El invierno de 2003 fue lluvioso y frío, sin duda uno de los más crudos de los últimos años. Dado que la calefacción de hilo radiante de nuestro piso solo calienta por la noche, por el día está frío. Sobretodo estando parado escribiendo al ordenador. Por ese motivo pensamos en atizar la chimenea que tenemos en el salón. El problema era el manejar la leña y almacenarla, ya que ocupaba mucho lugar y como la cochera solo es de dos plazas, entre el coche y algún traste que hay poco podría colocar. A parte de la molestia de transportarlo desde la calle donde lo bascularían.
Después de darle vueltas al tema, pensé en darle una solución. Lo más apropiado sería traer la leña en fajos de 15 ó 20 kilos, atados y preparados para manejarlos con facilidad, ya que de esa forma se podrían almacenar más de 1000 kilos en un pequeño rincón de la cochera. Aparte de lo fácil que resultaría llevarlos al piso. Después de resolver este problema y de hacer el diseño. A pareció otro problema: el que vendía esa leña no quiso atarla porque decía que se perdía mucho tiempo. Por ese motivo había que buscar otra solución.
Pensé en construir un artefacto metálico para hacer los fajos con rapidez. Preparé un sistema en forma circular provista de 4 pivotes, dos a cada lado, para colocar las cuerdas antes que la madera. En un momento se colocaba la madera quedando en la forma del fajo. Se ata con rapidez y se ahorraba mucho tiempo, aparte de lo práctico que es. Para poder manejarlo con más facilidad preparé una agarradera, que se coloca entre las dos cuerdas para llevarlo como si fuera una maleta. Lo colocas en su sitio, ladeas la agarradera hacia un lado y suelta el fajo. A por otro viaje más. Con este sistema se pude cargar cantidad sin pérdida de tiempo.
Hacía unos cuantos días que ya tenía el croquis preparado. El jueves 13 de febrero madrugamos para ir a la finca de Sotrondio y me puse a su construcción. Trabajé de nueve de la mañana a nueve de la noche, solo paré un momento para comer, pero lo terminé precisamente en el momento que llegaba mi yerno Miguel de trabajar.
-¿Qué invento es este Arsenio?- me preguntó mientras lo miraba con mucha atención.
-Llegas a tiempo, acabo de terminarlo y en este momento lo vamos a probar. Ya verás que práctico es.
Salimos de la nave hacia donde teníamos la leña. Le pusimos las dos cuerdas y se hicieron los tres primeros fajos. No dejaba de mirarlo y al final me dijo:
-Es cojo nudo. Vaya cosa más práctica. No sé cómo te las arreglas, tienes solución para todo.
-Hay que procurar trabajar con la cabeza y menos con los brazos, para hacer los trabajos sin demasiados esfuerzos y con rapidez.
-Eso sí que es cierto, pero hay que tener cabeza para hacer los inventos que tú haces y eso no es fácil. Tú saliste con esa suerte de ser inventor y no te falla nada. La prueba es que cada poco haces un nuevo invento.
-La necesidad obliga, ¿cómo me iba arreglar yo sin manos para trabajar, si no fueran estos diseños? A parte de que me gusta hacer cosas nuevas, sin trabajar no se puede vivir.
Eso es cierto pero lo bueno es que tú tienes cabeza para los inventos, si me hubiera pasado ama, poco o nada iba hacer. Para ser inventor hay que nacer con ello. Aunque perdiste las manos, Dios tedio una inteligencia que no fallas en lo que te propones y eso es muy importante.
-Hay que moverse, porque a casa no te lo traen, además el trabajo me divertido y es salud. Yo no soporto el estar sin hacer nada, mirando como corren los aires. Esta era una frase de mis padres que también fueron muy trabajadores. Yo creo que eso se lleva en la sangre, por eso hay un dicho que dice. El roble siempre producirá roble y la figal siempre será figal.
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