Nuestra familia fue azotada por los accidentes y desgracias. Una de las más castigadas de todo el valle. Hubo accidentes de varias clases. Constante, cuando era un niño y trabajando en la carretera de Tiraña, al pasar el camión de la misma obra, se apartó a un lado y cuando estaba pasando el camión, resbaló y le cogió una pierna por arriba. Sufrió una fractura de fémur, a punto estuvo de cogerle por la barriga. Al poco tiempo, Laudina, al coger un saco de carbón, espetó una aguja en un pecho y tuvo que ser operada. Poco después yo tuve un accidente trabajando en el exterior del Grupo, me cogió una descarga de alta tensión que poco falto para matarme. Un poco más tarde tuve que ser operado de una hernia. Al año siguiente operado del apéndice. Al año justo, enterrado en la mina. Otro año más y perdí las manos en una explosión. Todo esto desde los 14 y medio a los 20 años. La terrible enfermedad de nuestro padre, la enfermedad de Daniel, fue grave. Enfermó a causa del polvo, del trabajo en la mina y del hambre que pasábamos.
Dos accidentes de Corsino, el primero con la explosión de dinamita en la mina dando fuego en un trabesal y más tarde al quedar enterrado en otro accidente, también en la mina. En aquella casa hubo unos años que no salíamos de una para meternos en otra. Belarmino “Mino” sufrió otro accidente, no se mató de milagro. Era trenista en la mina .Bajaba con un tren de carbón en la cuarta planta del Pozo San Mamés para la zona sur. En plena marcha descarriló su tren y no tuvo más que volcar el vagón de freno donde él iba. A pesar de que el tren era de ocho vagones, solo volcó el de él. A punto estuvo de quedarse allí en el acto. Le cogió su pierna derecha y la rompió por el fémur.
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