Tiempo atrás, cuando aún era un chaval, se hicieron varias obras de restauración de pastizales por los montes de nuestra región para el Estado. En mi primera visita al jefe de aquella sección, fui muy bien recibido por aquel gran señor. Después de presentarme, me dijo con mucha amabilidad: siéntate Arsenio, tenía muchas ganas de conocerte en persona. Sola mente te conocía por la prensa y lo que algunos compañeros míos me cuentan. Se habla mucho de lo valiente que eres para trabajar con tanta facilidad, después de sufrir un tremendo accidente como fue el tuyo. Eres hombre muy apreciado por tu fuerza de voluntad para superar ese trauma que no es fácil de combatir.
-Muchas gracias señor, se hace lo que se puede, hay que luchar contra las adversidades que la vida nos presenta muchas veces con decisión y fortaleza. Un hombre no se puede quedar en una esquina, a llorar su desdicha. La mejor forma para conseguirlo, es el trabajar sin parar. El trabajo es como una terapia que nos libra de tantos sufrimientos.
Empecé por decirle el motivo de mi visita, que era el ofrecerles mi sistema de trabajo para la restauración los montes del Estado. Le: explique que componía una serie de fórmulas de abonos químicos para distintas aplicaciones. Entre ellas, una que echándola entre la maleza del monte, la seca y la desaparece, naciendo una buena pradera. Desapareciendo las árgomas, las úricas, el musgo, los artos y toda clase de malezas, excepto las ortigas y las paniegas, que por sus profundas raíces se vuelven a reproducir. Para éstas hay que emplear otra técnica, para neutralizarlas por completo.
Mientras que este buen señor me escuchaba con la máxima atención, en otra mesa al otro lado del despacho, había otro ingeniero que escuchaba mi conversación con el jefe. Éste, sin haberle preguntado su opinión dijo:
-Eso que usted dice no puede ser verdad, porque nosotros lo estudiamos y no lo conseguimos. Entonces, ¿para qué estudiamos?- dijo con despotismo.
No era precisamente muy gracioso que se diga el tipo. Desde luego tampoco muy inteligente, a juzgar por su desafortunada intervención. Aunque no creyera que se pudiera conseguir, pudo haber tenido un poco más de delicadeza para preguntar y si fuera necesario discrepar sobre la cuestión, pero lo que no era normal para alguien de su categoría, decir por la buenas que era mentira lo que yo decía, poniendo mi conducta en evidencia.
No me dio tiempo a contestarle, cuando el Jefe le cortó. Puso su brazo en alto y le dijo:
-¡Cómo se ve que no conoces a Arsenio! No le hables así, no lo merece. Este hombre es tan emprendedor que lo que él dice va a misa, no lo dudes. Continúa con tus explicaciones me dijo.
Al otro seguro que le costó mucho seguir callado pero no tuvo otra opción.
Después de terminar de explicarle lo necesario sobre el tema. El Jefe me dijo: Arsenio ¿podrías venir mañana a las 9? Vamos a visitar los montes de la zona de Tineo. Dejas tu coche en el parking y vamos en un todo terreno de los nuestros.
-De acuerdo, a las 9 aquí estaré.
Nos despedimos. El otro permaneció en silencio, ni saludo al marchar.
Al día siguiente bien temprano ya les esperaba. Llegaron y en el todo terreno fuimos a los montes que ellos creían los peores de restaurar. Empezamos la visita de aquellos montes. Después de inspeccionar la maleza y la clase de tierras, les expliqué mi forma de hacer aquellos trabajos, de acuerdo con mis estudios y pruebas que anteriormente había hecho en varios terrenos de distintas zonas de la Provincia y con resultados importantes para esos trabajos de restauración. En uno de aquellos parajes les dije:
-Aquí, con 1.500 kilos por ha. De una de nuestras fórmulas, les puedo garantizara una buena pradera para el mes de marzo o abril. Siempre en función del frío del invierno. Si no sirviera, no me lo pagarían. Seguimos visitando distintos lugares y siempre se lo podía garantizar. Fuimos a otro paraje y allí la cosa cambió totalmente.
-Aquí no me hago responsable les dije. Esto ya es otro tema más complicado. Se puede hacer una prueba, pero en otro tiempo, no en este. Cada lugar es distinto y tiene que ser tratado de distinta forma para que funcione.
Me di cuenta de la sorpresa de aquel, que el día anterior, me había dado leña queriendo reírse de mí.
En efecto, al momento me preguntó
-¿Por qué garantiza unos y otros no?
Le miré como diciéndole “llegas a tiempo para recibir la respuesta que te mereces”.
-Mi contestación fue categórica, eso es secreto profesional Sr.
El Jefe se rió y yo le guiñé el ojo, como diciendo “que se la trague”. Cuando se terminó la mañana, llegó la hora de ir a comer. El Jefe dijo que había un bar de pueblo donde se comía muy bien. A mí también me gustaban las comidas caseras de pueblo. Les invité muy agradecido. Mientras que duró la comida charlamos de distintas cosas. El otro sabía que había metido la pata hasta el fondo y yo estaría resentido con él; aunque procuré no mostrarme molesto.
Creo que al verme por primera vez pensó que yo sería un “oveya ”, que no sabía por dónde andaba. Sin conocerme y solo por estar en mis circunstancias. La verdad es que no acertó a encajar bien las cosas. Las apariencias muchas veces engañan. La perdida de mis manos, no tiene nada que ver con la inteligencia ni con la forma de trabajar. Por desgracia así es como juzgan alguna gente a las personas que por el azar, tenemos un defecto que para ellos es imperdonable ni admisible y no somos nadie. Se equivocan total mente, la incapacidad algunas veces agudiza la inteligencia, eso está más que claro.
Solo por verme sin manos los hubo que patinaron como aquel pollo. Él había pasado por la Universidad y tendría muchos estudios y sabría muchas matemáticas, pero yo tenía la una experiencia de muchos años de trabajo y de lucha, trabajando con arte y honradez. La necesidad me ha llevado a prepararme y salir del pozo donde me encontraba. Lo que me habían hecho conocer el mundo del trabajo y la investigación, a la vez de darme fuerzas para navegar entre esta clase de problemas.
Si aquel señor tenía una carrera de la Universidad, yo tengo de la Universidad de la vida, la que muchas veces nos saca de la ignorancia y nos lleva a desarrollar obras importantes.
En un momento que se fue al servicio le dije al jefe:
Señor-le diré el motivo de los fallos que surgen en algunos terrenos y porque no da el mismo resultado en un lugar que en otro, pero no se le lo diga a ese señor de momento. No me ha gustado su forma de proceder. Seguro que nada más veme ya me juzgó. Déjele que le dé vueltas al tema un poco más, eso le aprenderá a ser más cauteloso en lo sucesivo y más educado.
-Es ciertamente interesante además de fácil, me dio las gracias.
Me di cuenta que el jefe estaba bien informado de cómo discurría mi vida social y laboral. Me trataba con amabilidad, como si me conociera de siempre y solo nos habíamos visto el día anterior. Lo que me extraño mucho fue al principio de cómo estaba tan informado de mis trabajaba y cómo diseñaba mis maquinas. Hasta que me explico que lo sabía por los ingenieros de las empresas que yo trabajaban para ellos. No me olvidé de un detalle que tuvo en mi primera visita a su despacho, cuando le reprochó al otro sus malas formas. Dijo saber lo inquieto y trabajador que yo era. Parecía estar muy seguro de las cosas. Había dicho que lo que yo decía iba a misa, eso fue lo que dejó al otro fuera de combate. Seguro que nunca se olvidó de su metedura de pata.
Una de las cosas más importantes al realizar abonados, lo mismo en tierras de sembrados, praderas o montes, es conocer la clase de suelo que hay. Si es muy arcilloso, muy suelto o si hay excesivo drenaje. Hay que conocer el ph. Y hacer una serie de estudios, que son fundamentales para poder sacar el máximo provecho. Si no lo conoces no hay resultados.
Nadie duda de que los estudios sean fundamentales e importantísimos, pero también la práctica es necesaria. La experiencia de los mayores es fundamental. Si los jóvenes la pudieran heredar de los mayores sería de un valor incalculable. Por eso hay que escuchar a la gente mayor y dialogar con ella, porque ellos, a pesar de no tener estudios, saben lo suyo. No se puede ser tan torpe como para despreciar a las personas, aun más sin conocer a quien tienes delante, sea mujer u hombre, porque la inteligencia no entiende clases .
Cuando llegó el que faltaba a la mesa, el jefe dijo:
-Hay en proyecto para abonar varias hectáreas por distintos montes. Comenzaremos por el primero de los que vimos hoy. Estoy bien informado de cómo trabaja Arsenio. Es hombre con mucho talento, a pesar de no tener carrera. Sé que ha hecho obras de mucha envergadura para varias empresas como HUNOSA, ENSIDESA y otras más. Va a comenzar con nosotros. No sé si te habrás fijado, dijo: al otro Ingeniero, en cómo conoce los suelos, solo con excavar la tierra y cómo está seguro de poder garantizar sus trabajos. Eso es muy importante. Hay que tener en cuenta que ha dicho que si no funciona no lo cobra y eso es porque sabe hacerlo.
Como había prometido, se hicieron varios abonados por distintos lugares: en el kilómetro 7 de la carretera de Pola de Lena a Quirós, en los montes de Teberga, en Pajares, en los montes de Covadonga, lagos Enol y otros.
Estos trabajos fueron muy importantes para nuestra empresa por los buenos resultados conseguidos. A parte de procurarnos buen trabajo, se dio a conocer nuestro sistema, que resultó muy interesante a los ganaderos y agricultores, que enseguida se dieron cuenta de nuestra seriedad para trabajar y de los buenos resultados hasta en los pastizales de alta montaña. Todo esto tuvo también una importancia comercial muy notable. Aumentó la venta de nuestros abonos, también la restauración de praderas de los mismos ganaderos. En aquel tiempo la ganadería de nuestra región estaba en pleno auge, al igual que la industria del carbón y otras muchas actividades.
Resulta muy difícil abrirse camino al comienzo de una empresa. Hasta que la gente no conoce la calidad de los productos y la forma de comportarse no despegas. La seriedad, junto con la calidad, es la que ayuda a abrir el camino. Entonces se interesan por tus obras y te consultan. Saben que no les traicionas y te sientes a gusto por esa confianza que depositan en ti. Siempre procure ayudarles lo mejor posible, hasta dando facilidades de pago.
Tengo que decir también porque asi ocurrió, que si surgia algún fallo, yo siempre me hacia responsable y acudia a estudialo, y resolverlo. Reponiendo los materiales necesarios y el trabajo de restauración, y eso era una de las causas de la confianza de la gente en nuestros sistema de tabajos con toda garantía. Un fallo de un terreno puede surgir por el excepso de accidez y aunque pocos veces ocurria, yo lo areglaba con facilidad y era considerado por mis clientes, como muy importante, así de fácil.
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