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Mi hermano murió a los veintisiete años de edad, casado y con dos niños de corta edad.       

La rotura del eje de la máquina de extracción del Pozo San Mames le costó la vida a mi hermano Constante.

Tuvo que surgir una maldita avería en el Pozo para que el destino llevara a mi hermano a la muerte. Constante trabajaba como picador de carbón en el Pozo San Mamés. Se rompió el eje central de la máquina de extracción del Pozo.Una avería de largo tiempo. El eje era de un grosor superior al cuerpo de un hombre y procedía de un portaviones. Cuando menos lo esperábamos, se cree por un tirón de las Jaulas, aparte de que el eje ya tenía una fisura. Su torsión fue lo suficiente como para producir esta avería. El único remedio fue parar el Pozo para cambiarlo,lo que iba suponer el parar el pozo casi dos meses.

La gente se destinó al resto de los Pozos cercanos. Era el mes de Junio de 1964. Todos los picadores querían las vacaciones antes de ser destinados a Pozos desconocidos. El Ingeniero me dijo:

-Arsenio, va a comenzar a desfilar por aquí la gente a pedir las vacaciones. Ya sabes cómo están las cosas, tú les atenderás y les dirás lo que pasa. No  hay vacaciones para nadie, sería una pérdida de producción importante y la Empresa no lo autoriza.

Mi hermano, como casi todos, también las pidió. Vino y me dijo: Hermano, necesito que me deis las cavaciones, no me gusta ir a es pozo. Habia sido destinado al pozo Cerezal. Además ,me dijo: ya sabes que tengo que recoger la hieba en uno de los prados más grandes que él recogía, y que daba mucho trabajo, aparte de estar solo él y su mejer para esta gran faena.

-Lo siento de corazón le dije: en este caso no puedo ayudarte, el Jefe acaba de comentarme el problema de toda la gente, si hacemos una excepción contigo de esta clase habrá protestas y con toda la razón. Date cuenta que es un caso extremo y no hay más remedio que tratar a todos igual.

Él mismo se dio cuenta de que no podía y me dijo:

-Es cierto que todos mis compañeros también quieren las vacaciones.

Se marchó muy a disgusto. ¡Pobre hermano! No sabía que aquello iba ser su muerte.

Fue destinado al Pozo Cerezal, a una de las primeras generalas. Era una capa de gran potencia, de mucho trabajo, con grisú y muy calurosa, una de las ramplas mas malas del pozo. Salían pingando de sudor producido por el trabajo y el exceso de calor. Las galerías eran muy largas. Bajaban andando hasta el desanche, donde les esperaba un tren de seis vagones para bajar al personal. Había mucha agua y se mojaban los pies al pasar. Mi hermano llegaba algo tarde y al coger el tren que ya había arrancado, pego con su cabeza en el cable de la corriente en la catenaria, que alimentaba las locomotoras. En este triste y aciago día 29 de junio por ser el casco metálico y llevar el pecho semidesnudo, pues solo vestía una simple camisa y la llevaba desabotonada por el  calor. Al pasar en entre los topes de los vagones su cuerpo rozó en el vagón a su vez que el casco en la línea de alimentación y, dado que iba mojado, le sobrevino una fuerte descarga eléctrica.  Solo pudo decir: “¡Ay, madre!” Se cayó fulminado. Entre sus compañeros se encontraba nuestro cuñado Anselmo y el hermano de su mujer. Quisieron auxiliarlo pero nada pudieron hacer. Mi hermano ya era cadáver. La potencian de la energía era de 500 W lo suficiente para dejarlo en el sitio.

El Pozo Cerezal está situado en la falda de una montaña que divide los dos valles, el de San Mames y Santa barbará. En lo más alto de ésta montaña está  situado el prado donde tenían la faena de la recogida de la hierba y que daba vista al mismo Pozo. A la espalda de ésta está nuestro pueblo de La Bobia, también casi en la cúspide. Desde este prado se divisaba a la gente deambular delante del Pozo. Allí estaban sus dos hijos de corta edad, José Ramón y Constantino, con su madre, Enedina, a la hierba. Eran las 2 de la tarde y miraban cómo salía el camión con los mineros que los transportaría hasta el pueblo. Enedina dijo a sus hijos:

-Vamos para casa, ya sale el camión y viene papá a comer.

Cierto, el camión sí salió, pero su padre no. Allí se quedó esperado su último viaje, pero en la carroza. En lugar de llegar el papá, en el camión llegó un enviado a buscar la ropa, con la triste noticia de su muerte.

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