El carbón era en aquel tiempo, la única materia energética que disponía la nación, era necesario para los barcos de guerra y de pesca; para las locomotoras de los trenes, que todas eran a vapor; para las máquinas de extracción de los pozos, de donde se extrae el mismo carbón; para las fundiciones de hierro, centrales térmicas donde se produce la energía eléctrica; fabricación de benceno, grasas y aceites, muy importantes para los engrasados de la maquinaria en general; para “atizar” las cocinas de la población; además de un montón de subproductos derivados de éste que eran de primera necesidad para toda la nación.
Fue un producto indispensable en aquel tiempo, todo dependía del apreciado carbón. Todavía hoy se emplean varios subproductos que salen del carbón y que en menos escala aún permanecen en el mercado.
No existía ni el petróleo, y la gasolina era muy escasa, no había coches ni carreteras a los pueblos. El carbón era importante para todo, y por eso devolvieron de los frentes de la guerra a los que eran picadores del preciado mineral, Fue una riqueza, dió trabajo a miles de personas durante muchos años y fue el motor de la economía española, y, Asturias, una de las provincias más ricas del país, creo que estaba en tercer lugar de las mejores en economía. Hubo un tiempo en que aquí se vivió muy bien, como zona rica que era. Había dinero, había de todo. Fue época de vacas gordas, así lo llamo la gente.
¡Lo que son las cosas! En cambio, hoy, es una de las provincias más pobres del país. Cerraron las minas. El carbón, sin valor en la era del petróleo. Así se escribe la historia, todos esperamos con impaciencia que nuestra región levante su débil economía y no tengan que seguir emigrando nuestra juventud. Mi hijo Norberto, especialista en psiquiatría, lo mismo que mucha gente más si querían ganarse el pan, tuvieron que emigrar a distintas partes del continente.
La decadencia del carbón comenzó en la última década del dos mil, a causa de la industria del petróleo y sus derivados. Esto nos dejó como los más pobres de España: paro, emigración y una baja economía, la que no se sabe cuando volveremos a recuperar.
En aquellos años de tanta guerra y hambre, vuelve a aumentar la familia. Nacía una bonita niña que volvía a traer la alegría a la casa hasta el punto de que mis padres decidieron ponerle el nombre de Laudina en honor a la otra hermana que había muerto del “mal de moda”. La familia siguió aumentando año tras año hasta llegar a nacer 15 hermanos, sobreviviendo 14.
A pesar de tantas necesidades y de ser una larga familia, siempre nos llevamos muy bien. Me acuerdo de alguna gente que nos decía: “¡vaya familia más unida!, presta veros juntos trabajando” pocos hay tan unidos. Cierto es que siempre trabajamos con arte y decisión y todos a cual más.
Un domingo llegó a nuestra casa un hermano de mi padre, Benjamín, nos vio comer a todos, se quedó mirando y, muy sorprendido de cómo comíamos y a qué velocidad, dijo a mis padres:
Me asombra ver comer a este rebaño de niños, con qué ganas lo hacen mientras que el mío no come de casi nada.
Hermano, para tu hijo la receta te la doy yo, y no falla, comerá como los míos en muy poco tiempo le dijo mi padre con una sonrisa. Mándalo para nuestra casa con éstos y en pocos días comerá como ellos y añadió: ¿No te das cuenta, que al tuyo le sobra comida y los míos están casi siempre hambrientos?
Deja una respuesta