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Por motivo de aquel viaje a París, estuve en Madrid algo más de un mes. Yo pasaba la mayoría del tiempo en la terraza del bar de un amigo que era de procedencia asturiana y tenía amistad con aquella buena familia que nos trataba muy bien. Al fresco en la terraza, leía los periódicos y alguna revista. Escribía a mi familia y a mi novia. Iba a comer al hotel y regresaba de nuevo a la terraza del bar, hasta la hora de cenar. Casi nunca salía por Madrid, ya lo conocía y me cansaba tanto barullo. En cambio Alejandro le gustaba correr por aquella capital. Todos los días se marchaba solo. Ahí sí que no pude sujetarlo para que no bebiera demasiado ya que la mayoría de los días venia bebido. Siempre decía que se aburría y que no podía aguantar todo el día allí. Aparte de que no me gusta beber, por allá se gastaba mucho dinero y yo quería ahorrar y no me interesaban tantas correrías.

Una mañana cuando estaba escribiendo en la terraza, a mi novia, me dijo el amigo y dueño del bar:

-Arsenio, ¿Sabes que eres el don Juan del barrio?

-¿Cómo me dices eso, si no trato con ninguna chica? No conozco a nadie más que a ti y a tu familia.

-Pues lo eres, se interesan varias chicas por ti.

Yo sólo sabía de una jovencita hermana de su esposa, que por cierto era muy salada y se  estaba interesada por mí. Pero también sabía que él mismo la regañaba. Ella no perdía ocasión para estar conmigo. La vigilaba con mucha vista para que no estuviera con migo. El granuja me habló de otras, pero sólo de las que no le interesaban. Decía ser mi amigo y apreciarme mucho pero me despreciaba por no tener manos como otros más y sin valorar la capacidad de las personas. La falta que tengo va siempre a la vista y algunos las llevan escondidas.

Esa frase que es realmente cierta, la dijo el padre de una chica que también me quería para su hija Con toda su nobleza me dijo un día.

-Arsenio, me entere de que la familia X…te desprecia por lo de tus manos. Se enteraron de que la chica estaba enamorada de ti. Se sabe que hasta le pegaron porque ella no dejaba de quererte. Que eso no te disguste, porque lo que te a de sobrar ati son chicas. Eres un hombre con una planta de de lo mejor y muy trabajador, te defiendes como si tuvieras manos, estudias y eres muy buna persona, ya quisiera yo que fueras para mi hija. Eres de muy buna familia y lo mismo que tu padre, saliste igual que el.

-Muchas gracias señor, le agradezco de corazón su aprecio. Ya sé que hay personas que no me aceptan por qué no tengo manos, pero le puedo asegurar que con todo mi defecto, no me cambio por nadie. Sigo mi camino y sin problemas, el tiempo nos dirá lo que ha de ser. De momento no pienso echarme novia, tengo que trabajar además de estudiar y eso lleva mucho tiempo, ya llegara el día que pueda divertirme y salir.

Todo aquello me hizo reflexionar mucho, pero nada pude hacer. Era cierto que tenía mucho trabajo además de estudiar, prepararme por que de joven no me fue posible. Aparte de que no me gustaba  engañarla ni aprovecharme de nada. Mi forma de ser no permite la tracción ni el engaño, como la de aquel individuo que por delante una cara y por atrás otra.

Yo creo que esta clase de gente traidora, actúa de esa forma, porque piensan que todos son como ellos. Que en gañan y traicionan a quien se ponga de lante y con la cara más dura que el acero,  ignorando que los demás les observamos y nos reímos de ellos. En mi opinión, poco o nada abra más bonito que la seriedad y la forma de valorar las cosas por su propio merito.  Jamás engañe a nadie ni falle con mis principios de hombre serio y trabajador, dedicado a lo mío sin molestar a nadie, pero apartándome de esa clase de gente. Siempre fue mi norma el tratar con la gente buena y seria. Nunca me olvido de aquel proverbio que dice. Dime con quién andas y te diré quién eres.

Aquel pollo no sabía que yo ya le había localizado y le controlaba tanto como él a su cuñada. Me dijo:

-¿Conoces a las dos chicas que viven aquí cerca?

-Las veo pasar algunas veces pero nunca me traté con ellas.

-Estas chicas y su madre quieren tomar café contigo hoy, después de comer si tú quieres, claro.

-No hay problema, tomaremos café le dije, es agradable estar con alguien tan elegante además, siempre estoy solo en tu terraza.

A mi regreso de comer me senté como siempre en la mesa donde tomaba el café. Al momento llegaron las tres. Desde luego muy elegantes, hasta la madre era guapa y siempre bien vestidas. Tres mujeres como tres flores. La joven tenía dieciocho años y la otra que ya tenía novio veinte. Sin duda eran a cual más guapa, educadas y finas, con sus bonitas y blancas caras.

El mismo dueño del bar me las presentó y nos sentamos a tomar un café, lo que se convertiría en un hecho diario durante mi estancia en la capital, también por las noches, hasta que marche a Paris Francia.

Allá pasábamos todos los días varias horas y después de tener cierta confianza, la madre dijo:

-¡Vaya pareja que hacen Arsenio y mi hija! Y con toda su tranquilidad me pregunta: ¿No te gustaría ser su novio? Sería para nosotros una gran satisfacción. Eres buen chico y ella también. Le gustas mucho. Nuca tuvo novio, no la dejamos salir por lo mal que está por aquí. Si las llevo al cine las tocan en la oscuridad, no hay dignidad entre algunos jóvenes. Eres ideal para ella.

No me cogió por sorpresa porque yo ya había notado lo que había. No me dio tiempo a contestarle cuando me dijo:

-¿Qué opinas? Arsenio.

-Es muy bonita y buena chica, pero soy de muy lejos y no puedo desplazarme, tengo que trabajar y no dispongo de tiempo libre para viajar. Es muy difícil por estar tan lejos y al pasar tanto tiempo sin vernos, puede que un día se encuentre un chico y se enamore, cosa muy normal, lo que podría resultar duro para mí, sufriendo por ella o viceversa. Es peligroso, uno de los dos podría quedarse solo después de hacer planes y estar enamorado. Sería muy triste.

La madre, que era una mujer inteligente y buena señora, parecía tener remedio para todo.

-Todo es cuestión de planteárselo decía. Vienes algunos fines de semana, cuando puedas y no tendrás más gastos que los del tren. Te quedarás con nosotros en casa y no pagarás hotel.

Desde luego lo que aquella buena mujer decía era con todo su corazón. Me apreciaban muchísimo y seguro que me acogerían en su casa con el mejor de los deseos. Eran muy buena gente y se manejaban muy bien. La verdad es que todo aquello me hizo sufrir mucho. Fue tan cariñosa toda la familia conmigo que les tomé un gran afecto y lo sentí de verdad. Sin embargo, yo nada pude hacer por complacerles ya que estaba prometido a mi novia y dos no podía tener.

Nunca entendí porque metí la pata al no decirles primero que estaba prometido, pero dada mi forma de ser no quise hacer daño a ninguna chica. ¿Por qué no les dije desde el primer momento que tenía novia? Ese fue mi fallo. Hubiera evitado que aquella familia se hiciera con aquella idea que nos hizo sufrir a todos. ¡Qué torpe fui! Mucho lo siento. Más tarde tampoco me atreví. Reconozco mi fallo pero tuvo que ser así y lo siento mucho todavía hoy. Fue una gran pena no haber evitado aquello. Me gustaría saber de esta familia porque aun los recuerdo y los aprecio a todos, lo mismo a las dos chicas que a sus padres y al hermano, que también conocí. Sin duda eran una familia maravillosa y que recordaré mientras viva con afecto

Comenzó a venir el padre con ellas a tomar el café por las noches. Luego vino un hermano con su esposa y una niña. Era una familia de bien, muy unida. El padre era jefe en la empresa donde trabajaba, era un señor de estampa y muy buena persona. Los dos hijos mayores tenían carreras superiores. Tenían un piso con su garaje. Yo mismo no me creo lo mucho que me apreciaron. ¡Qué dolor que peña el no poder complacerles! ¡Qué aprecio tan grande siento por ellos! Acostumbrado a los desprecios de otra gente, era mucho el cariño que sentí por todos ellos, dejaría de ser humano si no dijera la verdad. A pesar de tantos años el recuerdo de aquella familia está conmigo.

Todos aprobaban lo que la madre había propuesto. Aunque yo a todo ponía inconvenientes, ellos no cesaron en su empeño, pero yo no podía cambiar las cosas.

La chica trabajaba a lado de su misma casa y descansaba los martes. Siempre quisieron que la acompañara ya por la mañana. Paseábamos, tomábamos algún refresco y regresábamos a comer ella a su casa y yo al hotel, para luego tomar el café con su madre y hermana en la terraza de siempre.

Al proponerme salir, fui sincero y expliqué que sólo la acompañaría como amigo mientras que estuviera allí. Así se lo prometí, otra cosa no podía ser. Esto les pareció muy bien, seguro que pensaron que al salir con ella me convencería, pero eso fue imposible. Yo no podía abandonar a mi asturiana, a quien quería de verdad. Me costaba trabajo viajar sin ella, la prueba es que nunca más fui sin ella a ninguna parte y siempre fue mi eterna compañera. En este mismo año se cumplen los cuarenta años de nuestro comienzo como novios y nunca más estaría sin ella porque siempre la quise tanto como a mi vida. No la podía traicionarla, ni tampoco a las otras dos chicas, porque ya no era una, si no tres. Las pase moradas, sufrí mucho porque soy hombre noble y valoro mucho a las buenas personas.

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