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Hicimos otra obra en la misma provincia que también era de una subcontrata. El ingeniero de montes quedó en firmar el contrato el próximo sábado que visitaría la obra. Efectivamente llego pero no solo. Trajo con a su capataz y dos de sus obreros para controlar y copiar nuestro sistema de hidrosiembra, que era poco conocido, pues se acababa de empezar por aquella Región. Los cuatro pasaron todo el día pendientes de nuestros movimientos de trabajo, sin perderse detalle. El jefe de de aquella  escuadra no se separó de mí, haciendo toda clase de preguntas y controlando todo con descaro  y poca educación.

Al medio día les invité a comer con todos nosotros, pensando que nos darían más obras, como él mismo había prometido. Depuse de comer regresamos a la obra para terminarla. Lo mismo que por la mañana, siguieron controlando todo, hasta que vio que se terminaba la obra. Poco antes el tío se marchó al monte y no regresó. Se terminaron los trabajos y la gente estaba impaciente. Era sábado y nos quedaba largo camino para regresar. Luego me di cuenta de su falsa maniobra. No se presentaba para no firmar el contrato. Dándome cuenta de su maldad, y arto de esperar, le dije, al capataz que lo firmara, para poder marchar. En efecto, lo firmó y en ese momento, controlando el monte por ver si nos miraba, le vi detrás de una roca cercana. Al ver que ya estaba firmado, bajó y me  pidió el contrato para mirarlo.

Mientras que lo miro, me acerque a mi hermano y le dije: tengo un fuerte disgusto, ése individuo, no nos pagara la obra.

-¿Por qué no la va a pagar? No seas mal pensado.

-Tú estás dormido. Te la dan y no te enteras. El tiempo será el testigo. Llevo todo el día observando  sus malas formas de ser. Es descarado sin vergüenza.

Nos acercamos al traidor, que a acababa de leer el contrato. Lo cogí y marchamos. Salí con un tremendo  disgusto  porque estaba seguro de la traición. Cuando subimos al patrol le dije a mi hermano:

-No sé cómo puedes ser tan despistado. ¿No descubriste la maldad de ese individuo? Si este nos paga de buen grado, yo me corto lo que tengo de paisano. Es un tío falso y desconfiado, de los peores que he visto. Encima de lo malo que es, no tiene ni idea de estos trabajos, ni se entera de nada. Ya verás cómo no me equivoco. El tiempo nos dirá lo que ha de ser.

En efecto, todo salió como lo pinté. Dio igual mandarle facturas, nunca pagó. Visitas y más visitas pero siempre se escondía al verme llegar. Mi hermano me decía:

-Deja ya de dar vueltas y de perder tiempo, porque ya no cobramos.

-¿Recuerdas lo que te dije en aquella obra, el día que la terminamos, cuando te dije la clase de individuo que teníamos delante?  No lo creíste, hoy te digo que he de cobrar, le seguiré, aunque sea informándome a través de la policía, pero no se va reír de mí. Te prometo que luchare para cobrar esa obra.

Después de varias visitas en las que nunca estaba porque nos veía llegar desde su despacho. Las oficinas estaban situadas en un alto, lugar muy vistoso, dominaba todo aquel paisaje. Por eso era imposible localizarlo. En una de estas visitas, cuando llegamos mi esposa y yo, nos encontramos que había cambiado de oficina y no sabía a dónde se había desplazado. Bajamos a la capital y comencé a investigar. Al cabo de unas horas ya sabía su nueva dirección. Llegamos a las oficinas, pregunté por él. Nos atendió una chica, que por cierto fue muy atenta con nosotros, nos dijo que ya no estaba, que había dejado la empresa.

-Lo que faltaba para terminar me dije: le pregunté por el responsable de la empresa. La chica dijo que no estaba, pero que podía hablar por teléfono con él. Marcó el número y después de presentarme, le expliqué el motivo de mi visita. El gran hombre dijo que efectivamente había esa deuda pendiente con mi empresa. Me preguntó si podía esperar un mes, que estaban pendientes del cobro de otra obra y que en ese tiempo podrían pagar. Por su buena forma de razonar las cosas, me pareció una buena persona, a pesar de ser la primera vez que le hablaba. Muchas gracias señor le dije: no se trataba de tiempo, puede esperar lo que haga falta. Soy amigo de dar facilidades y lo que me gusta es la seriedad y trabajar unidos. Lo dejo a su disposición para que pague sin apuros ni prisas. Me agradeció mi forma de razonar y quedamos para vernos dentro de un mes, anunciándole mi visita para esperarme y conocernos personalmente.

Así fue, llegó la fecha, le anuncié mi visita y nos reunimos en su despacho. Me pidió si podía esperar hasta la 1 de la tarde, que tenía un emisario en Valladolid para cobrar una obra. Pasamos la mañana en la capital. Llegó la 1 y el cobrador no llegaba. El buen hombre dijo: que aun no había cobrado, pero mi cuenta estaba allí y debía ser pagada. Dijo que la empresa no le echaría por eso. Mandó a la chica de la oficina  que extendiera un cheque por el valor de la deuda. Al día siguiente lo entregué en el banco y lo pagaron sin ningún problema. Después de casi tres años recuperé aquello que mi hermano daba por perdido y que aquel trampa, pufista, nunca pensó pagar.

Lo que no es fácil saber de todo esto, es el motivo de aquel individuo para no pagar, ya que la empresa no era de él. No se entiende la actitud de aquel falso individuo.

Estas actuaciones, como otras muchas más, dan una idea de lo duro que hay que ser para soportar las adversidades que se presentan. No puede uno darse por vencido. Me costó muchos viajes, muchas vueltas y dolores de cabeza, pero cobré lo que era mío, que para una pequeña empresa era mucho dinero, Casi dos millones de pesetas de aquel tiempo. 

Nunca más me llamaron para ninguna obra, yo tampoco les visité. La verdad es que no me quedaron muchas ganas de seguir por la zona, con obras de esa clase. Aunque había trabajo por allí, no me quedaron ganas de volver. Ya era la tercera vez que ocurría los mismos problemas. no cobrar.

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