inconvenientes y dificultades. Cuando estábamos a mitad de su construcción, una mañana llamaron al teléfono al soldador Paulino. Le dijeron que tenía que salir con carácter urgente para el Estrecho de Bering, a una base petrolera. Cuando me lo comunicó, se me paró el reloj. No me lo podía creer. Me quedaba todo para mí solo. Aquel hombre era muy trabajador y prudente. Un soldador con una capacidad de trabajo asombrosa, era un veterano en la materia. Me entendía a la perfección, pero se iba. Recibí un disgusto terrible. Los dos estábamos muy a gusto, a pesar de los inconvenientes que surgían en un trabajo de esa categoría. Él se encontraba cerca de su casa y ganaba un buen sueldo y yo contento con su buen trabajo.

Este gran hombre lo sintió mucho. Le daba pena dejarme solo con aquella obra tan difícil. Con su gran corazón me dijo:

-Tengo un compañero de trabajo, muy bueno. Voy a verle antes de irme y decirle que te saque del apuro. Lo mereces, eres muy buen compañero y buen jefe. Sabes entender a la gente y eso es muy importante, por eso no quiero dejarte solo. Es aquí donde algunos mandones que revientan a la gente, deberían de copiar de las palabras de Paulino el soldador, de cómo se debe tratar a la gente.

Jamás olvidé aquellas palabras de aquel gran hombre. Nos dimos un abrazo de hermanos y nos despedimos.

Paulino como siempre un caballero, no se olvidó de lo prometido y su amigo llegó. Aquella misma tarde ya me llamó por teléfono el nuevo soldador Elías me dijo: tratándome como si me conociera de tiempo:

-Basta con que me lo haya pedido mi amigo Paulino. Dijo que merecía la pena sacrificarse por ti, que eras buena persona. Que estabas muy apurado y con muchas ganas de terminar tu máquina.

Elías era tan buena persona como su compañero, un gran hombre, trabajador prudente, noble y cumplidor al máximo. Los dos eran profesionales cualificados en su oficio. Eran dos personas dignas de apreciar que comprendieron mi lucha, mis ganas de trabajar y de seguir a delante. Los dos se dieron cuenta de mi situación y se comportaron todo lo mejor que un hombre puede hacer por un semejante. Estos dos soldadores son un claro ejemplo de la nobleza de mucha gente que hay por el mundo.

Al día siguiente, a las 8 de la mañana se presentó Elías a trabajar. En un momento cogió la marcha del trabajo. Entendía mis explicaciones y sabía trabajar en equipo. Cada uno a lo suyo y cuando lo necesitaba me pedía explicaciones. Todo marchaba muy bien, hasta una mañana que se encontraba barrenando una pieza con la máquina de barrenar móvil y le dio un enorme tirón en la muñeca derecha, lo suficiente para mandarlo de baja. De nuevo me quedé solo,  menudo disgusto. Ya era bastante el problema del trabajo de aquella máquina para que encima me surgieran éstos problemas. Me quedé solo para mover piezas de muchos kilos. Luego la cantidad de soldadura que había que hacer me llevaría a mí solo una eternidad, por lo que tuve que buscar a otro soldador, ya que yo tenía que cumplir con mi jornada en la empresa. Solo podía trabajar en la maquina, por las tardes y noches. Por esa razón me vi agotado.

Realmente era difícil hacer una máquina que acababa de diseñar. Tienes que construirla a base de apuntes, sin planos. A medida que avanzaba, iba improvisando. No me podía alejar de este trabajo. Todos los soldadores me decían que si me iba ya no podían trabajar, pues los planos de la maquina estaban en mi cabeza y ahí no podían entrar. Tenía que estar allí para explicarles lo que había que hacer. Ellos no entendían los croquis que yo había confeccionado a mi manera. Nadie más que yo los podía manejar. Por ese motivo tenía que estar presente el máximo de tiempo posible. Además, había que manejar grandes piezas, con las que uno solo no podía.

El taller era casero y no había  grúa, solo disponía de dos trácteres, que también era mejor manejar entre dos. Fueron tantos los cambios que hubo que hacer del primer prototipo, que incluso antes de llegar a la mitad de la máquina ya no se parecía en nada a lo que había proyectado. Haces un proyecto pero nunca sabes cómo va a ser hasta que lo terminas. Fueron muchos los problemas que surgieron: falta de espacio para los mecanismos, distribución de los acoplamientos y otros mil obstáculos que hubo que subsanar. Es imposible imaginarse la capacidad humana cuando se encuentra en un proyecto de esa envergadura.

Luchas y luchas sin descanso para buscar la solución de tu problema y cuando menos lo piensas, das con él y vuelves a fabricar otro artefacto que te sacará del apuro para seguir adelante con tu invento y no fracasar. Te absorbe hasta tal punto que cuando vas por la calle o estás en tu propia casa y te hablan, ni te enteras. Es tan grande la lucha interna en tu cabeza que solo vives para la dichosa máquina. Pero después de mucha batallar la maquina salió y mucho mejor de lo que nunca pude imaginar.

Si cierto es que me sorprendió mucho la expectación causada por el reportaje publicado en La Nueva España de hace unos días, por lo mucho que gusto a la gente, tanto o más me sorprendió la respuesta de la gente a raíz de mi intervención en el espacio "España Directo", emitido el pasado día 7 de noviembre por La Uno de Televisión Española.

Recibo mensajes de felicitación de distintos sitios de España y de fuera de ella. Lo que les agradezco porque es muy importante, que la gente conozca esta historia que les apasiona y que hasta hubo gente que dice emocionarse al verme trabajar con tanta facilidad. Es muy bonito ver que una persona se puede valer por sí sola, claro que lo es. A mí también me conmueven y me alegro cando veo estas cosas de personas que lucharon contra las múltiples adversidades que surgen por el mundo.

Lo que para mí es normal porque fue mi medio de vida para trabajar en estas circunstancias durante los 59 años que han pasado desde que perdí las manos, para la gente que no conoce a fondo mi caso les resulta casi imposible. Pero no lo es, todo está basado en la voluntad de querer vivir sin depender de nadie. No hay que olvidar que la voluntad y la fe de ser útil y poder ganarte el pan para ti y para los tuyos, mueve montañas. Así somos las personas que apreciamos el cariño y la compañía de la familia. Porque una buena convivencia es maravillosa y nos da fuerzas para la lucha en el trabajo y por los demás.

Os dejo con el vídeo de mi intervención:

 

 

Me ha sorprendido mucho el impacto y lo mucho que gustó a la gente el reportaje que salió en La Nueva España y que trataba de contar un poco de cómo fue mí vida de trabajador sin manos.

Desde entonces, y aún después de pasar varios días, sigo encontrando gente que me saluda y me felicita, unos diciendo que es una vida ejemplar, otros que soy hombre como el acero de duro. La mayoría lo valoran muy positivamente y yo lo agradezco de corazón. Por ese motivo les doy las gracias desde este pequeño artículo.

Respecto a este tema quiero destacar que, aunque el camino no fue precisamente de rosas para mí porque tuve que luchar mucho para llegar a donde estoy, el mérito no es sólo mío. Al principio, cuando estaba soltero, me sirvió de acicate el cariño de mis padres y hermanos y más tarde el de mi querida esposa, el de los hijos y nietos y también el del resto de la familia. Todos juntos fueron el motor que me dio fuerzas para combatir un montón de adversidades, para seguir adelante con dinamismo y alegría, trabajando con todas mis fuerzas hasta aquel fatídico día 5 de octubre de 2009 que mi esposa murió y me quedé más triste y solo que la noche, porque yo la quería más que a mí propia vida. Fue algo maravilloso para los dos el vivir unidos y sentirnos amados uno por el otro. De la noche a la mañana me cambió la vida totalmente y ahora es como si no amaneciera para mí. Por muy fuerte y valiente que uno sea, el perder a la compañera de mi vida ha sido terrible para mí, demasiado.

Debo decir que después de toda mi dura historia, me ha resultado mucho más duro perder a mi esposa que cuando perdí las dos manos. Porque ella me ayudó mucho a combatir mi desgracia y todo aquello dejó de ser un problema ya que yo tenía sus manos que también me ayudaban con cariño. La prueba está en que trabajé como uno más y sin traumas y lo hice con ánimos y empeño en la lucha diaria, hasta que ella me dejó. Hoy me siento sin fuerzas y sin ganas de casi nada. Paso la vida escribiendo o estudiando. Sigo con las clases de mi profesora Ana Rosa Hevia, de Candás. Todavía esta mañana de hoy martes 29 de Octubre del 2013, me dio una clase, porque es para mí el estudio y la escritura como una terapia para mi dolor. Si toda mi vida fue de mucho movimiento porque nunca pude parar, hoy peor, siempre tengo que hacer algo porque no puedo ser de otra forma. La soledad es demasiado dura. Hay que ver que hasta los animales no están solos y van en pareja.

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Cuando por las mañanas abro la ventana de mi habitación y observo el bonito paisaje que tengo delante y mientras que escucho el rugir de las aguas del bravo Cantábrico que sólo esta unos 40 metros de distancia, miro como vuelan y aterrizan en el campo los pajarillos que, al rayar el alba, buscan su primer alimento del día. Van en pareja y se cuidan el uno al otro como hacemos los humanos. Eso es muy bonito, claro que lo es, porque no se sienten solos. Seguro que cuando hicieron el mundo esto ya era así y no hay quien lo cambie, porque la soledad nadie la quiere. El amor existe en el mundo y es posible que un día yo lo vuelva encontrar, porque mujeres las hay muy buenas y también necesitan del calor de un hombre como nosotros el de ellas, porque así es la vida y así la hay que entender.

Sobre el mencionado reportaje en la prensa, hay varias anécdotas muy curiosas, pero entre éstas debo destacar una.

Conozco desde hace años a un matrimonio de Oviedo que veranea aquí, en Candás. Aquella mañana pusieron la radio pero sólo pudieron oír parte de la noticia que daba la Cadena Ser, que decía: "Un minero de la cuenca del Nalón y residente en Candás, que perdió las dos manos en una explosión de dinamita el día de Santa Bárbara…"

Los dos pensaron: ese es Arsenio, ¿que le pasaría? La mujer le dijo que bajara a la tienda de informática a ver si lo buscan en internet. Como no encontraron nada, fue a donde venden los periódicos y dijo a la señora: ¿habrá algún periódico que hable de un señor que no tiene manos?

-Sí, aquí lo tiene, yo lo estoy leyendo.

-¿Le pasó algo?

-No, hombre, sólo habla de un señor que es muy valiente, trabaja y no tiene manos.

-Claro que trabaja y mucho, es amigo mío.

-Pues aquí lo tiene, mire que guapo está.

Este hombre ya se tranquilizó, cogió el periódico y lo subió a su esposa. El sábado me los encontré en Candás y me felicitaron además de contarme el susto que se llevaron.

-Muchas gracias, yo también os aprecio mucho, lo mismo que mi esposa que también os recordará con cariño desde el cielo. Me dieron un abrazo y me dijeron: no te olvidas de tu esposa ni un momento, mucho la querías.

Aquella mañana cuando iba a dar un paseo y coger el periódico, me encontré con Don José Manuel, el cura de Candás, que conversaba con dos señoras. Los tres me felicitaron y Don José Manuel dijo: este hombre es muy bueno. Sufre mucho por su esposa, la quería mucho y no vive sin ella y agregó, es como un cura, hay que llevarlo al Vaticano a sentarse a la mesa a comer con el Papa.

Muchas gracias señor, le dije ¡Qué casualidad! no sé por qué, pero un Ingeniero, jefe mío, Don Manuel Ordóñez me dijo lo mismo. Arsenio, tu tenías que ser cura, te gusta mucho ayudar a la gente, tienes muy buen corazón. Yo le dije:

-Es nuestro deber, Don Manuel, el mundo en solitario no tiene valor. Está como vacio.

Entre otros casos que ocurren por la vida, acababa de presentarle uno que, por cierto, era duro de verdad y de una necesidad muy importante. Una señora vino a la oficina a pedirme que por favor la ayudara. Su marido estaba despedido del trabajo y no tenía nada para dar de comer a sus siete hijos y otro más que llegaría en un mes.

Me dio mucha pena de ella y de sus hijos que se encontraban hambrientos. El padre en la cama desde hacía unos cuantos días borracho y pidiendo vino. Como la esposa ya no tenía dinero para pagarlo y llevárselo a la cama, donde permanecía mientras le durara la tremenda borrachera, le tiró dos botellas vacías. Por ese motivo salió de casa y vino a pedir que lo admitieran al trabajo.

La pobre señora presentaba un cuadro de pena. Estaba muy delgada, descolorida y aturdida por los malos tratos de su marido. Con las lágrimas que bajaban por sus mejillas me dijo: por favor señor ayúdeme, ya no puedo con tanto sufrimiento.

Por favor no llore más, le prometo que su marido volverá al trabajo mañana mismo. Tranquilícese porque este problema no debe surgir más.

Pasé al despacho de Don Manuel Ordoñez, mi jefe, que era el jefe de sector y le dije el serio problema de aquella mujer.

-Don Manuel, el marido de esta señora está despedido por faltar al trabajo entre diez y quince días cada mes, por las borracheras que se coge. Se mete en cama y obliga a su esposa a llevar botellas y botellas hasta que ya no tiene dinero y luego le tira las botellas a la pobre señora. Yo creo, le dije, que debemos arreglar este problema de una vez y para siempre. Por dos razones. La primera y más importante, es que el castigo es para sus hijos y la esposa, que pasan hambre; la segunda, que ese señor picador de carbón, cuando viene al trabajo es trabajador. Si trabaja al mes quince días, por lo menos ya gana para dar de comer a su familia.

-Este señor, tiene un despido que la empresa le hizo por ser reincidente, perdiendo muchos días de trabajo. ¿Cómo lo arreglamos? dijo mi jefe.

-Muy fácil, contesté, dando orden a lampistería que cuando llegue este picador, le den lámpara para entrar al relevo que llegue. Bien sea al de las seis de la mañana o a las tres de la tarde. Yo creo que la sociedad está obligada a eliminar estos castigos que son peor para los hijos y esposa que para el borrachín.

-Usted lo dijo. Qué así sea.

Cogió el teléfono y le dijo al encargado de lampistería, Estanislao García, para los vecinos (Lao) que cuando llegara el picador  X, le dieran lámpara para que puediera trabajar. No pongo el nombre del picador porque vive. Hace poco tiempo que lo vi. No sé si vive aún su mujer, nunca más la vi desde aquel día y no es necesario molestar a nadie. Solo se trata de comentar lo que hay que sufrir muchas veces en la vida de las familias.

Don Manuel como hombre generoso que siempre fue, recibió a la señora y le dijo literalmente.

-Señora, dígale a su marido que venga a trabajar cuando quiera y al relevo que más le guste. Así mismo le dijo que no sufriera más por ese problema, pues en lo sucesivo trabajará cuando venga.

-Muchas gracias señor, le dijo la señora muy agradecida, nos libra de una muy gorda.

-No me dé las gracias a mí, déselas a Arsenio que es quien lo arregló.

Se marchó muy contenta sabiendo que aquel problema ya no se iba repetir.

Don Manuel, después de quedar solos, me dijo: Arsenio tú tenias que ser cura, te duelen mucho los problemas de la gente y te gusta ayudar, eso es muy importante. ¿Lo haces porque eres tan buena persona como para sufrir por los demás, o por lo que tú has sufrido?  ¿Es que ya eras así antes de tu accidente con ese buen corazón que tienes?

-Gracias Jefe, por lo bien que me valora, yo creo que es ley de vida velar unos por los otros. En cuanto a su pregunta, le diré que no lo sé, creo que siempre fui como soy. Aunque puede ser que los sufrimientos propios te hagan reflexionar muchas veces, porque la vida nos enseña y, sobre todo, a los que atravesamos por duros avatares que es donde se ve realmente lo que supone la buena convivencia entre las personas. Yo creo que estamos obligados a perdonar y ayudar, aunque se salgan de lo normal. Sólo con pensar que hemos salvado del hambre a unos inocentes ya es más que suficiente para sentirse uno mismo muy bien.

-Te comprendo perfectamente porque es como lo pintas, dijo el jefe.

-Gracias, usted también siente esos deseos de ayudar y lo hace con satisfacción. Ya no es el primer caso difícil que usted resuelve con cariño y afecto a las personas. No soy yo el único, Don Manuel, porque usted acaba de hacer una excelente obra, que supone el asegurar el pan a una familia.