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El miércoles 29 de enero del 2003, a las nueve de la mañana, íbamos mi esposa y yo hacía Oviedo. Yo tenía que ir a reconocimiento médico de sanidad para renovar mi carnet de conducir. Cuando pasábamos a la altura de la gasolinera de la utopista sonó el móvil. Era Nieves nuestra consuegra, que nos llamaba para decirnos que si podíamos ir a relevar a nuestra hija Ana, que estaba con Jesús, su hijo, en el hospital de Jarrio, lo habían operado del apéndice.

Jesús estaba en clase como todos los días cuando empezó a encontrar mal. Su maestra se dio cuenta y llamó a la familia para que fueran a llevarlo al médico. Su madre cogió el todo terreno y lo llevo al médico. Aunque no le encontraba nada, los dolores  seguían. Temiendo que fuera el apéndice, le mandó al hospital donde le tuvieron a observación todo el día. Después de explorarlo y sacarle análisis de sangre, el médico decidió que sería mejor operarlo. Temía que por la mañana fuera peor. A las once de la noche lo llevaron al quirófano y a las doce ya lo llevaron a su cama donde permaneció solo dos días.

La primera noche se quedó la madre y la segunda el padre. Durante el día lo cuidábamos mi esposa y yo. No le gustaba estar solo ni un momento. En cuanto llegamos a su habitación dijo a su abuela muy silenciosamente

-Abuelita, si me llevan otra vez, vas tú conmigo, no me dejes solo.

El pobrecillo sentía miedo, solo tenía diez añinos y el miedo es libre hasta para los mayores, Todos queremos estar protegidos por los nuestros. Yo bien lo sabía por experiencia propia, la compañía de la familia es importantísima a cualquier edad, y en todo momento.

En efecto siempre estuvimos con él para que no lo pasara mal.

Como no dejaban estar allí más que a uno, yo tuve que salir a pasear por Navia, a la vez que aprovechaba para comer y llevarle comida a mí esposa para  que Jesús no estuviera solo.

En un momento que íbamos tomar un café a la cafetería de allí, Jesús nos decía:

-Solo dos minutos ¿eh?

-Sí, en un momento estamos aquí.

Todo salió muy bien y el viernes después de comer lo llevamos a casa. Aunque con un poco de tirón en los puntos, fue muy tranquilo, en ningún momento dio signos de molestias.

Casi siempre que uno va a un hospital se encuentra con cosas demasiado duras. Esa vez conocimos a un niño de 16 años que lo había apuñalado otro niño de 15 por la espalda. Este niño se encontraba con otros niños en un lugar de recreo en su mismo pueblo.

Llegó un forastero y sin darse cuenta ni decirle nada le clavó una navaja por la espalda, y sin conocerle de nada. El niño era extranjero y había llegado de vacaciones con su familia, por eso no conocía al otro niño. La pregunta: ¿es por qué llevaba una navaja aquel niño de 15 años? Este caso ocurrió unos días antes en el vecino pueblo de mi familia en Cadabedo Luarca.

Aquella puñalada fue en el lado derecho, de ser en el izquierdo pudo haber sido mortal, ya que fue a la altura apropiada para ir al corazón.

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