Viernes 22 de junio de 2001. Salimos a las 9 de la mañana de compras para llevar algunos regalos a la familia y algo de Whiskey escocés para los mayores. Ya teníamos el equipaje en el coche preparado desde la tarde anterior, pues Norberto tenía que trabajar ese día. Aunque su hora de salida debería ser a las cinco, el día anterior había trabajo hasta las nueve. Los médicos aquí en Escocia trabajan muchísimo, saben cuándo entran al trabajo pero no cuándo salen. Este día salimos a la hora prevista, las seis de la tarde de un viernes para llegar a casa en España a las seis en punto del lunes, el viaje duro tres días.
El sábado 23 de junio después de rodar en coche 700 kilómetros y hacer una noche en un hotel muy cerca de Portsmouth, embarcamos en el ferri desde Portsmouth a Bilbao. Este puerto está situado al sur del Reino Unido, en el Canal de la Mancha, muy cerca del Mar del Norte. Embarcamos a las cinco de la tarde y salimos del puerto a las ocho, navegamos hasta el lunes a las 7 de la mañana que llegamos Bilbao. Es un viaje largo pero muy interesante.
Cuando llegamos al puerto de Portsmouth ya había las dos colas para embarcar, una es la que va a la derecha del barco en la bodega y la otra a la izquierda. Acercamos el coche a en la cola de la derecha. El coche que estaba delante era español, de dos hermanos que regresaban a España.
El coche de Mi hijo en aquel tiempo tenía matrícula Española. Los jóvenes al ver la matricula se acercaron a saludarnos. Vivian en Madrid aunque oriundos de Llanes. El más joven era estudiante en Londres. El hermano mayor trabajaba en Madrid. El estudiante llevaba dos años sin r a casa. Su hermano vino con el coche para ayudarle a llevar sus cosas. Durante la travesía en el barco pasaron con nosotros algunos ratos. Lo mismo ocurrió con un matrimonio mayor de Noruega que se coloco detrás de nuestro coche y que nos pidieron alguna información del viaje. Dado que hablaban inglés ya fue lo suficiente para hacer un poco de amistad con ellos. Precisamente venían a vivir a España. Se habían comprado una casa en Murcia. Estuvieron en el barco con nosotros informándose de algunas cosas de nuestro país, al que querían conocer. Viajando se hace alguna amistad y se conoce gente de distintos países.
Llegamos al puerto a las cuatro de la tarde y después de poner el coche en una de las dos colas que había para embarcar. Dimos un paseo por la villa, solo de una hora ya que a las cinco ya llamaron para empezar el embarque, que por nuestra posición nos tocaba de los primeros. En ese momento, cuando entrábamos al ferri, sonó el móvil. Era nuestra hija Mónica que quería saber de nosotros. Mientras que recorrimos el pequeño trayecto que nos faltaba para dejar el coche ya situado en la bodega del barco nos dio tiempo a hablar con ella, para dejar el coche y recoger lo necesario para el aseo y subir a recepción a recoger las llaves de nuestros camarotes, que, por cierto eran excelentes muy limpios, perfectos para dormir. Estaban situados a babor y con una buena ventanilla para contemplar el mar y los atunes y bonitos que deambulaban al paso del ferri que fueron los únicos peces que pudimos ver en todo la travesía.
Una vez que dejamos los equipajes en los camarotes y los inspeccionamos, subimos a cubierta para ver la salida del puerto y las maniobras del gran ferri, así como la hermosura de la zona y el movimiento de entradas y salidas de otros ferris. A demás de la vista parcial del puerto ya que es tan grande que no se puede ver todo desde la cubierta del barco. Era un espectáculo ver la juerga que montaban los viajeros que regresaban y de los salían, así como los que se encontraban en las terrazas de los bares de toda la bahía. Gritaban vivas y hacían gestos de despedida, hasta algunas monigotadas, pero siempre con agrado y diversión. Es una vieja costumbre que hacen siempre.
saludar a los que marcha y llegan.
El barco no salió hasta las ocho y veinte para navegar cuarenta horas que no suplieron mucho, ni tampoco las tres horas que esperamos en el barco para la salida, mientras que embarcan tanta gente y tantos coches, autocares y camiones de gran tonelaje, con gente de excursiones de diversos países.
El ferri era el Pride of Bilbao, que quiere decir orgullo de Bilbao. Es el más grande de esta línea británica, con una capacidad para 2500 personas, seiscientos coches y 100 autocares o camiones de carga. Es inmenso. Tiene seis restaurantes, algunos bares, cine, varias salas de juegos, salas de estar, grandes pasillos desde donde se puede ver la navegación y diversos lugares como cubierta o proa para tomar el sol. Se duerme como en casa ya que los camarotes son muy buenos. Es una bonita experiencia que resulta muy importante. Yo lo considero mucho más divertido que viajar en avión, se pasa mejor a pesar de la gran diferencia de tiempo. No te da tiempo de aburrirte visitando tantas cosas que lleva a bordo. Buenos restaurantes donde se come muy bien aunque algo caro por la diferencia del cambio de moneda.
La potencia de los motores de este gran barco era de 22000 caballos. Sus cuatro chimeneas por las que podría entrar un hombre con mucha facilidad, tenían una altura enorme y cuando calentaban motores casi nublaba el sol por la cantidad de humo que mandaba a la atmósfera. Desde luego que no suple el tiempo y no resulta muy casando siempre que el mar esté en calma. Cuando hay marejada se pasa muy mal por los bruscos movimientos y el mareo que producen. Esta vez el mar estaba en calma y el barco casi no se movía. Durante toda la travesía ni nos enteramos del mareo y se pudo pasear todo el tiempo que quisimos sin problemas, pues cuando la mar está mal no se puede salir del camarote porque no aguantas las enormes molestias que produce el mareo. El único remedio para evitarlo es permanecer tumbado en tu camarote. Hay alguno de esos viajes que por el estado del mar no te apetece ni salir a comer. El dichoso mareo afecta a unos más que a otros, pero es muy latoso para todos en general.
La velocidad del ferri era lenta, unas dieciséis millas. Dado que fue la primera vez que viajamos por esta ruta desconocíamos la causa de tan poca velocidad. Otro ferri que sale de Plymouth a Santander va a más velocidad, el trayecto es más corto, no tiene que navegar por el Canal de la Mancha, ya que su base está a la salida de este Canal. Es posible que no necesitara más velocidad por eso de llegar de día al puerto de España, para evitar a los viajeros molestias.
La potencia de sus grandes turbinas propulsoras, cuando va navegando deja una turbulencia de aguas tan grande como una gran carretera y se divisa en las lejanías hasta que ya la vista no alcanza más. Una de las cosas que me llamó la atención es que cuando navegábamos por el Canal de la Mancha, a la altura de la Bretaña Francesa, un domingo por la tarde vimos como un banco de atunes o bonito se acercaban al barco por babor. De repente se perdieron debajo del barco, seguro los succionó ese terrible movimiento de aguas.
A la llegada al puerto de Bilbao, te despiertan una hora antes por la radio de tu camarote a la vez que anuncian que se va a realizar la entrada en el puerto. Es una forma de vitar que la gente se quede dormida y pueda desayunar. A continuación se baja a la bodega a recoger el coche. El desembarco fue para nosotros muy rápido porque los primeros que entran son los primeros en salir. Se entra por una parte y se sale por otra. Los últimos seguro que tardaron lo que notros al embarque, las tres horas más o menos. Pasamos un control al desembarco, por lo de la fiebre aftosa que prohibía la entrada en nuestro país de productos cárnicos o derivados. La Guardia Civil y la Policía muy atentos y con mucha educación nos indicaron el motivo. Nos preguntaron si traíamos algo de leche o de carne. Solo traíamos un colacao para la niña.
No hizo falta ni revisar el coche. Los viajeros sabíamos por la prensa que no se podía entrar en el país con esos productos. Motivo por el que también hubo que desinfectar los coches y hasta nos tuvimos que bajar a desinfectar los zapatos en una alfombra. Todo fue muy rápido y muy bien organizado. Evitar la entrada de carnes o leche de ese país son medidas de seguridad que me parecen muy bien y todo el mundo colabora por el propio interés nacional. Hay que destacar lo bien organizado que la fuerza pública lo tenía para evitar molestias a los viajeros. Me gustó mucho y me llamó la atención ver con qué rapidez sulfataron los coches. Dos trabajadores uno a cada lado con una sulfatadora cubrían todo el volumen del vehículo. Las ruedas pasaban por un badén donde se mojaban en el producto y sin pérdida de tiempo se desinfectaron los seiscientos coches y el resto de autocares y camiones de carga. Desde luego daba gusto ver lo bien y lo rápido que todo funcionó.
Como era muy temprano seguimos viaje hasta Castro Urdiales donde paramos a desayunar en la misma bahía en una cafetería tomaron los tres café con algunos dulces, yo que tenía ganas de jamón español, pedí un bocata, pero no lo tenían, así que me desplacé a otro bar a buscarlo. Me lo comí con gran satisfacción, además de un vaso de buen vino de Ribera del Duero. Venía con muchas ganas de los productos de nuestra tierra, pero sobretodo jamón, fabada. Por bien que uno lo pase en el extranjero, hay productos de nuestra tierrina que son incomparable y que uno no olvida por mucho tiempo que esté fuera. Hay que ver que hasta los mismos animalitos que emigran en los fríos inviernos, no se olvidan de retornar a su tierra donde nacieron y se criaron, así hacemos los humanos, tampoco nos olvidamos de lo nuestro. Lo amamos hasta el fin de nuestros días.
Se siente morriña por la familia pero sobretodo por los pequeños. Recuerdo anécdotas de los nietinos. Cuando Jesús tenía cuatro años llegaron a nuestra casa de Sotrondio. Se bajó con rapidez del coche y después de darnos un beso me cogió de la mano y me dijo:
-Güelito ven vamos a ver el xatu que tienes en la cuadra. Abrí la puerta y lo miró, pero empezó a llorar diciendo:
-¡Éste no es! ¡Éste no es!
Yo, sin saber por qué lo decía, le dije:
-Sí que es nuestro xatu, ¿por qué no va a ser?-.
¡Claro que no es! Yo quiero el de torear. Esto es una vaca.
-No es una vaca. Mírale cómo tiene lo de los toros.
-Sí, pero no es negro. No me vale.
-¿Por qué tiene que ser de este color y no negro?- decía. -Yo lo quiero como los de la tele cuando torean.
-Tranquilo, el próximo lo compraré negro, pero no te olvides de que también los hay roxos, como este, de raza Asturiana de los Valles. Dan una carne excelente y son precisamente los de nuestra tierra. Bien que te gusta la carne de estos. ¿Qué más da que sea negro que roxu? Siempre será un xatu, ¿vale?
-Yo quiero que para la próxima lo compres negro.
-Así será para que te quedes tranquilo.
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