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La triste soledad, que tanto agobia a los mayores.

               La soledad nos llega cuando menos lo esperamos. Uno de los dos se va y el otro se queda sufriendo la tremenda pérdida de su ser querido.  Por si eso fuera poco, muchos ancianos, hombre o mujer, “pierden el norte”, sufren depresiones, no duermen o tienen miedo, sobre todo por las noches, porque no soportan la soledad. Unas veces por la nostalgia del pasado, otras por miedo al futuro,  les destroza la vida por completo. Esos sufrimientos hay que evitarlos  porque se puede conseguir, si hay quien les ayude. Bien sean los hijos, el médico, o un psicólogo ¡pero se pueden superar! todo es cuestión de proponérselo. Aunque nos parezca imposible no lo es, si se pone empeño. Ese tremendo trauma, más tarde o más temprano,  a todos nos llega. Aunque algunos conseguimos superarlo, otros no pueden por falta de orientación y, eso es lo que hay que evitar.

               No podemos olvidar que para todo hay un tiempo. Hasta para sufrir demasiado, al principio de las cosas, pero después hay que reaccionar y evitarlo, pensando que la vida sigue, y que no estás solo en el mundo, porque tienes familia que sufre por ti ¡No les agudices más su dolor, ayúdales tú, como ellos a ti! Es una buena forma de conservar la unión de la familia, que tan importante es para todos, jóvenes o mayores.

               En mi caso,  tuve la malísima suerte de perder a mi esposa, por negligencia médica, se murió con solo 63 años y, por si eso fuera poco, no tengo manos para defenderme, como el que las tiene. Por muy hábil que uno sea y, aunque trabajo  casi  de todo, hay cosas que son muy difíciles para mí, como es el abrochar los botones de la camisa, el cocinar o hacer los labores de la casa. Lo mío siempre fue el trabajar en otra rama. Por todo esto, fue mucho lo que sufrí, pero después de pasar algún tiempo, me di cuenta de que no podía seguir sufriendo tanto, porque era destrozar mi vida y hacer sufrir a mis hijos. El único remedio que tenía era cambiar la forma de pensar y reponer fuerzas para seguir luchando en la vida y ayudar a mis hijos, porque la experiencia y el cariño de los padres, siempre es necesario incluso siendo adultos, porque nunca los olvidamos. Hasta en los sueños están con nosotros, para recordarnos lo bonito de aquella convivencia familiar. El recuerdo de la familia, permanecerá con nosotros hasta el fin de nuestros días.

               En esos momentos de tanto sufrimiento, que te quita  las ganas de comer y hasta las de vivir, la única forma de liberarse, es irse a la cama, cerrar los ojos, poner la lengua en el cielo de la boca y, procurar dejar la mente en blanco por unos momentos. Luego pensar en cosas agradables, dejar los malos pensamientos a un lado. Darse cuenta de que si ayer sufriste por lo mismo y no conseguiste nada, ¿por qué sufrir hoy por lo mismo? Nuestro cerebro es débil y vulnerable, no podemos dejarlo pensar a rienda suelta, hay que controlarlo y olvidarse de los malos pensamientos,  buscar la forma de distraerse, leer, trabajar en alguna cosa en casa o en el campo. Si se puede, pasear, buscar una forma de librarse del sufrimiento.

               Hay que olvidar los problemas del pasado, que muchas veces nos hacen sufrir y pensar que “con agua pasada no muele el molino”. Vivir el presente y no sufrir por el futuro, porque no sabemos cómo será. Hay que salir de aquellos malos pensamientos como sea, sino “eres persona al agua”.

               Un ejemplo, que debéis tener en cuenta, es lo mucho que se sufre al perder las manos, como en mi caso. A pesar de tanto dolor y sufrimiento, no me quedó más remedio que combatirlo, trabajando sin descanso para salir  adelante. Empezar con todo de nuevo, como si fuera un niño. Aprender a manejar las prótesis, a trabajar, a escribir, estudiar y hacer una vida normal.

  Esto nos demuestra que no podemos quedarnos en una esquina a llorar nuestras penas, sino que debemos combatirlas. Es una gran experiencia que ni yo debo olvidar, para no sucumbir ante los problemas que la vida nos presenta y sobre todo en la vejez, momento en el que perdemos  fuerzas y  capacidad para combatir los problemas,  haciéndose más duros. Está bien claro que en esas circunstancias es muy difícil, pero con fuerza de voluntad, los consejos del médico y pensando en lo mucho que mis padres y hermanos sufrían, me decidí a trabajar sin descanso para conseguir recuperarme y seguir adelante, como tiene que ser. Eso llevó la alegría a toda mi familia, que estaba destrozada, lo mismo que yo ¡Difícil sí que es, pero no imposible!

            ¡Si tú estás atravesando por un duro trauma, no te acobardes, lucha porque lo conseguirás, sé valiente. Todos necesitamos ayuda, tú también! Si en algo pudiera ayudar, lo haría con mucho gusto. Así lo he hecho toda mi vida, ayudando  y colaborarando con mis semejantes, porque así tiene que ser. Está probado que la ayuda de las personas, en esos momentos de tanto sufrimiento, puede conseguir, sacar adelante a muchas personas que desorientadas por tanto sufrir, no pueden con el problema. La inteligencia humana, si se sabe emplear para el bien, puede conseguir cosas muy importantes, que nos parecían imposibles, pero que no lo son, si nos lo proponemos y tenemos fuerza de voluntad.

               Después de salir de aquel tremendo abismo donde me vi, en plena juventud, me di cuenta de que mi experiencia podría ser importante para ayudar a las personas que sufren por diversas causas. Invitándolas a dejar de sufrir y, luchar para volver a la vida real, por su propio bien y, por el de sus familias que tanto sufren.

               Aunque mis vivencias parezcan imposibles, son totalmente reales porque escribo con la memoria y el corazón. La sinceridad y la verdad de las cosas, da fuerzas para combatir los problemas que la vida nos presenta. Estoy convencido, porque ese ha sido siempre mi lema: caminar por la vida con realismo y dignidad, ya desde niño, porque así me enseñaron mis padres. La enseñanza de los padres a los niños es fundamental, porque ha de repercutir en su comportamiento y forma de vivir, para el resto de su vida. Es muy importante no olvidarse de este deber que todos tenemos. Los humanos nacemos desnudos e inocentes y en la edad adulta actuaremos según la enseñanza que nos dieron. Así fue desde siempre y, así será mientras que haya mundo, porque hasta los animalitos enseñan a sus hijos.

               Si por las noches no puedes dormir, pasea por casa, lee o escucha música, pon la tele, y  te sentirás mucho mejor, después de un tiempo podrás volver a la cama y dormir.

               A través de los años he observado la gran diferencia que hay de unas personas a otras, hasta en la forma de vivir, porque algunos pierden la memoria, duermen mal, y sufren por casi todo, mientras que otros llevan la vejez con normalidad, porque así tiene que ser.

               Algo muy importante, es el no abandonar a las personas mayores. Si los hijos no pueden vivir con ellos, por diversos motivos, como es el trabajo u otras cosas, el contacto familiar nunca se debe perder. Ese cariño de padres a hijos y de los hijos a los padres, es como un milagro, porque no se sienten abandonados. Si primero los padres luchamos  en la vida con multitud de problemas para criar y estudiar a los hijos con todo el cariño, más tarde llega la hora de cambiar. Al ser mayores los padres, son los hijos los que tienen que ayudar a sus padres, porque así es la vida y así la hay que entender. Así se hizo siempre en el pasado. Mis hermanos y yo, ayudamos a nuestros padres hasta que se murieron, nunca les faltó  nuestro cariño y nuestra ayuda. Y así lo hacen mis tres hijos conmigo. Aunque viven cada uno en su hogar y lejos, no dejan de estar en contacto conmigo todos los días. La unión de la familia nunca se debe perder, porque la soledad es terrorífica para todos.

              Da pena y dolor el ver como en este siglo XXl hay un montón de ancianas y ancianos, inválidos o enfermos,  abandonados a su suerte. Por no tener ayuda para asearse, ni quien les administre las medicinas, ni les haga la comida, después de trabajar toda la vida. No les alcanza la pequeña pensión que tienen para pagar una empleada de hogar, porque el sueldo de una empleada de hogar interna,  es de 1.200, euros mensuales, incluyendo, sueldo, pagas extras, un mes de vacaciones y la seguridad social, que en la actualidad ya cuesta 200 euros, más la manutención, el pago de la luz, la contribución, la comunidad, comestibles para la casa y otros gastos más.

               “Por si éramos, pocos parió la abuela”. Que suban el sueldo mínimo, está muy bien. Pero si no suben las pensiones, es como “desvestir un santo,  para vestir otro”. Al subir el sueldo mínimo, sube el sueldo de las empleadas de hogar. ¿Cómo vamos a pagar los pensionistas que estamos solos, a las empleadas de hogar? Hace cuatro años el sueldo era de 646, euros, si lo suben a 900, más los 200 euros de la seguridad social, más las pagas extras y un mes de vacaciones, la diferencia es muy grande. Nuestras pensiones perdieron demasiado poder adquisitivo, ¿qué va a ser de nosotros? O hay para todos,  o para nadie  porque todos necesitamos comer, además de la ayuda necesaria para las personas que no se pueden defender solas.

Un cordial saludo.

Arsenio Fernández.

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