En toda mi trayectoria de trabajo, primero de obrero y después de industrial, las amarguras que pasé de todas las formas fueron muy grandes. Las zancadillas que te llevas ni te lo puedes crees, hasta que no te las tragas. Es muy difícil abrirse camino dentro del mundo empresarial. Los que están dentro muchas veces no dejan fácil el camino para los que llegan y sobre todo si saben que destacas y cuando estás en una obra ven que sabes que te mueves que desarrollas trabajo. Los mismos para quienes trabajas, algunas veces te lo reconocen, otro te machaca, unas veces para dar paso a sus amistades y otras por intereses de negros dineros.
Es increíble de lo que son capaces de hacer algunos miserables que se venden por cuatro duros, sin reparo ni vergüenza, despreciando y echando a quien cumple con su deber. Desde luego son pocos los que se atreven a comportarse de esa forma tan infame como dura. Afortunadamente la mayoría se comporta con nobleza y cumple con su deber. Eso es lo que te da fuerzas para continuar, porque sinceramente, faltaría a la verdad si no dijera que muchas veces tuve como para dejarlo todo, harto de sufrir, de ver la traición y la maldad que algunas veces existe entre gente que encima presumen de lo que no son.
Después de mi experiencia de empresario, donde repito, las pasé buenas y muy malas, nunca me cansaré de decir que no se puede hacer daño a nadie. Siempre hay que dar al Cesar lo que es del Cesar. Este dicho, se menciona con mucha frecuencia pero no todos le damos la importancia que tiene. Es muy conveniente reflexionar un poco antes de hacer tanto daño, y lo digo porque puede que haya alguien que diga: “yo hice bien y recibí mal”. Es cierto, a mí me paso muchas veces, pero eso no justifica el que los demás hagamos lo mismo. No se puede emplear la ley del Talión: “ojo por ojo y diete por diente”. Si así lo hiciéramos no saldríamos nunca de las guerras ni la miseria. Esto está probado de toda la vida. Hay que saber perder muchas veces del derecho propio para evitar males peores o fricciones innecesarias, que al final siempre resultan mal.
Una de las cosas más importantes para el hombre, es poder dormir bien, porque es descanso y es salud. Para conseguirlo es necesario hacer las cosas como se deben de hacer. Esto produce tranquilidad y a su vez, es la que nos da el sueño. Yo llevo la bandera de mi padre, él llevo siempre la de mi abuelo: la bandera de la verdad y del cumplimiento del deber”. Es lo que produce tranquilidad. Te ayuda a relajarte y a luchar contra las adversidades, a sentirte satisfecho de tu trayectoria por el mundo. Eso es lo que yo valoro, porque es tan necesario como positivo. La verdad es fuerza y es eso pocas veces hay quien la pueda combatir.
Muchas veces se aprende de los errores
Un hombre no puede perder el tiempo mirando al pasado. Lo que interesa es el presente y el futuro. Si se han cometido errores, estos son los que te indican el camino a seguir para no volver a cometerlos de nuevo. Una de las cosas importantes en la vida es saber dominar la situación, no perder la calma y que el mejor remedio es afrontar con fuerza los problemas que sin darse cuanta le surgen. Unas veces por el propio trabajo y otras por la maldad del individuo que le estorbas para que él libremente haga de las suyas a su antojo.
Si mi destino fue ir a la mina, sufrir varios accidentes y hasta perder las manos. Estaba escrito que no podría ser de otra forma, pero tampoco iban a ser lo suficiente como para apartarme de mi propia vida y de vivir integrado en la sociedad, como uno más. La misión de un hombre es luchar hasta morir, defendiendo su honor y a los que les rodean.
Sé que escogí el camino del trabajo y sin darme cuenta, dadas las circunstancias y mí forma de ser, también el de la esclavitud. Después de emprender este camino, nada me pesa, nada me reprocho. Creo que después de lo ocurrido hice lo que tenía que hacer: trabajar, cumplir y sobre todas las cosas respetar y ayudar a los demás en lo que buenamente pude.
Eso es producto de satisfacción, de alegría que te da fuerzas. Así lo entiendo porque me gustan y porque mi padre y mi abuelo que tanto quiero fueron así, y así me enseñaron, lo mismo que mi madre que también fue una pura sangre, recta y cumplidora y valiente para afrontar la vida que tampoco le dio nada gratis. Una gran madre y una buena esposa que mi padre quería como a su propia vida. Mi madre lucho toda una vida, hasta que le faltaron las fuerzas y se murió a los 79 años después de padecer del corazón la mitad de su vida 40 años, con su cruz acuestas. Trabajando como si no tuviera nada, fue valiente hasta el final de su camino.
Bravos y nobles padre míos, siempre vais dentro de mi corazón, pensando que todo os lo debo a vosotros por saber enseñarme y criarme con ese cariño que siempre tuvisteis para todos. A pesar de vuestra lucha, vuestro esfuerzo para combatir tantas adversidades y criar a 14 hijos, en aquellos malos tiempos de la posguerra, que no había ni dinero ni comida, solo hambre, calamidades y esclavitud. Toda una vida de lucha pero ejemplar. A pesar de tantos problemas y sufrimiento, lo mismo mi padre que mi madre, lucharon con agallas y siempre muy unidos y cumpliendo cada uno con su deber.
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