D. Jose Moro Capataz Jefe del Pozo San Mames, nuestro jefe. Para incorporarnos al trabajo en esta Mina del Rimadero, en lugar de entrar por el Pozo y subir por la planta tercera a segunda, el camino más corto y con más facilidad era por el exterior. Atravesábamos Sotrondio para entrar por la boca mina del primero del Rimadero a las seis de la mañana. En una mañana de invierno, aún sin amanecer, íbamos un grupo de veinte hombres con la lámpara encendida en la mano. Vimos que en los prados cercanos al pozo, ardía una cuadra. Lo que no nos imaginábamos era que en aquel momento íbamos a pasar a lado del cadáver del que había sido hasta entonces nuestro Capataz jefe,D. José Moro, su cuerpo yacía sin vida a lado de lo que fue la antigua cuadra de Mulas del Pozo. Hacía muy poco tiempo que le habían disparado a boca jarro por un malentendido. Decían que un ciudadano de los del monte, le mató por celos ya que la novia de este trabajaba en la limpieza de las oficinas.
Aunque pasamos muy cerca, a unos tres metros de su cuerpo no lo vimos porque estaba muy oscuro. Cuando nos enteramos de lo ocurrido ya eran más de las diez de la mañana. Un tuero que vino del exterior para arreglar una fuga que había de aire comprimido en el transversal de 2ª, “es una mina en roca dura” como un túnel. Al pasar por nuestra rampla nos contó lo que había ocurrido.
Al igual que todos vino asustado y con mucha pena por la muerte de este gran hombre, que muy apreciado fue y que todo el mundo lamentó su perdida, porque era una gran persona.
Aquel día quedamos todos de brazos caídos, no pudimos ni trabajar por la pena de aquel hombre, que era un buen jefe y con muy buen corazón, porque siempre atendió al trabajador con nobleza y sin imperialismo de ninguna clase. Fue de los pocos de aquel tiempo que dio al César lo que es del César y que con respeto y gran acierto trató a sus trabajadores y vecinos. Fue tan grande su categoría de ciudadano que todo el mundo lo sintió muchísimo y fue asesinado por un individuo que sin pensarlo llevó al otro mundo a alguien tan apreciado como D. José Moro, Capataz del Pozo. Esta desgracia ocurrió en Noviembre o Diciembre de 1950, no recuerdo el mes exacta mente.
Según los mayores y entendidos de aquel tiempo, decían que fue una pena que no se lo merecía. Y que quedo alguno que mucho daño hacia a los trabajadores Ese comentario se oía con alguna frecuencia.
La guerra, solo valió para la destrucción y maldad, creando con tanto mal, monstruos que enloquecieron por tanto dolor. Por eso motivo alguno se convirtió como el toro, un miura que sale a la plaza envenenado por la tortura. El problema es que muchas veces pagan justos por pecadores y eso fue lo que le ocurrió a D. José Moro, que no se metió en nada ni contra nadie, tuvo que pagar los vidrios rotos por otros, fue una lástima, nunca tuvieron que ocurrir estas atrocidades por lo que murió mucha gente inocente.
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