El vigilante tan retorcido como mala persona, me mandaba la máquina grande, aunque estaba prohibido por el Jefe. Desde luego que yo tenía bastante con la pequeña. Y sobre doto teniendo en cuenta, la bronca que iba recibir si llegara aquel jefe “el villano”, como él le llamaba, y nos encontraba trabajando con ella, me costaría la expulsión de aquella empresa. Seguro que era lo que él esperaba para poder justificar nuestro despido. Le dije al vigilante:
-No se te ocurra mandarme a restauración esa máquina, porque “él fiera” nos hunde.
-¿Quien nos va a hundir, el Villano? Aqui no hay más amos que tú y yo. El otro que vaya a tomar por donde se empiezan los cestos.
Se marchó al bar donde se pasaba el día bebiendo. Desde allí tenía buena vista para controlar la llegada del jefe. Si entraba por una pista él iba por otra. Nunca le pillaría, excepto que por una denuncia fuera directo a buscarlo al bar.
Las visitas del gran jefe, eran frecuentes pero lo que no sabía es que tenía un vago traidor al frente de la explotación, que le traicionaba y le decía toda clase de mentiras.
Yo nunca quise saber nada de aqullos temas, lo mío era trabajar, no denunciar a los demás y sobretodo sabiendo qué clase de gente eran los dos, a cual peor. El resto del personal y el mismo Capataz, todos eran muy buena gente. Y aunque sabían el abandono en el que tenía toda la explotación, nadie quiso problemas. Lo que le sirvió para seguir haciendo de las suyas, sin pensar que un día se llegaría la verdad, para combatir tantas mentiras y trampas que hacía.
Yo pienso que esta clase de gente, no les funciona bien el cerebro. Porque una persona normal, no se mete en esos líos de no trabajar, de no cumplir con las nomas y de engañar a quien se `ponga de lante de ellos. Un desastre humano.
Después de estos trabajos empecé a trabajar en restauración en minas a cielo abierto, puertos de alta montaña, taludes y medianeras de carreteras y ferrocarriles por distintas partes de nuestra región asturiana, León y Galicia. Lo que suponía para mí un duro trabajo. Aparte de la falta de experiencia por ser joven, me encontraría con muchos problemas. Entre varias empresas para las que trabajábamos, las hubo que se interesaron mucho por nuestra forma de trabajar, aparte del buen precio que se les puso. Cuando tengo que describir el mal comportamiento de alguno que tanto daño nos hizo, no figura el nombre. Solo se trata de describir lo mal que lo pasé y no de otra cosa. Solo pongo el nombre real cuando hablo de personas que merece la pena mencionar por distintos motivos pero siempre favorables y como gratitud por lo bien que se comportaron conmigo. Las empresas se portaron bien con nosotros y no tienen la culpa de que algunas veces hubiera un individuo con mala leche y que, sin conocimiento de su empresa, hiciera de las suyas, machacando a la gente sin ninguna razón, intentando echarnos para meter a otros a trabajar. Al principio desconocía el precio que estaban pagando a los que realizaban aquella clase de trabajos, por lo que puse un precio muy bajo, que me permitiera cubrir gatos según mis cálculos y por supuesto poder dar a conocer nuestra forma de trabajar.
La preparación de los terrenos lo hacíamos a fesoria y garabato, la siembra de las semillas por medio de unas turbinas que daban un rendimiento aceptable. Con capacidad para sembrar una hectárea por día con cada turbina. Los abonos y la cal se repartían como siempre a mano. Cuando llevábamos en una obra algún tiempo y teníamos algunas parcelas terminadas, ya en producción, precisamente muy importante por lo bien que se presentaban las praderas.
Una mañana me llamó el Ingeniero de aquella obra, me dijo que les acompañara a dar una vuelta por todas las obras. Bajábamos viendo todos los trabajos en su vehículo. Eran dos jefes, el más joven acababa de incorporarse. Mando para en una loma y mientras mirábamos cómo trabajaba mi gente, el jefe mayor me dijo: con un tono muy fuerte y agresivo:
-Arsenio, usted está cometiendo un error. Hace unas obras muy bien presentadas, pero el bajo precio que puso, no le va a cubrir gastos y no le voy a dar ni una peseta más. No se le ocurra venir a llorar más tarde, que no le atenderé.
-Puede estar seguro de que eso no va ocurrir, yo nunca pedí limosnas señor. Sé lo que tengo por delante y lo que quiero es que haya tajo, el resto ya lo arreglaré.
Trató de contestarme de nuevo con mucha brusquedad, pero el joven Ingeniero, le cortó diciendo:
-Por favor no lo trates así. Arsenio sabe bien lo que hace, lo tiene todo muy bien organizado y un buen equipo de personal de lo mejor. Hice unos cálculos del rendimiento que tienen y es muy bueno, el 2,5 % más que nuestro personal y eso me hace pensar que les paga bien y que rinden lo necesario como para salir adelante.
En efecto, así era, aquel hombre, además de noble y buena persona, era inteligente. Tenía bien controlado todo, mientras que el jefe mayor no sabía más que dar voces sin sentido. No sabía por dónde andaba, no pesaba más que una gallina desplumada. Daba pena ver su forma de enfocar las cosas. Era un tío repugnante y agresivo, un fierecilla. Aunque bajó un poco el tono, bien claro vi que no quería ver a mi equipo ni en pintura. Siempre me puso pegas de toda clase. Aunque se comportó un poco mejor durante la estancia de aquel joven, que era imparcial a la hora de valorar las cosas y el que realmente tenía que ser el jefe. Porque sabía mandar con sentido de la responsabilidad, a la vez que sabía defender los intereses de la empresa y también de los demás. Fue un gran hombre, siempre se mostró bien con todo el mundo, pero al poco tiempo lo cambiaron para otra obra. El otro aprovechó para seguir machacándome sin piedad. Allí pasé poco menos que una tortura, siempre bajo la presión del aquel fiera, que según los comentarios de los veteranos de la obra, decían que actuaba presionado por un tercero que desde la sombra trabajaba con su farsa y por razones de dinero.
Había mucho ganado suelto que al pastar nos estropeaba los sembrados recién nacidos por estar muy tiernos y apenas sin enraizar. Lo arrancaban todo, aparte de dejarlo pisoteado totalmente. La verdad es que era un dolor ver cómo lo dejaban. El ganado estaba suelto anárquicamente, no se podía tolerar aquello, pero nosotros ninguna culpa teníamos. La obra ya estaba en producción y con garantía. Yo no era responsable de aquellos destrozos. Pero como el jefe es el jefe, me obligaba siempre a restaurarlo sin pagar nada. Eso fue un atropello monumental, allí se perdieron cantidad de tiempo arreglándolo con un grupo de diez hombres, pagándoles de mi bolsillo los jornales y los materiales que se necesitaban. Fue mucho dinero el que me quitó, amparado en el poder, con una ignorancia y maldad mayor que su volumen. En mi tierra a eso lo llaman “Roba y pisotear al débil”.
Si poco tiempo antes me había dicho que con el precio que les había puesto no iba a poder salir, que no le llorara, ¿Por qué me obligaba a y trabajar sin pagar? Yo ya había entregado la obra. Fue considerando como una estafa por los mismos de la obra. Hasta el mismo capataz que vio como abusaba de su autoridad para echarnos de la obra, lo comento con migo. Es inconcebible me dijo, primero dijo qué es muy barato y luego te exigió más gasto sin ninguna razón. Ahí está su maldad: quería tumbarme para que me fuera. No lo podía hacer de otra forma más que derrocando mi economía. Bien claro estaba lo que la gente decía: “quieren echarte para meter a los que les dan dinero”. Porque cobran más del triple por el precio y de esa forma cebarles muy bien.
El capataz me dijo. Arsenio no sufras tanto, tu sabes lo mismo que yo que, no solo te estafan ati, también están estafando a la empresa y eso no puede durar mucho, algún día tendrá que reventar.
Nada tenía que ver con esos estropicios, debería ser pagado por lo menos por administración. Si no lo hacía “me echaba”, esa era su frase permanente, tratándome con desprecio como si fuera un animal. Algunas veces ya no sabía si dejarlo o si dar cuenta de él a los jefes de arriba, que precisamente eran muy buenos y apreciaban nuestros trabajos. No me atreví por si era peor el remedio que la enfermedad y lo seguí aguantando.
Una mañana llegó y me dijo que había que dejar de poner la cal, que no era necesaria y que le descontara el precio de ésta y la parte proporcional que correspondía a las horas de trabajo. Me dejó helado. Con educación le dije:
-La cal no se puede quitar porque nos fallarían los sembrados. Aquí es muy necesaria, usted sabe que el ph. Es muy bajo y sin regularlo no conseguiremos la producción necesaria. La calidad bajará tanto que habrá que volver a sembrar y abonar de nuevo
-No tiene por qué bajar, haga lo que le mando sin más. Aquí solo mando yo dijo con voz autoritaria.
Yo, que sabía lo importante que era la cal en estos terrenos, el disgusto que sufrí, fue enorme, sabía que iban a surgir fallos en la calidad y que iban cargarme a mí con la responsabilidad. Hice los cálculos para el descuento. Llegó de nuevo y me preguntó si ya había calculado lo que le iba descontar por metro cuadrado. Se lo di y dijo que era poco.
-No puedo hacer más descuento porque si no tengo que cerrar, le dije.
Al fin lo aceptó.
En la próxima parcela no se metió cal, transcurrido el tiempo necesario, aquello salió muy mal. No tuve más remedio que callarme y esperar a demostrarle que era muy necesario encalar. Resembré y encalé de nuevo por mi cuenta la mitad de la parcela que había salido mal. Esperé a mostrarle la gran diferencia que había delante del capataz, que se adelantó con mucha vista para defender la verdad. Aunque estaba bien claro que era necesario. De no haber sido por esta demostración ante el capataz nunca me hubiera pagado el precio de coste de ésta. Hay que tener en cuenta la forma de proceder de aquel hombre que primero dijo uno y más tarde otro.
A partir de aquel día en las nuevas obras se echaría cal. Se facturaría al precio establecido sin la cal, además de tener que poner la cal en lo que había en mal estado por su culpa. Seguí aguantando sin ninguna razón, con menos precio por metro cuadrado y soportando las riñas de siempre. Así hasta el último día, pero no me quedo mas remidió que seguir adelante para no quedarme sin trabajo
Muchas veces estuve a punto de dejarlo todo por aburrimiento, pero la naturaleza o la casualidad fue que hubiera una persona decente y con capacidad para saber valorar las cosas. Porque aquel Capataz, lucho por la verdad. Aunque el fiera no le hacía ni caso, por lo menos me ayudo animándome y con esperanzas de que un día lo cambiara de aquella obra. Me decía, sigue, no te des por vencido, ya mejorarán las cosas, lo malo no dura siempre. Fue un caballero, un hombre noble con valor para despreciar las barbaridades de su mismo jefe, porque sabía de su maldad. Lo mismo que aquel joven Ingeniero, que defendió la verdad.
Más tarde nos enviaron a otra explotación. Alternábamos los trabajos de las dos. Allí había un vigilante, el más vago y mentiroso que he conocido en mi vida, hasta el punto de que se pasaba casi toda la jornada en el bar. Los de explotación trabajan a su aire y nosotros atrás en la retaguardia, restaurando. Teníamos asignada una máquina de orugas, la pequeña, la máquina grande trabajaba en el frente de la explotación. El jefe de esta obra había ordenado con mucha razón, que para nuestro servicio en la restauración, no se enviara la máquina grande, sino la pequeña, porque era suficiente. Ahí sí que tenía razón el jefe. Éste había prohibido su uso porque eran muy caras. Era totalmente razonable y yo siempre lo cumplí.
En aquel día después de cargar el ganado y salir el camión para su destino, Cuqui subió al bar que había en el mercado antiguo de Pola de Siero. Se sentó a la barra, pidió una cerveza y dijo:
-Estoy pensando lo torpe que he sido. Acabo de mandar un camión de xatos para un señor de Sotrondio al que le faltan las manos y no he pedido informes de él. No tenía que pagármelos por lo torpe que soy.
-¿Cuánto dinero valen? ¿10 millones? Le dijo un señor.
El señor que se lo dijo sacó un talonario de cheques de su bolsillo y le dijo:
-¿Quieres cobrarlos? Si dudas de Arsenio te los pago para que te quedes tranquilo.
-¡No me digas que le conoces!
-¿Cómo no le voy a conocer si trabaja con nosotros? Puedes darle lo que quieras, es hombre serio. Deberías estar contento si te sigue comprando, porque seguro que ha de ser uno de tus mejores clientes. Mira por él y aploma con los precios, que te conviene. Paga como un banco, esa es una de sus frases, pero no se duerme en los laureles, es hombre muy entendido y no solo de ganado, cuenta las estrellas.
-Estuve el domingo en su finca, le dijo Cuqui, y me pareció un gran chaval, pero lo que me asombra es lo hábil y artista que es para trabajar, ¿ya fuiste a ver alguna de sus obras?
-¿Cómo no iba a ir? Suelo dar algún paseo por la cuesta del pozo y paso por delante de su ganadería. Siempre está trabajando, no sé como lo aguanta.
El señor Quiros, que le hablaba era el director del Banco Popular de mi pueblo y compadre de Cuqui, por eso le gastó la broma con el talonario de cheques.
Más tarde cuando vi que tardaba en venir a cobrar, lo llame y me dijo:
-Tranquilo, ya sé que eres muy formal, ya te mandare la cuenta.
Me contó lo ocurrido y más tarde también el director, Quiros.
A pesar de haber unos años que no nos veíamos, hace poco tiempo que me mandado un saludo por un vecino suyo que me conoce y le había dicho que me veía con alguna frecuencia. Le dijo que me diera un fuerte abrazo de su parte porque no se olvidaba de mí.
Yo tampoco me olvido de él porque fue formal y trabajamos largo tiempo sin ningún problema. Le envié otro abrazo y con el deseo de que nos encontráramos algún día para saludarnos personalmente y recordar los buenos terneros que me enviaba.
Dile a Cuqui, que todavía no hice el reloj.
Frase que el mismo dijo, el dia que vio alguna de mis obras.
El sistema que me presentó para los terneros de leche, era un buen invento que además de cerrar a los ternerillos, va provisto de unos cierres automáticos por medio de unas palancas que se abren y cierran con toda facilidad. Además de una base para acoplar el bebedero de la leche. Una vez que él yternerillo mete la cabeza se cierra y ya no puede salir. Se le enseña a beber con mucha facilidad y por muy rebelde que sea no tiene más remedio que tragar la leche.
Suele haber alguno que por su torpeza antes se muere de hambre, que beber la leche, entonces hay que obligarlo. Se le baja la cabeza, se le mete un dedo en la boca y a tragar. En pocos días ya bebe solo y más que le dieran. La cuestión es que el artefacto es genial, funciona de maravilla. Yo hice para que beban siete de cada vez. Se sueltan estos y se meten otros siete y si hasta terminar con todos los que haya Aún conservo este sistema y en perfecto estado de trabajo
Cuando compraba terneros culones para nuestro cebadero, una mañana en el antiguo mercado de Siero conocí, a un tratante de ganados, Cuqui, el carnicero así le llamaban. Nunca le conocí el nombre propio. Hombre serio y cumplidor, al que considero una gran persona. En nuestra primera charla le dije:
-Soy ganadero, entre otros animales cebo teneros culones. Me gustaría ponerme de acuerdo con un tratante serio que me sirva cantidad de estos teneros, prefiero comprar antes que deambular por esos mundos sin conocer lo que uno compra, además del tiempo que anda escaso para tal menester.
-Yo te los puedo servir con esa seriedad que dices y de buena calidad. Si quieres el domingo vamos a un pueblo de Bimenes -Suarez, a ver una buena ganadería para que veas la calidad de ganado que le mando. A la vez podrás ver un sistema que tiene para poder destetar a los mamones con mucha facilidad. Con este sistema aprenden a beber rápidamente y no dan problemas.
-De acuerdo, me parece muy interesante esa visita.
Quedamos en una hora y los dos fuimos muy puntuales. Cierto era que tenía un buen ganado. Después de observarlo todo, saqué de mi coche el metro, una libreta y el bolígrafo. Hice un croquis de aquella instalación para terneros de leche, que precisamente me gustó mucho por el gran servicio que prestaba. Tomé las medidas y una vez terminado le dije:
-Si no hay ningún problema para el próximo domingo ya lo tendré montado en mi ganadería.
Cuqui me miró como diciendo: “muy pronto me parece eso”, pero no dijo nada. Nos despedimos y el domingo a las tres de la tarde cuando termine aquella obra le llamé para decirle que ya podía mandar el ganado, que ya estaba terminado y en orden para meter los teneros.
-¿Ya lo terminaste todo?
-Si, en este momento termino de montarlo todo
-Arsenio, ¿vas estar esta tarde?
-Claro que sí, como para no estar. Además del enorme trabajo que hay en la ganadería. Le reste tiempo, para terminar esta obra que me llevo toda la semana, trabaje hasta altas horas de la noche, pero salió todo muy bien, aunque es obra larga, muy fácil de hacer. Me salió todo como tiene que ser.
-Si la hiciste como tiene que ser ya trabajaste bastante. Fíjate lo sorprendido que estoy que esta tarde voy a verla.
-Cuando quieras, aquí estaré hasta la noche.
Seguida mente cogió su coche y vino a ver la obra que tanto le extraño, por el poco tiempo que me llevo el terminarla. Después de saludarnos se quedo mirando la obra y dijo:
-Arsernio, me dejas asombrado, está completamente igual que la obra que viste solo un momento.
Comprobó todas las manillas de cierre, las distancias de la abertura para comer el ternero y el sistema para poner los bebederos y comederos. Yo observaba la gran satisfacción que le producía al comprobar la calidad de la obra. Al terminar de ver el buen funcionamiento, se acerco a mí y me estrechó la mano diciendo:
-Muchacho, si tuvieras manos seguro que harías relojes. Hay que verlo para creerlo. Sinceramente te digo que cuando al medio día me llamaste y me dijiste que ya estaba terminado, pensé que era imposible hacer esta obra en una semana, que sería una chapuza, pero con la mayor de las sorpresas compruebo que lo dejaste pintado como lo viste allí. Me llama la atención la memoria que tienes, porque lo hiciste totalmente igual, no le falta detalle. Ni fotografiando lo podrías sacar mejor. Copiaste en el croquis su forma y las medidas pero el resto lo llevaste en la mente, porque aquí están, hasta los pasadores igual. Está perfectamente y además para un rebaño bueno y para acabar que todo sea una obra de arte, lo hiciste con el mismo material que el que viste en la obra de Bimenes. Eso tiene un merito excepcional.
El martes siguiente me mandó un camión de ganado, unos pequeños para destetar, los que inaugurarían aquella obra y el resto ya de algunos meses, para la nave de cebo que ya funcionaba. Todo era ganado de primera calidad.
Una tarde llegó a la ganadería mi hermana Celia y su hijo, me dijo:
-Manda tres cerdos para mi cuadra, los cebamos juntos, uno para cada hermano. Déjate de matar para tu casa los cerdos que cebas para la venta con ese pienso compuesto.
-¿Qué dices hermana? Si tú sabes que lo que yo cebo para la venta es lo que se come en mi casa. ¿Cómo es posible que dudes del pienso?
-Eso ya lo sé, por eso quiero que los cebes aparte.
-Perdona hermana, estás despistada, no sabes lo que mi pienso representa, fabricado con materias nobles y de primera calidad. Confundes los términos. Lo malo es el sistema que antes empleábamos para cebar a nuestros cerdos para la casa. Con despojos y grasas por no disponer de otros medios.
-Para que no se te olvide, y esto ya te lo dije hace tiempo, te diré que el pienso que yo preparo es de pura calidad y es una línea distinta del que siempre usamos. Pero también distinta al los piensos compuestos, que hasta el estiércol de los animales da mal olor.
Me quedo con mis cerdos cebados aquí. Tú lleva el tuyo si quieres, pero al matarlo verás la diferencia en las canales y en el sabor de la carne que será más que notable.
-No te olvides que la chacinería asturiana se disputa mi ganado, todos quieren comprarlo, ¿por algo será?
El hijo no dijo nada, pero nunca se olvidaría de aquella charla porque al matarlos, comprobó con sorpresa que lo que yo les había dicho era cierto. Mis dos cerdos tenían unas canales de primera. Eran cebados junto con el total de la ganadería. El de mi hermana tenía la grasa de siempre, no podía haber otra cosa. Si siembras cebad, no puedes recoger trigo, esa es la gran diferencia. La canal de aquel cerdo era como las que se criaban cuando éramos niños. Cuando la necesidad imperaba y no se podía cebar con otra cosa: Tampoco conocíamos otra forma de hacerlo mejor, pero yo tuve que estudiar la forma de que mi ganado destacara al darle la calidad de los buenos productos, dado que la competencia era grande. A parte de que a mí siempre me gusto la calidad en todas las cosas.
Por ese motivo estudie largo tiempo nutriología animal, para cebarlos con productos nobles. Pero equilibrados y bajo control del peso en las materias. Así mismo controlaba en cada partida de cerdos cebados, la calidad de las canales. Llegando a producir una línea de carne de la mejor calidad en el mercado.
La gente algunas veces duda de las cosas y con mucha razón, porque se encuentran con quien les da gato por liebre. Pero después que ven la calidad y seriedad, se dan cuenta que les tratas bien, ya no te cambian y siguen comprando mi producto y contentos por serviles lo mejor. Tuvimos gente que compró durante muchos años nuestros animales y que mucho lo sintieron al jubilarme. ¡Cuántas llamadas tuve diciendo que no lo dejara! Decían que se perdía una tradición muy importante. Hasta me decían que criara menos pero no les dejara sin el suyo. No solo se vendían por nuestra zona, venían por cerdos desde Langreo, Laviana, Mieres, Caso, Sobrescobió, Gijón y de otras partes más lejanas. Vendíamos lechones para cebar y otros ya cebados para el Sanmartín. Esa fue mi forma de trabajar, la gente contenta y yo también.
Tuve que cerrar mi ganadería porque tiraron toda la explotación para construir el Corredor del Nalón y me dejaron a dos velas sin poder hacer otra ganadería porque las leyes vigentes no autorizan la construcción de una ganadería de ganado porcino, a menos de 1500 metros a la redonda, desde la última casa del pueblo. Lo que supone la imposibilidad de poder hace nada. ¿Dónde se encuentran 20.000 metros cuadrados para edificar, con agua, Energía eléctrica y carretera? Con esas condiciones no existe en todo el territorio, excepto en los montes donde no hay carretera o más allá del Pajares.
A pesar del tiempo transcurrido, aun siguen algunos antiguos clientes pidiéndome que les cebe, junto con el nuestro. Unos con vistas y otros por teléfono, pero no se olvidan de la buna calidad que les ser visamos.





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