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Hace pocos años durante una fuerte nevada, no se podía circular con facilidad. Los coches se quedaban atrancados en la cuesta del Pozo. Tuvimos una avería en el compresor de 600, el más grande y más necesario, que había dejado al Pozo con menos de la mitad del aire comprimido. El jefe me dijo: ¿Arsenio con tu coche podrás circular con tanta nieve?

-Claro que si jefe, mi coche sabe navegar por la nieve, lo hace con mucha frecuencia, no se olvide que trabajo en puertos de alta montaña.

Necesitamos bajar la pieza del compresor a los talleres de Santa Ana.

-Vamos a llevarla cuando quiera no hay ningún problema.

Desde su despacho mirábamos cómo remolcaban los coches que no podían subir la cuesta con un tractor.

-Debe de estar muy malo, ya ves que no suben los coches, dijo el jefe.

Sí, pero son conductores que no manejaron la nieve, nosotros subimos y ajamos con toda normalidad. Vamos a recoger la pieza al compresor y arrancamos.

Vale, eres hombre muy seguro para todo y no dudo de que bajes y subas aunque otros no puedan.

Se levantó de su asiento, me dio una palmada en el hombro y dijo:

-Eres bravo. Vamos.

Salimos, el fue al compresor donde estaba la pieza, yo a por el coche. Lo acerqué, cargamos la pieza y arrancamos. Al momento nos encontramos con los que remolcaban los coches atascados. Entre estos estaba mi cuñado Anselmo que los ayudaba. Paré a saludarlos y me dijo:

-Estamos remolcado los coches que no pueden subir y ¿tú te atreves a salir? Ya veremos cómo vas a subir.

-Estoy ganado el pan, cuñado le dije riéndome y seguimos.

El ingeniero jefe de Pozo después de escuchar lo que el otro me había dicho, se río y dijo:

-¿Estos son a los que tú llamas gallinas?

Siempre había sido un hombre de bromas y muy alegre.

-Algo así- le dije. El miedo que tienen es el que no les deja subir, ya verás como nosotros subimos igual que bajamos, sin problemas.

-¿Cómo te arreglas para saber de todo? ¡Qué pena que no hayas podido estudiar! Hubieras sacado una carrera brillantemente y con facilidad.

-¡Sabe Dios lo que sacaría jefe! De todas formas me conformo con ser como soy. Me las arreglo y no me quejo. Después de las tormentas, siempre vino el sol, hoy ya no me puedo quejar, después de tanta lucha las cosas ya no me van tan mal. Luchar y resistir es vencer.

-Cierto amigo, bien te lo mereces, sufriste mucho para llegar adonde estas.

Bajamos a los talleres y presentamos la pieza al tornero. Después de examinarla el jefe le preguntó, ¿cuánto tiempo llevaría hacer la pieza?

-Unas cinco horas, pero tiene que traer la pieza donde tendría que ser acoplada para tomar las medidas y probarla después. El jefe me miró y dijo que no había ningún problema, que tenía un conductor especialista en nieve, que en un momento regresaríamos.

Salimos y, en lugar de subir por la cuesta del Pozo, subí por Blimea. El jefe al ver que íbamos por ese lado preguntó.

-¿Por qué vas por Blimea? 

-Por dos razones: una por si están atravesados los coches y el tractor, puede que tengamos que parar, por lo que podría patinar el coche al arrancar y la otra, para darle una sorpresa a mí cuñado que tan difícil le pareció.  

-Eres terrible me dijo el jefe riéndose, no hay quien pueda contigo, te las sabes todas.

Llegamos de nuevo y cogimos la pieza que, a pesar de pesar unos 50 ó 60 kilos, no cabía en el coche debido a su gran volumen. Cuando de nuevo bajamos la cuesta todavía seguían remolcando coches. Al pasar, mi cuñado me dijo:

-Pero, ¿por dónde subiste, que pasa que tú vas por los prados con el coche?

-Por la carretera hombre, por los prados está muy malo.

-Hay que comprar coches como éste les dijo mi jefe y podrán subir la cuesta.

-Será el conductor dijo, uno de ellos, porque coches como ése achicaron también.  

Más tarde después de pasar la nevada, me encontré con mi hermana Celia y su marido Anselmo, me dijeron, que la gente se había quedado asombrada por aquello. Decían que era un buen conductor, nadie había podido subir, pero  Arsenio bajo y subió varias veces. Ni los conductores de la Empresa se habían atrevido.

Lo mismo ocurrió una tarde de domingo. Estábamos mi esposa y los tres hijos en Gijón, en un quinto piso en casa de Ana María, la de Leontina y Miguel, vecinos y amigos. Miraba por la ventana y con sorpresa vi que empezaron a blanquear las montañas del alto de la Madera, nevaba con mucha gracia. Le dije a mi esposa. Si se cubren las montañas de la costa, muy pronto se cierran el resto de carreteras de la otra zona. Así que lo mejor será marchar para no quedar trancados mañana hay que trabajar. Con la intensidad que le daba aun que  en Gijón no cuajaba, bien claro se veía que había invernada. Nos despedimos de aquella familia y caminito de Sotrondio. Cuando llegamos al alto vimos que la nieve aumentaba. A medida que avanzábamos nos encontramos varios coches atravesados que no podían circular. Yo subía despacio y sin problemas. La gente miraba extrañada. ¿Por qué un 124 podía y ellos no? Este coche tenía fama de muy falso, por ser de tracción trasera, pero, como casi todo tiene arreglo, le había puesto unas cubiertas muy buenas, además un peso de 50 kilos en el maletero, de contrapeso. Esto, junto con mi experiencia para conducir en la nieve, me permitió circular entre muchas  evadas, nunca tuve ningún problema ni me quede  trancado. Mientras que a otros les resultaba tan difícil, yo subía con normalidad. Llegamos a Sotrondio sin problema ninguno y sin parar para nada, ni en la cuesta de Villar.

Mi esposa me dijo: Eres buen conductor y llegaremos a Sotrondio, pero no podrás subir la cuesta del pozo, tendrás que dejar la cocha abajo.

Porque dices eso, tu sabes que nunca me quede trancado, ni en esa cuesta ni en otros lugares. Seguro que subimos, este coche es mundial, ¿no lo ves como circula y los otros no? Los niños eran pequeños y mi esposa temía la nieve por ellos.

Desde luego que no aconsejo circular sin cadenas. Aun siendo veterano puede surgir un despiste, nadie es infalible, todos podemos cometer un error y sobre todo si no se conoce bien la carretera. Además, en este tiempo está totalmente prohibido y Tráfico no deja circular sin ellas, o las pones o te quedas. Son un medio de seguridad, por ello es obligatorio y con toda la razón. En el invierno las cadenas deben ir siempre en el coche.  

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