Construcción de una maquina, trabajando con fuertes heladas y las largas horas de trabajo en aquella frialdad. Aunque yo no las sentía me dejaron fuera de combate. Me ataco una gripe que jamás la vi tan fuerte. Trabajaba en mi nave en la construción de una maquna para picar carne para los mastines. Pensaba terminarla en un mes pero los ataques de la gripe no me dejaron terminarla hasta el 22 de enero 2002, casí dos meses. Aparte de los incovenientes que yo tego para trabajar con mis prótesis. Aunque sea muy avil, la falta de las manos se ve en trabajos delicados de monteje y ajuste. No puedo ser tan rapido como el que tiene manos, eso esta muy claro.
Tan mal estaba que no podía parar en ninguna parte, ni en la cama, por el tremendo calor que era insoportable. Ademas de dolor de cabeza, piernas y brazos. También estaba muy preocupado por la marcha de mi hijo, su mujer y la niña a Escocia. Por una llamada al teléfono sabíamos que el Cherokee había tenido una parada muy lejos de casa, ya en la entrada de aquella región. Despues de un tiempo consigio arrancarlo para llevarlo al concesionario en Preston, una ciudad que le quedaba lejos pero en la misma ruta. Nada le pudieron hacer. El ordenador del vehículo registraba la parada pero no supieron la razón. Creyeron que sería un fallo electrónico momentáneo y siguieron el viaje con la incertidumbre de no saber si se pararía otra vez. Estuve todo el tiempo pendiente del teléfono, esperando que no se les parara en plena noche. Era la una de la madrugada cuando sonó el teléfono. Norberto desde su casa nos confirmaba su llegada. Sabía que esperábamos su llamada. Nos tranquilizó a todos, pero seguí sin poder acostarme, lo pasé muy mal.
A mi hijo le hubiera gustado ver la primera prueba de esta máquina pero no fue posible. Lo importante es que llegaron bien, aunque hubieran perdido tiempo, algo más de dos horas. Menos mal que no se volvió a parar el coche, porque si después de ser por la noche y en aquella soledad de largas distancias sin pueblos ni teléfono. Lugares sin cobertura en zonas montañosas y valles muy solitarios en su desplazamiento hacia el norte de Escocia, en pleno invierno y con unas temperaturas de varios grados bajo cero, lo hubieran pasado muy mal.
Después de mejorar un poco, un domingo fui con mi esposa a dar un paseo por la Felguera ya que parecía que la gripe se había ido. Allí nos encontramos con Meana, un viejo amigo, que tenia un almacen de hierros en Barros Langreo. Donde yo le compraba materiales desde hacía cuarenta años. motores, viguetas, chapas y otras piezas que me eran necesarias para hacer mis trabajos. Meana, siempre fue un gran hombre serio y formal Después de saludarnos me dijo:
-¿Qué, ya terminaste la máquina? Arsenio, Pepín está muy preocupado, ayer me dijo “Arsenio no vino por aquí y no sabemos si la máquina pica la carne como él quiere”.
-Sí que trabajará lo que pasa es que esta vez la gripe no me dejó trbajar. Solo me quedan por hacer las dos carcasas de protección, pienso terminarlas entre lunes y martes. Cuando la termine bajaré con la botella de oxígeno, que ya se terminó. Será el miércoles después de probarla, pues le esperan setenta kilos de carne para su primer trabajo.
En efecto trabajó como estaba previsto. Funcionó perfectamente, lo que supone para mí una gran satisfacción por lograr otro de mis invenciones. Pero ya me sentía de nuevo afectado con dolor de cabeza, de piernas y brazos. Tenía un fuerte constipado y sin ganas ni de comer ni de beber. Quise echar la gripe trabajando pero fue más fuerte que yo. El miércoles después de pasar la noche en vela, no pude ir al trabajar ni a la nave ni a la finca, me puse a escribir para distraerme, pero lo pasé fatal. No pude ir a ver a Meana ni a Pepín Llaneza, tenía 90 años y todavía le gustaba trabajar. Hombre incansable un gran amigo. Era un buen mecánico, hombre entendido, lo mismo repara un coche, una paleadora o cualquier tipo de maquinaria, así como obras de torno. Además de un gran trabajador era muy atento y buena persona.
Todo esto ya solo es recuerdo, el tiempo no se detiene y cuando menos lo pensamos nos llega el final del camino. Meana y Pepin Llaneza, ya no están. Que Dios los tenga en su gloria porque se lo merecen, por lo trabajadores y buenas personas que fueron. Siempre los recordare con mucho afecto.
Me gusta recordar a mi familia porque forman parte de mi vida. La familia es una de las cosas más importantes y sagradas en la vida. La convivencia y el cariño familiar es lo que nos conduce por la vida con alegría y dinamismo. Para quien trabajas con esa tremenda afición, si no es para la familia.
E el tiempo que estuve en Madrid, sobretodo en el periodo de mi rehabilitación, lo pase muy mal. Me sentía muy solo. Creo sincera mente que el cariño de mis padres y la pena que sentía por ellos por lo mucho que estaban sufriendo, fue uno de los motivos que mas que me ayudo a superar la terrible perdida de moral al verme sin manos. Procure trabajar al máximo para poder recuperarme lo antes posible para regresar a casa y poder animarlos y hacerles compañía.
La promesa del Director de la Clínica, Dr. Francisco López de Lagarma al conocerme, me dijo: te prometo que saldrás de aquí, totalmente recuperado y volverás a trabajar, porque eres hombre muy inteligente y muy hábil, además de muy trabajador. Y agrego. Estoy bien informado de cómo eres.
Todo esto y el pensar en mis padres, me dieron una fuerza incalculable, para combatir los problemas y dolores de la rehabilitación que fue muy dura. Si por el dia trabajba sin descanso, por las noches pensaba como lo podría hacer mejor, apesar de los furtes dolores de los brazos, que en algunos momentos eran insoportables. Con el pañuelo en la boca lo mordía para ayudarme a combatir tanto dolor. No se puede describir con palabras loque tuve que soporatar. Muchas veces cuando recuerdo mi pasado, casi no me lo creo, por lo que tuve que pasar, es terrorifoco.
Una persona en solitario no vive, lo pasa fatal, por lo menos a mí me ocurre así de toda la vida. Cuando era joven no vivía sin el cariño de mis pardes y hermanos, y depues ya casado con el cariño de mi esposa y los hijos y nietos. Siempre fui muy sociable, hombre de hogar.
El 31 de diciembre de 2001 esperábamos la llegada de nuestros hijos y nietos para reunirnos todos en un día tan importante como es Noche Vieja. Ana, Javier su marido y sus hijos, Jesús y Claudia, solo estaban a 100 kilómetros, en poco más de una hora llegarían a casa. Mónica y Miguel viven aquí. Pero la impaciencia que sentíamos era por el largo viaje de Norberto su mujer y Alejandra, que viven en Escocia Reino Unido. A través de las llamadas sabíamos que llegarían al caer la tarde, pues ya llevaban tres días de viaje desde Lanark, una hermosa Villa situada entre Glasgow y Edinburgo, Escocia. El viaje es largo y pesado. Esta vez venían en el Cherokee. Tenían que bajar los 800 kilómetros, hasta Portsmouth, donde cogerían el ferry hasta Bilbao. La travesía es de cuarenta horas. Después les quedaba el viaje hasta casa. Todo les salió bien y llegaron como estaba previsto, aunque un poco cansados. A su llegada, después de los abrazos y saludos de rigor, hablamos con la pequeña Alejandra, que a pesar de tan corta edad, de años y medio, y de estar lejos unos meses, aun nos recordaba. Fue muy grande el cambio de esta niña. Allá, durante nuestro último viaje, era traviesa, muy propensa a la irritación y nada obediente, en cambio la observemos diferente. En tan corto tiempo dio un giro total. Es muy curioso ver que cuando le apetecía coger algún objeto, te lo pide en muchos de los casos, pero en otros, hacía el ademán de coger las cosas y te miraba para ver tu reacción y saber si podía o no. Desde luego la alegría de la llegada fue emocionante, pero su marcha nos dejó con pena, pensando en lo lejos que están y los largos viajes que tienen que soportar para poder estar con nosotros. También ellos sienten esa morriña por la familia y la patria.
Trajeron veinte días de vacaciones, pero esta vez lo pasamos regular, porque al poco tiempo de llegar nos dio la gripe a todos. No se libró ni la pequeña. Hacía muchos años que no se conocía una gripe tan mala. No solo nos atacó a todos nosotros sino que también tumbó a los de Luarca, a mi hija, a su marido a los dos niños y a la abuela. Menos mal que teníamos médico en casa, a pesar de que a él también le atacó. Desde luego a mí me toco lo peor, porque ya me había atacado antes que a los demás. Dado que no quise hacerle caso, seguí trabajando en la nave montando una máquina que había diseñado para picar carne para los mastines.
Trabajaba desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche o más, solo paraba a comer. Así nos comportamos muchas veces los hombres, que no regular el trabajo por no dejarlo para otro día. Trabajando de estrella a estrella, como en los tiempos antiguos. Éste es uno de mis fallos, yo mismo lo reconozco, pero nunca lo pude remediar. Cuando tengo una obra que hacer no puedo parar hasta terminarla. Esta gripe me atacó cuatro veces y las pasé canutas y todo porque volvía al trabajo sin haberla curado y pasar el día en entre aquellas tremendas heladas.
Me gusta recordar a mi familia porque forman parte de mi vida. La familia es una de las cosas más importantes y sagradas en la vida. La convivencia y el cariño familiar es lo que nos conduce por la vida con alegría y dinamismo. Para quien trabajas con esa tremenda afición, si no es para la familia.
E el tiempo que estuve en Madrid, sobretodo en el periodo de mi rehabilitación, lo pase muy mal. Me sentía muy solo. Creo sincera mente que el cariño de mis padres y la pena que sentía por ellos por lo mucho que estaban sufriendo, fue uno de los motivos que mas que me ayudo a superar la terrible perdida de moral al verme sin manos. Procure trabajar al máximo para poder recuperarme lo antes posible para regresar a casa y poder animarlos y hacerles compañía.
La promesa del Director de la Clínica, Dr. Francisco López de Lagarma al conocerme, me dijo: te prometo que saldrás de aquí, totalmente recuperado y volverás a trabajar, porque eres hombre muy inteligente y muy hábil, además de muy trabajador. Y agrego. Estoy bien informado de cómo eres.
Todo esto y el pensar en mis padres, me dieron una fuerza incalculable, para combatir los problemas y dolores de la rehabilitación que fue muy dura. Si por el día trabajaba sin descanso, por las noches pensaba como lo podría hacer mejor, a pesar de los fuertes dolores de los brazos, que en algunos momentos eran insoportables. Con el pañuelo en la boca lo mordía para ayudarme a combatir tanto dolor. No se puede describir con palabras lo que tuve que soportar. Muchas veces cuando recuerdo mi pasado, casi no me lo creo, por lo que tuve que pasar, es terorífoco.
Una persona en solitario no vive, lo pasa fatal, por lo menos a mí me ocurre así de toda la vida. Cuando era joven no vivía sin el cariño de mis padres y hermanos, y después ya casado con el cariño de mi esposa y los hijos. Siempre fui muy sociable, hombre de hogar.
El 31 de diciembre de 2001 esperábamos la llegada de nuestros hijos y nietos para reunirnos todos en un día tan importante como es Noche Vieja. Ana, Javier su marido y sus hijos, Jesús y Claudia, solo estaban a 100 kilómetros, en poco más de una hora llegarían a casa. Mónica y Miguel viven aquí. Pero la impaciencia que sentíamos era por el largo viaje de Norberto su mujer y Alejandra, que viven en Escocia Reino Unido. A través de las llamadas sabíamos que llegarían al caer la tarde, pues ya llevaban tres días de viaje desde Lanark, una hermosa Villa situada entre Glasgow y Edinburgo, Escocia. El viaje es largo y pesado. Esta vez venían en el Cherokee. Tenían que bajar los 800 kilómetros, hasta Portsmouth, donde cogerían el ferry hasta Bilbao. La travesía es de cuarenta horas. Después les quedaba el viaje hasta casa. Todo les salió bien y llegaron como estaba previsto, aunque un poco cansados. A su llegada, después de los abrazos y saludos de rigor, hablamos con la pequeña Alejandra, que a pesar de tan corta edad, de años y medio, y de estar lejos unos meses, aun nos recordaba. Fue muy grande el cambio de esta niña. Allá, durante nuestro último viaje, era traviesa, muy propensa a la irritación y nada obediente, en cambio la observemos diferente. En tan corto tiempo dio un giro total. Es muy curioso ver que cuando le apetecía coger algún objeto, te lo pide en muchos de los casos, pero en otros, hacía el ademán de coger las cosas y te miraba para ver tu reacción y saber si podía o no. Desde luego la alegría de la llegada fue emocionante, pero su marcha nos dejó con pena, pensando en lo lejos que están y los largos viajes que tienen que soportar para poder estar con nosotros. También ellos sienten esa morriña por la familia y la patria.
Trajeron veinte días de vacaciones, pero esta vez lo pasamos regular, porque al poco tiempo de llegar nos dio la gripe a todos. No se libró ni la pequeña. Hacía muchos años que no se conocía una gripe tan mala. No solo nos atacó a todos nosotros sino que también tumbó a los de Luarca, a mi hija, a su marido a los dos niños y a la abuela. Menos mal que teníamos médico en casa, a pesar de que a él también le atacó. Desde luego a mí me toco lo peor, porque ya me había atacado antes que a los demás. Dado que no quise hacerle caso, seguí trabajando en la nave montando una máquina que había diseñado para picar carne para los mastines.
Trabajaba desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche o más, solo paraba a comer. Así nos comportamos muchas veces los hombres, que no regular el trabajo por no dejarlo para otro día. Trabajando de estrella a estrella, como en los tiempos antiguos. Éste es uno de mis fallos, yo mismo lo reconozco, pero nunca lo pude remediar. Cuando tengo una obra que hacer no puedo parar hasta terminarla. Esta gripe me atacó cuatro veces y las pasé canutas y todo porque volvía al trabajo sin haberla curado y pasar el día en entre aquellas tremendas heladas.
Un jueves en Laviana, mi esposa y yo fuimos a comprar carne a Pepin el carnicero. Había unos meses que no nos veíamos. Después de charlar un poco, Pepín, mientras cortaba los filetes para atender a una de sus clientes me dijo:
-Arsenio, me quedo asombrado de lo bien que te conservas. Oye, somos amigos y nunca se me ocurrió preguntarte qué comes para estar tan bien.
-Pepín, mucha gente me dice lo mismo, tanto que me lo voy a creer. No sé si habrá una mutación en mi caso, que en lugar de envejecer, rejuvenezco.
-Bueno, bueno, déjate de bromas. Tú estás mucho más joven que los de tu edad e incluso que muchos más jóvenes que tú. Ya lo comentamos muchas veces y todos dicen lo mismo: “¿cómo se las arreglará Arsenio para conservarse tan joven?” Ya sabes que tu vida es muy popular, llevas las cosas con tanta facilidad que no debe extrañarte que tu forma de ser llame la atención. Arsenio no te puedes olvidar de que adonde quiera que vayas y mientras vivas, serás la atención de la gente, porque caso como el tuyo no se conoce. Tú no te das cuenta porque todo lo haces con normalidad pero hay que tener en cuenta que es muy difícil trabajar con esa soltura, como si no te faltaran las manos. Creo que entre lo dinámico que eres y tu afición a trabajar, te has olvidado de que te faltan.las manos. Bien se ve que lo asumiste y dejó de ser un problema. Vives muy bien, con alegría y con arte. Eso es lo que yo pienso. Nunca paras de trabajar, no puedes estra parado, siempre que te visitamos estas haciendo algo. ¿Es así o no, Arsenio?
-Sí que lo es, Pepín. El trtabajo aparte de ser tan necesario, a mi me gusta. Tengo que decirte que eres muy inteligente a la hora de valorar las cosas. Tú sabes bien lo que es el trabajo y la lucha, siempre fuiste hombre de batalla, trabajas mucho y eres muy buena persona y como somos amigos conoces bien mi forma de ser.
-Tu sabes apreciar los esfuerzos que uno hace para salir adelante. Lo mejor para luchar contra un problema de esta envergadura es confiar en uno mismo para ser más fuerte que el mismo problema. Pepin, con voluntad se pueden conseguir muchas cosas. A pesar de mi juventud y de encontrarme de aquella forma, junto con mi poca experiencia, me di cuenta de que lo que hoy parece imposible de conseguir, mañana te resultará más fácil.
Por ese motivo no puede uno entrar en la desesperación. Primero hay que meditar mucho y no darse por vencido sin antes luchar. Poco o nada puede hacer el que ya se cree vencido antes de poner manos a la tarea que le espera, por dura o difícil que le parezca. Yo creo que es ahí donde está la salida del atolladero. Si aciertas a salir, es tu salvación, si no, hombre al agua. La fuerza de voluntad es una virtud. Te hace incansable. El hombre o mujer que sepa dominar esta fuerza llegará muy lejos pero sin ella no se va a ninguna parte. Arquímedes dijo: dame un punto de apoyo y moveré el mundo. Yo digo dame tiempo y paciencia y lo conseguiré. Lo digo por mi propia experiencia. Muchos compañeros de trabajo me lo dicen con frecuencia: “eres el hombre con la fuerza de voluntad más férrea que se haya conocido”. Es cierto, con mi fuerza de voluntad dejé de fumar, evité el beber con exceso y conseguí estudiar a pesar del sufrimiento que en algunos momentos me invadía. Con esa misma fuerza evité caer en la desesperación, aunque ésta algunas veces quiso ser más fuerte que yo.
Después de todo este repertorio vino la pregunta:
-¿Cómo te arreglas para ser tan constante y para conseguir esa fuerza?
-La respuesta es muy fácil: metértelo en la cabeza y decirte a ti mismo: tengo que conseguir dominar mis impulsos, tengo que ver las cosas como son y no como me las imagine, no puedo ser tan gallina como para sucumbir. Mi fuerza tiene que servir para algo, aunque me cueste mucho sacrificio. Debo de ser fuerte y no torcer mi camino, que debe ser recto y sin curvas. Las curvas no sirven más que para llegar más tarde, así de claro. Con estos razonamientos y con la dureza que requiere cada caso, es la única forma de resolver y luchar contra las adversidades. “No hay más cera que la que arde”, decían algunos de los antiguos. O coges el toro por los cuernos o serás hombre perdido.
Estos y otros recuerdos, sobre todo de lo que lucharon mis padres y mis abuelos y pensando en las adversidades que ellos atravesaron, cuando en mis noches desesperadas sumido en la tristeza, mientras que la gente dormían, yo luchaba para encontrar paz en mis sentimientos. Pasaba revista a todo lo que yo conocía y me decía: si ellos atravesaron momentos difíciles y salieron adelante, tal vez yo lo pueda conseguir. Tengo que resistir, tengo que ser fuerte como lo fue mi padre y mi abuelo. Que el miedo no me venza, mejor será que yo lo venza a él. Así mismo lo conseguí. Vencí al miedo que era el que me atormentaba. Pensaba que no tendría salida y la hubo.
Que esto sirva como testimonio de lo que es la fuerza de voluntad, que casi hace milagros. Hay que tener fe en ti mismo y no sucumbir ante problemas de la vida que te parecen imposibles de rebasar. Faltaría a mis propios principios de hombre si no dijera que aparte de la pérdida de las manos, me atormenté mucho cuando no despegaba mi economía. La falta de dinero fue muy dura, pero si en aquel tiempo me hizo sufrir, hoy me atrevo a decir que la falta de dinero me ayudó a luchar, a discurrir y sacar fuerzas y conseguir desterrarla. Busqué soluciones diseñando máquinas, montando naves, haciendo herramientas apropiadas parar poder trabajar con mis prótesis. Una dura lucha pero conseguí vivir de mi propio trabajo y esfuerzo. Algo muy importante para sentirte útil y libre en la vida.
Es muy posible que de haber sido hijo de un adinerado, no hubiera salido de aquel pozo. Seguro estoy que la necesidad me ayudó. Es aquí donde se ve bien claro el fruto de la lucha del hombre por su supervivencia. (Para la necesidad no hay descanso) Creo que es la que te ayuda y agudizar la inteligencia.
Un abrazo Pepín, hasta siempre
Arsenio Fernández
El domingo 26 de enero del 2003, a las ocho de la tarde, regresamos a casa después de pasar el día en nuestra finca de Sotrondio, donde nos reunimos toda la familia. Como siempre los hijos y nietos, mi suegra y Pepe, nos gusta mucho, lo mismo a mi esposa que a mí, estar todos juntos. Después de saludarnos, dijo mi suegra.
-No os olvidáis de nosotros y eso me presta mucho.
Claro que no mujer, ¿cómo nos vamos a olvidar? Conservo el recuerdo de mis años de joven, cuando comenzamos tu hija y yo. Y también recuerdo tu bondad y nobleza, porque has sabido confiar en mí. Mientras que otros me despreciaban por no tener manos. Seguramente pensando que iba ser una carga para ellos, pero se equivocaron. Nunca fui una carga para nadie porque trabaje y luche como corresponde a un hombre, y eso es hoy una de mis mayores satisfacciones.
Precisamente se cumplen los 40 años que te pedí la mano de tu hija y con cariño dejaste que uniéramos nuestras vidas. A pesar de las circunstancias, no dudaste de mí. Supiste comprenderme. Atendiste mis promesas al decirte que sería su fiel compañero, porque la amaba con todo mi corazón. Que le daría calor como marido y que la enseñaría como un padre porque aun era una niña.
Así mismo os prometí velar por ella y por sus pequeños hermanos y también por ti, porque te encontrabas muy sola al haber perdido a tu marido y padre de tus hijos, en aquel trágico accidente de mina donde perdió la vida con solo 36 años. Tampoco me olvido de la buena convivencia que todos juntos hemos tenido, cumpliendo cada uno con sus deberes. Hoy mismo y después de pasar tanto tiempo te digo de corazón que allá donde vayamos tendrás nuestro apoyo y nuestro calor de hijos. Mis padres ya no están y tú hoy eres nuestra madre.
Aquí tienes el fruto que tú misma sembraste, confiando en nosotros al dejarnos con alegría formar nuestro hogar. Hoy recibes tú ese afecto, ese calor y esa confianza que nos diste y la felicidad de saber que te apreciamos. Además de orgullosa de tener esos nietinos que adoras y que son la alegría de todos nosotros. Así es la vida, casi siempre corresponde según nos hayamos comportado.
Mi suegra me dio las gracias y dijo:
-Sí señor, cumpliste como lo prometiste y fuiste muy luchador. Trabajaste demasiado pero el resultado ha sido incomparable, estoy orgullosa de vosotros por haber sabido criar y educar a los hijos como es debido. Hoy ya tienen los tres su carrera y eso es muy importante. Lo que tienes que hacer es dejar de trabajar, ya estuvo bien. Por tu lucha y duro trabajo bien mereces descansar, ya fue demasiado lo que luchaste.
Le di las gracias por ser tan comprensible y saber reconocer la carga de toda mi vida antes de perder las m anos y depuse. Saber que hasta la suegra reconoce y aprecia las cosas como son, tiene un gran merito. Aquí queda claro que todas las suegras no son malas.
Antes de comer, ya todos reunidos, les expliqué con alegría y satisfacción a nuestros hijos y nietos un poco de nuestra trayectoria para que no se olvidaran de lo importante que es saber estar y convivir con respeto y cariño.
Lo mismo mi suegra que mi esposa ya no están, que Dios las tenga en la gloria por que se lo merecen. Sus recuerdos siempre estarán con migo.
En mis años de mozo soltero, un verano recuerdo que fue en agosto, mi amigo Pepito el Carpintero de la Peruyal, entramos al baile del “Castañeu” en el Condado Laviana. Sacamos a bailar a dos chicas. La que me toco a mí, al encontrase con mis dedos de acero fríos, se asustó de tal forma que dio un grito diciendo: “¡Ay! ¡Un hombre sin manos!” ¡Cómo sería que la gente se asustó también y hasta dejó de tocar la orquesta! A mí casi se me para hasta el reloj, del susto y la vergüenza que pasé. Tanto me sorprendio que no se quien era ni de donde vivía ni si era rubia o morena. Cuando alguien preguntó qué pasaba, yo me quede hasta sin habla. Mi buen amigo Pepito dejó a su chica y se acercó:
-¿Qué es, que se asustó?
-Sí.
Puso su brazo sobre mi hombro y dando dos palmadas dijo:
-Tranquilo amigo, no pasa nada. Esta niña se asusta por poco.
A continuación y viendo que la gente estaba parada sin saber el motivo de tal grito Pepito, con su gracia de siempre y con voz alta, les dijo:
-No hay ningún problema, solo que esta chica tuvo miedo a mi amigo porque no tiene manos.
-Si no es más que eso, a tocar de nuevo y que siga la marcha dijo: uno de la orquesta.
El baile siguió como antes pero nosotros abandonamos el lugar en el acto. A mí no me quedaron ganas de volver a dar sustos a nadie. Pepito también lo pasó mal.
Por desgracia Pepito ya no está, por eso quiero desde aquí recordarlo con todo el afecto que se merece un gran hombre. Fue un trabajador de marca, hombre noble recto e inteligente y muy agradable y de mucha memoria, se le daban bien los monólogos. Siempre nos apreciamos mucho. Éramos inseparables hasta que cada uno formamos un hogar. Al casarse la vida da un cambio tan grande y cada uno se dedica a la familia y al trabajo. Aunque siempre seguiríamos siendo amigos. Hasta las dos familias se apreciaron por nuestra amistad.
Recuerdo de una vez después de quedarse viudo, lo encontramos mi esposa y yo en Laviana. Hacía ya mucho tiempo que no nos veíamos. Tomamos juntos un culetín de sidra y al marchar me dijo:
-Arsenio esta vez vas a tener que llevarme en el coche hasta Blimea, hoy no tengo la moto.
-¡Claro que sí! Vamos, que mañana hay que trabajar.
Salimos y al llegar al Miramar dijo que le dejara allí, que subía andando hasta Sana Mames, 5 kilómetros andando y de noche, por no nos molestar.
-¿Cómo te vas a bajar? ¿Acaso crees que me olvide de cuando tú me llevabas en tu moto?
Y como es natural seguimos hasta su casa. Cuando atravesábamos la cuesta del jardín dijo:
-¿Te acuerda Arsenio de una noche que veníamos de la fiesta de Vierres de Cabañaquinta y nos caímos aquí de la Lambreta?
-Sí que me acuerdo y también de que te habían dejado la rueda delantera floja en el garaje y al bajar la Collaona te quejabas de que la moto te marchaba.
-Aquel día sí que me costó mucho dominarla pero no nos dimos cuenta y, aunque caímos una vez, llegamos a casa.
Al día siguiente después de regresar del trabajo, bajó hasta el garaje Chapiru para ver qué le pasaba a la Lambreta. Al verlo llegar y explicarle desde donde vino en ese estado le dijeron que no podía ser, que era imposible circular en esas condiciones. A los pocos días nos encontramos y me conto lo que dijeron en el garaje. Ponerlo bien y si no lo creéis es cosa vuestra.
Pepito perdió a su mujer muy joven, una terrible enfermedad la llevo. Fue una gran pena cuando mejor Vivian se que con dos hijos muy jóvenes y sin criar. Más tarde rehízo su vida de nuevo, conoció a otra gran mujer, pero él también se morito siendo joven.
Fue un buen minero y buen carpintero. Después de las horas de la mina trabajaba en el taller de carpintería que tenían él y su cuñado Tino el Curro eran dos buenos profesionales. Tino también fue hombre de batalla, muy trabajador y buena persona. También le recuerdo con mucho afecto. Los dos vivían para la familia y el trabajo, estaban muy unidos, se apreciaban mucho y siempre fueron muy apreciados, lo mismo en el trabajo como mineros que en su negocio particular.
Aquel día, cuando llegamos a su casa, al despedirnos tendió su mano para saludarme y me dijo:
-No sabes lo que me alegro de verte con tu coche. ¡Quién lo iba a creer que después de pasar por donde tú pasaste hayas podido recuperarte amigo! ¡Pensar que cuando yo te llevaba en la lambreta un día tú me llevarías en tú coche! Era imposible pero aquí estás. Hay que ver lo que cambian las cosas. José Rodríguez “Pepito” para los vecinos y amigos fue junto con Gerardo Iglesias Alonso y Marcelino García Cuetos, los amigos más notables por ser desde la infancia a demás de compañeros de trabajo.
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