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Mientras que se hacía esta máquina, el personal que salía desde nuestra base para las obras, por su afición y novedad de esta máquina, con frecuencia visitaban mi obra y con la mejor intención comentaban en el trabajo lo que ellos consideraban algo excepcional, el invento de mi maquina. Aquello sería una gran noticia para mucha gente, pero mal visto por un miserable que más tarde me haría la vida imposible en una de aquellas obras. Todo aquello era muy comentado, Arsenio, inventa y hace maquinas, trabaja como si tuviera manos. Ay que verlo para creerlo diacia algunos. Pero aquel canalla, llevado por la envidia o la maldad, nunca pudo soportar que mi gente ni mi máquina trabajaran en aquella obra, en la que era encargado. Las cosas habían salido bien gracias a esta máquina, pero aquél mala persona lo quiso echar abajo.

Como describo en el prologo de este libro, no es mi intención discrepar del pasado, solo recordar lo que ocurre algunas veces por el mundo y lo que algunos tenemos que soportar, por encontrarnos indefensos ante tanta maldad y no poder evitar los atropellos cometidos. Por eso no voy a nombrar a la empresa ni al canalla. La maldad fue ejercida por un miserable que sin piedad, quiso hacer daño en repetidas ocasiones. Primero le dijo al jefe multitud de mentiras hasta que consiguió enfrentarle a mí como un perro rabioso para que nos echara de la obra. Lo que nunca pude saber fue si esta mala persona actuaba por su cuenta, llevado por su mal proceder o era influenciado por intereses particulares. Lo que sí es cierto es que en esta obra lo primero que hicieron fue quitarnos la contrata, obligando a trabajar a cuatro hombres y a la máquina por cuatro perras.

Nos pagaban una especie de alquiler, lo que suponía una gran pérdida de dinero. Aquí se cumplía lo que aquel buen hombre me había anunciado, que nos echarían. En efecto, solo me alquilaban la máquina ymas trade a solo dos de mis hombres, a un precio mísero por hora. Ellos ponían los materiales y el que dirigía y mandaba este equipo era aquel hombre cruel, que no se conformó con que me quitaran las contratas, su proyecto sería hundirme y echarme de allí; quitarme el trabajo para darlo a otros, que cobraban mucho más por el metro cuadrado, pero les interesaba porque así había “guita” por a lado. Esos eran los comentarios de gente que trabajaba allí de siempre.

Una de las mentiras que aquel malvado se inventó fue cuando le dijo al jefe que nuestra máquina no llevaba 5000 mil litros y que no rendía lo suficiente. El jefe me llamó y sin más explicaciones me echó la gran bronca. Cada poco le llegaba con una nueva embajada, de tal forma que me atormentó durante largo tiempo. Hasta que un día ya no pude soportara más y le dije al jefe:

-No entiendo su forma de proceder. Si no vale lo que le digo, la máquina está a su disposición en la obra, para que la cubique usted mismo. Así sabra que lo que le digo es cierto. En cuanto a su rendimiento, tampoco hay ningún problema, el rendimiento de mi máquina, es superior a cualquier otra por la rapidez de expulsión, puede comprobarlo. Esta máquina lleva una bomba especial, que de momento no se conoce otra que la pueda igualar. Expulsa los 5000 litros en 14 ó 15 minutos, las de importación que se conocen tardan más de media hora y usted lo sabe. Pero ante la duda también lo puede comprobar y así ya no podrá hacer caso de lo que le digan los que quieren echarme de la obra.

Depues de hacer la comprobación, sabra que mi maquina es la mejor. Lo mismo que mi personal, que también son los mejores y eso fue comprobado por un Ingeniero de otra obra que calculó los rendimientos de distintos trabajos. Espero que todo esto sirva para despejar sus dudas. Así que ya no admito más discusiones al respecto, ya estoy reventado de sus broncas y de las falsas informaciónes que le dan.

Me había hartado de tantas riñas e imposiciones. No me importaba que me echara, ya lo estaba haciendo. Me di cuenta que ante esta clase de gente, cuanto más prudente eres y más les escuchas, más te machacan. Hacen como los animales, si te descuidas te comen. No tenía más remedio que salir corriendo o enfrentarme para demostrar la realidad. Debí haberme impuesto antes a defender mis propios intereses. Aguanté lo indecible, esperando a que dejara de torturarme. Pero cada vez era peor. Aparte del respeto que yo siempre tuve con la gente y la poca experiencia de mi juventud y porque no decirlo, también por la necesidad que tenía de poder trabajar para vivir. Fue terrorífico lo que tuve que soportar. Pobre de estos miserables si tuvieran que pagar las que hicieron.

Aquello sirvió para que nunca más me riñera por aquel motivo. Nunca supe si llegó a comprobar lo que le dije, pero quedó bien claro que todo fue una farsa de aquel traidor. Supongo que ya no le admitiría más mentiras.

Pero aquel individuo, no se conformó con el daño que ya me había hecho. Viendo que no conseguía echarme, cambió de tercio. Decidió meter entre los materiales que ecaha a la maquina, piedras de caliza, de las de carretera, para desguazarme la bomba. Estas piedras por su peso, no subían por el circuito y al limpiar la máquina varias veces aparecieron en el fondo. Un equivalente a una caldereta de albañil de cada vez. Lo suficiente como para desguazar tantas bombas como piedras. Fue una gran sorpresa para mí personal y para mí. ¿Cómo sería mi tristeza? ¡Cuánto tuve que sufrir! ¿Qué podía hacer? Sabía que era aquel encargado, rabioso que trataba mal hasta mi gente, pero yo no podía demostrarlo. Por si esta canallada fuera poco, tenía a su jefe engañado con mil mentiras. Cuando iba por la obra no me podía ver ni en pintura, ni me miraba a la cara.

Como las piedras no le sirvieron para su fechoría, a los pocos días metió entre los materiales que él mismo echaba a la cuba un tornillo de 22 mm. Éste reventó la Bomba. La pérdida fue de mucho dinero: pérdida de trabajo, gastos de una nueva bomba, viajes y jornales de montaje. El disgusto y el sufrimiento de saber que podía seguir destrozando la máquina que yo tanto apreciaba eran enormes. Sabía que no iba a parar hasta que nos echara.

Un viernes ya muy tarde, cuando terminamos de quitar la bomba y de examinarla para ver si podía ser restaurada de nuevo y lo más rápido posible para evitar que nos echaran, hablé con el fabricante de ésta. Me dijo que lo mejor sería que yo mismo se la llevara para ver lo que se podía hacer. Quedamos de acuerdo y salimos aquella misma madrugada para San Sebastián. Después de ver el estado en el que se encontraba la bomba, pensó lo mismo que yo. Sin decirle nada de lo que yo opinaba, dijo que era más rápido y mejor hacer una nueva. Trabajamos al máximo el sábado y todo el domingo para conseguirla. En este viaje me acompañó mi esposa y mi hijo, que no quiso que yo condujera bajo el terrible disgusto. Este viaje lo consideraba largo y peligroso para el estado en el que yo me encontraba, por el tremendo disgusto.

Fue un viaje relámpago. Comenzamos a trabajar de nuevo el lunes al medio día, con una bomba nueva y con más potencia. El malvado no se conformó con aquello y una noche nos desguazó el cañón de la maquina, que es el que lo espulsda con gra potencia, a largas distancias. Hubo que hacer otro nuevo. Más tarde apareció en el fondo un tronillo como el anterior, de 22 mm, cortado a soplete y preparado para reventar de nuevo la máquina. Durante el tiempo que se trabajó allí, hubo cinco sabotajes con daños, sin contar los intentos que descubrimos al encontrar materiales en el fondo de la máquina.

Trbajamos en muchas obras de distintas provincias y nunca nos encontramos con una alimaña de esa clase. Era tan torpe y tan malo que su cerebro no debía servir más que para pensar en hacer daño y arrastrarse ante su jefe. Oí decir a una anciana que “era mejor encontrase con el demonio que con una persona de esa clase”, tenía razón.

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