Siempre me gustó hacer las cosas lo mejor posible, procurando evitar los errores que algunas veces surgen sin querer. Pero hay alguno que además de hacerlo mal, todavía intenta reírse de los demás.
Hasta hace pocos años la energía del alumbrado de las casas en nuestro pueblo como en otros mas era de 125 vatios. En la casa del vecino solicitaron pasar a 220 por haber comprado una lavadora. Cosa totalmente normal. La compañía de aquel tiempo HERCOA mandó a uno de sus electricistas a cambiar la potencia y por equivocación metió 220 a nuestra casa a la vez que la del vecino. La equivocación de aquel hombre fue normal y hasta se le puede disculpar porque otro electricista anteriormente, había hecho una chapuza. Había metido energía a la casa del vecino, por nuestra línea sin permiso, dado que cada uno tiene su línea, y que es propiedad ya que te obligan a pagarla al instalarla. Un buen día la acometida de la casa del vecino se cortó porque se cayó el poste y en lugar de poner otro, aquel electricista un“chapuzas”, fijo nuestra cometida en la pared de vecino. En lugar de ponerles un cable nevó, porque el que tenia se rompió, se le ocurrió darles energía por nuestra línea particular. Pasó algún tiempo hasta que me di cuenta de la trampa que había hecho, pero me callé porque podía parecerle mal al vecino. Ya qué la señora era mayor y un poco quisquillosa y para evitar problemas, quise más dejarlo así. Pensé que mi acometida aguantaría bien el consumo del alumbrado de las dos casas, pues yo aparte tenía otra línea de fuerza industrial para trabajar con diversas maquinas. No pensé en el daño que esto me iba ocasionar.
Pasaron dos años y cuando llegó el electricista a cambiarles el voltaje de la energía a 220 a la vez cambió el voltaje de nuestro alumbrado de la casa. Nadie sabía nada y se quemó la lavadora, la televisión, la nevera y varias lámparas del salón y de algunas habitaciones. Mi hija Mónica, era una niña, fue a la oficina y me dijo:
-Papá, la tele echa humo, la lavadora se paró, la nevera no alumbra ni mete ruido y las lámparas del salón tampoco.
Me acerqué a casa, cogí el comprobador y con sorpresa vi que había 220 en lugar de los 125. Llamé a la compañía, llegaron los de averías, comprobaron que había sido un error. Dijeron que ellos mismos avisarían al que había enganchado.
El electricista vivía en la barriada de serrallo, a solo 500 metros de distancia y tardo más de una semana en ir haber lo ocurrido. Llego un día y sin más, me dice.
-¿Cuánto te debo, Arsenio?
-¿Cómo que cuánto debes? ¿Es que tienes que pagarlo tú?
-Si no, ¿quién lo va a pagar? ¿Cuánto es?
-Suma treinta y cinco mil pesetas, le dije -¿Cómo te lo voy a cobrar si supone casi la paga del mes? Vete y que no pase más.
Se marchó y no me dio ni las gracias. Es un hombre con mal carácter y desagradecido. Nunca le reproché nada. Después de pasar cinco años, recibí una carta de otra empresa, Compañía eléctrica de Langreo, que por cierto es una buena compañía. Da un excelente servicio a sus clientes, y que yo bien la conocía. Suministraba energía a todos los pozos mineros de la zona y también a mi ganadería, situada a distancia de la finca donde vivía. En la carta me decían que por haber vendido la parte de suministro eléctrico de aquella zona en la que estaba nuestra ganadería, pasaba a la empresa ERCOA.
Les envié una carta diciendo que no me interesaba ese cambio, que prefería seguir con ellos, porque daban buen servicio y casi nunca se producían averías en sus líneas, mientras que la otra compañía era un desastre, sobretodo en el invierno con las tormentas. Se caía con mucha frecuencia las líneas de 5000 por lo vieja que era.
En una de estas tormentas se rompió una de los cables de alta tensión muy cerca de casa. Esta vez en un tramo a lado de la carretera. Mató a un raposo que por ser al atardecer ya deambula por allí para saciar su hambre en uno de los gallineros del pueblo. Se quedó agarrado a la tensión, donde quedo fulminado. A pesar del largo tiempo transcurrido no me olvidé de estas averías. Durante la carga y descarga de camiones, o trabajando con otras máquinas, nos quedábamos muchas veces sin poder trabajar y todo eso costaba dinero y tiempo, aparte ser un peligro para la gente. Muy cerca, en una de estas caídas, mató a Elena de La Molatera, a un burro y una baca que tenía en su finca. Esta gran mujer murió electrocutada siendo muy joven por el mal mantenimiento de las líneas. Fue a recoger a sus animales y se quedo con ellos fulminada.
Lo mismo era que la gente protestara que no. Como si cacarearan las gallinas, ni caso nos hicieron nunca
A la compañía que daba mal servicio no le gustó mi respuesta y envió un perito acompañado por otro individuo a verme.
¿Por qué no quiere usted pasara amuestra compañía?
Porque dan muy mal servicio. Con frecuencia se caen las líneas de alta tensión. Aparte del peligro que supone, nos quedamos sin poder trabajar. ¿Le parece poco? Además de quemarme todos los electrodomésticos de mí casa.
Aquel perito con brusquedad, descortesía y la cara más dura que el acero, me dijo.
-Eso es mentira.
Tan mal me pareció su contestación, y que pusiera en evidencia mi conducta delante de su acompañante, que con el mismo despotismo, le dije:
-Tiene usted muy poca educación y menos tacto para tratar con la gente que un asno. ¿Cómo se atreve a decir que es mentira? Yo no digo mentiras porque las detesto y también a los que las dicen. Le demostraré que es cierto.
-¿Cómo lo va demostrar? pregunto con el mismo tono de fierecilla que antes.
Vengan, les presentarte las pruebas. Les lleve a la casa del vecino para que ellos les expliquen lo ocurrió.
Los dos vecinos colaboraron con la verdad. Además de decirles los electrodomésticos que se quemaron, se quejaron del mal servicio que daban. Este sin vergüenza, que no se creía lo que acababa de oír, no tuvo más remedio que claudi9car, admitir la verdad y con otro tono dijo:
-Pero ¿cómo puede ser, si para esas cosas hay un seguro que lo paga todo? La culpa fue del electricista que le engañó. Era su obligación dar cuenta a su jefe y éste al seguro. Se lo hubiera pagado hasta el último céntimo.
¡Cómo sería mi asombro al oír aquellas afirmaciones! Me quedé de piedra, primero por la traición, y después por el comportamiento del maldito electricista. Desde luego a la compañía nada tuve que decirle, no iba ponerme a reclamar después de cinco años. Pero sí he de decir que el perito fue un sinvergüenza que no supo comportarse con la gente. En cuanto al electricista, no tiene calificativo su maldad y su falta de respeto a los demás. El tío se marchó tan tranquilo sin agradecer lo que hacía por él, al decirle: “¿cómo te lo voy a cobrar si casi es la paga del mes?” Si analizamos un poco su forma de proceder, ¿a qué conclusión hay que llegar ante la conducta de aquel individuo, que por no dar cuenta a su Jefe, me engañó y despreció mi nobleza, ante su traición? En lugar de regañarle, me dio pena y quise más perderlo antes de quitarle aquella cantidad de dinero a su paga, para evitar que las pasara apuradas. Es demasiado duro lo que hizo con migo Cuando se encuentra hoy conmigo mira a otra parte y no será por vergüenza, porque no creo que la conoce. Todavía me pregunto cómo puede haber un hombre de esta calaña y tan traidor. Si por casualidad leyera este artículo, siendo como es no, creo que le diera ni vergüenza de tanta traición, porque si fuera como debe ser un caballero, no hubiera hecho tamaña barbaridad.Siempre me gustó hacer las cosas lo mejor posible, procurando evitar los errores que algunas veces surgen sin querer. Pero hay alguno que además de hacerlo mal, todavía intenta reírse de los demás.
Hasta hace pocos años la energía del alumbrado de las casas en nuestro pueblo como en otros mas era de 125 vatios. En la casa del vecino solicitaron pasar a 220 por haber comprado una lavadora. Cosa totalmente normal. La compañía de aquel tiempo HERCOA mandó a uno de sus electricistas a cambiar la potencia y por equivocación metió 220 a nuestra casa a la vez que la del vecino. La equivocación de aquel hombre fue normal y hasta se le puede disculpar porque otro electricista anteriormente, había hecho una chapuza. Había metido energía a la casa del vecino, por nuestra línea sin permiso, dado que cada uno tiene su línea, y que es propiedad ya que te obligan a pagarla al instalarla. Un buen día la acometida de la casa del vecino se cortó porque se cayó el poste y en lugar de poner otro, aquel electricista un“chapuzas”, fijo nuestra cometida en la pared de vecino. En lugar de ponerles un cable nevó, porque el que tenia se rompió, se le ocurrió darles energía por nuestra línea particular. Pasó algún tiempo hasta que me di cuenta de la trampa que había hecho, pero me callé porque podía parecerle mal al vecino. Ya qué la señora era mayor y un poco quisquillosa y para evitar problemas, quise más dejarlo así. Pensé que mi acometida aguantaría bien el consumo del alumbrado de las dos casas, pues yo aparte tenía otra línea de fuerza industrial para trabajar con diversas maquinas. No pensé en el daño que esto me iba ocasionar.
Pasaron dos años y cuando llegó el electricista a cambiarles el voltaje de la energía a 220 a la vez cambió el voltaje de nuestro alumbrado de la casa. Nadie sabía nada y se quemó la lavadora, la televisión, la nevera y varias lámparas del salón y de algunas habitaciones. Mi hija Mónica, era una niña, fue a la oficina y me dijo:
-Papá, la tele echa humo, la lavadora se paró, la nevera no alumbra ni mete ruido y las lámparas del salón tampoco.
Me acerqué a casa, cogí el comprobador y con sorpresa vi que había 220 en lugar de los 125. Llamé a la compañía, llegaron los de averías, comprobaron que había sido un error. Dijeron que ellos mismos avisarían al que había enganchado.
El electricista vivía en la barriada de serrallo, a solo 500 metros de distancia y tardo más de una semana en ir haber lo ocurrido. Llego un día y sin más, me dice.
-¿Cuánto te debo, Arsenio?
-¿Cómo que cuánto debes? ¿Es que tienes que pagarlo tú?
-Si no, ¿quién lo va a pagar? ¿Cuánto es?
-Suma treinta y cinco mil pesetas, le dije -¿Cómo te lo voy a cobrar si supone casi la paga del mes? Vete y que no pase más.
Se marchó y no me dio ni las gracias. Es un hombre con mal carácter y desagradecido. Nunca le reproché nada. Después de pasar cinco años, recibí una carta de otra empresa, Compañía eléctrica de Langreo, que por cierto es una buena compañía. Da un excelente servicio a sus clientes, y que yo bien la conocía. Suministraba energía a todos los pozos mineros de la zona y también a mi ganadería, situada a distancia de la finca donde vivía. En la carta me decían que por haber vendido la parte de suministro eléctrico de aquella zona en la que estaba nuestra ganadería, pasaba a la empresa ERCOA.
Les envié una carta diciendo que no me interesaba ese cambio, que prefería seguir con ellos, porque daban buen servicio y casi nunca se producían averías en sus líneas, mientras que la otra compañía era un desastre, sobretodo en el invierno con las tormentas. Se caía con mucha frecuencia las líneas de 5000 por lo vieja que era.
En una de estas tormentas se rompió una de los cables de alta tensión muy cerca de casa. Esta vez en un tramo a lado de la carretera. Mató a un raposo que por ser al atardecer ya deambula por allí para saciar su hambre en uno de los gallineros del pueblo. Se quedó agarrado a la tensión, donde quedo fulminado. A pesar del largo tiempo transcurrido no me olvidé de estas averías. Durante la carga y descarga de camiones, o trabajando con otras máquinas, nos quedábamos muchas veces sin poder trabajar y todo eso costaba dinero y tiempo, aparte ser un peligro para la gente. Muy cerca, en una de estas caídas, mató a Elena de La Molatera, a un burro y una baca que tenía en su finca. Esta gran mujer murió electrocutada siendo muy joven por el mal mantenimiento de las líneas. Fue a recoger a sus animales y se quedo con ellos fulminada.
Lo mismo era que la gente protestara que no. Como si cacarearan las gallinas, ni caso nos hicieron nunca
A la compañía que daba mal servicio no le gustó mi respuesta y envió un perito acompañado por otro individuo a verme.
¿Por qué no quiere usted pasara amuestra compañía?
Porque dan muy mal servicio. Con frecuencia se caen las líneas de alta tensión. Aparte del peligro que supone, nos quedamos sin poder trabajar. ¿Le parece poco? Además de quemarme todos los electrodomésticos de mí casa.
Aquel perito con brusquedad, descortesía y la cara más dura que el acero, me dijo.
-Eso es mentira.
Tan mal me pareció su contestación, y que pusiera en evidencia mi conducta delante de su acompañante, que con el mismo despotismo, le dije:
-Tiene usted muy poca educación y menos tacto para tratar con la gente que un asno. ¿Cómo se atreve a decir que es mentira? Yo no digo mentiras porque las detesto y también a los que las dicen. Le demostraré que es cierto.
-¿Cómo lo va demostrar? pregunto con el mismo tono de fierecilla que antes.
Vengan, les presentarte las pruebas. Les lleve a la casa del vecino para que ellos les expliquen lo ocurrió.
Los dos vecinos colaboraron con la verdad. Además de decirles los electrodomésticos que se quemaron, se quejaron del mal servicio que daban. Este sin vergüenza, que no se creía lo que acababa de oír, no tuvo más remedio que claudi9car, admitir la verdad y con otro tono dijo:
-Pero ¿cómo puede ser, si para esas cosas hay un seguro que lo paga todo? La culpa fue del electricista que le engañó. Era su obligación dar cuenta a su jefe y éste al seguro. Se lo hubiera pagado hasta el último céntimo.
¡Cómo sería mi asombro al oír aquellas afirmaciones! Me quedé de piedra, primero por la traición, y después por el comportamiento del maldito electricista. Desde luego a la compañía nada tuve que decirle, no iba ponerme a reclamar después de cinco años. Pero sí he de decir que el perito fue un sinvergüenza que no supo comportarse con la gente. En cuanto al electricista, no tiene calificativo su maldad y su falta de respeto a los demás. El tío se marchó tan tranquilo sin agradecer lo que hacía por él, al decirle: “¿cómo te lo voy a cobrar si casi es la paga del mes?” Si analizamos un poco su forma de proceder, ¿a qué conclusión hay que llegar ante la conducta de aquel individuo, que por no dar cuenta a su Jefe, me engañó y despreció mi nobleza, ante su traición? En lugar de regañarle, me dio pena y quise más perderlo antes de quitarle aquella cantidad de dinero a su paga, para evitar que las pasara apuradas. Es demasiado duro lo que hizo con migo Cuando se encuentra hoy conmigo mira a otra parte y no será por vergüenza, porque no creo que la conoce. Todavía me pregunto cómo puede haber un hombre de esta calaña y tan traidor. Si por casualidad leyera este artículo, siendo como es no, creo que le diera ni vergüenza de tanta traición, porque si fuera como debe ser un caballero, no hubiera hecho tamaña barbaridad.Siempre me gustó hacer las cosas lo mejor posible, procurando evitar los errores que algunas veces surgen sin querer. Pero hay alguno que además de hacerlo mal, todavía intenta reírse de los demás.
Hasta hace pocos años la energía del alumbrado de las casas en nuestro pueblo como en otros mas era de 125 vatios. En la casa del vecino solicitaron pasar a 220 por haber comprado una lavadora. Cosa totalmente normal. La compañía de aquel tiempo HERCOA mandó a uno de sus electricistas a cambiar la potencia y por equivocación metió 220 a nuestra casa a la vez que la del vecino. La equivocación de aquel hombre fue normal y hasta se le puede disculpar porque otro electricista anteriormente, había hecho una chapuza. Había metido energía a la casa del vecino, por nuestra línea sin permiso, dado que cada uno tiene su línea, y que es propiedad ya que te obligan a pagarla al instalarla. Un buen día la acometida de la casa del vecino se cortó porque se cayó el poste y en lugar de poner otro, aquel electricista un“chapuzas”, fijo nuestra cometida en la pared de vecino. En lugar de ponerles un cable nevó, porque el que tenia se rompió, se le ocurrió darles energía por nuestra línea particular. Pasó algún tiempo hasta que me di cuenta de la trampa que había hecho, pero me callé porque podía parecerle mal al vecino. Ya qué la señora era mayor y un poco quisquillosa y para evitar problemas, quise más dejarlo así. Pensé que mi acometida aguantaría bien el consumo del alumbrado de las dos casas, pues yo aparte tenía otra línea de fuerza industrial para trabajar con diversas maquinas. No pensé en el daño que esto me iba ocasionar.
Pasaron dos años y cuando llegó el electricista a cambiarles el voltaje de la energía a 220 a la vez cambió el voltaje de nuestro alumbrado de la casa. Nadie sabía nada y se quemó la lavadora, la televisión, la nevera y varias lámparas del salón y de algunas habitaciones. Mi hija Mónica, era una niña, fue a la oficina y me dijo:
-Papá, la tele echa humo, la lavadora se paró, la nevera no alumbra ni mete ruido y las lámparas del salón tampoco.
Me acerqué a casa, cogí el comprobador y con sorpresa vi que había 220 en lugar de los 125. Llamé a la compañía, llegaron los de averías, comprobaron que había sido un error. Dijeron que ellos mismos avisarían al que había enganchado.
El electricista vivía en la barriada de serrallo, a solo 500 metros de distancia y tardo más de una semana en ir haber lo ocurrido. Llego un día y sin más, me dice.
-¿Cuánto te debo, Arsenio?
-¿Cómo que cuánto debes? ¿Es que tienes que pagarlo tú?
-Si no, ¿quién lo va a pagar? ¿Cuánto es?
-Suma treinta y cinco mil pesetas, le dije -¿Cómo te lo voy a cobrar si supone casi la paga del mes? Vete y que no pase más.
Se marchó y no me dio ni las gracias. Es un hombre con mal carácter y desagradecido. Nunca le reproché nada. Después de pasar cinco años, recibí una carta de otra empresa, Compañía eléctrica de Langreo, que por cierto es una buena compañía. Da un excelente servicio a sus clientes, y que yo bien la conocía. Suministraba energía a todos los pozos mineros de la zona y también a mi ganadería, situada a distancia de la finca donde vivía. En la carta me decían que por haber vendido la parte de suministro eléctrico de aquella zona en la que estaba nuestra ganadería, pasaba a la empresa ERCOA.
Les envié una carta diciendo que no me interesaba ese cambio, que prefería seguir con ellos, porque daban buen servicio y casi nunca se producían averías en sus líneas, mientras que la otra compañía era un desastre, sobretodo en el invierno con las tormentas. Se caía con mucha frecuencia las líneas de 5000 por lo vieja que era.
En una de estas tormentas se rompió una de los cables de alta tensión muy cerca de casa. Esta vez en un tramo a lado de la carretera. Mató a un raposo que por ser al atardecer ya deambula por allí para saciar su hambre en uno de los gallineros del pueblo. Se quedó agarrado a la tensión, donde quedo fulminado. A pesar del largo tiempo transcurrido no me olvidé de estas averías. Durante la carga y descarga de camiones, o trabajando con otras máquinas, nos quedábamos muchas veces sin poder trabajar y todo eso costaba dinero y tiempo, aparte ser un peligro para la gente. Muy cerca, en una de estas caídas, mató a Elena de La Molatera, a un burro y una baca que tenía en su finca. Esta gran mujer murió electrocutada siendo muy joven por el mal mantenimiento de las líneas. Fue a recoger a sus animales y se quedo con ellos fulminada.
Lo mismo era que la gente protestara que no. Como si cacarearan las gallinas, ni caso nos hicieron nunca
A la compañía que daba mal servicio no le gustó mi respuesta y envió un perito acompañado por otro individuo a verme.
¿Por qué no quiere usted pasara amuestra compañía?
Porque dan muy mal servicio. Con frecuencia se caen las líneas de alta tensión. Aparte del peligro que supone, nos quedamos sin poder trabajar. ¿Le parece poco? Además de quemarme todos los electrodomésticos de mí casa.
Aquel perito con brusquedad, descortesía y la cara más dura que el acero, me dijo.
-Eso es mentira.
Tan mal me pareció su contestación, y que pusiera en evidencia mi conducta delante de su acompañante, que con el mismo despotismo, le dije:
-Tiene usted muy poca educación y menos tacto para tratar con la gente que un asno. ¿Cómo se atreve a decir que es mentira? Yo no digo mentiras porque las detesto y también a los que las dicen. Le demostraré que es cierto.
-¿Cómo lo va demostrar? pregunto con el mismo tono de fierecilla que antes.
Vengan, les presentarte las pruebas. Les lleve a la casa del vecino para que ellos les expliquen lo ocurrió.
Los dos vecinos colaboraron con la verdad. Además de decirles los electrodomésticos que se quemaron, se quejaron del mal servicio que daban. Este sin vergüenza, que no se creía lo que acababa de oír, no tuvo más remedio que claudi9car, admitir la verdad y con otro tono dijo:
-Pero ¿cómo puede ser, si para esas cosas hay un seguro que lo paga todo? La culpa fue del electricista que le engañó. Era su obligación dar cuenta a su jefe y éste al seguro. Se lo hubiera pagado hasta el último céntimo.
¡Cómo sería mi asombro al oír aquellas afirmaciones! Me quedé de piedra, primero por la traición, y después por el comportamiento del maldito electricista. Desde luego a la compañía nada tuve que decirle, no iba ponerme a reclamar después de cinco años. Pero sí he de decir que el perito fue un sinvergüenza que no supo comportarse con la gente. En cuanto al electricista, no tiene calificativo su maldad y su falta de respeto a los demás. El tío se marchó tan tranquilo sin agradecer lo que hacía por él, al decirle: “¿cómo te lo voy a cobrar si casi es la paga del mes?” Si analizamos un poco su forma de proceder, ¿a qué conclusión hay que llegar ante la conducta de aquel individuo, que por no dar cuenta a su Jefe, me engañó y despreció mi nobleza, ante su traición? En lugar de regañarle, me dio pena y quise más perderlo antes de quitarle aquella cantidad de dinero a su paga, para evitar que las pasara apuradas. Es demasiado duro lo que hizo con migo Cuando se encuentra hoy conmigo mira a otra parte y no será por vergüenza, porque no creo que la conoce. Todavía me pregunto cómo puede haber un hombre de esta calaña y tan traidor. Si por casualidad leyera este artículo, siendo como es no, creo que le diera ni vergüenza de tanta traición, porque si fuera como debe ser un caballero, no hubiera hecho tamaña barbaridad.Siempre me gustó hacer las cosas lo mejor posible, procurando evitar los errores que algunas veces surgen sin querer. Pero hay alguno que además de hacerlo mal, todavía intenta reírse de los demás.
Hasta hace pocos años la energía del alumbrado de las casas en nuestro pueblo como en otros mas era de 125 vatios. En la casa del vecino solicitaron pasar a 220 por haber comprado una lavadora. Cosa totalmente normal. La compañía de aquel tiempo HERCOA mandó a uno de sus electricistas a cambiar la potencia y por equivocación metió 220 a nuestra casa a la vez que la del vecino. La equivocación de aquel hombre fue normal y hasta se le puede disculpar porque otro electricista anteriormente, había hecho una chapuza. Había metido energía a la casa del vecino, por nuestra línea sin permiso, dado que cada uno tiene su línea, y que es propiedad ya que te obligan a pagarla al instalarla. Un buen día la acometida de la casa del vecino se cortó porque se cayó el poste y en lugar de poner otro, aquel electricista un“chapuzas”, fijo nuestra cometida en la pared de vecino. En lugar de ponerles un cable nevó, porque el que tenia se rompió, se le ocurrió darles energía por nuestra línea particular. Pasó algún tiempo hasta que me di cuenta de la trampa que había hecho, pero me callé porque podía parecerle mal al vecino. Ya qué la señora era mayor y un poco quisquillosa y para evitar problemas, quise más dejarlo así. Pensé que mi acometida aguantaría bien el consumo del alumbrado de las dos casas, pues yo aparte tenía otra línea de fuerza industrial para trabajar con diversas maquinas. No pensé en el daño que esto me iba ocasionar.
Pasaron dos años y cuando llegó el electricista a cambiarles el voltaje de la energía a 220 a la vez cambió el voltaje de nuestro alumbrado de la casa. Nadie sabía nada y se quemó la lavadora, la televisión, la nevera y varias lámparas del salón y de algunas habitaciones. Mi hija Mónica, era una niña, fue a la oficina y me dijo:
-Papá, la tele echa humo, la lavadora se paró, la nevera no alumbra ni mete ruido y las lámparas del salón tampoco.
Me acerqué a casa, cogí el comprobador y con sorpresa vi que había 220 en lugar de los 125. Llamé a la compañía, llegaron los de averías, comprobaron que había sido un error. Dijeron que ellos mismos avisarían al que había enganchado.
El electricista vivía en la barriada de serrallo, a solo 500 metros de distancia y tardo más de una semana en ir haber lo ocurrido. Llego un día y sin más, me dice.
-¿Cuánto te debo, Arsenio?
-¿Cómo que cuánto debes? ¿Es que tienes que pagarlo tú?
-Si no, ¿quién lo va a pagar? ¿Cuánto es?
-Suma treinta y cinco mil pesetas, le dije -¿Cómo te lo voy a cobrar si supone casi la paga del mes? Vete y que no pase más.
Se marchó y no me dio ni las gracias. Es un hombre con mal carácter y desagradecido. Nunca le reproché nada. Después de pasar cinco años, recibí una carta de otra empresa, Compañía eléctrica de Langreo, que por cierto es una buena compañía. Da un excelente servicio a sus clientes, y que yo bien la conocía. Suministraba energía a todos los pozos mineros de la zona y también a mi ganadería, situada a distancia de la finca donde vivía. En la carta me decían que por haber vendido la parte de suministro eléctrico de aquella zona en la que estaba nuestra ganadería, pasaba a la empresa ERCOA.
Les envié una carta diciendo que no me interesaba ese cambio, que prefería seguir con ellos, porque daban buen servicio y casi nunca se producían averías en sus líneas, mientras que la otra compañía era un desastre, sobretodo en el invierno con las tormentas. Se caía con mucha frecuencia las líneas de 5000 por lo vieja que era.
En una de estas tormentas se rompió una de los cables de alta tensión muy cerca de casa. Esta vez en un tramo a lado de la carretera. Mató a un raposo que por ser al atardecer ya deambula por allí para saciar su hambre en uno de los gallineros del pueblo. Se quedó agarrado a la tensión, donde quedo fulminado. A pesar del largo tiempo transcurrido no me olvidé de estas averías. Durante la carga y descarga de camiones, o trabajando con otras máquinas, nos quedábamos muchas veces sin poder trabajar y todo eso costaba dinero y tiempo, aparte ser un peligro para la gente. Muy cerca, en una de estas caídas, mató a Elena de La Molatera, a un burro y una baca que tenía en su finca. Esta gran mujer murió electrocutada siendo muy joven por el mal mantenimiento de las líneas. Fue a recoger a sus animales y se quedo con ellos fulminada.
Lo mismo era que la gente protestara que no. Como si cacarearan las gallinas, ni caso nos hicieron nunca
A la compañía que daba mal servicio no le gustó mi respuesta y envió un perito acompañado por otro individuo a verme.
¿Por qué no quiere usted pasara amuestra compañía?
Porque dan muy mal servicio. Con frecuencia se caen las líneas de alta tensión. Aparte del peligro que supone, nos quedamos sin poder trabajar. ¿Le parece poco? Además de quemarme todos los electrodomésticos de mí casa.
Aquel perito con brusquedad, descortesía y la cara más dura que el acero, me dijo.
-Eso es mentira.
Tan mal me pareció su contestación, y que pusiera en evidencia mi conducta delante de su acompañante, que con el mismo despotismo, le dije:
-Tiene usted muy poca educación y menos tacto para tratar con la gente que un asno. ¿Cómo se atreve a decir que es mentira? Yo no digo mentiras porque las detesto y también a los que las dicen. Le demostraré que es cierto.
-¿Cómo lo va demostrar? pregunto con el mismo tono de fierecilla que antes.
Vengan, les presentarte las pruebas. Les lleve a la casa del vecino para que ellos les expliquen lo ocurrió.
Los dos vecinos colaboraron con la verdad. Además de decirles los electrodomésticos que se quemaron, se quejaron del mal servicio que daban. Este sin vergüenza, que no se creía lo que acababa de oír, no tuvo más remedio que claudi9car, admitir la verdad y con otro tono dijo:
-Pero ¿cómo puede ser, si para esas cosas hay un seguro que lo paga todo? La culpa fue del electricista que le engañó. Era su obligación dar cuenta a su jefe y éste al seguro. Se lo hubiera pagado hasta el último céntimo.
¡Cómo sería mi asombro al oír aquellas afirmaciones! Me quedé de piedra, primero por la traición, y después por el comportamiento del maldito electricista. Desde luego a la compañía nada tuve que decirle, no iba ponerme a reclamar después de cinco años. Pero sí he de decir que el perito fue un sinvergüenza que no supo comportarse con la gente. En cuanto al electricista, no tiene calificativo su maldad y su falta de respeto a los demás. El tío se marchó tan tranquilo sin agradecer lo que hacía por él, al decirle: “¿cómo te lo voy a cobrar si casi es la paga del mes?” Si analizamos un poco su forma de proceder, ¿a qué conclusión hay que llegar ante la conducta de aquel individuo, que por no dar cuenta a su Jefe, me engañó y despreció mi nobleza, ante su traición? En lugar de regañarle, me dio pena y quise más perderlo antes de quitarle aquella cantidad de dinero a su paga, para evitar que las pasara apuradas. Es demasiado duro lo que hizo con migo Cuando se encuentra hoy conmigo mira a otra parte y no será por vergüenza, porque no creo que la conoce. Todavía me pregunto cómo puede haber un hombre de esta calaña y tan traidor. Si por casualidad leyera este artículo, siendo como es no, creo que le diera ni vergüenza de tanta traición, porque si fuera como debe ser un caballero, no hubiera hecho tamaña barbaridad.Siempre me gustó hacer las cosas lo mejor posible, procurando evitar los errores que algunas veces surgen sin querer. Pero hay alguno que además de hacerlo mal, todavía intenta reírse de los demás.
Hasta hace pocos años la energía del alumbrado de las casas en nuestro pueblo como en otros mas era de 125 vatios. En la casa del vecino solicitaron pasar a 220 por haber comprado una lavadora. Cosa totalmente normal. La compañía de aquel tiempo HERCOA mandó a uno de sus electricistas a cambiar la potencia y por equivocación metió 220 a nuestra casa a la vez que la del vecino. La equivocación de aquel hombre fue normal y hasta se le puede disculpar porque otro electricista anteriormente, había hecho una chapuza. Había metido energía a la casa del vecino, por nuestra línea sin permiso, dado que cada uno tiene su línea, y que es propiedad ya que te obligan a pagarla al instalarla. Un buen día la acometida de la casa del vecino se cortó porque se cayó el poste y en lugar de poner otro, aquel electricista un“chapuzas”, fijo nuestra cometida en la pared de vecino. En lugar de ponerles un cable nevó, porque el que tenia se rompió, se le ocurrió darles energía por nuestra línea particular. Pasó algún tiempo hasta que me di cuenta de la trampa que había hecho, pero me callé porque podía parecerle mal al vecino. Ya qué la señora era mayor y un poco quisquillosa y para evitar problemas, quise más dejarlo así. Pensé que mi acometida aguantaría bien el consumo del alumbrado de las dos casas, pues yo aparte tenía otra línea de fuerza industrial para trabajar con diversas maquinas. No pensé en el daño que esto me iba ocasionar.
Pasaron dos años y cuando llegó el electricista a cambiarles el voltaje de la energía a 220 a la vez cambió el voltaje de nuestro alumbrado de la casa. Nadie sabía nada y se quemó la lavadora, la televisión, la nevera y varias lámparas del salón y de algunas habitaciones. Mi hija Mónica, era una niña, fue a la oficina y me dijo:
-Papá, la tele echa humo, la lavadora se paró, la nevera no alumbra ni mete ruido y las lámparas del salón tampoco.
Me acerqué a casa, cogí el comprobador y con sorpresa vi que había 220 en lugar de los 125. Llamé a la compañía, llegaron los de averías, comprobaron que había sido un error. Dijeron que ellos mismos avisarían al que había enganchado.
El electricista vivía en la barriada de serrallo, a solo 500 metros de distancia y tardo más de una semana en ir haber lo ocurrido. Llego un día y sin más, me dice.
-¿Cuánto te debo, Arsenio?
-¿Cómo que cuánto debes? ¿Es que tienes que pagarlo tú?
-Si no, ¿quién lo va a pagar? ¿Cuánto es?
-Suma treinta y cinco mil pesetas, le dije -¿Cómo te lo voy a cobrar si supone casi la paga del mes? Vete y que no pase más.
Se marchó y no me dio ni las gracias. Es un hombre con mal carácter y desagradecido. Nunca le reproché nada. Después de pasar cinco años, recibí una carta de otra empresa, Compañía eléctrica de Langreo, que por cierto es una buena compañía. Da un excelente servicio a sus clientes, y que yo bien la conocía. Suministraba energía a todos los pozos mineros de la zona y también a mi ganadería, situada a distancia de la finca donde vivía. En la carta me decían que por haber vendido la parte de suministro eléctrico de aquella zona en la que estaba nuestra ganadería, pasaba a la empresa ERCOA.
Les envié una carta diciendo que no me interesaba ese cambio, que prefería seguir con ellos, porque daban buen servicio y casi nunca se producían averías en sus líneas, mientras que la otra compañía era un desastre, sobretodo en el invierno con las tormentas. Se caía con mucha frecuencia las líneas de 5000 por lo vieja que era.
En una de estas tormentas se rompió una de los cables de alta tensión muy cerca de casa. Esta vez en un tramo a lado de la carretera. Mató a un raposo que por ser al atardecer ya deambula por allí para saciar su hambre en uno de los gallineros del pueblo. Se quedó agarrado a la tensión, donde quedo fulminado. A pesar del largo tiempo transcurrido no me olvidé de estas averías. Durante la carga y descarga de camiones, o trabajando con otras máquinas, nos quedábamos muchas veces sin poder trabajar y todo eso costaba dinero y tiempo, aparte ser un peligro para la gente. Muy cerca, en una de estas caídas, mató a Elena de La Molatera, a un burro y una baca que tenía en su finca. Esta gran mujer murió electrocutada siendo muy joven por el mal mantenimiento de las líneas. Fue a recoger a sus animales y se quedo con ellos fulminada.
Lo mismo era que la gente protestara que no. Como si cacarearan las gallinas, ni caso nos hicieron nunca
A la compañía que daba mal servicio no le gustó mi respuesta y envió un perito acompañado por otro individuo a verme.
¿Por qué no quiere usted pasara amuestra compañía?
Porque dan muy mal servicio. Con frecuencia se caen las líneas de alta tensión. Aparte del peligro que supone, nos quedamos sin poder trabajar. ¿Le parece poco? Además de quemarme todos los electrodomésticos de mí casa.
Aquel perito con brusquedad, descortesía y la cara más dura que el acero, me dijo.
-Eso es mentira.
Tan mal me pareció su contestación, y que pusiera en evidencia mi conducta delante de su acompañante, que con el mismo despotismo, le dije:
-Tiene usted muy poca educación y menos tacto para tratar con la gente que un asno. ¿Cómo se atreve a decir que es mentira? Yo no digo mentiras porque las detesto y también a los que las dicen. Le demostraré que es cierto.
-¿Cómo lo va demostrar? pregunto con el mismo tono de fierecilla que antes.
Vengan, les presentarte las pruebas. Les lleve a la casa del vecino para que ellos les expliquen lo ocurrió.
Los dos vecinos colaboraron con la verdad. Además de decirles los electrodomésticos que se quemaron, se quejaron del mal servicio que daban. Este sin vergüenza, que no se creía lo que acababa de oír, no tuvo más remedio que claudi9car, admitir la verdad y con otro tono dijo:
-Pero ¿cómo puede ser, si para esas cosas hay un seguro que lo paga todo? La culpa fue del electricista que le engañó. Era su obligación dar cuenta a su jefe y éste al seguro. Se lo hubiera pagado hasta el último céntimo.
¡Cómo sería mi asombro al oír aquellas afirmaciones! Me quedé de piedra, primero por la traición, y después por el comportamiento del maldito electricista. Desde luego a la compañía nada tuve que decirle, no iba ponerme a reclamar después de cinco años. Pero sí he de decir que el perito fue un sinvergüenza que no supo comportarse con la gente. En cuanto al electricista, no tiene calificativo su maldad y su falta de respeto a los demás. El tío se marchó tan tranquilo sin agradecer lo que hacía por él, al decirle: “¿cómo te lo voy a cobrar si casi es la paga del mes?” Si analizamos un poco su forma de proceder, ¿a qué conclusión hay que llegar ante la conducta de aquel individuo, que por no dar cuenta a su Jefe, me engañó y despreció mi nobleza, ante su traición? En lugar de regañarle, me dio pena y quise más perderlo antes de quitarle aquella cantidad de dinero a su paga, para evitar que las pasara apuradas. Es demasiado duro lo que hizo con migo Cuando se encuentra hoy conmigo mira a otra parte y no será por vergüenza, porque no creo que la conoce. Todavía me pregunto cómo puede haber un hombre de esta calaña y tan traidor. Si por casualidad leyera este artículo, siendo como es no, creo que le diera ni vergüenza de tanta traición, porque si fuera como debe ser un caballero, no hubiera hecho tamaña barbaridad.Siempre me gustó hacer las cosas lo mejor posible, procurando evitar los errores que algunas veces surgen sin querer. Pero hay alguno que además de hacerlo mal, todavía intenta reírse de los demás.
Hasta hace pocos años la energía del alumbrado de las casas en nuestro pueblo como en otros mas era de 125 vatios. En la casa del vecino solicitaron pasar a 220 por haber comprado una lavadora. Cosa totalmente normal. La compañía de aquel tiempo HERCOA mandó a uno de sus electricistas a cambiar la potencia y por equivocación metió 220 a nuestra casa a la vez que la del vecino. La equivocación de aquel hombre fue normal y hasta se le puede disculpar porque otro electricista anteriormente, había hecho una chapuza. Había metido energía a la casa del vecino, por nuestra línea sin permiso, dado que cada uno tiene su línea, y que es propiedad ya que te obligan a pagarla al instalarla. Un buen día la acometida de la casa del vecino se cortó porque se cayó el poste y en lugar de poner otro, aquel electricista un“chapuzas”, fijo nuestra cometida en la pared de vecino. En lugar de ponerles un cable nevó, porque el que tenia se rompió, se le ocurrió darles energía por nuestra línea particular. Pasó algún tiempo hasta que me di cuenta de la trampa que había hecho, pero me callé porque podía parecerle mal al vecino. Ya qué la señora era mayor y un poco quisquillosa y para evitar problemas, quise más dejarlo así. Pensé que mi acometida aguantaría bien el consumo del alumbrado de las dos casas, pues yo aparte tenía otra línea de fuerza industrial para trabajar con diversas maquinas. No pensé en el daño que esto me iba ocasionar.
Pasaron dos años y cuando llegó el electricista a cambiarles el voltaje de la energía a 220 a la vez cambió el voltaje de nuestro alumbrado de la casa. Nadie sabía nada y se quemó la lavadora, la televisión, la nevera y varias lámparas del salón y de algunas habitaciones. Mi hija Mónica, era una niña, fue a la oficina y me dijo:
-Papá, la tele echa humo, la lavadora se paró, la nevera no alumbra ni mete ruido y las lámparas del salón tampoco.
Me acerqué a casa, cogí el comprobador y con sorpresa vi que había 220 en lugar de los 125. Llamé a la compañía, llegaron los de averías, comprobaron que había sido un error. Dijeron que ellos mismos avisarían al que había enganchado.
El electricista vivía en la barriada de serrallo, a solo 500 metros de distancia y tardo más de una semana en ir haber lo ocurrido. Llego un día y sin más, me dice.
-¿Cuánto te debo, Arsenio?
-¿Cómo que cuánto debes? ¿Es que tienes que pagarlo tú?
-Si no, ¿quién lo va a pagar? ¿Cuánto es?
-Suma treinta y cinco mil pesetas, le dije -¿Cómo te lo voy a cobrar si supone casi la paga del mes? Vete y que no pase más.
Se marchó y no me dio ni las gracias. Es un hombre con mal carácter y desagradecido. Nunca le reproché nada. Después de pasar cinco años, recibí una carta de otra empresa, Compañía eléctrica de Langreo, que por cierto es una buena compañía. Da un excelente servicio a sus clientes, y que yo bien la conocía. Suministraba energía a todos los pozos mineros de la zona y también a mi ganadería, situada a distancia de la finca donde vivía. En la carta me decían que por haber vendido la parte de suministro eléctrico de aquella zona en la que estaba nuestra ganadería, pasaba a la empresa ERCOA.
Les envié una carta diciendo que no me interesaba ese cambio, que prefería seguir con ellos, porque daban buen servicio y casi nunca se producían averías en sus líneas, mientras que la otra compañía era un desastre, sobretodo en el invierno con las tormentas. Se caía con mucha frecuencia las líneas de 5000 por lo vieja que era.
En una de estas tormentas se rompió una de los cables de alta tensión muy cerca de casa. Esta vez en un tramo a lado de la carretera. Mató a un raposo que por ser al atardecer ya deambula por allí para saciar su hambre en uno de los gallineros del pueblo. Se quedó agarrado a la tensión, donde quedo fulminado. A pesar del largo tiempo transcurrido no me olvidé de estas averías. Durante la carga y descarga de camiones, o trabajando con otras máquinas, nos quedábamos muchas veces sin poder trabajar y todo eso costaba dinero y tiempo, aparte ser un peligro para la gente. Muy cerca, en una de estas caídas, mató a Elena de La Molatera, a un burro y una baca que tenía en su finca. Esta gran mujer murió electrocutada siendo muy joven por el mal mantenimiento de las líneas. Fue a recoger a sus animales y se quedo con ellos fulminada.
Lo mismo era que la gente protestara que no. Como si cacarearan las gallinas, ni caso nos hicieron nunca
A la compañía que daba mal servicio no le gustó mi respuesta y envió un perito acompañado por otro individuo a verme.
¿Por qué no quiere usted pasara amuestra compañía?
Porque dan muy mal servicio. Con frecuencia se caen las líneas de alta tensión. Aparte del peligro que supone, nos quedamos sin poder trabajar. ¿Le parece poco? Además de quemarme todos los electrodomésticos de mí casa.
Aquel perito con brusquedad, descortesía y la cara más dura que el acero, me dijo.
-Eso es mentira.
Tan mal me pareció su contestación, y que pusiera en evidencia mi conducta delante de su acompañante, que con el mismo despotismo, le dije:
-Tiene usted muy poca educación y menos tacto para tratar con la gente que un asno. ¿Cómo se atreve a decir que es mentira? Yo no digo mentiras porque las detesto y también a los que las dicen. Le demostraré que es cierto.
-¿Cómo lo va demostrar? pregunto con el mismo tono de fierecilla que antes.
Vengan, les presentarte las pruebas. Les lleve a la casa del vecino para que ellos les expliquen lo ocurrió.
Los dos vecinos colaboraron con la verdad. Además de decirles los electrodomésticos que se quemaron, se quejaron del mal servicio que daban. Este sin vergüenza, que no se creía lo que acababa de oír, no tuvo más remedio que claudi9car, admitir la verdad y con otro tono dijo:
-Pero ¿cómo puede ser, si para esas cosas hay un seguro que lo paga todo? La culpa fue del electricista que le engañó. Era su obligación dar cuenta a su jefe y éste al seguro. Se lo hubiera pagado hasta el último céntimo.
¡Cómo sería mi asombro al oír aquellas afirmaciones! Me quedé de piedra, primero por la traición, y después por el comportamiento del maldito electricista. Desde luego a la compañía nada tuve que decirle, no iba ponerme a reclamar después de cinco años. Pero sí he de decir que el perito fue un sinvergüenza que no supo comportarse con la gente. En cuanto al electricista, no tiene calificativo su maldad y su falta de respeto a los demás. El tío se marchó tan tranquilo sin agradecer lo que hacía por él, al decirle: “¿cómo te lo voy a cobrar si casi es la paga del mes?” Si analizamos un poco su forma de proceder, ¿a qué conclusión hay que llegar ante la conducta de aquel individuo, que por no dar cuenta a su Jefe, me engañó y despreció mi nobleza, ante su traición? En lugar de regañarle, me dio pena y quise más perderlo antes de quitarle aquella cantidad de dinero a su paga, para evitar que las pasara apuradas. Es demasiado duro lo que hizo con migo Cuando se encuentra hoy conmigo mira a otra parte y no será por vergüenza, porque no creo que la conoce. Todavía me pregunto cómo puede haber un hombre de esta calaña y tan traidor. Si por casualidad leyera este artículo, siendo como es no, creo que le diera ni vergüenza de tanta traición, porque si fuera como debe ser un caballero, no hubiera hecho tamaña barbaridad.
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