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El 26 de Noviembre del 2002, como todos los años fue la feria del Mercaon de Cabañaqinta Aller. A pesar de estar en el otoño, en Candas había un bonito día soleado y muy apacible. Más bien perecía un día de primavera. Salimos de Candás con una temperatura agradable, pero a medida que avanzábamos hacia el interior iba enfriando. Había una helada tan blanca como si hubiera nevado.

Esta es una de las ferias más importantes de nuestro País en ganado vacuno y equino, a pesar del tremendo frío, había mucha gente.  Siempre fue costumbre de todos los mayores de nuestra zona el ir a esa importante feria allerana. Ya lo hacían nuestros padres y abuelos en aquellos tiempos que no había carretera. Iban a través de los montes del cordal, caminando por unos simples senderos de monte muy estrechos y con muchas subidas y bajadas. Tenían que pasar por la falda del Pico Tres Concejos con una altitud de 1.250 metros y muchas veces ya cubierto de nieve en el mes de Noviembre. En aquel tiempo se decía: el día todos los santos la nieve por los cantos. Era una caminata de tres horas para ir y otras tantas para regresar. Lo bueno sería haber tenido un buen caballo para no ir a pie, pero no era posible por los malos tiempos que corrían: había mucho trabajo y poco dinero.

Es costumbre de los que vamos a comprar un animal madrugar para estar presentes cuando llega el  ganado, aunque algunos ya los llevan a dormir al recinto de la feria el día antes y los más espabilados llegan ese día también para hacer algunas compras, siempre buscando lo mejor y lo más barato.

Todos los años después de retirarme del trabajo y dejar de ser ganadero, solíamos, en los primeros días de Octubre, comprar un ternero para cebarlo tres meses para hacer el samartín y dejar provisiones de buena carne en el congelador. Esta vez por no disponer de tiempo libre no me desplacé al puerto de San Isidro, por lo que pensaba comprarlo en la feria.

Nos acompañaron mi hijo Norberto y su esposa y la niña Alejandra. Pasamos casi toda la mañana en la feria pero no nos fue posible comprar; no había mucho ganado y los precios eran muy altos. Pensé que lo mejor sería ir a comer por el alto Aller y dejarlo para otro día para comprar por un pueblo.

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