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José García Suarez “Pinón” Jefe del taller mecánico del Grupo San Martin, fue para mí como un hermano

Al día siguiente marché al taller, José, muy atento, comenzó a mirar los croquis, le expliqué lo que  podía ser importante y con mucha amabilidad me dijo: Aremos todo lo que esté a nuestro alcance para ayudarte. Se trata de tus manos y eso es muy importante. Aquel día comenzamos lo que iba ser un largo trabajo de investigación y pruebas, pero que serían fundamentales para mis proyectos y daría un giro total a mi vida. Sacándome de aquel sufrimiento y pudiendo trabajar como un hombre precisa y con mis propios medios.

Con aquellos croquis y las diversas pruebas que hicimos, salieron lo que iba a sustituir a mis manos, con las que pude hacer una vida normal y realizar cualquier tipo de trabajo desapareciendo mi complejo, al poder defenderme por mí mismo, pues con los anteriores aparatos, era imposible trabajar, aparte de no tener base se rompían y no ganaba para sus reparaciones, además de la pérdida de tiempo.

Si la ayuda de los ingenieros fue importante y muy notable para mi vida, la de José García Suarez  también fue muy importante, por  tratarse de una obra de mucho trabajo y larga duración. Mientras que algunos me daban la espalda, José, se volcó de lleno en mi ayuda ofreciéndome lo que fuera necesario en todo el taller, con educación, con nobleza, con cariño, supo no solo ayudarme sino darse cuenta de mi dolor, de mi necesidad y como si lo hiciera para un hermano, luchó junto a mí por una causa tan importante como justa, que algunos nunca supieron valorar. Su mérito y su entrega al proyecto fueron tan grandes como necesarios para mi caso. Todas esas pruebas, esos trabajos, esas horas de lucha que los dos tuvimos, dieron un gran resultado. No tengo palabras para valorar el gran corazón que este hombre tiene, y que le apreció como si fuera de mi propia familia. Aparte de ayudarme, me libró de ir a otro taller a gastarme el dinero que mucha falta me hacía. Me libró del enorme gasto que aquello iba suponer.

Este trabajo fue importantísimo en mis primeros años de lucha, pues en aquel tiempo todavía no podía trabajar para hacer mis propios aparatos. Al retirarse José, luego paro el taller de la empresa y tuve que dedicarme a manejar distintas herramientas para aprender Compre un grupo de soldar para aprender a soldar, primero con la eléctrica y después con la autógena y perfeccionar mis conocimientos en mecánica.

 Aquí sí que de verdad comencé con otra larga lucha, al querer aprender a construirlos por mi cuenta, para no tener que depender de nadie, pues pocos se encuentran tan generosos como este gran hombre.

Debo destacar que para hacer una simple soldadura de uno de mis aparatos, mi esposa y yo visitamos en una mañana cinco talleres y ninguno quiso hacerlo, pagando aunque fuera el doble de las horas que echaran, ni con eso. Con aquel disgusto, pensé que lo mejor sería comprar un grupo de soldar, para hacerlo yo mismo. Esto que parece imposible, es tan cierto como lo describo. En el último taller le dije, si quiere le pago por adelantado, Tampoco le valió.

Cuando trabajábamos José, y yo en el taller de la empresa por mis aparatos, hasta hubo alguno que dijo: “como tiene poder de los Jefes ¿qué más da perder más tiempo que menos?” Que va a sacar con esos planos que hizo, que no tienen ni pies ni cabeza. Cuando oí ese mal comentario, mi corazón casi se sale de su sitio, por ver la ignorancia y maldad de alguno, que no saben más que eso, criticar sin sentido.

Mientras que me desvelaba por no perder tiempo, procurando no molestar y cumpliendo con mis deberes como siempre, aparece el que nunca está de acuerdo con nada ni con nadie. Si la empresa ayuda a un obrero, es un enchufado, si no lo ayuda, la empresa es una miserable. Así  razonan las cosas algunos, protestando y sin saber por dónde andan, por ayudar a un hombre en las circunstancias que me encontraba y que era para mí tan necesario como el pan de cada día.

En mi caso la ayuda no se trataba de un enchufismo ni de un mero capricho de un Ingeniero, sino de una necesaria ayuda a un minero, que la Duro Felguera, me prestó, desde el mismo director general, colaborando toda la dirección de esta gran empresa que para mí fue modélica, aunque hubo que atravesar por épocas extremas por la baja economía de la posguerra, conmigo se portaron de lo mejor. Hasta D. Agustín García, el Director  de minas, personalmente me ofreció ayuda diciendo que todo lo que me hiciera falta allí estaba la empresa para ayudarme, por ser un buen trabajador como lo eran mi padre y mis hermanos, dándome las gracias por lo valiente que fui. Así de claro me lo dijo la última vez que lo vi en Madrid.

Desde luego que es muy importante analizar estas cosas, por una parte el que está eternamente desconforme con todos y con todo lo que se mueva y por otro lado está el resultado que a corto o largo plazo sale a relucir. Lo mismo del que se comporta o del que no le vale nada. Hay gente que cuando está en el tajo piensa que nadie le conoce, vive pensando que los jefes ignoran su buena o mala forma de ser.

Está equivocado, la dirección de un pozo, o la de cualquier empresa, sabe perfectamente cómo es toda la plantilla, como si son tres mil personas. A través del jefe inmediato llegan a diario todos los informes, lo mismo del bueno que del malo, del que trabaja mucho o del que no da ni golpe. Por eso los jefes aprecian al hombre que se comporta con realismo, con nobleza, al que sabe respetar y cumplir con su deber para que él sea también respetado y apreciado. No podemos olvidar que el desconocimiento de las cosas y la ignorancia, es la madre del mal, muchas veces.

Es importante s cumplir por el propio interés de uno, pero también para poder defenderse de las equivocaciones o del mal proceder de alguno que se te cruza delante por la vida y sin razón. Muchas veces es necesario reclamar a un jefe los derechos que tienes, sino cumple pero con educación y seriedad. Yo miso he tenido duros combates con algún jefe y que tuvo que claudicar por la razón de un trabajador. Nada tiene que ver el cumplir con el reclamar tus derechos y de no ser pisoteado por algún energúmeno que muchas veces sin razón se nos cruza delante.

José García Suarez, “Pinón”, fue un jefe de taller importante, como técnico y trabajador incansable, honrado, serio y con arte para mandar y trabajar. Sabía apreciar el valor y las necesidades de los demás. Desempeñó una labor en el Grupo, necesaria y excepcional. Conocía todas las instalaciones como si hubiera nacido en ellas, porque trabajaba con ganas, con entrega a su cargo. Cumplió con su deber de buen ciudadano, primero de oficial y después de jefe. Fue muy apreciado por todos los Ingenieros y por el personal, que durante largos años trabajaron con él.

Desde estas páginas quiero rendirle un homenaje, porque se lo merece y como prueba de mi agradecimiento. Un cordial saludo, amigo.

4 respuestas a José García Suarez «Pinon»Jefe de taller

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