Los problemas de una ganadería de esta clase eran muchos y diversos, sobretodo en la reproducción de estos cerditos, que ya por naturaleza son perecederos. No es igual reproducir que cebar. Los principales problemas estaban en los pequeños y en las madres.
El principal problema estaba en aquellas naves que eran muy frías y el calentarlas muy caro, lo que no podía permitir la pequeña rentabilidad de la ganadería en aquel tiempo. Los pequeños no lo soportaban, les daban unas diarreas tan fuertes que había muchas bajas Evitar el frío era de una importancia vital para eliminar las diarreas. El gasto en medicinas para curarlas se disparaba a cotas insostenibles. Ya no sabía ni por donde iba luchar contra esta plaga. Visité laboratorios como el de Jove en Gijón, con dos cerditos con diarreas para que los analizaran y ver si me podían dar algún remedio. El resultado era siempre igual: tenían colí, lastro y otras bacterias. Todo partía de las diarreas que se producían por el frío. Como seguía sin poder resolverlo fui hasta los Laboratorios Syva de León, con otros dos cerditos. El resultado fue el mismo y el gasto enorme.
Después de hacer distintas pruebas ya no me quedaba qué hacer. Como prueba se me ocurrió tratarlos con vino de Toro y funcionó. Les dábamos vino con una jeringa grande, una vez por día durante tres días y los curaba por unos días. El problema era que llevaba mucho tiempo el darlo a uno por uno, porque eran todos los pequeños a los que les atacaba la diarrea y algunas veces había hasta 400 cerditos más o menos, según la época. Este sistema fue provisional hasta que diseñe las 3 calderas que fue lo mejor para curarlos con el calor y el más barato, además de quemar el estiércol que también era importante.
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