La Nueva España COMARCAS Lunes 1 de Marzo de 1.993
Arsenio Fernández, natural de Sotrondio, estrenó esta semana en la estación de esquí Valgrande – Pajares, una revolucionaría máquina de su invención, para proteger la capa vegetal del terreno de las inclemencias del tiempo. Su “lanzadora de paja” ya es de por sí un hecho notable, pero más lo es la personalidad de su diseñador. Arsenio Fernández no tiene manos. Las perdió hace treinta y ocho años, cuando era minero y le explotó un cartucho de dinamita en cada mano, en la fiesta de Santa Bárbara. Dos artefactos de acero inoxidable, goma y aluminio, también de su invención, le han permitido llevar una vida normal, diseñar complejas máquinas, llevar una empresa, formar una familia, o conducir un coche.
1. MANOS DE ACERO Y ALMA DE INVENTOR TITULO DE LA NUEVA ESPAÑA
Arsenio Fernández, que perdió las extremidades superiores, hace treinta y ocho años en un accidente, estrena en el puerto de Pajares una revolucionaria máquina de su creación para la restauración del terreno.
Pajares (Lena)
Luis Gancedo
Arsenio Fernández, de cincuenta y nueve años de edad vecino de Sotrondio, utiliza con frecuencia la palabra” lucha” para hablar de su vida. Hace 38 años perdió las dos manos en un día de Santa Bárbara, manejando dinamita. Sus “manos” desde entonces son de acero inoxidable, goma y aluminio. Le permiten llevar una vida normal, trabajar y, además, diseñar singulares artefactos. Las pistas de esquí del Puerto de Pajares fueron, esta pasada semana, testigo de ello. Arsenio, responsable técnico de una empresa familiar, estrenó en el alto de Brañellín una revolucionaria máquina de su invención para trabajos de protección del terreno.
“Cuando estoy trabajando en una máquina no me lo puedo quitar de la cabeza. Me absorbe”. Así explica Arsenio Fernández, su pasión por el diseño. Sus propias manos, unos “ganchos” que maneja con asombrosa naturalidad, son un invento suyo. “Fue lo primero que diseñé. Hice hasta ocho modelos distintos”.
Un aparato para cabruñar, un complejo mecanismo de apertura automática para el portón de su finca o una máquina de hidrosiembra, actividad a la que se dedica profesionalmente. Son algunas de sus otras invenciones, fraguadas un su taller, donde manipula hábilmente con el torno y el soldador.
2. LANZADORA DE PAJA
Su última creación es el “lanzador de paja“. Los llamados “pasos del Valle del Sol” de la estación Valgrande – Pajares están, desde esta semana, protegidos por una alfombra vegetal extendida con este “revolucionario” artilugio que se monta en un camión y que, con tuberías acopladas, envía la paja triturada a 450 kilómetros / hora. “La paja crea una capa térmica que protege la capa vegetal del terreno e, incluso, forma un colchón que suaviza las caídas a los esquiadores”, explicó Arsenio, ante su máquina lanzadora.
Tardó siete meses en completar el diseño. El resultado es un aparato que funciona impulsado por un motor de gasolina y que resulta notablemente más barato de cualquier otro ideado para el mismo y mucho menos pesado. Solo en Estados Unidos hay precedentes de una invención similar, aunque con prestaciones mucho más limitadas, que ni la usan por su poco rendimiento y difícil de manejar por su gran peso.
El de Arsenio Fernández es, según aseguraron los responsables de la estación Valgrande, un revolucionario invento con amplias perspectivas de comercialización.
Este singular inventor, que reparte su vida diaria entre la familia “es casado y padre de tres hijos” y su trabajo como empresario, era picador del Pozo “San Mamés”.
Cuando, en la festividad de Santa Bárbara del año 1954, un explosivo que intentaba detonar para festejar la Patrona, le estalló en las manos. Perdió ambas, como le ocurrió en las mismas circunstancias en distinto accidente y a pocas horas uno del otro, a otro minero amigo suyo. “En el hospital, él me decía que por qué no nos suicidábamos”, recordó para este diario con emoción.
Lejos de aceptar aquella terrible propuesta, Arsenio, “con el apoyo de su familia”, inició un largo proceso de rehabilitación en Madrid, donde destacó hasta el punto de que luego fue llamado para instruir a otras personas con problemas similares. Estudió por su cuente y se adentró, de forma enteramente autodidacta, en los secretos de la mecánica y el diseño.
“Fue una lucha durísima”, relató. Arsenio, con sus manos de acero inoxidable, se adentró en el mundo empresarial.
Empezó con una granja que llegó a tener hasta setecientos cincuenta cerdos y, a continuación, creó Abonos Montaña, autora material, entre otros trabajos, de recuperación medio ambiental y de explotaciones a cielo abierto de HUNOSA como Coto Vello, San Víctor, Braña del Río, Santo Emiliano, y otros más recientes, para La Minero Siderúrgica de Ponferrada” en la mina del Monte Lumajo, entre los puertos de Leitariegos y Somiedo. “Esto es pura ecología”, aseguró Arsenio, que se explaya ampliamente a la hora de hablar de semillas y sustancias minerales al tiempo que maneja, con visible habilidad, el volante de su coche con sus manos de acero.
Experimentado conductor y hábil fumador de puros
PAJARES, LENA
Arsenio Fernández decidió hace unos meses recoger en un vídeo algunos aspectos de su vida cotidiana. La cinta reproduce desde imágenes de su trabajo en el taller o en su despacho hasta las de su sobrecogedora habilidad para asearse, conducir o cavar con una pala en la finca que posee en Sotrondio.
Lo de conducir va, además, ligado a su faceta de inventor. Sacó el carnet en el año 1972 cuando ya no tenía manos, ante el asombro de muchos, tras idear un inédito mecanismo que le permite manejar la dirección y cambiar de marchas con impresionante facilidad. Diseñó una pieza que, adherida al volante, le permite encajar su mano izquierda y una especie de copa sobre la palanca de cambios para manipular las velocidades con la derecha.
“La gente se queda asombrada. Recuerdo en una ocasión, unos chavales pidieron permiso en un restaurante para verme comer”, explicó Arsenio, que también hábilmente se ayuda de sus pinzas metálicas para fumar puros siempre tras la comida.
“Las manos ortopédicas que me pusieron al principio no servían para trabajar porque eran de aluminio y, por tanto, muy frágiles. Con estas puedo desde coger la pala hasta llevar una pesada carretilla”, añadió sobre los aparatos que le han permitido desenvolverse, vivir y trabajar “como cualquier persona”.
“Nunca me he sentido discriminado. Antes bien he recibido siempre mucho apoyo de la gente” añadió.
Asegura que el diseño de su último invento le ha dejado bastante cansado. De sus buenos resultados da cuenta el hecho de que algunas estaciones más, han solicitado sus servicios. En unas pocas semanas, no obstante Arsenio Fernández abordará su próxima creación. “Intentaré quizás, una sembradora mecánica” y que pueda ser manejada por el hombre para trabajos de siembra manual, en lugares donde no pueda entrar un vehículo.
Este reportaje de la Nueva España, llevaba una fotografía de la máquina y dos mías, en el momento de las pruebas en Valgrande – Pajares.
Así son las cosas: el americano dijo que si era cierto el inventor sería rico. La máquina es un hecho, pero la riqueza no apareció.
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