Aquellos 12.000 kilos de uva se convirtieron en doce mil botellas de un vino excelente. Yo quise introducirlo en el mercado de mis clientes pero el precio era un poco más alto y no les interesó. La gente lo quería barato y una simple variación del precio fue lo suficiente para que no tuviera salida. Un error por su parte, pues yo les ofrecía lo que yo mismo iba beber a un precio muy bajo, teniendo en cuenta su calidad y el precio del mercado de aquel tiempo.
Este vino duró doce años, pero había dejado veinte botellas para poder saber el tiempo que duraría mi vino sin fijadores de ninguna clase. Cuando tenían veinte años las probamos, era un excelente vino, con un sabor exquisito y un brillo que invitaba a beberlo. Fue una lástima no haber dejado más. Desconocía lo que pudieran duran pero. En lugar de estropearse mejoró con el tiempo. De saber que podía durar hasta por lo menos 33 años, hubiera dejado más cantidad, pero eso no lo supe hasta mucho más tarde.
En mis primeros años de almacenista de vinos, de soltero y viviendo en casa de mis padres, corchaba vino y lo almacenaba en el desván de la casa. Cada temporada corchaba una cantidad para que fuera envejeciendo. Cada botella tenía una etiqueta con su fecha. Las últimas que se encontraron al hacer una reparación del techo de la casa, tenían 33 años. Había unas cuantas botellas. Era un vino de una categoría excepcional. Lástima fue no saberlo primero para haber corchado más cantidad de aquel vino en rama. En aquellos tiempos se creía que no durarían tanto tiempo. Decían que si se toldaban, que si se pondrían ajerezados, que si perdían el sabor. Por lo menos en estos dos casos se demostró que salieron a cuál mejor. En los dos casos eran vinos en rama de buena uva y, por supuesto, con un corcho de categoría. Vale más echarse que trabajar mal. Poner uva mala o un mal corcho se pierden el vino en poco tiempo. Por eso yo quise asegurarme para producir un buen caldo. Poniendo buena uva primero y buen corcho después, además de poner el mosto en buenas cubas y saber cuidarlo hasta que sea corchado.
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