La Bobia mi pueblo, donde nací, y viví hasta que me case. Situada en la montaña del valle San Mames, parroquia de Blimea y Concejo de San Martin del Rey Aurelio, Asturias, a 581 m. de altura. Como todos los pueblos tiene su propia historia. Entre otras muchas cosas, según la historia, fue el primer caserío de la Parroquia de Blimea, donde nació la primer Niña del concejo que fue asentada en el Registro al formarse este.
En el año 1871, fecha en la que se creó el Registro Civil del Concejo de San Martin del Rey Aurelio. Nació en La Bobia la niña Teresa Suarez García, hija de Genoveva y José, que fue la prime que se asentó en Registro de nuestro Concejo.
Bonito pueblo de montaña situado al lado de una hermosa vega completamente llana, dedicada en una de sus partes a pradera y la otra a la agricultura de aquel tiempo. A la espalda de nuestro pueblo nace una pequeña cordillera que sube a en lazar con la del cordal que va desde La Corcia a 300 m. de Altitud y atraviesa las montañas más altas de la zona. Pasando por la Juecora a 350 m. Campera y Pin Rosellon a 750 m. de altitud, la Campera y Pico de les Secadielles, la Campera del Árbol, Campera y Pico el Españeo 852 m. de altitud, Campera la taza 870 m de altitud, Pico Palacio 942 m. de altitud, el Llabayu 850, Pico La Vara 942 m. Pico Peña el Cuervo 999 m. Pico La Sereal 981 m. de altitud, campera Treto 1000 m. el Pico tres Concejos a 1250 m. de altitud, por donde pasa el cordal que va hasta La Colladona de Cabaña quinta.
A la derecha del pico tres Concejos hay un sendero que atraviesa por varias montañas que nos lleva la Colladiella, donde está el monumento al minero. Ala derecha de este se baja por Santa Barbará y a la izquierda al valle de Turón. Dos bonitos valles mineros, además de la agricultura y la ganadería.
Nuestro pueblo de La Bobia con 31 casas y unos cuantos vecinos en aquel tiempo. Con unas excelentes vistas donde se divisan varios pueblos de la parroquia de Blimea y algunos de la de Sotrondio. Las montañas de Peña Mayor. El valle de La Cerezal y sus montañas a demás de algunos pueblos de la Parroquia de Santa Barbará.
En aquellos tiempos todas las casas estaban habitadas por los padres de familia con varios hijos Un bonito paraje donde los antiguos Vivian, antes de la llegada de las minas, de la agricultura, de la caza y el pastoreo. Muy bonito de verano pero castigado por las fuertes nevadas y tormentas en el invierno. Sobre todo en aquellos años sin carretera y con muy malos caminos, a demás de la pendiente para subir. Al sur del pueblo hay una vaguada. “La Muezca” de La Bobia situada entre la cordillera mencionada y la montaña de la derecha, llamada el pico La Collada.
Esta vaguada que hace como un pequeño cañón, produce fuertes corrientes en los inviernos y grandes nevadas en nuestro pueblo.
La carretera se empezó a construirse en Agosto del 1.949 y se tardaría dos años en terminarla ya que en aquellos tiempo todavía no había maquinas, por lo que la tuvimos que hacer los vecinos de nuestro valle, después de salir de trabajar de la mina, para ganar un dinero que nos era muy necesario. Cada uno contrataba una parcela y al terminar otra, pero siempre a pico y pala y con caretillo para transportarla al otro lado de lo que iba ser carretera. Sin duda esas contratas nos dieron dinero para mejorar un poco, aquellos malos tiempos sin dinero y con poca comida.
Las primitivas casas de nuestro pueblo eran muy rusticas y como las cuadras, sin forjado ni habitaciones. Hasta 1890 no empezaron a modernizarse las casas en nuestro pueblo. Aunque pobres y con lo más necesario, ya se hacían el bajo y el piso y con dos habitaciones, pocas eran con tres. Como no había forjados para el piso, se ponían unas vigas de madera, pontones y tablas bastante rusticas, porque no tenían encaje para engarzar una en la otra. Por eso eran casas frías ya que aparte de no haber calefacciones, la madera verde mengua por ser tablas serradas en verde y el aire pasa con facilidad, formando corrientes en toda la casa. Muy frescas y apacibles en verano pero muy frías en los duros inviernos.
Los tabiques para las habitaciones eran de “cébatu” un “trenzado” que se hace de varas de castaño, que también se empleaban para hacer las cebatas de los carros, para el transporte de los abonos y el verde para cebar los ganados. Los mencionados cebato para las casas, se revocaban con arena de rio y cal, porque no había cemento. Pocos podían pagar el ladrillo que se hacían a mano en alguna tejera de la zona. En el bajo de aquellas modernas casas de época, se ponía en una esquina la chimenea para atizara en el suelo el fuego y poder cocinar
La chimenea situada a dos metros de altura, de un ancho de 0,60x 0,60 y con una altura de 5 a 6 metros y siempre saliendo un metro por encima de techo para que la corriente que se forma saque el humo al exterior de la casa. Al empezar la chimenea lleva una “campana” para recoger mejor el humo fuego.
Debajo de la campana se colgaban les “calamiyeres”, una cadena con gancho para poner la caldera y calentar el agua. Había una chapa redonda de unos 30 cm. Con un arco y su gancho para colgar de les calamiyeres y cocer la “Boroña” A lado del fuego unas “trébedes” un circulo metálico con tres patas y un rabo para poner encima una pota. También había unos potes con tres patas para cocinar, los arrimaban al fuego y allí cocinaban los potajes que siempre existirían en nuestros pueblos. Las calamiyeres de nuestros abuelos las conservamos lo mismo que la casa que esta como en aquel tiempo, aunque bien techada y con teja moderna. Esta casa tiene 115 años porque fue construida a últimos de 1.900, por lo que va con el siglo.
Las paredes son de piedra fuerte y con unas medidas en el ancho de 0,60, una obra de cantería de categoría, como se hacía todo en aquel tiempo.
No existían los Wáteres por eso mi Abuelo diseño uno casero y qué funcionó perfectamente. Después de varios años el que podía pagarla, ya ponían una cocina en la otra esquina de hierro, fundido para atizarla con carbón y cocinar con más facilidad.
Las casas antiguas de esas fechas atrás, eran como las cuadras para el ganado. Construidas en fuertes paredes de piedra, paredes hasta el techo y sin forjado ni tablero. Una puerta de entrada y un pequeño ventanuco en una de las paredes para miran para afuera y no ser vistos. El techo con cabríos de madera llábanas o teja. A tizaban el fuego en una esquina de la casa y el humo se dispersaba por toda la casa para ir saliendo por los agujeros del techo, por los huecos de las tejas.
En una esquina lejos del fuego, ponían un pequeño tablero a una altura de un metro, con una escalera para subir. Donde se colocaba un camastro de hoja de maíz “ un sergón”. En nuestro valle solo conocí dos casas de las más antiguas, la de María Suarez, “Maripuchu” La Bobia. Y la de Generosa Les Tercies de San mames.
Aunque todos éramos pobres, Maripuchi era más todavía, ya que era sola y muy mayor y tenía que trabajar para sembrar y producir para vivir, aparte de vivir en aquella casa toda ahumada y negra como el carbón, los mismo ella que su casa eran negras, vestía de negro y pañuelo en la cabeza también negro, por eso a su alrededor todo era negro y con humo. El humo de estas casas tenía una buena cualidad, porque allí donde hay humo no hay ni ratones, ni culebras ni insectos.
En la antigüedad se hacían fumazos para desinfecta una casa donde se moría un familiar de una enfermedad, para evitar contagios. Yo mismo hice fumazos en el gallinero nuestro para librar a las gallinas de los piojos en el verano. Es el medio más barato y más sano para los animales. Por el día cuando las gallinas están sueltas por la pradera, se atiza el fuego en el gallinero, se cierra la puerta y se llena de humo. Cuando ya va marchando se meten las gallinas, se les pone unos polvos de zetazeta y se van los piojos. Las gallinas con el frio dejan de pone y cuando viene el calor, se les pone la cresta coloradas y empiezan a poner, pero con el calor llegan los piojos y si no se les quitan dejan de poner.
Maripuchi tenía una finca en medio de la vega del pueblo, donde sembraba patatas, cebollas, ajos, fabes y verduras. Allá por los años 1.946 o 47, empanzó a venir una plaga de escarabajos que devora las hojas de las patatas, por lo que se secan y dejan de producir. Todavía no había salido el sulfato para matar estas plagas. Maripuchi como todos estaba muy preocupada y no sabía que iba hacer para eliminarlos. Una tarde iba a su huerta acoger los “escarabayus” así las llamaba. Para quemarlos en el fuego. Se encontró con un vinotero que repartía vino por los pueblos con sus dos mulos. ¿A dónde vas María?, le dijo: voy a coger escarabayus para echarlos al “juibu”en blablá, el fuego Eso es muy poca cosa mujer, no vale, lo mejor es que bayas al oscurecer, te agaches entre las patas que no te vean y les tocas con un hiero y una lata, de esta forma se asustan y se marchan.
Maripuchi no se lo pensó dos veces y con su lata y su hierro, empezó a tocar a toda marcha. Aquel ruido se escuchaba desde todo el pueblo, pero que nadie sabía de donde era, ella no quiso decir a nadie. No se sabe si por que ella sola se iba librar de la plaga o por miedo a que se los echaran de otras tierras a la de ella. Al oscurecer todos los días se escuchaba aquel ruido que la gente le llamada “pandorga” y nadie sabía de donde era ni quien la producía. Porque lo hacía al escurecer Después de pasar varios días y de ir escuchando y acercase al lugar, ya de noche, aparecía Maripuchi, pero sin la lata para que nadie lo supiera. Por más que se le preguntaran, ni palabra, ella negaba que fuera ella la del ruido. Todo esto no lo explico hasta que vio que no valía y que el vinotero la había engañado. Muy enfadad se lo conto a una vecina de su confianza y como un secreto. Era una señora muy mayor, además de analfabeta, no era de las muy espabiladas.
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