Siempre me gustó hacer las cosas lo mejor posible, procurando evitar los errores que algunas veces surgen sin querer. Pero hay alguno que además de hacerlo mal, todavía intenta reírse de los demás.
Hasta hace pocos años la energía del alumbrado de las casas en nuestro pueblo como en otros mas era de 125 vatios. En la casa del vecino solicitaron pasar a 220 por haber comprado una lavadora. Cosa totalmente normal. La compañía de aquel tiempo HERCOA mandó a uno de sus electricistas a cambiar la potencia y por equivocación metió 220 a nuestra casa a la vez que la del vecino. La equivocación de aquel hombre fue normal y hasta se le puede disculpar porque otro electricista anteriormente, había hecho una chapuza. Había metido energía a la casa del vecino, por nuestra línea sin permiso, dado que cada uno tiene su línea, y que es propiedad ya que te obligan a pagarla al instalarla. Un buen día la acometida de la casa del vecino se cortó porque se cayó el poste y en lugar de poner otro, aquel electricista un“chapuzas”, fijo nuestra cometida en la pared de vecino. En lugar de ponerles un cable nevó, porque el que tenia se rompió, se le ocurrió darles energía por nuestra línea particular. Pasó algún tiempo hasta que me di cuenta de la trampa que había hecho, pero me callé porque podía parecerle mal al vecino. Ya qué la señora era mayor y un poco quisquillosa y para evitar problemas, quise más dejarlo así. Pensé que mi acometida aguantaría bien el consumo del alumbrado de las dos casas, pues yo aparte tenía otra línea de fuerza industrial para trabajar con diversas maquinas. No pensé en el daño que esto me iba ocasionar.
Pasaron dos años y cuando llegó el electricista a cambiarles el voltaje de la energía a 220 a la vez cambió el voltaje de nuestro alumbrado de la casa. Nadie sabía nada y se quemó la lavadora, la televisión, la nevera y varias lámparas del salón y de algunas habitaciones. Mi hija Mónica, era una niña, fue a la oficina y me dijo:
-Papá, la tele echa humo, la lavadora se paró, la nevera no alumbra ni mete ruido y las lámparas del salón tampoco.
Me acerqué a casa, cogí el comprobador y con sorpresa vi que había 220 en lugar de los 125. Llamé a la compañía, llegaron los de averías, comprobaron que había sido un error. Dijeron que ellos mismos avisarían al que había enganchado.
El electricista vivía en la barriada de serrallo, a solo 500 metros de distancia y tardo más de una semana en ir haber lo ocurrido. Llego un día y sin más, me dice.
-¿Cuánto te debo, Arsenio?
-¿Cómo que cuánto debes? ¿Es que tienes que pagarlo tú?
-Si no, ¿quién lo va a pagar? ¿Cuánto es?
-Suma treinta y cinco mil pesetas, le dije -¿Cómo te lo voy a cobrar si supone casi la paga del mes? Vete y que no pase más.
Se marchó y no me dio ni las gracias. Es un hombre con mal carácter y desagradecido. Nunca le reproché nada. Después de pasar cinco años, recibí una carta de otra empresa, Compañía eléctrica de Langreo, que por cierto es una buena compañía. Da un excelente servicio a sus clientes, y que yo bien la conocía. Suministraba energía a todos los pozos mineros de la zona y también a mi ganadería, situada a distancia de la finca donde vivía. En la carta me decían que por haber vendido la parte de suministro eléctrico de aquella zona en la que estaba nuestra ganadería, pasaba a la empresa ERCOA.
Les envié una carta diciendo que no me interesaba ese cambio, que prefería seguir con ellos, porque daban buen servicio y casi nunca se producían averías en sus líneas, mientras que la otra compañía era un desastre, sobretodo en el invierno con las tormentas. Se caía con mucha frecuencia las líneas de 5000 por lo vieja que era.
En una de estas tormentas se rompió una de los cables de alta tensión muy cerca de casa. Esta vez en un tramo a lado de la carretera. Mató a un raposo que por ser al atardecer ya deambula por allí para saciar su hambre en uno de los gallineros del pueblo. Se quedó agarrado a la tensión, donde quedo fulminado. A pesar del largo tiempo transcurrido no me olvidé de estas averías. Durante la carga y descarga de camiones, o trabajando con otras máquinas, nos quedábamos muchas veces sin poder trabajar y todo eso costaba dinero y tiempo, aparte ser un peligro para la gente. Muy cerca, en una de estas caídas, mató a Elena de La Molatera, a un burro y una baca que tenía en su finca. Esta gran mujer murió electrocutada siendo muy joven por el mal mantenimiento de las líneas. Fue a recoger a sus animales y se quedo con ellos fulminada.
Lo mismo era que la gente protestara que no. Como si cacarearan las gallinas, ni caso nos hicieron nunca
A la compañía que daba mal servicio no le gustó mi respuesta y envió un perito acompañado por otro individuo a verme.
¿Por qué no quiere usted pasara amuestra compañía?
Porque dan muy mal servicio. Con frecuencia se caen las líneas de alta tensión. Aparte del peligro que supone, nos quedamos sin poder trabajar. ¿Le parece poco? Además de quemarme todos los electrodomésticos de mí casa.
Aquel perito con brusquedad, descortesía y la cara más dura que el acero, me dijo.
-Eso es mentira.
Tan mal me pareció su contestación, y que pusiera en evidencia mi conducta delante de su acompañante, que con el mismo despotismo, le dije:
-Tiene usted muy poca educación y menos tacto para tratar con la gente que un asno. ¿Cómo se atreve a decir que es mentira? Yo no digo mentiras porque las detesto y también a los que las dicen. Le demostraré que es cierto.
-¿Cómo lo va demostrar? pregunto con el mismo tono de fierecilla que antes.
Vengan, les presentarte las pruebas. Les lleve a la casa del vecino para que ellos les expliquen lo ocurrió.
Los dos vecinos colaboraron con la verdad. Además de decirles los electrodomésticos que se quemaron, se quejaron del mal servicio que daban. Este sin vergüenza, que no se creía lo que acababa de oír, no tuvo más remedio que claudi9car, admitir la verdad y con otro tono dijo:
-Pero ¿cómo puede ser, si para esas cosas hay un seguro que lo paga todo? La culpa fue del electricista que le engañó. Era su obligación dar cuenta a su jefe y éste al seguro. Se lo hubiera pagado hasta el último céntimo.
¡Cómo sería mi asombro al oír aquellas afirmaciones! Me quedé de piedra, primero por la traición, y después por el comportamiento del maldito electricista. Desde luego a la compañía nada tuve que decirle, no iba ponerme a reclamar después de cinco años. Pero sí he de decir que el perito fue un sinvergüenza que no supo comportarse con la gente. En cuanto al electricista, no tiene calificativo su maldad y su falta de respeto a los demás. El tío se marchó tan tranquilo sin agradecer lo que hacía por él, al decirle: “¿cómo te lo voy a cobrar si casi es la paga del mes?” Si analizamos un poco su forma de proceder, ¿a qué conclusión hay que llegar ante la conducta de aquel individuo, que por no dar cuenta a su Jefe, me engañó y despreció mi nobleza, ante su traición? En lugar de regañarle, me dio pena y quise más perderlo antes de quitarle aquella cantidad de dinero a su paga, para evitar que las pasara apuradas. Es demasiado duro lo que hizo con migo Cuando se encuentra hoy conmigo mira a otra parte y no será por vergüenza, porque no creo que la conoce. Todavía me pregunto cómo puede haber un hombre de esta calaña y tan traidor. Si por casualidad leyera este artículo, siendo como es no, creo que le diera ni vergüenza de tanta traición, porque si fuera como debe ser un caballero, no hubiera hecho tamaña barbaridad.Siempre me gustó hacer las cosas lo mejor posible, procurando evitar los errores que algunas veces surgen sin querer. Pero hay alguno que además de hacerlo mal, todavía intenta reírse de los demás.
Hasta hace pocos años la energía del alumbrado de las casas en nuestro pueblo como en otros mas era de 125 vatios. En la casa del vecino solicitaron pasar a 220 por haber comprado una lavadora. Cosa totalmente normal. La compañía de aquel tiempo HERCOA mandó a uno de sus electricistas a cambiar la potencia y por equivocación metió 220 a nuestra casa a la vez que la del vecino. La equivocación de aquel hombre fue normal y hasta se le puede disculpar porque otro electricista anteriormente, había hecho una chapuza. Había metido energía a la casa del vecino, por nuestra línea sin permiso, dado que cada uno tiene su línea, y que es propiedad ya que te obligan a pagarla al instalarla. Un buen día la acometida de la casa del vecino se cortó porque se cayó el poste y en lugar de poner otro, aquel electricista un“chapuzas”, fijo nuestra cometida en la pared de vecino. En lugar de ponerles un cable nevó, porque el que tenia se rompió, se le ocurrió darles energía por nuestra línea particular. Pasó algún tiempo hasta que me di cuenta de la trampa que había hecho, pero me callé porque podía parecerle mal al vecino. Ya qué la señora era mayor y un poco quisquillosa y para evitar problemas, quise más dejarlo así. Pensé que mi acometida aguantaría bien el consumo del alumbrado de las dos casas, pues yo aparte tenía otra línea de fuerza industrial para trabajar con diversas maquinas. No pensé en el daño que esto me iba ocasionar.
Pasaron dos años y cuando llegó el electricista a cambiarles el voltaje de la energía a 220 a la vez cambió el voltaje de nuestro alumbrado de la casa. Nadie sabía nada y se quemó la lavadora, la televisión, la nevera y varias lámparas del salón y de algunas habitaciones. Mi hija Mónica, era una niña, fue a la oficina y me dijo:
-Papá, la tele echa humo, la lavadora se paró, la nevera no alumbra ni mete ruido y las lámparas del salón tampoco.
Me acerqué a casa, cogí el comprobador y con sorpresa vi que había 220 en lugar de los 125. Llamé a la compañía, llegaron los de averías, comprobaron que había sido un error. Dijeron que ellos mismos avisarían al que había enganchado.
El electricista vivía en la barriada de serrallo, a solo 500 metros de distancia y tardo más de una semana en ir haber lo ocurrido. Llego un día y sin más, me dice.
-¿Cuánto te debo, Arsenio?
-¿Cómo que cuánto debes? ¿Es que tienes que pagarlo tú?
-Si no, ¿quién lo va a pagar? ¿Cuánto es?
-Suma treinta y cinco mil pesetas, le dije -¿Cómo te lo voy a cobrar si supone casi la paga del mes? Vete y que no pase más.
Se marchó y no me dio ni las gracias. Es un hombre con mal carácter y desagradecido. Nunca le reproché nada. Después de pasar cinco años, recibí una carta de otra empresa, Compañía eléctrica de Langreo, que por cierto es una buena compañía. Da un excelente servicio a sus clientes, y que yo bien la conocía. Suministraba energía a todos los pozos mineros de la zona y también a mi ganadería, situada a distancia de la finca donde vivía. En la carta me decían que por haber vendido la parte de suministro eléctrico de aquella zona en la que estaba nuestra ganadería, pasaba a la empresa ERCOA.
Les envié una carta diciendo que no me interesaba ese cambio, que prefería seguir con ellos, porque daban buen servicio y casi nunca se producían averías en sus líneas, mientras que la otra compañía era un desastre, sobretodo en el invierno con las tormentas. Se caía con mucha frecuencia las líneas de 5000 por lo vieja que era.
En una de estas tormentas se rompió una de los cables de alta tensión muy cerca de casa. Esta vez en un tramo a lado de la carretera. Mató a un raposo que por ser al atardecer ya deambula por allí para saciar su hambre en uno de los gallineros del pueblo. Se quedó agarrado a la tensión, donde quedo fulminado. A pesar del largo tiempo transcurrido no me olvidé de estas averías. Durante la carga y descarga de camiones, o trabajando con otras máquinas, nos quedábamos muchas veces sin poder trabajar y todo eso costaba dinero y tiempo, aparte ser un peligro para la gente. Muy cerca, en una de estas caídas, mató a Elena de La Molatera, a un burro y una baca que tenía en su finca. Esta gran mujer murió electrocutada siendo muy joven por el mal mantenimiento de las líneas. Fue a recoger a sus animales y se quedo con ellos fulminada.
Lo mismo era que la gente protestara que no. Como si cacarearan las gallinas, ni caso nos hicieron nunca
A la compañía que daba mal servicio no le gustó mi respuesta y envió un perito acompañado por otro individuo a verme.
¿Por qué no quiere usted pasara amuestra compañía?
Porque dan muy mal servicio. Con frecuencia se caen las líneas de alta tensión. Aparte del peligro que supone, nos quedamos sin poder trabajar. ¿Le parece poco? Además de quemarme todos los electrodomésticos de mí casa.
Aquel perito con brusquedad, descortesía y la cara más dura que el acero, me dijo.
-Eso es mentira.
Tan mal me pareció su contestación, y que pusiera en evidencia mi conducta delante de su acompañante, que con el mismo despotismo, le dije:
-Tiene usted muy poca educación y menos tacto para tratar con la gente que un asno. ¿Cómo se atreve a decir que es mentira? Yo no digo mentiras porque las detesto y también a los que las dicen. Le demostraré que es cierto.
-¿Cómo lo va demostrar? pregunto con el mismo tono de fierecilla que antes.
Vengan, les presentarte las pruebas. Les lleve a la casa del vecino para que ellos les expliquen lo ocurrió.
Los dos vecinos colaboraron con la verdad. Además de decirles los electrodomésticos que se quemaron, se quejaron del mal servicio que daban. Este sin vergüenza, que no se creía lo que acababa de oír, no tuvo más remedio que claudi9car, admitir la verdad y con otro tono dijo:
-Pero ¿cómo puede ser, si para esas cosas hay un seguro que lo paga todo? La culpa fue del electricista que le engañó. Era su obligación dar cuenta a su jefe y éste al seguro. Se lo hubiera pagado hasta el último céntimo.
¡Cómo sería mi asombro al oír aquellas afirmaciones! Me quedé de piedra, primero por la traición, y después por el comportamiento del maldito electricista. Desde luego a la compañía nada tuve que decirle, no iba ponerme a reclamar después de cinco años. Pero sí he de decir que el perito fue un sinvergüenza que no supo comportarse con la gente. En cuanto al electricista, no tiene calificativo su maldad y su falta de respeto a los demás. El tío se marchó tan tranquilo sin agradecer lo que hacía por él, al decirle: “¿cómo te lo voy a cobrar si casi es la paga del mes?” Si analizamos un poco su forma de proceder, ¿a qué conclusión hay que llegar ante la conducta de aquel individuo, que por no dar cuenta a su Jefe, me engañó y despreció mi nobleza, ante su traición? En lugar de regañarle, me dio pena y quise más perderlo antes de quitarle aquella cantidad de dinero a su paga, para evitar que las pasara apuradas. Es demasiado duro lo que hizo con migo Cuando se encuentra hoy conmigo mira a otra parte y no será por vergüenza, porque no creo que la conoce. Todavía me pregunto cómo puede haber un hombre de esta calaña y tan traidor. Si por casualidad leyera este artículo, siendo como es no, creo que le diera ni vergüenza de tanta traición, porque si fuera como debe ser un caballero, no hubiera hecho tamaña barbaridad.Siempre me gustó hacer las cosas lo mejor posible, procurando evitar los errores que algunas veces surgen sin querer. Pero hay alguno que además de hacerlo mal, todavía intenta reírse de los demás.
Hasta hace pocos años la energía del alumbrado de las casas en nuestro pueblo como en otros mas era de 125 vatios. En la casa del vecino solicitaron pasar a 220 por haber comprado una lavadora. Cosa totalmente normal. La compañía de aquel tiempo HERCOA mandó a uno de sus electricistas a cambiar la potencia y por equivocación metió 220 a nuestra casa a la vez que la del vecino. La equivocación de aquel hombre fue normal y hasta se le puede disculpar porque otro electricista anteriormente, había hecho una chapuza. Había metido energía a la casa del vecino, por nuestra línea sin permiso, dado que cada uno tiene su línea, y que es propiedad ya que te obligan a pagarla al instalarla. Un buen día la acometida de la casa del vecino se cortó porque se cayó el poste y en lugar de poner otro, aquel electricista un“chapuzas”, fijo nuestra cometida en la pared de vecino. En lugar de ponerles un cable nevó, porque el que tenia se rompió, se le ocurrió darles energía por nuestra línea particular. Pasó algún tiempo hasta que me di cuenta de la trampa que había hecho, pero me callé porque podía parecerle mal al vecino. Ya qué la señora era mayor y un poco quisquillosa y para evitar problemas, quise más dejarlo así. Pensé que mi acometida aguantaría bien el consumo del alumbrado de las dos casas, pues yo aparte tenía otra línea de fuerza industrial para trabajar con diversas maquinas. No pensé en el daño que esto me iba ocasionar.
Pasaron dos años y cuando llegó el electricista a cambiarles el voltaje de la energía a 220 a la vez cambió el voltaje de nuestro alumbrado de la casa. Nadie sabía nada y se quemó la lavadora, la televisión, la nevera y varias lámparas del salón y de algunas habitaciones. Mi hija Mónica, era una niña, fue a la oficina y me dijo:
-Papá, la tele echa humo, la lavadora se paró, la nevera no alumbra ni mete ruido y las lámparas del salón tampoco.
Me acerqué a casa, cogí el comprobador y con sorpresa vi que había 220 en lugar de los 125. Llamé a la compañía, llegaron los de averías, comprobaron que había sido un error. Dijeron que ellos mismos avisarían al que había enganchado.
El electricista vivía en la barriada de serrallo, a solo 500 metros de distancia y tardo más de una semana en ir haber lo ocurrido. Llego un día y sin más, me dice.
-¿Cuánto te debo, Arsenio?
-¿Cómo que cuánto debes? ¿Es que tienes que pagarlo tú?
-Si no, ¿quién lo va a pagar? ¿Cuánto es?
-Suma treinta y cinco mil pesetas, le dije -¿Cómo te lo voy a cobrar si supone casi la paga del mes? Vete y que no pase más.
Se marchó y no me dio ni las gracias. Es un hombre con mal carácter y desagradecido. Nunca le reproché nada. Después de pasar cinco años, recibí una carta de otra empresa, Compañía eléctrica de Langreo, que por cierto es una buena compañía. Da un excelente servicio a sus clientes, y que yo bien la conocía. Suministraba energía a todos los pozos mineros de la zona y también a mi ganadería, situada a distancia de la finca donde vivía. En la carta me decían que por haber vendido la parte de suministro eléctrico de aquella zona en la que estaba nuestra ganadería, pasaba a la empresa ERCOA.
Les envié una carta diciendo que no me interesaba ese cambio, que prefería seguir con ellos, porque daban buen servicio y casi nunca se producían averías en sus líneas, mientras que la otra compañía era un desastre, sobretodo en el invierno con las tormentas. Se caía con mucha frecuencia las líneas de 5000 por lo vieja que era.
En una de estas tormentas se rompió una de los cables de alta tensión muy cerca de casa. Esta vez en un tramo a lado de la carretera. Mató a un raposo que por ser al atardecer ya deambula por allí para saciar su hambre en uno de los gallineros del pueblo. Se quedó agarrado a la tensión, donde quedo fulminado. A pesar del largo tiempo transcurrido no me olvidé de estas averías. Durante la carga y descarga de camiones, o trabajando con otras máquinas, nos quedábamos muchas veces sin poder trabajar y todo eso costaba dinero y tiempo, aparte ser un peligro para la gente. Muy cerca, en una de estas caídas, mató a Elena de La Molatera, a un burro y una baca que tenía en su finca. Esta gran mujer murió electrocutada siendo muy joven por el mal mantenimiento de las líneas. Fue a recoger a sus animales y se quedo con ellos fulminada.
Lo mismo era que la gente protestara que no. Como si cacarearan las gallinas, ni caso nos hicieron nunca
A la compañía que daba mal servicio no le gustó mi respuesta y envió un perito acompañado por otro individuo a verme.
¿Por qué no quiere usted pasara amuestra compañía?
Porque dan muy mal servicio. Con frecuencia se caen las líneas de alta tensión. Aparte del peligro que supone, nos quedamos sin poder trabajar. ¿Le parece poco? Además de quemarme todos los electrodomésticos de mí casa.
Aquel perito con brusquedad, descortesía y la cara más dura que el acero, me dijo.
-Eso es mentira.
Tan mal me pareció su contestación, y que pusiera en evidencia mi conducta delante de su acompañante, que con el mismo despotismo, le dije:
-Tiene usted muy poca educación y menos tacto para tratar con la gente que un asno. ¿Cómo se atreve a decir que es mentira? Yo no digo mentiras porque las detesto y también a los que las dicen. Le demostraré que es cierto.
-¿Cómo lo va demostrar? pregunto con el mismo tono de fierecilla que antes.
Vengan, les presentarte las pruebas. Les lleve a la casa del vecino para que ellos les expliquen lo ocurrió.
Los dos vecinos colaboraron con la verdad. Además de decirles los electrodomésticos que se quemaron, se quejaron del mal servicio que daban. Este sin vergüenza, que no se creía lo que acababa de oír, no tuvo más remedio que claudi9car, admitir la verdad y con otro tono dijo:
-Pero ¿cómo puede ser, si para esas cosas hay un seguro que lo paga todo? La culpa fue del electricista que le engañó. Era su obligación dar cuenta a su jefe y éste al seguro. Se lo hubiera pagado hasta el último céntimo.
¡Cómo sería mi asombro al oír aquellas afirmaciones! Me quedé de piedra, primero por la traición, y después por el comportamiento del maldito electricista. Desde luego a la compañía nada tuve que decirle, no iba ponerme a reclamar después de cinco años. Pero sí he de decir que el perito fue un sinvergüenza que no supo comportarse con la gente. En cuanto al electricista, no tiene calificativo su maldad y su falta de respeto a los demás. El tío se marchó tan tranquilo sin agradecer lo que hacía por él, al decirle: “¿cómo te lo voy a cobrar si casi es la paga del mes?” Si analizamos un poco su forma de proceder, ¿a qué conclusión hay que llegar ante la conducta de aquel individuo, que por no dar cuenta a su Jefe, me engañó y despreció mi nobleza, ante su traición? En lugar de regañarle, me dio pena y quise más perderlo antes de quitarle aquella cantidad de dinero a su paga, para evitar que las pasara apuradas. Es demasiado duro lo que hizo con migo Cuando se encuentra hoy conmigo mira a otra parte y no será por vergüenza, porque no creo que la conoce. Todavía me pregunto cómo puede haber un hombre de esta calaña y tan traidor. Si por casualidad leyera este artículo, siendo como es no, creo que le diera ni vergüenza de tanta traición, porque si fuera como debe ser un caballero, no hubiera hecho tamaña barbaridad.Siempre me gustó hacer las cosas lo mejor posible, procurando evitar los errores que algunas veces surgen sin querer. Pero hay alguno que además de hacerlo mal, todavía intenta reírse de los demás.
Hasta hace pocos años la energía del alumbrado de las casas en nuestro pueblo como en otros mas era de 125 vatios. En la casa del vecino solicitaron pasar a 220 por haber comprado una lavadora. Cosa totalmente normal. La compañía de aquel tiempo HERCOA mandó a uno de sus electricistas a cambiar la potencia y por equivocación metió 220 a nuestra casa a la vez que la del vecino. La equivocación de aquel hombre fue normal y hasta se le puede disculpar porque otro electricista anteriormente, había hecho una chapuza. Había metido energía a la casa del vecino, por nuestra línea sin permiso, dado que cada uno tiene su línea, y que es propiedad ya que te obligan a pagarla al instalarla. Un buen día la acometida de la casa del vecino se cortó porque se cayó el poste y en lugar de poner otro, aquel electricista un“chapuzas”, fijo nuestra cometida en la pared de vecino. En lugar de ponerles un cable nevó, porque el que tenia se rompió, se le ocurrió darles energía por nuestra línea particular. Pasó algún tiempo hasta que me di cuenta de la trampa que había hecho, pero me callé porque podía parecerle mal al vecino. Ya qué la señora era mayor y un poco quisquillosa y para evitar problemas, quise más dejarlo así. Pensé que mi acometida aguantaría bien el consumo del alumbrado de las dos casas, pues yo aparte tenía otra línea de fuerza industrial para trabajar con diversas maquinas. No pensé en el daño que esto me iba ocasionar.
Pasaron dos años y cuando llegó el electricista a cambiarles el voltaje de la energía a 220 a la vez cambió el voltaje de nuestro alumbrado de la casa. Nadie sabía nada y se quemó la lavadora, la televisión, la nevera y varias lámparas del salón y de algunas habitaciones. Mi hija Mónica, era una niña, fue a la oficina y me dijo:
-Papá, la tele echa humo, la lavadora se paró, la nevera no alumbra ni mete ruido y las lámparas del salón tampoco.
Me acerqué a casa, cogí el comprobador y con sorpresa vi que había 220 en lugar de los 125. Llamé a la compañía, llegaron los de averías, comprobaron que había sido un error. Dijeron que ellos mismos avisarían al que había enganchado.
El electricista vivía en la barriada de serrallo, a solo 500 metros de distancia y tardo más de una semana en ir haber lo ocurrido. Llego un día y sin más, me dice.
-¿Cuánto te debo, Arsenio?
-¿Cómo que cuánto debes? ¿Es que tienes que pagarlo tú?
-Si no, ¿quién lo va a pagar? ¿Cuánto es?
-Suma treinta y cinco mil pesetas, le dije -¿Cómo te lo voy a cobrar si supone casi la paga del mes? Vete y que no pase más.
Se marchó y no me dio ni las gracias. Es un hombre con mal carácter y desagradecido. Nunca le reproché nada. Después de pasar cinco años, recibí una carta de otra empresa, Compañía eléctrica de Langreo, que por cierto es una buena compañía. Da un excelente servicio a sus clientes, y que yo bien la conocía. Suministraba energía a todos los pozos mineros de la zona y también a mi ganadería, situada a distancia de la finca donde vivía. En la carta me decían que por haber vendido la parte de suministro eléctrico de aquella zona en la que estaba nuestra ganadería, pasaba a la empresa ERCOA.
Les envié una carta diciendo que no me interesaba ese cambio, que prefería seguir con ellos, porque daban buen servicio y casi nunca se producían averías en sus líneas, mientras que la otra compañía era un desastre, sobretodo en el invierno con las tormentas. Se caía con mucha frecuencia las líneas de 5000 por lo vieja que era.
En una de estas tormentas se rompió una de los cables de alta tensión muy cerca de casa. Esta vez en un tramo a lado de la carretera. Mató a un raposo que por ser al atardecer ya deambula por allí para saciar su hambre en uno de los gallineros del pueblo. Se quedó agarrado a la tensión, donde quedo fulminado. A pesar del largo tiempo transcurrido no me olvidé de estas averías. Durante la carga y descarga de camiones, o trabajando con otras máquinas, nos quedábamos muchas veces sin poder trabajar y todo eso costaba dinero y tiempo, aparte ser un peligro para la gente. Muy cerca, en una de estas caídas, mató a Elena de La Molatera, a un burro y una baca que tenía en su finca. Esta gran mujer murió electrocutada siendo muy joven por el mal mantenimiento de las líneas. Fue a recoger a sus animales y se quedo con ellos fulminada.
Lo mismo era que la gente protestara que no. Como si cacarearan las gallinas, ni caso nos hicieron nunca
A la compañía que daba mal servicio no le gustó mi respuesta y envió un perito acompañado por otro individuo a verme.
¿Por qué no quiere usted pasara amuestra compañía?
Porque dan muy mal servicio. Con frecuencia se caen las líneas de alta tensión. Aparte del peligro que supone, nos quedamos sin poder trabajar. ¿Le parece poco? Además de quemarme todos los electrodomésticos de mí casa.
Aquel perito con brusquedad, descortesía y la cara más dura que el acero, me dijo.
-Eso es mentira.
Tan mal me pareció su contestación, y que pusiera en evidencia mi conducta delante de su acompañante, que con el mismo despotismo, le dije:
-Tiene usted muy poca educación y menos tacto para tratar con la gente que un asno. ¿Cómo se atreve a decir que es mentira? Yo no digo mentiras porque las detesto y también a los que las dicen. Le demostraré que es cierto.
-¿Cómo lo va demostrar? pregunto con el mismo tono de fierecilla que antes.
Vengan, les presentarte las pruebas. Les lleve a la casa del vecino para que ellos les expliquen lo ocurrió.
Los dos vecinos colaboraron con la verdad. Además de decirles los electrodomésticos que se quemaron, se quejaron del mal servicio que daban. Este sin vergüenza, que no se creía lo que acababa de oír, no tuvo más remedio que claudi9car, admitir la verdad y con otro tono dijo:
-Pero ¿cómo puede ser, si para esas cosas hay un seguro que lo paga todo? La culpa fue del electricista que le engañó. Era su obligación dar cuenta a su jefe y éste al seguro. Se lo hubiera pagado hasta el último céntimo.
¡Cómo sería mi asombro al oír aquellas afirmaciones! Me quedé de piedra, primero por la traición, y después por el comportamiento del maldito electricista. Desde luego a la compañía nada tuve que decirle, no iba ponerme a reclamar después de cinco años. Pero sí he de decir que el perito fue un sinvergüenza que no supo comportarse con la gente. En cuanto al electricista, no tiene calificativo su maldad y su falta de respeto a los demás. El tío se marchó tan tranquilo sin agradecer lo que hacía por él, al decirle: “¿cómo te lo voy a cobrar si casi es la paga del mes?” Si analizamos un poco su forma de proceder, ¿a qué conclusión hay que llegar ante la conducta de aquel individuo, que por no dar cuenta a su Jefe, me engañó y despreció mi nobleza, ante su traición? En lugar de regañarle, me dio pena y quise más perderlo antes de quitarle aquella cantidad de dinero a su paga, para evitar que las pasara apuradas. Es demasiado duro lo que hizo con migo Cuando se encuentra hoy conmigo mira a otra parte y no será por vergüenza, porque no creo que la conoce. Todavía me pregunto cómo puede haber un hombre de esta calaña y tan traidor. Si por casualidad leyera este artículo, siendo como es no, creo que le diera ni vergüenza de tanta traición, porque si fuera como debe ser un caballero, no hubiera hecho tamaña barbaridad.Siempre me gustó hacer las cosas lo mejor posible, procurando evitar los errores que algunas veces surgen sin querer. Pero hay alguno que además de hacerlo mal, todavía intenta reírse de los demás.
Hasta hace pocos años la energía del alumbrado de las casas en nuestro pueblo como en otros mas era de 125 vatios. En la casa del vecino solicitaron pasar a 220 por haber comprado una lavadora. Cosa totalmente normal. La compañía de aquel tiempo HERCOA mandó a uno de sus electricistas a cambiar la potencia y por equivocación metió 220 a nuestra casa a la vez que la del vecino. La equivocación de aquel hombre fue normal y hasta se le puede disculpar porque otro electricista anteriormente, había hecho una chapuza. Había metido energía a la casa del vecino, por nuestra línea sin permiso, dado que cada uno tiene su línea, y que es propiedad ya que te obligan a pagarla al instalarla. Un buen día la acometida de la casa del vecino se cortó porque se cayó el poste y en lugar de poner otro, aquel electricista un“chapuzas”, fijo nuestra cometida en la pared de vecino. En lugar de ponerles un cable nevó, porque el que tenia se rompió, se le ocurrió darles energía por nuestra línea particular. Pasó algún tiempo hasta que me di cuenta de la trampa que había hecho, pero me callé porque podía parecerle mal al vecino. Ya qué la señora era mayor y un poco quisquillosa y para evitar problemas, quise más dejarlo así. Pensé que mi acometida aguantaría bien el consumo del alumbrado de las dos casas, pues yo aparte tenía otra línea de fuerza industrial para trabajar con diversas maquinas. No pensé en el daño que esto me iba ocasionar.
Pasaron dos años y cuando llegó el electricista a cambiarles el voltaje de la energía a 220 a la vez cambió el voltaje de nuestro alumbrado de la casa. Nadie sabía nada y se quemó la lavadora, la televisión, la nevera y varias lámparas del salón y de algunas habitaciones. Mi hija Mónica, era una niña, fue a la oficina y me dijo:
-Papá, la tele echa humo, la lavadora se paró, la nevera no alumbra ni mete ruido y las lámparas del salón tampoco.
Me acerqué a casa, cogí el comprobador y con sorpresa vi que había 220 en lugar de los 125. Llamé a la compañía, llegaron los de averías, comprobaron que había sido un error. Dijeron que ellos mismos avisarían al que había enganchado.
El electricista vivía en la barriada de serrallo, a solo 500 metros de distancia y tardo más de una semana en ir haber lo ocurrido. Llego un día y sin más, me dice.
-¿Cuánto te debo, Arsenio?
-¿Cómo que cuánto debes? ¿Es que tienes que pagarlo tú?
-Si no, ¿quién lo va a pagar? ¿Cuánto es?
-Suma treinta y cinco mil pesetas, le dije -¿Cómo te lo voy a cobrar si supone casi la paga del mes? Vete y que no pase más.
Se marchó y no me dio ni las gracias. Es un hombre con mal carácter y desagradecido. Nunca le reproché nada. Después de pasar cinco años, recibí una carta de otra empresa, Compañía eléctrica de Langreo, que por cierto es una buena compañía. Da un excelente servicio a sus clientes, y que yo bien la conocía. Suministraba energía a todos los pozos mineros de la zona y también a mi ganadería, situada a distancia de la finca donde vivía. En la carta me decían que por haber vendido la parte de suministro eléctrico de aquella zona en la que estaba nuestra ganadería, pasaba a la empresa ERCOA.
Les envié una carta diciendo que no me interesaba ese cambio, que prefería seguir con ellos, porque daban buen servicio y casi nunca se producían averías en sus líneas, mientras que la otra compañía era un desastre, sobretodo en el invierno con las tormentas. Se caía con mucha frecuencia las líneas de 5000 por lo vieja que era.
En una de estas tormentas se rompió una de los cables de alta tensión muy cerca de casa. Esta vez en un tramo a lado de la carretera. Mató a un raposo que por ser al atardecer ya deambula por allí para saciar su hambre en uno de los gallineros del pueblo. Se quedó agarrado a la tensión, donde quedo fulminado. A pesar del largo tiempo transcurrido no me olvidé de estas averías. Durante la carga y descarga de camiones, o trabajando con otras máquinas, nos quedábamos muchas veces sin poder trabajar y todo eso costaba dinero y tiempo, aparte ser un peligro para la gente. Muy cerca, en una de estas caídas, mató a Elena de La Molatera, a un burro y una baca que tenía en su finca. Esta gran mujer murió electrocutada siendo muy joven por el mal mantenimiento de las líneas. Fue a recoger a sus animales y se quedo con ellos fulminada.
Lo mismo era que la gente protestara que no. Como si cacarearan las gallinas, ni caso nos hicieron nunca
A la compañía que daba mal servicio no le gustó mi respuesta y envió un perito acompañado por otro individuo a verme.
¿Por qué no quiere usted pasara amuestra compañía?
Porque dan muy mal servicio. Con frecuencia se caen las líneas de alta tensión. Aparte del peligro que supone, nos quedamos sin poder trabajar. ¿Le parece poco? Además de quemarme todos los electrodomésticos de mí casa.
Aquel perito con brusquedad, descortesía y la cara más dura que el acero, me dijo.
-Eso es mentira.
Tan mal me pareció su contestación, y que pusiera en evidencia mi conducta delante de su acompañante, que con el mismo despotismo, le dije:
-Tiene usted muy poca educación y menos tacto para tratar con la gente que un asno. ¿Cómo se atreve a decir que es mentira? Yo no digo mentiras porque las detesto y también a los que las dicen. Le demostraré que es cierto.
-¿Cómo lo va demostrar? pregunto con el mismo tono de fierecilla que antes.
Vengan, les presentarte las pruebas. Les lleve a la casa del vecino para que ellos les expliquen lo ocurrió.
Los dos vecinos colaboraron con la verdad. Además de decirles los electrodomésticos que se quemaron, se quejaron del mal servicio que daban. Este sin vergüenza, que no se creía lo que acababa de oír, no tuvo más remedio que claudi9car, admitir la verdad y con otro tono dijo:
-Pero ¿cómo puede ser, si para esas cosas hay un seguro que lo paga todo? La culpa fue del electricista que le engañó. Era su obligación dar cuenta a su jefe y éste al seguro. Se lo hubiera pagado hasta el último céntimo.
¡Cómo sería mi asombro al oír aquellas afirmaciones! Me quedé de piedra, primero por la traición, y después por el comportamiento del maldito electricista. Desde luego a la compañía nada tuve que decirle, no iba ponerme a reclamar después de cinco años. Pero sí he de decir que el perito fue un sinvergüenza que no supo comportarse con la gente. En cuanto al electricista, no tiene calificativo su maldad y su falta de respeto a los demás. El tío se marchó tan tranquilo sin agradecer lo que hacía por él, al decirle: “¿cómo te lo voy a cobrar si casi es la paga del mes?” Si analizamos un poco su forma de proceder, ¿a qué conclusión hay que llegar ante la conducta de aquel individuo, que por no dar cuenta a su Jefe, me engañó y despreció mi nobleza, ante su traición? En lugar de regañarle, me dio pena y quise más perderlo antes de quitarle aquella cantidad de dinero a su paga, para evitar que las pasara apuradas. Es demasiado duro lo que hizo con migo Cuando se encuentra hoy conmigo mira a otra parte y no será por vergüenza, porque no creo que la conoce. Todavía me pregunto cómo puede haber un hombre de esta calaña y tan traidor. Si por casualidad leyera este artículo, siendo como es no, creo que le diera ni vergüenza de tanta traición, porque si fuera como debe ser un caballero, no hubiera hecho tamaña barbaridad.Siempre me gustó hacer las cosas lo mejor posible, procurando evitar los errores que algunas veces surgen sin querer. Pero hay alguno que además de hacerlo mal, todavía intenta reírse de los demás.
Hasta hace pocos años la energía del alumbrado de las casas en nuestro pueblo como en otros mas era de 125 vatios. En la casa del vecino solicitaron pasar a 220 por haber comprado una lavadora. Cosa totalmente normal. La compañía de aquel tiempo HERCOA mandó a uno de sus electricistas a cambiar la potencia y por equivocación metió 220 a nuestra casa a la vez que la del vecino. La equivocación de aquel hombre fue normal y hasta se le puede disculpar porque otro electricista anteriormente, había hecho una chapuza. Había metido energía a la casa del vecino, por nuestra línea sin permiso, dado que cada uno tiene su línea, y que es propiedad ya que te obligan a pagarla al instalarla. Un buen día la acometida de la casa del vecino se cortó porque se cayó el poste y en lugar de poner otro, aquel electricista un“chapuzas”, fijo nuestra cometida en la pared de vecino. En lugar de ponerles un cable nevó, porque el que tenia se rompió, se le ocurrió darles energía por nuestra línea particular. Pasó algún tiempo hasta que me di cuenta de la trampa que había hecho, pero me callé porque podía parecerle mal al vecino. Ya qué la señora era mayor y un poco quisquillosa y para evitar problemas, quise más dejarlo así. Pensé que mi acometida aguantaría bien el consumo del alumbrado de las dos casas, pues yo aparte tenía otra línea de fuerza industrial para trabajar con diversas maquinas. No pensé en el daño que esto me iba ocasionar.
Pasaron dos años y cuando llegó el electricista a cambiarles el voltaje de la energía a 220 a la vez cambió el voltaje de nuestro alumbrado de la casa. Nadie sabía nada y se quemó la lavadora, la televisión, la nevera y varias lámparas del salón y de algunas habitaciones. Mi hija Mónica, era una niña, fue a la oficina y me dijo:
-Papá, la tele echa humo, la lavadora se paró, la nevera no alumbra ni mete ruido y las lámparas del salón tampoco.
Me acerqué a casa, cogí el comprobador y con sorpresa vi que había 220 en lugar de los 125. Llamé a la compañía, llegaron los de averías, comprobaron que había sido un error. Dijeron que ellos mismos avisarían al que había enganchado.
El electricista vivía en la barriada de serrallo, a solo 500 metros de distancia y tardo más de una semana en ir haber lo ocurrido. Llego un día y sin más, me dice.
-¿Cuánto te debo, Arsenio?
-¿Cómo que cuánto debes? ¿Es que tienes que pagarlo tú?
-Si no, ¿quién lo va a pagar? ¿Cuánto es?
-Suma treinta y cinco mil pesetas, le dije -¿Cómo te lo voy a cobrar si supone casi la paga del mes? Vete y que no pase más.
Se marchó y no me dio ni las gracias. Es un hombre con mal carácter y desagradecido. Nunca le reproché nada. Después de pasar cinco años, recibí una carta de otra empresa, Compañía eléctrica de Langreo, que por cierto es una buena compañía. Da un excelente servicio a sus clientes, y que yo bien la conocía. Suministraba energía a todos los pozos mineros de la zona y también a mi ganadería, situada a distancia de la finca donde vivía. En la carta me decían que por haber vendido la parte de suministro eléctrico de aquella zona en la que estaba nuestra ganadería, pasaba a la empresa ERCOA.
Les envié una carta diciendo que no me interesaba ese cambio, que prefería seguir con ellos, porque daban buen servicio y casi nunca se producían averías en sus líneas, mientras que la otra compañía era un desastre, sobretodo en el invierno con las tormentas. Se caía con mucha frecuencia las líneas de 5000 por lo vieja que era.
En una de estas tormentas se rompió una de los cables de alta tensión muy cerca de casa. Esta vez en un tramo a lado de la carretera. Mató a un raposo que por ser al atardecer ya deambula por allí para saciar su hambre en uno de los gallineros del pueblo. Se quedó agarrado a la tensión, donde quedo fulminado. A pesar del largo tiempo transcurrido no me olvidé de estas averías. Durante la carga y descarga de camiones, o trabajando con otras máquinas, nos quedábamos muchas veces sin poder trabajar y todo eso costaba dinero y tiempo, aparte ser un peligro para la gente. Muy cerca, en una de estas caídas, mató a Elena de La Molatera, a un burro y una baca que tenía en su finca. Esta gran mujer murió electrocutada siendo muy joven por el mal mantenimiento de las líneas. Fue a recoger a sus animales y se quedo con ellos fulminada.
Lo mismo era que la gente protestara que no. Como si cacarearan las gallinas, ni caso nos hicieron nunca
A la compañía que daba mal servicio no le gustó mi respuesta y envió un perito acompañado por otro individuo a verme.
¿Por qué no quiere usted pasara amuestra compañía?
Porque dan muy mal servicio. Con frecuencia se caen las líneas de alta tensión. Aparte del peligro que supone, nos quedamos sin poder trabajar. ¿Le parece poco? Además de quemarme todos los electrodomésticos de mí casa.
Aquel perito con brusquedad, descortesía y la cara más dura que el acero, me dijo.
-Eso es mentira.
Tan mal me pareció su contestación, y que pusiera en evidencia mi conducta delante de su acompañante, que con el mismo despotismo, le dije:
-Tiene usted muy poca educación y menos tacto para tratar con la gente que un asno. ¿Cómo se atreve a decir que es mentira? Yo no digo mentiras porque las detesto y también a los que las dicen. Le demostraré que es cierto.
-¿Cómo lo va demostrar? pregunto con el mismo tono de fierecilla que antes.
Vengan, les presentarte las pruebas. Les lleve a la casa del vecino para que ellos les expliquen lo ocurrió.
Los dos vecinos colaboraron con la verdad. Además de decirles los electrodomésticos que se quemaron, se quejaron del mal servicio que daban. Este sin vergüenza, que no se creía lo que acababa de oír, no tuvo más remedio que claudi9car, admitir la verdad y con otro tono dijo:
-Pero ¿cómo puede ser, si para esas cosas hay un seguro que lo paga todo? La culpa fue del electricista que le engañó. Era su obligación dar cuenta a su jefe y éste al seguro. Se lo hubiera pagado hasta el último céntimo.
¡Cómo sería mi asombro al oír aquellas afirmaciones! Me quedé de piedra, primero por la traición, y después por el comportamiento del maldito electricista. Desde luego a la compañía nada tuve que decirle, no iba ponerme a reclamar después de cinco años. Pero sí he de decir que el perito fue un sinvergüenza que no supo comportarse con la gente. En cuanto al electricista, no tiene calificativo su maldad y su falta de respeto a los demás. El tío se marchó tan tranquilo sin agradecer lo que hacía por él, al decirle: “¿cómo te lo voy a cobrar si casi es la paga del mes?” Si analizamos un poco su forma de proceder, ¿a qué conclusión hay que llegar ante la conducta de aquel individuo, que por no dar cuenta a su Jefe, me engañó y despreció mi nobleza, ante su traición? En lugar de regañarle, me dio pena y quise más perderlo antes de quitarle aquella cantidad de dinero a su paga, para evitar que las pasara apuradas. Es demasiado duro lo que hizo con migo Cuando se encuentra hoy conmigo mira a otra parte y no será por vergüenza, porque no creo que la conoce. Todavía me pregunto cómo puede haber un hombre de esta calaña y tan traidor. Si por casualidad leyera este artículo, siendo como es no, creo que le diera ni vergüenza de tanta traición, porque si fuera como debe ser un caballero, no hubiera hecho tamaña barbaridad.
Después de cubrir con una capa de paja picada con nuestra maquina, el llamado Valle del Sol en el puerto de Pajares, una empresa francesa fue la encargada de hacer las pruebas con los cañones productores de nieve artificial. Estas pruebas tenían que hacerse por la noche, cuando la temperatura es más baja y la congelación se produce mejor. Todo estaba a punto. Se esperaba a que anocheciera para comenzar las pruebas. Aquel día no faltaba nadie de toda la plantilla que trabajaba en la estación, era una novedad que todo el mundo quería conocer. La gente inquieta, paseaba por la base y cuando ya se acerca la noche y no me veían entre ellos, buscaron al director para preguntarle si se había olvidado de invitarme a las pruebas, pues era muy importante que yo viera esos cañones, ya que según ellos, siendo como es Arsenio podría copiar y hacerlos para la estación. A parte de costar mucho menos, serían españoles. El jefe les dijo que cómo no iba estar. Yo acababa de llegar, estaba en la cafetería. Dio la vuelta con ellos y me los presentó.
-Mira Arsenio, lo que te aprecian, no quieren que faltes a estas pruebas .Dicen que podrás hacer tú esos cañones para el puerto.
Aquella gente me apreciaba mucho, y yo a ellos. Allí trabajamos algo más de diez años y sabían que ya había diseñado varias máquinas más, aunque solo conocían la hidrosembradora. Esta última les pareció algo tan importante que me creían capaz de hacer cualquier tipo de maquinaria por difícil que fuera, y no era tan fácil. Y menos los cañones que yo ni conocía.
Los inventos normal mente los hacemos casi siempre en el torno a nuestro trabajo, ya que la necesidad, nos enseñan muchas cosas y nos obliga a resolver los problemas que se nos presentan. El inventar cosas desconocidas en otros ámbientes, es otro tema mucho más difícil.
A través de lo publicado en la Nueva España con motivo de la presentación de la maquina en Pajares. Un asturiano en Madrid lo vio en el periódico y se lo comunicó a una periodista también asturiana, que trabajaba en el programa Esta Noche Cruzamos el Mississippi. La periodista en cuanto le entregaron la hoja del periódico, me llamó por teléfono. Me dijo que tenía el periódico con lo de mis inventos, que sería muy importante presentarme en el programa. Me quedé pensando un momento antes de darle contestación.
-Arsenio, ¿no está ahí no me oye?
-Sí que estoy
-¿Y por qué no me habla?
-Porque estaba pensando.
-¿Qué pensaba? ¿Me lo puede decir?
-Pensaba que no merece la pena.
-¿Cómo no va a merecer la pena, hombre? Su vida es muy interesante. ¿No se acuerda de lo que le dijo el periodista Sr. Cuesta, de que es usted portador de una experiencia muy importante?
-Sí que lo recuerdo.
-Bueno, pues es muy necesario que la gente le conozca. Tiene que aceptarlo.
Me había dado tiempo a pensarlo y le dije:
-Lo acepto con una condición.
-¿Qué condición me pone?
-Es muy fácil: que en el reportaje salgan algunas de mis máquinas.
-Eso está hecho, no se preocupe. ¿Cuándo podemos ir a su finca a hacerle el reportaje? ¿Puede ser el viernes?
-Sí.
-Bueno pues quedamos para el viernes, después del medio día.
-De acuerdo.
Nos despedimos hasta el viernes.
Llegaron la periodista asturiana y dos chicos más. Fueron muy atentos los tres. Era una tarde del mes octubre de 1996, estaba algo fresco. El rodaje llevó toda la tarde, aparte de haber preparado durante dos días las máquinas y sacar algunas a la pradera. Tuve que rodar hasta desnudo de medio cuerpo para arriba, a pesar de lo fresco que estaba, para ver mejor mis aparatos y mostrar cómo los puedo quitar y poner yo mismo, y sin ayuda de nadie, además de trabajar con ellos: soldar, limar piezas, tirar de paique, barrenar, remachar y hacer diversos trabajos de taller.
Al terminar, como es normal, les invitamos a merendar a base de productos de casa. Chorizo, jamón, una buena tortilla como las hace mi esposa, pan y vino todo de casa, entre otras cosas, lo que mucho les gustó.
Mientras que merendábamos, mi yerno Javier les dijo que debían filmar más máquinas. La periodista dijo.
Eso no es posible, porque para eso tendrían que hacer un programa solo para Arsenio y sus máquinas.
Le pregunté si sacarían dos por lo menos y dijo que sí, que el programa iba ser de tres a seis minutos, según le pareciera al Sr. Navarro y que daría tiempo suficiente para mostrar alguno de mis inventos. También les pedimos que nos avisaran con algunos días de antelación, para poder decirlo a mucha gente que lo quería ver y sobre todo poder avisar a mi hijo Norberto que se encuentra en el extranjero. Ya que lo podría ver a través del Canal Internacional. Prometieron que así seria.
No cumplieron con nada de lo prometido, no sacaron ninguna máquina, ni nos avisaron hasta una hora antes del programa.
Estábamos cenando y tuvimos que dejarlo para llamar por teléfono a la familia y amigos. La llamada la hizo una persona que no conocemos a las diez y media de la noche, y salió el programa en la tele a las once y media. Ni la asturiana, que tan buena nos pareció, ni sus compañeros de equipo, tuvieron la amabilidad de hacer una llamada. No nos dio tiempo a nada. Pronto se olvidaron de cómo les habíamos tratado. El comentario de toda la familia fue: “¡qué poca o ninguna delicadeza tuvieron! A nadie le gustó su forma de comportarse.
No se había equivocado mi yerno, cuando aquella tarde al llegar a casa me dijo:
-Arsenio, nunca quisiste estas cosas de publicidad, y esta vez te veo muy ilusionado por dar conocer a la industria tus máquinas y no lo vas a conseguir. El Sr. Navarro, según las criticas, tiene poca palabra y te la va a armar. Lo más seguro será que no presente ninguna de tus maquinas.
-¿Cómo van a faltar a lo pactado? Esa fue mi condición y la aceptaron. Es de suponer que serán gente de palabra, desde luego yo así lo espero le dije: porque de lo contrario no lo hubiera aceptado hacer el reportaje.
A mí lo que me interesa es dar a conocer a la industria las maquinas por si se puede vender alguna. Lo que no me hace falta ninguna es salir yo en la TV, mi historia ya es conocida por la gente bastante.
Todo salió como lo pinto mi yerno Javier. Así de mal se portan algunas personas y así de fácil incumple lo que prometen. ¿Por qué tienen que ir por el mundo engañando a la gente? Pienso que eso no es de personas normales, no se puede tratar a la gente como si fueran animalitos. El pecado lo llevan ellos sobre sus hombros, pero nosotros el disgusto de saber que hay gente capaz de engañar en una cosa tan sencilla. ¿Por qué no dijeron al principio que no sacarían las máquinas? Yo, tan tranquilo, no hubiera hecho el reportaje y en paz.
En aquellos días fuimos mi esposa y yo a la feria el “Mercaón” de Cabaña Quinta. Una de las mejores ferias del país. A dónde íbamos desde siempre, gente toda la provincia y de muchas partes más de afuera.
La gente que me conocía, y muchos más con ellos, se sentía muy disgustada. Todos me dijeron lo mismo: “son unos traidores. ¿Por qué no sacaron las máquinas? ¿Por qué te engañaron miserablemente? Seguro que si fueras hijo de alguien importante, por hacerte la pelota, te pondrían en lo más alto, pero como tú eres minero, te dejaron en tierra. Un inventor sin sus maquinas. Todos queríamos verte con ellas. Eres nuestro paisano y queremos demostrar lo que somos los mineros, porque también hacemos cosas importantes y sobre todo en tu caso, que nadie lo cree sin no lo ve. Vergüenza les tendría que dar a esos señores si la tuvieran”.
Recuerdo que fuimos a casa de unos amigos José y Rafaela, a despedir a uno de los hijos que iba a la mili. Estábamos tomando una cerveza cuando llegó una de las hijas, Sonia, que trabajaba en la caja de un gran comercio, por el que pasaba mucha gente. Después de saludarnos nos dijo:
-¡Ay, Arsenio, la que armó la tele con tu reportaje! Los que no te conocen discuten que todo es un montaje de Pepe Navarro y tuyo. Dicen que cómo puedes hacer sin manos tantas cosas. Ya me duele la cabeza de explicarles que eres nuestro amigo, que todo es verdad y que yo misma te vi hacer muchas cosas de taller, lo mismo que mi padre y hermanos, que conocen mejor que yo todos tus inventos, pero siguen diciendo que no puede ser cierto.
A esta chica se le veía muy preocupada, le pareció mal que la gente dudara de lo que ella conocía bien. La gente protesta porque no sacaron tus máquinas e incluso hay alguno que tan a disgusto quedó, que dicen tenía que escribir a Pepe Navarro, explicándole que la gente quiere saber la verdad.
Lo entendía perfectamente, yo también me sentía mal y decidí escribirle, aunque de nada iba a servir. El Sr. Navarro ni se molestó en contestarme. Así de mal se portó conmigo y por segunda vez. Lo que hizo no sirvió más que para intrigar a la gente, a los que me conocen, por lo mal que lo explicó y no poner las máquinas, y a los que no me conocen, por falta de información al durar muy poco tiempo. Por ese motivo se quedaron con la duda de si realmente era como se comentaba o no.
Transcribo literalmente la carta que le envíe al Sr. Navarro:
Sr. Navarro.
Esta noche cruzamos el Mississippi. 12 de Noviembre de 1996
Telecinco.
Sr. Navarro.
Ante todo un saludo y pedirle tenga la bondad de concederme unos minutos de su tiempo.
Soy Arsenio Fernández García, de Sotrondio, Asturias, que el día veintinueve del pasado mes, presentó en su programa, un pequeño fragmento de mi vida.
El motivo de estas líneas, es que la gente a partir de ese día, unos por teléfono, otros por carta o en la calle, no dejan de decirme que no puede ser que usted haya empleado tan poco tiempo en algo tan serio. Dicen que apenas se enteraron y que el mensaje que el público debía recibir de mí caso, fue otra cosa y que todo el mundo considera importante, por tratarse de un caso tan difícil como duro para poder trabajar.
Dicen que mi vida bien explicada tiene que dar la vuelta al mundo y también que es impresionante ver trabajar a un hombre en estas circunstancias, que solo se puede creer viéndolo. Además, hay mucha gente que precisa ver estas cosas para reanimarse de algún trauma que puedan padecer. Son palabras de multitud de gente, no mías, de eso puede estar seguro.
Sr. Navarro, le puedo asegurar que todo lo que le explico es cierto. A mí no me gusta la mentira ni demagogia. No dejan de pedirme que le escriba para que en directo, con su habilidad para explicar las cosas y con mi forma de trabajar; podamos mostrarles la verdad. Me dicen que algunos piensan que es un montaje, que les parece imposible que un hombre sin manos pueda conducir un camión o un coche y mucho menos construir sus aparatos. No se puede imaginar la que se armo con tal reportaje. Hasta hubo alguien que dijo.
Esto es como lo de la gallina y el huevo. ¿Quine salió el primero?
Sr. Navarro, estoy muy disgustado porque yo nunca hice más montajes que el de mis máquinas. Además, dicen que dónde están esas máquinas hechas por mí, que por lo menos debería verse alguna.
Espero que presente con un poco más de detalle, algo que la gente considera muy importante y poder demostrar que nada de esto es un montaje, sino una realidad que se puede demostrar.
Espero saludarle personalmente.
Fdo: Arsenio Fernández
Creo que esta forma de comportarse falta a la ética profesional. Es una falta de consideración hacia el público y un engaño miserable hacia mi persona. Faltaron a lo que prometieron y a lo que yo les pedí como única condición para ir al programa. Nunca debí haber aceptado, porque, al igual que mucha gente, tampoco me pareció serio aquel programa como para presentar un tema importante como éste, que es necesario para levantar el ánimo de gente que está padeciendo, como yo padecí al principio. Aunque haya tenido la suerte de asumir la dura batalla que me esperaba al principio, el sufrimiento y los inconvenientes fueron de terror, ya que me parecían imposibles de combatir.
La Nueva España COMARCAS Lunes 1 de Marzo de 1.993
Arsenio Fernández, natural de Sotrondio, estrenó esta semana en la estación de esquí Valgrande – Pajares, una revolucionaría máquina de su invención, para proteger la capa vegetal del terreno de las inclemencias del tiempo. Su “lanzadora de paja” ya es de por sí un hecho notable, pero más lo es la personalidad de su diseñador. Arsenio Fernández no tiene manos. Las perdió hace treinta y ocho años, cuando era minero y le explotó un cartucho de dinamita en cada mano, en la fiesta de Santa Bárbara. Dos artefactos de acero inoxidable, goma y aluminio, también de su invención, le han permitido llevar una vida normal, diseñar complejas máquinas, llevar una empresa, formar una familia, o conducir un coche.
1. MANOS DE ACERO Y ALMA DE INVENTOR TITULO DE LA NUEVA ESPAÑA
Arsenio Fernández, que perdió las extremidades superiores, hace treinta y ocho años en un accidente, estrena en el puerto de Pajares una revolucionaria máquina de su creación para la restauración del terreno.
Pajares (Lena)
Luis Gancedo
Arsenio Fernández, de cincuenta y nueve años de edad vecino de Sotrondio, utiliza con frecuencia la palabra” lucha” para hablar de su vida. Hace 38 años perdió las dos manos en un día de Santa Bárbara, manejando dinamita. Sus “manos” desde entonces son de acero inoxidable, goma y aluminio. Le permiten llevar una vida normal, trabajar y, además, diseñar singulares artefactos. Las pistas de esquí del Puerto de Pajares fueron, esta pasada semana, testigo de ello. Arsenio, responsable técnico de una empresa familiar, estrenó en el alto de Brañellín una revolucionaria máquina de su invención para trabajos de protección del terreno.
“Cuando estoy trabajando en una máquina no me lo puedo quitar de la cabeza. Me absorbe”. Así explica Arsenio Fernández, su pasión por el diseño. Sus propias manos, unos “ganchos” que maneja con asombrosa naturalidad, son un invento suyo. “Fue lo primero que diseñé. Hice hasta ocho modelos distintos”.
Un aparato para cabruñar, un complejo mecanismo de apertura automática para el portón de su finca o una máquina de hidrosiembra, actividad a la que se dedica profesionalmente. Son algunas de sus otras invenciones, fraguadas un su taller, donde manipula hábilmente con el torno y el soldador.
2. LANZADORA DE PAJA
Su última creación es el “lanzador de paja“. Los llamados “pasos del Valle del Sol” de la estación Valgrande – Pajares están, desde esta semana, protegidos por una alfombra vegetal extendida con este “revolucionario” artilugio que se monta en un camión y que, con tuberías acopladas, envía la paja triturada a 450 kilómetros / hora. “La paja crea una capa térmica que protege la capa vegetal del terreno e, incluso, forma un colchón que suaviza las caídas a los esquiadores”, explicó Arsenio, ante su máquina lanzadora.
Tardó siete meses en completar el diseño. El resultado es un aparato que funciona impulsado por un motor de gasolina y que resulta notablemente más barato de cualquier otro ideado para el mismo y mucho menos pesado. Solo en Estados Unidos hay precedentes de una invención similar, aunque con prestaciones mucho más limitadas, que ni la usan por su poco rendimiento y difícil de manejar por su gran peso.
El de Arsenio Fernández es, según aseguraron los responsables de la estación Valgrande, un revolucionario invento con amplias perspectivas de comercialización.
Este singular inventor, que reparte su vida diaria entre la familia “es casado y padre de tres hijos” y su trabajo como empresario, era picador del Pozo “San Mamés”.
Cuando, en la festividad de Santa Bárbara del año 1954, un explosivo que intentaba detonar para festejar la Patrona, le estalló en las manos. Perdió ambas, como le ocurrió en las mismas circunstancias en distinto accidente y a pocas horas uno del otro, a otro minero amigo suyo. “En el hospital, él me decía que por qué no nos suicidábamos”, recordó para este diario con emoción.
Lejos de aceptar aquella terrible propuesta, Arsenio, “con el apoyo de su familia”, inició un largo proceso de rehabilitación en Madrid, donde destacó hasta el punto de que luego fue llamado para instruir a otras personas con problemas similares. Estudió por su cuente y se adentró, de forma enteramente autodidacta, en los secretos de la mecánica y el diseño.
“Fue una lucha durísima”, relató. Arsenio, con sus manos de acero inoxidable, se adentró en el mundo empresarial.
Empezó con una granja que llegó a tener hasta setecientos cincuenta cerdos y, a continuación, creó Abonos Montaña, autora material, entre otros trabajos, de recuperación medio ambiental y de explotaciones a cielo abierto de HUNOSA como Coto Vello, San Víctor, Braña del Río, Santo Emiliano, y otros más recientes, para La Minero Siderúrgica de Ponferrada” en la mina del Monte Lumajo, entre los puertos de Leitariegos y Somiedo. “Esto es pura ecología”, aseguró Arsenio, que se explaya ampliamente a la hora de hablar de semillas y sustancias minerales al tiempo que maneja, con visible habilidad, el volante de su coche con sus manos de acero.
Experimentado conductor y hábil fumador de puros
PAJARES, LENA
Arsenio Fernández decidió hace unos meses recoger en un vídeo algunos aspectos de su vida cotidiana. La cinta reproduce desde imágenes de su trabajo en el taller o en su despacho hasta las de su sobrecogedora habilidad para asearse, conducir o cavar con una pala en la finca que posee en Sotrondio.
Lo de conducir va, además, ligado a su faceta de inventor. Sacó el carnet en el año 1972 cuando ya no tenía manos, ante el asombro de muchos, tras idear un inédito mecanismo que le permite manejar la dirección y cambiar de marchas con impresionante facilidad. Diseñó una pieza que, adherida al volante, le permite encajar su mano izquierda y una especie de copa sobre la palanca de cambios para manipular las velocidades con la derecha.
“La gente se queda asombrada. Recuerdo en una ocasión, unos chavales pidieron permiso en un restaurante para verme comer”, explicó Arsenio, que también hábilmente se ayuda de sus pinzas metálicas para fumar puros siempre tras la comida.
“Las manos ortopédicas que me pusieron al principio no servían para trabajar porque eran de aluminio y, por tanto, muy frágiles. Con estas puedo desde coger la pala hasta llevar una pesada carretilla”, añadió sobre los aparatos que le han permitido desenvolverse, vivir y trabajar “como cualquier persona”.
“Nunca me he sentido discriminado. Antes bien he recibido siempre mucho apoyo de la gente” añadió.
Asegura que el diseño de su último invento le ha dejado bastante cansado. De sus buenos resultados da cuenta el hecho de que algunas estaciones más, han solicitado sus servicios. En unas pocas semanas, no obstante Arsenio Fernández abordará su próxima creación. “Intentaré quizás, una sembradora mecánica” y que pueda ser manejada por el hombre para trabajos de siembra manual, en lugares donde no pueda entrar un vehículo.
Este reportaje de la Nueva España, llevaba una fotografía de la máquina y dos mías, en el momento de las pruebas en Valgrande – Pajares.
Así son las cosas: el americano dijo que si era cierto el inventor sería rico. La máquina es un hecho, pero la riqueza no apareció.
Trabajamos en la estación invernal de Pajares varios años, en la restauración de las pistas de esquí. Entre otros trabajos, había que repartir camiones de paja para proteger los sembrados y para mantener la nieve. También para unas pruebas en la producción de nieve artificial.
El repartir un trailer de paja llevaba a seis hombres una semana y con bastante trabajo. Por este motivo tuve la idea de diseñar una máquina que pudiera repartir dicha paja, además de picarla. Lo que resulta muy importante para ponerle el pegamento en algunas pendientes para proteger la capa vegetal.
Después de estudiar su proyecto y de confeccionar los croquis necesarios, me puse a su construcción. Esta máquina, como todo lo que no se conoce, también me dio mucho que hacer, ya que para conseguirla hubo que hacer muchas pruebas y cambios en su estructura.
La máquina lanzadora de paja que conservo en mi finca entre otras maquinas mas, pesa 105 kilos y puede ser desplazada en un remolque con un coche por carretera y pistas del puerto. En las obras también podía trabajar desde éste, o sobre un esquí, para desplazarla a medida que iba avanzando el trabajo. También se puede desmontar en entres piezas, para desplazarla entre dos personas, una por cada lado, por los montes donde hubiera mucha pendiente y no pudiera circular un vehículo. Tiene fácil capacidad de movimiento y un gran rendimiento en su trabajo.
Maquina picadora y sembradora de paja
Lleva un motor de gasolina para ser más ligera. Pica la paja y la siembra a una distancia de 100 metros de longitud, por medio de una manguera ultraligera, dividida en tres partes de 30 metros cada una. Puede sembrar a 30, 60 y 100 metros de distancia. Tres hombres reparten un trailer por día, por las pistas de esquí o minas a cielo abierto.
En la primera de las pruebas que se hicieron en su montaje, fue con una manguera de 30 metros de longitud para sembrar la paja que la misma máquina iba picando a la vez que trabajaba a un rendimiento normal. La sorpresa fue una tarde al probarla con tres mangueras que sumaban un total de 100 metros. Había calculado que podría ser su capacidad de trabajo. Un día después de comer mí hijo Norberto se puso a estudiar, yo a trabajar en la máquina. Al salir de casa me preguntó:
-¿A qué hora la probarás con todas las mangueras?
-Creo que será hoy a última hora. Cuando la oigas trabajar será ese el momento.
También él esperaba esas pruebas con impaciencia. Todos los de casa las esperamos para verla funcionar. Al marchar me dijo:
-A ver si hay suerte papá.
-Pronto lo veremos hijo. No sé si acertaremos con esta prueba o no. De todas formas tarde o temprano conseguiremos que funcione.
Trabajamos toda la tarde un soldador y yo, para terminar de montarla. Dado que con los 30 metros ya daba un gran rendimiento, se pintó pensando que ya estaba terminada. Quedó con una bonita presencia.
Era la tarde de Reyes, ya había oscurecido hacía largo rato. Cuando íbamos a empezar con prueba de los 100 metros, ya pasaba un poco de las diez de la noche. Por vivir entre Sotrondio y Blimea, en el mismo punto donde se divisan las dos parroquias, en Villar, se sentían las dos cabalgatas con sus voladores y el ruido normal de la fiesta. El soldador y yo dábamos los últimos retoques para ponerla a funcionar. Ya teníamos hasta las mangueras extendidas por la pradera. Las acoplamos y empezó a funcionar. Pero la tremenda sorpresa fue: la máquina arranco como siempre muy bien pero trabajaba en falso. Automáticamente dejó de sembrar sin saber la razón. En vez de sembrar, retenía el material y lo lanzaba con cierta frecuencia en forma de cañonazos. Me quedé sin habla. Por un momento no reaccioné. Desde luego no sabía el motivo de aquel fallo.
Cuando mi hijo bajo al sentirla, ya estaba parada. Yo también, me quede sin saber que decir, ni que hacer, como aturdido por un momento.
-¿Qué tal funcionó? Preguntó Norberto.
-Esto no vale para nada dijo el soldador, menudo lío. El capital que costó esta máquina y no funciona, se mandara para la chatarra.
Mi hijo me miró sin pronunciar palabra pero con tristeza. Yo le miré también en silencio. Ni a él ni a mí nos hacían falta palabras, con mirarnos sabíamos lo que sufría cada uno. Solo rompió el silencio de la noche el soldador, lamentando la gran pérdida de dinero.
Mi cerebro en ese momento, trabajaba a la velocidad del rayo, a pesar de haberme quedado inmóvil. Después de reflexionar, le dije al soldador:
-No lo pongas tan mal hombre. Esta máquina ha de funcionar como lo hicieron las otras.
-Imposible, dijo el soldador, esto no vale y lo mismo nos dará dar vueltas que no.
-Imposible no hay casi nada, ya lo veremos más tarde. El soldador seguía apostado. No dudes de lo que te digo, ¿acaso olvidas de que no es la primer que diseño? Espero que para mañana a estas horas ya funcione.
-Mañana no, porque es fiesta, yo no trabajo.
-Hay que trabajar, por favor, aunque pase esta noche sin dormir, quisiera poder dormir la de mañana. No me dejes solo, te pido que trabajes hasta las 2. Yo solo no sería capaz de terminarlo ni en todo el día. Ya sabes que no es igual trabajar dos que uno.
Se decidió y dijo que trabajaríamos. Le di las gracias y le animé pensando que alguna solución encontraría durante la noche, que por cierto la pasé en vela.
-Hasta mañana dijo el soldador, haber si sacas algo esta noche.
Gracias, ya veremos lo que sale de mi cabeza. Espero encontrar alguna solución.
Cenamos los cinco mis tres hijos mi esposa y yo, todos muy preocupados por el fallo que sin querer apareció. Les anime diciendo que alguna solución tiene que haber, aunque me lleve tiempo algo sacare, tranquilos y nos fuimos a la cama. Pasé toda la noche dando vueltas para buscar la solución. Después de varias horas de lucha, investigando el motivo de tanto fallo, llegué a una conclusión: que esos cañonazos que lanzaba, serían seguramente producidos por falta de aire. Basándome en que trabajaba a 30 metros. Lo que me quedaba por estudiar era como iba incorporar más caudal de aire y por dónde. La maquina ya estaba terminada, y podría encontrarme con el doble riesgo de que al aumentar esta fuerza, me dejara atrás el material y trabajara en falso.
Salí de la cama y fui al salón, cogí un cuaderno y bolígrafo. Calculé diversas posibilidades, pero sin saber si iban a dar resultado. Estaba deseando que pasaran las horas de la noche. De no haber sido porque mis hijos y mi esposa lo pasarían mal y les quitaría de dormir. Después de imaginarme lo que sería la solución, hubiera pasado lo que quedaba de la noche trabajando, porque sabía que iba a pasarla en vela, pero por ellos no lo pude hacer. Había que esperar que amaneciera para hacer esa obra. No quise hacerles sufrir, ya era bastante lo que yo estaba pasando y no podía trasmitírselo a los hijos y la madre.
Madrugué con tiempo suficiente para comprobar sobre la máquina los cálculos. Seguí con la misma idea. Llegó el soldador y me pregunto:
-¿Qué, ya sacaste algo?
-Creo que sí. Tengo un proyecto que puede que funcione.
Se lo expliqué y muy sorprendido me dijo.
-¿Cómo vamos a cortar por el centro del cuerpo de la maquina, se estropearía? Con lo que costó hacer esta máquina ¿Vas a estropearla? Si así no funciona después peor, dijo aquel hombre que también está muy disgustado. Había participado en el trabajo y quería conseguir lo que tan importante era, verla trabajar.
-No se estropeará, coge el soplete, ya está trazado por donde hay que cortar para incorporar mas caudal de aire. Si espabilamos la probaremos antes de que te vayas a la dos.
Las pruebas Arsenio serán como las de antes, esta máquina ya no trabaja más.
El soldador convencido del fracaso, dijo:
-Es igual que le probemos más que menos, esto ya no tiene solución.
-No digas eso. O dejo de ser paisano o va trabajar. Si no fuera de ésta, será de más pruebas, pero daremos con ello, de eso puedes estar seguro. Anímate y manos a la obra. Confía en mí, ya sabes que no me dejo vencer fácilmente y que si digo que sale, ha de salir. Beltrán recuerda que llevas trabajando con migo largo tiempo y nunca me fallaron mis cálculos esta vez tampoco, pronto lo comprobaras.
-Mejor que me equivoque dijo de nuevo.
El soldador también lo estaba pasando mal, sentía perder la cantidad de trabajo que los dos habíamos hecho. Además del dinero que costó. Después de la última y fallida prueba, estaba totalmente desanimado.
Tardó en coger la marcha, no le apetecía trabajar pensando que de nada iba servir. Le comprendía porque era difícil, pero no imposible. Aunque sufría, me sentía con fuerzas para seguir. Ya estaba acostumbrado a la lucha de diseñar y a los fallos que al principio surgían, pero no me daba por vencido. Aquella noche, mientras hacía los cálculos oportunos, me prometí que seguiría y que todo saldría bien, basándome en que el tiempo y la lucha casi siempre vence cuando hay ganas de trabajar y a mí no me faltaban. Siempre fui muy optimista y eso me ayudó a conseguir mis objetivos. Durante toda la noche me había convencido de que tenía que haber una solución. Trabajamos toda la mañana a destajo. A la 1 y media le hacíamos otra prueba, esta vez con un caudal de aire más elevado, pero sin saber lo que iba a resultar. En ese momento mis pulsaciones subieron al máximo, esperando el resultado. Al sentirla trabajar bajó Norberto y de nuevo preguntó:
-¿Funciona la maquina?
-Muy bien le dijo el soldador casi emocionado. -Es una virguería Norberto, esta máquina es todo un éxito. Trabaja de lo lindo. Resulto ser lo que tu padre dijo: le faltaba aire y por eso le bajaba la potencia para expulsarlo y lanzaba esos cañonazos. Hoy acabo de convencerme que para tu padre no hay fronteras, es invencible. Se paso la noche sin dormir pero lo saco, es increíble lo que sale de su cabeza.
-Muchas gracias Beltrán, te agradezco de corazón los que me ayudaste a trabajar y también que tengas esa confianza en mis diseños, lo considero importante.
Mi hijo y yo esta vez nos miramos sonrientes y satisfechos. Ya se había ido la amargura del día anterior. Me prestó mucho ver cómo le explicaba a Norberto todos los pormenores del trabajo de aquella mañana. Él temía estropear la máquina cuando le dije por que había que cortar para construir la entrada del aire a la presión de la turbina de expulsión.
Tengo que decir con toda mi honradez, que al escribir este pasaje de mi vida, que tanto me hizo sufrir, me emociono un poco al recordar tanta lucha, tanta angustia. Porque las pase canutas y nunca me olvido del pasado que tan duro fue con migo. Ni yo mismo puedo calcular lo que luche ni tampoco lo que un hombre puede soportar algunas veces.
Aquella noche pudimos dormir, tal y como lo había previsto. Nunca olvidé aquella expresión del soldador, que pocas horas antes estaba amargado, dudando que saliera. La máquina sembraba a toda marcha y sin lanzar aquellos cañonazos de la tarde anterior. Se había conseguido suficiente capacidad de aire y la alimentación en su punto clave para armonizar la presión con la toma del material que era lo difícil de conseguir al principio. Y que solo se consiguió con la lucha y las pruebas necesarias aunque algunas veces reconozco que son demasiado duras, pero aguantar es vencer.
Aquel día de Reyes les invité a cenar. Su mejer la mí el y yo, para festejar con alegría el gran éxito. Mientras que cenamos los cuatro, la conversación siempre entorno a la maquina, fue una alegría para todos. Mi esposa también sufría por los fallos, pero vivía con alegría los éxitos de su marido. Aunque no me había dicho nada aquella noche también durmió muy poco.
La máquina que yo tanto deseaba ya era un hecho real. Sabía que la esperaban en la Estación invernal de esquí de Val grande Pajares. Todos estaban ilusionados pensando que la conseguiría, porque confiaban en mí. Porque sabían que ya había conseguido otras maquinas de mucha importancia.
Mientras que se construía esta máquina el director de esta estación de Pajares, tenía un proyecto para producir nieve artificial. Dado que en esa fecha nevaba muy poco y la pérdida de la estación por esta falta era mucha. Llamó a una empresa americana que estaba trabajando en los puertos del pirineo aragonés, montado unos cañones productores de nieve artificial. Llegó el encargado de aquella empresa y después de ver los terrenos y su estructura. Protestó diciendo que para hacer esas pruebas con los cañones de nieve, había que cubrir antes todo aquel paraje de paja y que llegaría agosto antes de terminarlo. Era un tío duro de convencer, me comento más tarde el director.
-Todo esto se cubre en una semana le dijo el director de la estación.
-¿Cómo? ¿A mano? le dijo el americano.
-No, con una máquina.
-Déjese de máquinas. En América tenemos una que costó más de seis millones de dólares, pesa 4000 kilos y no sirve para nada. Allí está tirada, donde se ha de pudrir.
-El dueño de la empresa que restaura todo esto, ayer mismo me prometió que en un plazo de diez a doce días estará terminada. Que puede sembrar un camión trailer diario de paja. Este señor no miente, lo que él dice es cierto yo confío en él le dijo, al americano.
-Además de la novedad de la maquina, es que el inventor no tiene manos y el mismo la fabrica con un ayudante. Le parecerá imposible pero es tan ciento como que estamos aquí. Ya tiene varios diseños de otras maquinas, es un fuera de serie.
El americano le miró sorprendido y dijo:
-Me gustaría conocer a ese señor, si eso es cierto, se hará rico en poco tiempo.
La sorpresa y satisfacción de la gente de la obra al escucharle fue impresionante, así mismo me lo contó el director.
En efecto, a los diez días haríamos la primera prueba en la estación de Pajares. Aquel día fue memorable, no solo para mí, sino también para la gente de la estación, que sumaban unos cincuenta hombres. Entre ellos estaban diez de los nuestros, que observaban contentos cómo funciona aquella máquina. No se cansaban de mirarla. Todos, sin excepción, se acercaron a mí para felicitarme. Hasta en los periodistas se apreciaba la satisfacción, con los que charlé acerca de cómo había sido la lucha en su construcción. Yo mismo los llevaba en mi BX 4×4 en los desplazamientos por la nieve. Les llamó la atención cómo conducía aquel coche por las pendientes, sobretodo en la subida al famoso Brañellín, allá por el llamado valle del Sol, con hielo y nieve en cantidad, pero mi coche navegaba con toda facilidad, pues todo lo hace la práctica en las montañas.
Después de trabajar hasta ya entrada la tarde, parecía que nadie tenía hambre. No nos cansamos de repartir paja por todo aquel gran territorio, hasta que el director dijo:
-Ya vale por hoy. Vamos a comer.
Bajamos a un buen restaurante, donde comimos todos juntos. Fue un día muy frío por lo mucho que había nevado, pero agradable y templado por la novedad de lo ocurrido. El periodista Sr. Gancedo lo consideró muy notable, así lo manifestó a toda página en la Nueva España. Valoró con sus afirmaciones el éxito de la máquina por tratarse de un diseño muy práctico, a la vez que desconocido y sin duda un poco sorprendente por ser diseñado y fabricado por un hombre en aquellas circunstancias.
A continuación describo literalmente lo que el periodista Luis Gancedo escribió:
Aun conservamos el periódico con dicho reportaje. Que por cierto fue muy popular entre la gente conocida que me felicitaron por conseguir la famosa maquina, lanzadora y picadora de paja.
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