Las insolencias que hay que soportar algunas veces del gran jefe, que mejor estaría cuidando cabras que personas, es tremenda. Si el vigilante era malo y rustico, este peor. No se sabe muy bien si por desconocimiento o por avasallador. Creo que tenía de todo un poco, por ese motivo siempre fue criticado por los trabajadores y tuvo la fama que se mereció y encima presumiendo de ser el mejor y más inteligente. Así hay personas que no se enteran de lo mal que se comportan ante los esclavos mineros de aquel tiempo.
Pasaron tres días y como el vigilante me puso como revolucionario ante el gran jefe. Una mañana cuando estábamos a media tarea bajo éste por la rampla preguntó por mí. Yo estaba situado entre los diez hombres en el centro, por orden del mismo vigilante, al ver que no bajaba la producción. El gran jefe no podía bajar a donde yo estaba, no cabía debido a su gran corpulencia, en un sitio tan estrecho, por lo que exigió que subiera inmediata mente a donde él estaba. Me llamó la atención con un temperamento como para pegarme, me trato pero que muy mal. Este individuo siempre fue un dictador de los mayores de la historia de la mina. Parecía comer al mundo y eso solo lo consiguió con los gallinas, o gente de poca experiencia.
Cuando pegaba en duro se metía el pico bajo el ala y se iba. Abusaba de su mando, siempre que podía. Hay que haberle conocido para poder creer como se portaba en ocasiones, avasallando al trabajador o al mismo vigilante, que también les dio leña con razón y sin ella. En su entrevista, tumbados en las chapas porque estaba muy estrecho y sin vernos las caras, me echó una bronca de las de órdago. Sin saber por dónde iba ni por qué, solo sabía lo que el vigilante le había dicho y seguro que lo que quiso, pero no la verdad. Con educación le escuché y cuando cansó de descargar su veneno, que por cierto tenía más que una víbora, le dije:
-¿Puedo hablar yo algo? Supongo que tengo derecho a decirle la verdad de lo que está pasando aquí. Me parece entender que le han informado mal. Usted durante la bronca que me acaba de echar con dureza y con agresividad, me declara revolucionario. Yo nunca he sido de esa forma, eso es falso y comete un error. Aquí se está trabajando al mismo ritmo que cuando yo llegué y por lo tanto no tengo ninguna culpa de lo que pasa en esta rampla donde no hay ni control de nada, da la impresión de que no tiene amo. Le expliqué la razón y le dije:
-Yo pretendí arreglar las cosas como tiene que ser, intentando hacer bien a todos. No hay derecho a emplumarme el san Benito que el vigilante me quiera cargar ante usted por desconocer, o por no querer pagar a la gente. Le aseguro que no se trataba de ninguna revolución, sino de un malentendido, o por lo mal pagador que es este vigilante, que siempre estaba dando voces a la gente como si fuéramos animales. Todo este problema lo tenía arreglado si les pagara una simple bonificación a los rampleros, que están esporiando y que bien se lo merecen, ya que para poder bajar la producción del taller hay que casi reventar de trabajo.
Siguió con su agresividad y entre otras cosas dijo que yo no era nadie para proponer ni para dirigir. Que para eso estaba él, y amenazándome con enviarme para una chimenea de la zona norte del Rimadero y al relevo de las nueve de la noche si no conseguía cargar la producción como castigo. Mi contestación, a pesar de que no me dejaba ni hablar, fue rotunda y categórica.
-Usted destinará a quien le venga en gana, pero a mí no me destina al Rimadero ni a ninguna parte, sino a mi punto de partida que son los contraataques. Porque usted no puede ni va a obligarme a trabajar en este Pozo. Se da la circunstancia de que a los trabajadores que sabemos cumplir no se les cierra la puerta en ninguna parte, excepto aquí. Y para terminar le digo señor, que no hay más discusiones, le doy de plazo hasta el lunes para que me destine a donde me pertenece. Ese pufista de vigilante me debe muchas horas extras de los contraataques y que no me paga. Si no me destina a mi punto, no entraré a trabajar y marcharé del Pozo, así de claro no tolero que un torpe como este, siga abusando y sin pagar lo que uno suda.
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