A pesar del mucho trabajo que ya tenía no me quedo otro remedio que poner agallas al asunto y fundar nuestra asociación. Hubo un tiempo, que por motivo de las importaciones de carnes, los precios bajaban a cotas insostenibles por falta de regulación y las pérdidas fueron tan grandes que algunos ganaderos fueron a la ruina, viéndose obligados a cerrar. A mí poco me falto para cerrar también.
Gracias a estas asociaciones, las ganaderías comenzaron a mejorar sus resultados, a partir de estas. Una de las primeras fue la de Madrid y a través de ella se hicieron las demás. Aquella idea se extendió por Castilla y León. A través de estas se conseguía regular la importación de carnes, que estaba monopoliza por los grandes magnates del ramo Aparte, nos sirvió para importar ganado selecto de afuera. Esto sí que fue muy importante.
Yo conocía un poco a través de los ganaderos de León, que ya habían formado le de ellos, además de asociarse con los porcicultores de Valladolid, Palencia, Zamora y Salamanca.
Viendo el buen resultado de estas, me puse a trabajar y organice la nuestra en Asturias. Aunque al principio me resultaba difícil dar las charlas delante de tanta gente ya que nunca había hablado ante un público, luego me acostumbre y me las arregle. Me asesore del tema por medio del presidente de la Asociación de León, Cesar Malló, uno de los ganaderos más fuerte de León. Después de prepararlo todo lo publique en la Nueva España y nombre la primera reunión de los porcicultores Asturianos en los salones de la casa sindical de Oviedo. Después de exponerles lo importante de esta, decidimos asociarnos al grupo de Castilla León, que se llamó “Agaporle”. Es posible que siga todavía.
Estas asociaciones serían importantísimas para el mercado nacional de la carne. Al regular las importaciones, no había bajones de precios, que nos hundían. Algunas veces bajaban a precios insostenibles, llevando a la pobreza de muchos ganaderos. Estos fuertes bajones de precios, solo servían para hundir nuestra economía, pero nunca repercutió en la cesta de la compra de los consumidores, solo pagábamos el pato los propios ganaderos.
Fundar nuestra asociación me dio mucho trabajo, pero nos proporcionó un gran servicio, al mantener los precios, además de importar ganado de afuera para renovar la calidad de nuestra cabaña.
Aunque tuve que cargar con todo el peso de la asociación, el resto de los ganaderos colaboraban muy a gusto en las reuniones. Cada uno ingresábamos una cuanto de 50 pesetas mensual en una cuenta de las cinco provincias con base en la capital de León.
Trabaje como presidente de nuestra asociación tres años y todo iba muy bien pero yo tenía muchos gastos al viajar a León y Valladolid, como presidente que era tenía que asistir a diversas reuniones con el resto de las provincias. Disponíamos de una oficina en la calle Ordoño León, donde se hacían las reuniones. También tenía que viajar a la lonja de Valladolid, por motivo de los precios. Los gastos mensuales solían ser demasiado elevados para mí solo: gasolina, comidas y algunas veces el dormir, aparte de la pérdida de tiempo. Aguanté así los tres años, pero ya era demasiado trabajo para mí.
En varias reuniones les propuse que había que nombrar un presidente y unos vocales, aunque todos estaban de acuerdo en hacerlo, nadie quiso aceptar ese cargo. Alegaban que era mejor que siguiera yo que conocía la forma de llevarlo. Hasta propusieron ponerme una oficina y una secretaria y abonarme los gastos, pero ya no podía con tanto trabajo.
Les prometí que seguiría colaborando y asesorando al nuevo presidente, pero que tenía mucho trabajo y para mi solo resultaba demasiado. Además era normal repartir el trabajo, pero no aceptaron. Mi dimisión fue el desencadenante que provocó la disolución de la asociación asturiana. Las otras siguieron como siempre. Lo sentí mucho, yo no quise que desapareciera nuestra asociación, la que tanto me costó organizar y tan importante fue para nuestra economía.
Tenía que trabajar las ocho horas en las oficinas de la empresa, atender los trabajos de nuestra ganadería, las visitas a las obras por distintas partes de Asturias y León o de otras provincias, donde nos salieran obras. Organizar los trabajos, Diseñar maquinas, realizar los trabajos de aumento de nuestra ganadería, dar las charlas en las reuniones y asistir en las de fuera de nuestra zona. Ni yo mismo comprendo cómo pude con todo.
Aunque todos estaban muy agradecidos de haberla formado por los buenos resultados al mantenerse los precios, nadie se decidió a coger ese cargo y se perdió muestra asociación.
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