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Visita de Ferino, el ferretero de Barredos. Ya hacía tiempo que me decía: Arsenio, no me  quedaré tranquilo hasta que por mis  propios ojos compruebe lo que estás haciendo en tu obra.

-Vale, cuando quieras, todo está en orden, le dije.

 Le di las gracias de nuevo por despacharme rápido y antes que a otros clientes y me fui a mi trabajo hasta la una del mediodía, cuando llegaría él a visitar la obra. Llegó puntual. Cuando salí de mi casa para volver a la obra y trabajar hasta las tres, sentí su vespa. Le abrí el portón, dejó la moto y fuimos a las naves que estaban muy cerca. Cuando vio aquella obra puso las manos en la cabeza y dijo:

-Sí es cierto que tú haces esto, los que tenemos manos no valemos nada a tu lado, Arsenio, sigo diciendo lo de antes, quiero ver como sierras un tubo, cómo lo roscas y cómo lo colocas en su sitio, aunque llegue tarde para abrir la tienda, pero esto no me lo pierdo.

-Ahora mismo lo verás y no tienes porqué llegar tarde, en un momento podrás comprobar lo que hay, le dije.

Cogí un tubo de pulgada y de seis metros de largo, lo coloqué en la mordaza, lo medí y con el paique (la sierra de mano), lo serré. Eché un poco de aceite a la terraja y di rosca. Puse el cáñamo, le di con minio por sus dos partes, le coloqué una T, lo rosqué en su sitio, cogí el pico y continué haciendo zanja.

Ferino dijo:

-¡María Purísima! Hay que verlo para creerlo. El arte que pones con esos aparatos no lo puede creer más que el que lo ve. ¡Si lo haces mejor que algunos con manos!

Se le hacía imposible.

-Tú naciste superdotado, muchacho. No tiene otra explicación. Creo que nadie puede trabajar con la rapidez con que tú lo haces en esa situación. Es imposible el arte que tú tienes. Lo único que te pido es que me perdones por no poder creer lo que tan cierto es. Después de comprobarlo ya me voy muy contento al saber lo fácil que te resulta el trabajar, también por ser tu amigo. Se acercó  medio un abrazo y me dijo de nuevo.

-No me canso de pedirte perdón, me marcho asombrado de saber el arte que pones para trabajar. Si antes a todos nos parecía imposible el que conduzcas tu coche, esto sí que es más difícil, es increíble. Se marchó y a partir de aquel día cada vez que iba a su tienda decía:

-Arsenio, cuando los clientes me presentan un problema y no lo puedo resolver, los mando a tu casa diciendo “ir a Villar, Arsenio tiene remedio para todo”. Les cuento cómo trabajas y no lo creen.

-Ya sé que no lo creen. Tú tampoco lo creías pero no tiene ninguna importancia, lo bueno de todo esto es que yo puedo trabajar aunque resulte imposible a la gente.

-Sí que la tiene y mucha, entre la gente hay apuestas, unos a favor y otros que dicen que no puedes hacer lo que se dice.

-Pues hay buen remedio para el que no lo crea, que vayan a verlo como fuiste tú, y de paso que me ayuden, que buena falta me hace. Ya conoces el trabajo que se necesita para montar una industria de esta envergadura. Por que miren no les cobro nada y seguro que alguno aprenderá algo de cómo se trabaja.

-Claro que sí, solo con ver tus movimientos para trabajar ya se aprende, porque das clase de cómo se hacen las cosas. Lo tuyo es de película Arsenio, no se conoce otra cosa igual, aparte de lo hábil que eres para trabajar, lo que más me llama la atención y comento aquí con mis clientes, es cómo se las arregla ese hombre que sabe de todo. Nada se le pone por delante. Otra cosa que me llama la atención dijo.

-¿Dónde aprendiste esos múltiples oficios si tu siempre fuiste minero?

-Se aprende, Ferino, a medida de que uno trabaja, todo es proponérselo.

-Algo así será porque tú eres muy joven y trabajando siempre en la mina no pudiste tener tiempo de aprender, hasta para eso naciste con habilidad amigo, como te dije el día que vi tu obra. No hay más explicación que una: que tú naciste superdotado y sigo manteniendo lo que te dije, a ti y a muchos, que los que tenemos manos no pintamos nada a tu lado.

-Hay gente muy buena en todos los trabajos, pero lo que hace falta es querer.  

Ferino fue una gran persona. Durante toda su vida fue un gran trabajador y muy sincero, decía las cosas como son, por eso yo no le tomaba en consideración cuando dudaba de mis afirmaciones respecto a mi trabajo. Aunque conocía mi forma de ser y cómo trabajaba por mis antiguos compañeros, aquello no lo podía asimilar hasta que no lo vio.

Me apreciaba mucho, como yo a él. Tenía mucha pasión por la gente que trabaja, también apreciaba mucho a sus clientes y era uno de los más baratos de la zona. Muchas veces me decía:

-Tu nombre aquí esta permanente, nadie se olvida de ti, si no saca tu nombre uno, se acuerda otro, ya eres más conocido que el pupas. Hasta entra gente que no te conoce, pero al oír hablar de tus trabajos, preguntan cómo puede ser que sin manos puedas trabajar. Te has hecho popular. Algunos dicen que si no fuera porque no se atreven les gustaría ir a verte trabajar.

 -No hay ningún problema, que vayan. Ya estoy acostumbrado a recibir visitas de esa clase y hasta de partes lejanas vino gente a ver el de las manos trabajar. Así mismo me lo dicen porque es la verdad.

6 respuestas a Visita de Ferino, el ferretero, a mi ganadería

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