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Cuando se enteró el capataz, que era el jefe del exterior, que me habían destinado al taller mecánico, llegó una mañana cuando Faustino jefe de taller le daba instrucciones al tornero para hacer un trabajo. Yo estaba destinado allí con este tornero. Sin saludarnos y dirigiéndose a Faustino le dijo, muy enfadado:

-Me parece muy bien que se premie a este piche por sus propios méritos, pero yo soy el Jefe y no se contó con migo para nada. No me opongo a que se le traslade a este lugar pero antes ha de hacerme un trabajo que nadie pudo hacer en doce años, ni albañiles ni camineros ni peones, y que pienso que con lo hábil que es te, pueda conseguirlo.

Faustino le preguntó, ¿qué clase de obra tan importante pode hacer el niño? El otro le explicó que se trataba de limpiar una alcantarilla que permanecía macizada desde hacía muchos años y que nunca pudieron limpiarla por su profundidad y no tener más que 30 x 30 centímetros de cavidad y por lo tanto muy difícil de trabajar. Aparte de no haber personal que pueda entrar, este pinche que es muy trabajador y dinámico, además de ser de poco cuerpo puede que entre y lo consiga.

De nada le sirvió a Faustino, exponerle lo peligroso de aquel tremendo trabajo.

-Yo no lo creo le dijo Faustino, es muy difícil por la profundidad y poco diámetro para poder trabajar. No puede dar la vuelta, tiene que salir arrastrando su cuerpo y con esa humedad y la finura de las natillas no podrá moverse. En mi opinión le dijo, no lo metería ¿si no puede entrar más que él y le pasa algo cómo lo sacamos? Hay que contar con la longitud tan grande que es de unos setenta metros y que la ventilación será muy escasa, hasta puede que haya gases. Esta cantarilla lleva un montón de años parada y esta macizada de unas finas natillas que no dejan salir los gases de la putrefacción que hubo, lo suficiente como para matar por asfixia. ¿Cómo lo investigamos después de que haya una desgracia?

Faustino no quería que me metiera en aquel trabajo. El capataz todo lo pintaba muy fácil, diciendo que era de una necesidad vital para la maniobra de todo el exterior, y que Faustino lo sabía tan bien como él. A diario muchos trenes descarrilaban, pocos se libraban de tan mal punto.

Se trataba de un problema de la tolva de la tierra, al cargar los trenes, por la existencia de un badén y al no salir el agua por el atasco de la alcantarilla, todos los trenes descarrilaban. No se podía ver el carril de la vía por el agua junto con la tierra y costeros que invadían toda la vía. El tren se salía de ésta. Si se conseguía limpiar esta alcantarilla, que nacía precisamente debajo de esta tolva del antiguo lavadero de carbón. Por ésta desaguaría toda el agua de la cadena de la tierra y el problema quedaría resuelto. Prieto siguió diciendo que yo lo podía hacer.

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