A medida que pasan los años y caminas por la vida, aprendes cosas muchas veces con sorpresas y muy interesantes. He visto un bonito documental de las aves del paraíso que describo por lo agradable e importante que resulta. Sobre todo cuando ves a los animales comportarse y practicar costumbres muy parecidas a las de los humanos. Es algo digno de contemplar.
En Australia hay varias familias de aves que se llaman Aves del Paraíso, creo que este nombre pueda ser por la forma de vida que llevan y sus costumbres tan maravillosas como llamativas. Hay distintas familias, cada una de diferente color y distinto plumaje, siempre a cuál más bonito. Los machos de una clase son totalmente azules y muy brillantes. Las hembras son de color pardo, tirando a ceniza, aunque con una ligera diferencia entre unas y otras, unas un poco más oscuras y otras más claras. Estos animalitos hacen pareja para toda su vida con la misma hembra. A la hora de cortejar a la que quieren conquistar, actúan de una forma muy curiosa.
En su época de jóvenes conquistadores lo primero que hacen es la casa y la adornan lo mejor posible. La casa de este macho azul es en forma de choza de hierbas y de gran tamaño. Es muy peculiar, redonda con el techo muy bien acoplado y con una ligera pendiente para evitar que las lluvias la mojen. De tal forma que no entran el agua ni los bichos, que puedan molestarles. Tiene un acabado muy fino y llamativo. Además de grande, pues las aves son del tamaño de un urogallo o un poco más, allí se crían los polluelos que al final ocupan gran espacio.
Cuando termina la casa, empieza un trabajo de adorno de su antojana. Limpia todo lo que hay delante de la puerta de entrada, pues siempre la hace en el suelo. Después de esta gran limpieza prepara regalos que ofrecerá a la que puede ser su compañera de por vida. En este caso una colección de distintos objetos, piedras de algún mineral que recoge donde pueda y frutas de distintas clases, pero sobre todo en lugar estratégico, en lo alto de la entrada coloca lo que será como su escudo, su símbolo. Cuelgan de unas ramas unos frutos como ciruelas totalmente azules, igual que su color para que la hembra se fije mejor en él. El resto lo coloca a los dos lados de la entrada de la casa. Todo en una posición muy curiosa y siempre para llamar la atención de la hembra que vendrá a visitarlo cuando él haya terminado, que es cuando la invita a su casa.
Aunque cada clase lo hace de distinta manera, éste en particular, una vez que termina la casa y todo colocado en orden, vuela a un árbol cercano donde espera a la hembra que está observando desde los arboles, buscando su pareja. Éste la mira y en su lengua la invita a volar hasta su casa. La hembra a su llegada entra en la casa, la mira detenidamente, mientras que el macho coge la piedra más bonita y más brillante en su pico y se pone cerca de la entrada, ofreciéndosela a su novia, esperando saber si le acepta el primer regalo.
Puede aceptarlo o no, pero si lo acepta, la hembra depositan la joya en su lugar y vuelan al bosque para aparearse y estar juntos de por vida. Si no le gusta continua la busque de otro vecino que también espera muy cerca de su casa la llegada de la que pueda ser su compañera. Si no es ésta, otra será.
Los hay totalmente negros con una especie de estrella en la parte superior de su cabeza, de la que el macho presume. Cuando le ofrece el primer regalo, lleva la joya en el pico y la cabeza agachada para que le vea la estrella. Los machos de esta clase hacen la casa sin techo en el suelo, aunque muy bien terminadas. También limpia toda la entrada y coloca al lado los regalos, que busca donde pueda. Cuando ya cree que tiene bastantes, los adorna con flores. Los hay que para evitar el robo de sus vecinos y la destrucción de sus casas vigilan y esperan a la hembra a su lado. Pero éste no lo hace y se va a los árboles a esperarla. Entonces el vecino, que lo vigila desde su casa cercana, aprovecha para robar lo que más le guste y luego se dedica a estropearle la casa. Quita todo lo que puede para que la hembra siga hasta su casa, al ver que la del vecino esta estropeada. Cuando está destruyendo la casa lo hace con rapidez y siempre atento por si llega el amo para que no haya batalla, pues solo luchan para defender su propiedad. El ladrón huye a toda velocidad con lo que puede. Cada clase trabaja a su manera. Hay uno de multicolor, amarillo, blanco y colorado. La verdad es el más bonito y más llamativo y él lo sabe, pues prepara su casa pero no la adorna. Su casa es de palos, pero muy bien colocados, no pierde tanto tiempo como los demás porque sabe que es el más guapo y que la hembra lo aceptará. También prepara algún regalo.
Hay otro que es pinto. Es muy trabajador y no se conforma con cualquier cosa. Hace la casa con un buen techo muy parecido a la del primero. En sus variados vuelos buscando regalos, va hasta el cementerio y coge los pedazos más bonitos que haya de mármol. No se conforma con pocos y termina con un buen montón, además de otros objetos que adorna con un ramo de flores grades. Después de mirarlo le parece que algo le falta y se va en busca de sabe Dios qué, pero la sorpresa es cuando desde un árbol vigila a un grupo de niños que dibujan y escriben en el jardín del colegio. Cuando se marchan llega y coge nada menos que tres tizas en su pico. Se las coloca y se va. Las deja con el resto de las joyas en su casa y vuelve por otro viaje. En éste se lleva un bolígrafo que coloca en el centro de todo aquello, que él considera especial para la que será su compañera, el resto de su vida.
Todos lo hacen a cuál mejor, pero todavía hay otro que no se conforma con los regalos. Además de hacer la casa, la decora por dentro con pintura que el mismo fabrica masticando unas ramas. Después pinta con su pico el interior de la casa, para enamorará a la hembra con más facilidad. Cuando le vita le presenta lo bien pintado y le entrega el primer regalo presumiendo ante la hembra. Si lo admite le indica que le vale. Ya se van de luna de miel por el bosque.
Todo esto lo hacen los machos al pasar de polluelos “a mozos” pero no sin antes aprender bien a trabajar y construir casas. A pesar de que hoy ya son enemigos por lo de la conquista, mientras que fueron pollos se ayudaron unos a otros en grupos de cinco o seis como si fueran hermanos, trabajando en equipo en las prácticas y en la construcción de lo que les hará maestros para el día que formen una familia. Así hay animales con una inteligencia digna de contemplar. No son guerreros, son muy sociables hasta que llega la hora de la conquista que se convierten en enemigos.
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