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Montes tuvo mala suerte, murió siendo muy joven en un accidente de carretera. Iba en uno de los coches dando clase de conducir y en un ceda el paso, cerca de los túneles de Riaño, Langreo, un conductor no respetó el ceda el paso, le salió a boca jarro y lo mandó contra un camión que circulaba en sentido contrario. Segó la vida de Montes. Lo sentí mucho, fue una perdida inútil, murió un hombre en la plenitud de su vida, casado y padre de familia. Allí terminó su carrera, nunca olvidaré la satisfacción que sintió en todo el tiempo que me dio clases pero sobre todo el día del examen emocionado, como si fuera de su propia familia. Él disfrutó viendo que uno de sus alumnos era el mejor, así lo decía siempre que nos encontrábamos. Desde el primer día que vio mi forma de conducir le dio mucha importancia, creo sinceramente que para él fue algo importante. Siempre lo recordare con afecto como se merecía y por eso quiero rendirle un homenaje, porque fue hombre serio y trabajador.

También recuerdo a aquel compañero de clase que, mientras algunos hacían comentarios por el hecho de parecerles imposible mi caso y dudar de mis posibilidades, vio algo en mi forma de ser que le hizo pensar que por algo estaba allí. Seguro que le dio vueltas en su cerebro pensando que mis razones tendría para luchar por mi carnet de conducir. Siempre los mandaba callar. Les decía que al final se vería. No se equivocó. Seguro que es un hombre inteligente. Observaba y callaba, mientras que algunos daban la legua demasiado, sin sabe r porque. Yo veía el ambiente que se respiraba a mí alrededor, pero seguí mi camino.

Nunca supe más de aquel hombre, no sé dónde estará.  Me gustaría verle y saludarle, darle las gracias por confiar en mí y decirle que ha sido  el único que he visto avalar mi idea antes de conocer el resultado. De todos los que me rodearon nunca supe de alguien que dijera que yo podía ser normal o que aprobara, como decía aquel hombre. Aun recuerdo su fisonomía: era moreno, de pelo negro y con bigote no muy pequeño. Joven, de unos 35 años, de altura mediana y más bien gordito, sin ser obeso. Sereno observando y parco a la hora de juzgar, como debe ser un hombre. Espero que si un día se encuentra con este libro se recuerde de aquel día, que con emoción él también festejó la victoria de un compañero que ciertamente era la duda de la mayoría de todo el grupo, y nos podamos ver para saludarnos y decirle el gran acierto que tuvo al distinguirme y saber valorar las cosas como son. 

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