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 A los diez años comencé a trabajar de arriero. Si la esclavitud ya era dura, la de arriero peor, a luchar con el barro los charcos de agua y los sacos con 50 kilos de carbón que pesaban más que yo. Con mi burro y mi caballo bregando por aquellos caminos de fango y con la pendiente de las montañas, la lluvia y tormentas. Frio no lo pasaba porque el esfuerzo del trabajo produce calor. Era demasiado lo que llovía y el barro y agua permanecía hasta mitad del verano. Casi nunca se secan estos caminos intransitables y peligrosos por sus enormes pendientes, monte abajo donde los animales resbalaban y se caían con frecuencia.

Aparte del fuerte trabajo, que lo es para los mayores, y sobre todo para mi corta edad, las cosas se pusieron que ardían. Comenzaron a perseguir a los chamiceros con grandes multas, juicios y detenciones, hasta los llevaron a la cárcel. Además de hundir los chamizos de toda la zona. Pusieron de jefe a un mal individuo, que con tal de quedar bien con la Empresa, no cesaba en su empeño de perjudicar al pobre. Se presentaba con dos peones y la guardia civil, y ponían dinamita, le daban fuego y abajo con todo lo que había. Alegaba que estaban fuera de la ley.

Que hay muchas leyes todos lo sabemos, pero la pregunta que se le puede hacer a ese individuo, o a quien sea, es que leyes hay muchas, pero ¿quién las cumplía en ese tiempo? Solo eran leyes para los trabajadores esclavos. En ese tiempo el pez gordo traga al pequeño, y sin esconderse, eso ya lo sabemos. Pero lo que no admitía ese jefe, ni la empresa, era que la ley también dice que hay que dar al trabajador que enfermo en la mina, la pensión necesaria para vivir y en función del grado de silicosis y su estado. Está muy claro que pudo haber sido más flexible y no machacar con tanta dureza a los desamparados mineros silicóticos, que si no trabajaban en los chamizos porque otra cosa no había, se morían de hambre ellos y sus hijos, por las míseras pensiones que les dejaron. Esas atrocidades que cometieron con los mineros enfermos, y con los asnos también porque nos explotaron al máximo de nuestro posible rendimiento, fueron poco menos que un crimen con el personal.

 Ese pecado lo llevaban dentro de su ser y si es verdad que todo se paga, un poco de resquemor sí que tendrán porque saben lo mal que se portaron. Solo con pensar que con sus acciones a parte del mal trato con la gente que les daban quemaba el pan de muchos inocentes, sin más recursos que el trabajo, a pesar de estar enfermos y sabiendo lo poco que les quedaba de vida, es terrorífico lo que sufrieron.

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