Es muy notable la diferencia tan importante de cómo se crían los niños en estos tiempos. Bien alimentados, bien vestidos y con una preparación muy superior a la que había cuando yo era niño. No hay comparación posible con aquellos años. No había comida ni ropa ni la cultura de hoy.
Da la impresión de que son hasta más inteligentes. Cuando yo tenía la edad de Jesús mi nieto, no sabía bien ni el abecedario. El con solo seis años ya maneja la ortografía y las matemáticas. Mientras escribo algunas veces le gusta mucho mirar y aprovecho para examinarlo. Procuro escribir con faltas de ortografía para que él me las corrija. Enseguida dice, Guelito eso es una falta corrígela. Me deja asombrado del gran cambio que en poco tiempo dio en los estudios. Lo comenté con sus padres y les pregunté cómo es posible ese cambio tan notable y rápido.
-Muy fácil papá, me dijo Ana mi hija. Le cambiado el maestro por una maestra. Esta mujer es especial para educar. En poco tiempo sus alumnos han cambiado un montón. Los enseña con una facilidad, que los alumnos todos cambiaron muchísimo.
Es aquí donde hay tela marinera.
Es muy importante tener un buen profesor, pero tan importante es que los padres controlen y vigilen a los hijos, no solo para darles de comer o hacer que lo pasen bien, sino también para saber cómo van los estudios. Eso es tan importante como el resto de los deberes de los padres. Cierto es que hay que cuidarles y procurarles una vida sana y agradable, pero también lo es conseguir que estudien, porque es tan necesario con el pan de cada día.
Además de enseñarles a que se apliquen, hay que enseñarles que respeten al profesor. Todo esto es muy necesario para que una persona pueda trabajar, enseñar y cumplir con su deber. Hay que dar al profesor un margen de confianza. O somos humanos y nos comportamos y respetamos a cada uno, como queremos que nos respeten a nosotros, o fallamos desconfiando hasta del profesor de nuestros hijos. La forma de enseñar a los niños es muy importante como para jugar con ella, dejando al niño a su merced y que actúe como él cree que debe hacer. No podemos olvidar que nacemos desnudos e inocentes y que vamos a ser en la vida lo que nos enseñen, primero nuestros padres y después al incorporarse a los estudios los profesores. Pero siempre bajo el control de los padres.
Hay un proverbio que dice: el que solo se haya tenido así mismo como profesor, siempre estará como un pollino.
Hay que confiar y creer en las personas, porque si tuviéramos que vivir aislados, solos a nuestras expensas, desde luego lo íbamos a pasar muy mal. No podemos olvidar que todos dependemos unos de otros, de la familia, del profesor que nos enseña, del médico que nos cura, del amigo, del vecino que nos ayuda muchas veces o del que te encuentras por la vida y desinteresadamente te echa un cable cuando lo necesitas. Todos sabemos que algunas veces nos encontramos con sorpresas, eso está muy claro. Pero eso no es óbice para que desconfiemos de todo el mundo. Hay que saber con quién te la juegas y es ahí donde tienes que con mucha vista, valorar al que tienes en frente y procurar saber el comportamiento de cada uno.
Hay que procurar no equivocarse y respetar, cambiando de tercio si fuera necesario, para no actuar sin conocimiento de causa y valorar erróneamente sin causa justificada. Cosa que puede perjudicarnos a nosotros mismos al no darnos cuenta de nuestro propio error. Es bueno controlar y saber cada día lo que ocurre en todos los órdenes de la vida, pero sobre todo lo concerniente a nuestros pequeños, a los que tanto adoramos y queremos. Si la enseñanza en el colegio es importante, tanto lo es la enseñanza de los padres.
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