En aquel tiempo cuando iba con mi burro a moler al molino de la chala en Pola de Laviana, muchas veces me encontraba por el camino con una señora ya muy mayor, Virginia de La Molatera Blimea, que con su fárdela de maíz en la cabeza se desplazaba andando desde La Molatera a La Chalana. Al verla me bajaba del burro para pasarle su cargamento al burro. La pobre señora, que ya estaría cansada me lo aceptaba con agrado y cogiendo el animal por el ramal voy a su lado para hacerle compañía en todo el viaje. Sentía pena por dejarla sola aunque ya la había librado del peso de su maíz. Ya tenía muchos años la pobrecilla pero caminaba siete kilómetros para ir y otros tantos para la vuelta, aguantando tanto peso y caminando a largo paso. Era una mujer muy buena y con mucho arte. Seguro que para otra persona de su edad ya le resultaría muy difícil el subir la cuesta que desde la carretera hay a La Molatera, que está situada en el margen derecha subiendo a San Mamés. A Virginia siempre la apreciamos mucho por lo buena que era con nosotros. Íbamos a su casa a tomarnos la medida para hacernos los pantalones que Elena, su hija nos confeccionaba durante algunos años cuando erramos niños.
Elena, lo mismo que su madre era muy buena persona y muy trabajadora, tuvo mala suerte, una descarga eléctrica la mató. Un día de tempestad fue a recoger a una vaca y a su burro que pastaban en un prado de su propiedad, a lado mismo de la carretera antes de comenzar la gran cuesta que haya hasta el pueblo. Entró en la pradera, vio que el burro estaba tumbado, fue a levantarlo y no se percató de que estaba muerto, ni tampoco vio el cable de alta tensión de la línea eléctrica que alimentaba nuestro valle y el de La cerezal y Santa Barbará, que se había caído al suelo con la tormenta. Al coger el burro la descarga la dejó seca, la pobre y buena mujer cayó fulminada, y se quedó Virginia sin su hija y sin la vaca, el burro. Este animalito era el que tenia para ir a moler a la chalana, que ella siempre llevaba. Aquella desgracia fue muy dolorosa para su madre, ¡cuánto sufrió por su hija! Todos los que las conocimos pasamos mucha pena por ellas, eran muy buena gente.
En aquellos tiempos la línea del servicio eléctrico de 5000, que alimentaba los pueblos de nuestra zona. Se caía con mucha frecuencia por lo vieja y mal atendida que su compañía la tenia. Hasta las alimañas se quedaron electrocutadas algunas veces, sobre todo la raposa, que andaba por todas partes en busca de las gallinas.
Deja una respuesta