El vigilante tan retorcido como mala persona, me mandaba la máquina grande, aunque estaba prohibido por el Jefe. Desde luego que yo tenía bastante con la pequeña. Y sobre doto teniendo en cuenta, la bronca que iba recibir si llegara aquel jefe “el villano”, como él le llamaba, y nos encontraba trabajando con ella, me costaría la expulsión de aquella empresa. Seguro que era lo que él esperaba para poder justificar nuestro despido. Le dije al vigilante:
-No se te ocurra mandarme a restauración esa máquina, porque “él fiera” nos hunde.
-¿Quien nos va a hundir, el Villano? Aqui no hay más amos que tú y yo. El otro que vaya a tomar por donde se empiezan los cestos.
Se marchó al bar donde se pasaba el día bebiendo. Desde allí tenía buena vista para controlar la llegada del jefe. Si entraba por una pista él iba por otra. Nunca le pillaría, excepto que por una denuncia fuera directo a buscarlo al bar.
Las visitas del gran jefe, eran frecuentes pero lo que no sabía es que tenía un vago traidor al frente de la explotación, que le traicionaba y le decía toda clase de mentiras.
Yo nunca quise saber nada de aqullos temas, lo mío era trabajar, no denunciar a los demás y sobretodo sabiendo qué clase de gente eran los dos, a cual peor. El resto del personal y el mismo Capataz, todos eran muy buena gente. Y aunque sabían el abandono en el que tenía toda la explotación, nadie quiso problemas. Lo que le sirvió para seguir haciendo de las suyas, sin pensar que un día se llegaría la verdad, para combatir tantas mentiras y trampas que hacía.
Yo pienso que esta clase de gente, no les funciona bien el cerebro. Porque una persona normal, no se mete en esos líos de no trabajar, de no cumplir con las nomas y de engañar a quien se `ponga de lante de ellos. Un desastre humano.
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