El nueve de Abril del 2012, con motivo del documental, hay una luz en Asturias, que nos muestra un poco de la dura etapa que atravesamos en nuestra región Asturiana, en los años de la posguerra, en la que pasmos hambre y esclavitud, con una tremenda dictadura, lo mismo en el trabajo que en la calle.
En este día de tanto recuerdo, nace un episodio más para mi libro, ya que a los mineros nos toco la peor parte de la lucha para salir de la esclavitud, de la poca seguridad en los trabajos y con muy bajos salarios. A demás de una escasa cultura por que el régimen no se preocupo de organizar la cultura de nuestro pueblo. Solo fuimos adiestrados para trabajar como los animalitos de carga. Hasta tuvimos que bajar de todos los pueblos a Blimea, los sábados por las tardes a aprender la instrucción como si fuéramos militares y pasar revista claro. Yo tenía 15 años
Las generaciones para atrás de mi época, lo pasmos fatal en todos los órdenes de la vida. Miedo, hambre, demasiado trabajo, poco dinero y una inseguridad en los trabajos tremenda. Hasta nos enviaron un fantasma por los pueblos para amedrentarnos por las noches, cuando íbamos o veníamos del trabajo. Hubo alguno que se desmayo de tanto miedo.
En cuanto a la seguridad en los trabajos, basta con decir que había que subir las chimeneas en las minas, en muchos casos sin auxiliar y ventiladas por un simple difusor con tuberías machacadas muchas veces y difícil de acoplar, por lo que se perdía el aire por el camino antes de llegar a su destino.
El trabajar ocho horas y otras veces más, en un fondo de saco con escasa ventilación y con demasiado grisú, y encima sin auxiliar, es como estar metidos en una ratonera, sin saber cuando llega una desgracia. Unas veces por la maleza y el grisú y otras por quedar trancados. Alfredo Lamuño mi vecino de La Bobia y yo hemos sufrido esa experiencia, apunto tuvimos de morir asfixiados por el grisú, trancados en una chimenea de la segunda rama 3ª planta sur del Pozo San Mames, en el año 1.952. Hay un pequeño episodio En página 145,, que se titula (trancados en una chimenea). Que describe como nos salvamos de milagro en aquella mina.
Los difusores para ventilar la mina eran unos tubos de chapa de 2 metros de largo con un diámetro 20 cm. donde se ponía una manga del aire comprimido con un tobo de ½ pulgada con un agujero muy reducido, para evitar los chispazos, y no infamarse el grisú. Con este sistema se consigue producir una corriente de aire a través de aquella tubería desde la galería donde haya aire corriente, para llevarlo al testero de las chimeneas, contraataques y coladeros. En los fondos de saco de las galerías se ponían turbinas que son bastante más potentes.
En la época de mis abuelos no existían estos medios porque no había energía eléctrica. Los ventilaban con ramas de árbol o con la chaqueta, dando lugar explosiones de grisú y sus consecuencias mortales muchas veces, y otras con quemaduras. Aunque eran minas de montaña donde el grisú era más escaso que en los pozos.
Los pozos mineros no se profundizaron hasta llegar la energía eléctrica. En algunos grupos de minas de montaña más importantes de aquellos tiempos, los ventilaban con unos “hogares” de ventilación. Estos eran una chimenea de ladrillo o piedra, con un horno donde se quemaba carbón. Que a su vez recibía el aire de la mina, cerrada por una puerta a la boca de la mina para que el fuego se alimentara a través de esta. Originado así una corriente de aire que ventilaba las galerías y ramplas, pero no en los transversales, contraataques, chimeneas, sobre guías y coladeros, donde seguían ventilando con sus chaquetas normal mente.
Por si todo esto fuera poco, en algunos lugares de trabajo había jefes que eran más dictadores que el propio General Franco. Desde luego yo no creo que él dictador haya ordenado tantas barbaridades como las que ocurrieron por nuestra región. Hay que pasar por ello para creerlo, porque algunos animales de dos patas, abusaron de los trabajadores todo lo que pudieron, sin pensar que todos esos desaguisados, un día se podían revelar contra ellos.
Si cierto es que la huelgona fue necesaria e importante, porque marco un hito en la historia de Asturias y de España, por ser el comienzo de una nueva era de apertura y libertad para poder defender la verdad de los trabajadores. Mejorar las condiciones de seguridad en el trabajo, así como los míseros salarios que nos pagaban. Obligando a la dictadura y a las empresas a dar marcha atrás, aunque la represión fue dura por haber detenido y enviando a la prisión a 356 mineros. 126 deportados y 198 despedidos.
Esta huelga que duro demasiado, dos meses sin trabajo ni salario para mantener a las familias. Lo que llevo el hambre y la desesperación a la mayoría de nuestros hogares. Y por si todo lo que estábamos padeciendo no fuera bastante, mandaron a todos los jóvenes mineros comprendidos en quinta, que estaban librando por mineros para la mili. Esto fue demasiado, la mayoría casados y con hijos, pagando la hipotecas de sus casas. Quedando en muchos casos la esposa con sus hijos pequeñitos sin tener medios para darles de comer ni amparo de nadie. Así fue aquella tragedia que de alguna manera todos tuvimos que soportar.
Ni el sindicato vertical, que poco o nada valió a los obreros. Ni los organizadores de la huelga tuvieron en cuenta a los jóvenes mineros comprendidos en quinta. Es aquí donde hubo un fallo tremendo. ¿Por qué no se dejaron trabajando a estos jóvenes en la conservación de las minas, que tan necesario era mantener? Evitándoles el ir al ejército. En otras huelgas que hubo se dejaron trabajando a los mineros que llevaban menos de tres meses en el trabajo para que no los despidieran. Esto hubiera sido una obra de caridad importantísima, porque fue demasiado el daño ocasionada a estas familias.
Yo particular mente lo considere como un fuerte castigo, y dado que nadie se movió para defenderlos, y que entre estos mineros que mandaron al ejército como rebeldes y huelguistas. Se encontraba mi hermano Constante, con veinticinco años, casado y con dos niños de corta edad y pagando la hipoteca por la compra de la casa.
Desolado por la situación, lo mismo que nuestros padres y su esposa, cuando salió de casa para incorporase al ejercito, lloraba como un niño y con toda razón. Yo no soporte verlo tan disgustado que le dije: no llores mas hermano, yo te acompañare hasta Oviedo, al cuartel de Rubin donde expondré tu caso al Comandante jefe de nuestra región, a ver si consigo que te dejen trabajar en la mina para que sigas con tu esposa y tus hijos. Este Señor no dejara de reconocer que es un castigo demasiado duro porque el problema no se solucionara con ese castigo ni con otros más.
En efecto le acompañe, llegamos al cuartel y se incorporo aquella mañana y ya no le pude ver en todo el día. No dejaron pasar a los paisanos al recinto de la tropa. Di vueltas todo el día hasta sin comer porque la pena que sentía por todo esto me lo impedía. La verdad es que ya estábamos hasta el gorro de tanto sufrir y nos presentan ese problema. Hera un hermano y si podía, debía hacer algo por él y su familia.
Llego la noche y no conseguí hablar con el responsable jefe del destacamento militar. Pensé que lo mejor sería quedarme en Oviedo para comenzar mi trabajo por la maña antes de que los trasladaran a distintos regimientos en Valladolid, donde fueron destinados mi hermano y otros compañeros por sorteo. Otros fueron destinados a Zaragoza, Jaca y Candanchu.
Esta información, junto con la de que saldrían para su destino en las primeras horas de la mañana siguiente. Fue lo único que pude saber gracias a un buen hombre, un oficial de ese cuartel, al llegar la noche y no saber nada, me acerque al soldado de puerta y le dije que necesitaba hablar con un oficial, para informarme sobre el particular. Muy atento se lo comunico y me recibió en su despacho. Aquel gran hombre me informo de que ya estaba sorteados y que en las primeras horas de la mañana del día siguiente saldrían para su destino.
Salí del cuartel con un tremendo disgusto a buscar una pensión. Aunque fui a la cama poco dormí. Porque temía que salieran en la flota de camiones militares que ya estaban preparados para salir y no poder hablar con el Comandante jefe. Al amanecer ya paseaba yo por la entrada al cuartel.de Rubin, esperando ser recibido por el comandante.
Por suerte el Comandante llego a las nueve y dado que yo tenía la audiencia solicitada del día anterior, solo tardo media hora en recibirme. Gracias a un oficial que me atendió muy bien, al decirle que por favor me pasara a ver al jefe, ya que habían comenzado a embarcar a los mineros en los camiones militares.
Pase a su despacho, me presente, y le explique el motivo de mi vista.
Señor, le dije: entre los jóvenes mineros que van castigados al servicio militar, tengo a un hermano casado y con dos hijos muy pequeños. Además de la difícil situación económica que atraviesa nuestra región por tanta huelga y tan larga, este hombre como muchos mas ya no tienen ni para mantener a su familia y tampoco para pagar la hipoteca de la casa que compro, ¿Cómo se van a mantener sus hijos y su esposa? Este castigo es un dolor Señor. Mucho le agradecería que lo librara de él.
El Comandante como militar que era me dijo.-
Sí que lo entiendo, pero su hermano esta declarado como rebelde y huelguista, y ese es el castigo impuesto por el gobierno.
Es cierto que así los denominan señor, pero ni mi hermano ni sus compañeros son rebeldes, son trabajadores. Solo se trata de una huelga reivindicando seguridad en el trabajo y mejores salarios Hay que tener en cuenta que la única defensa que tenemos los trabajadores, es la huelga pacifica, aun que esta ya dura demasiado y lo que queremos es trabajar. Lo malo de todo esto es que hay quien aprovecha para politizar, una huelga que solo es reivindicativa y por esa causa el gobierno impone esos tremendos castigos. Le aseguro Señor que somos catorce hermanos, una familia minera y que jamás nos metimos en follones de ninguna clase, lo nuestro es el trabajar, pero con seguridad y un salario para poder vivir. Nuestra conducta es intachable y no creo que haya derecho a pagarlo a tan alto precio.
¿Cómo justifica Vd. que su hermano, no es un rebelde y esa conducta que dice?
Con un certificado de la autoridad de mi concejo. De la guardia Civil, del Alcalde del Concejo o un informe del Ingeniero jefe de Pozo, que es mi Jefe, pues trabajo en aquellas oficinas con él.
Si es así, le vale uno del Ingeniero Jefe de la mina, pero le recuerdo que ya estamos embarcando a los mineros en camiones a su destino. Puede que ya no le dará tiempo, le doy dos horas, le valen.
Sí, Señor, cogeré un taxi y con suerte lo puedo conseguir. ¿Por favor puede tomar nota del nombre de mi hermano? Está destinado al regimiento de San Quintín Valladolid. Le di el nombre y apellidos y marche a toda prisa.
Tuve mucha suerte que el Ingeniero aquella mañana no fue a la mina. Le explique el problema y muy rápida mente mando hacer el informe, le di las gracias y a toda prisa salí para el cuartel de Rubín, en taxi que me esperaba
El Comandante, me recibió en el mismo momento de llegar y me saludo con mucho afecto viendo que lo que le dije era total mente cierto. Mandó que trajeran a mi hermano, lo saludo y le dijo.
A trabajar a la mina amigo, ya que es lo que quieres. Pero da las gracias a tu hermano que es más bravo que un rayo.
Le tendí mi mano para saludarlo, se levanto de su asiento y medio un abrazo diciéndome, Arsenio sigue con ese dinamismo que vencerás muchos obstáculos por duros que sean. De verdad te digo que se necesitan muchos hombres con esa moral que tú tienes, hasta siempre
Salimos mi hermano y yo para casa más contenta que si nos tocara la lotería. Constante era hombre noble. Después que salimos del recinto del cuartel, y pensando en lo que luche para sacarlo de allí y viéndose libre del castigo, se emociono, y mientras me abrazaba, me dijo, hermano, nunca creí que lo ibas a conseguir, tuviste que dar muchas vueltas, mientras yo sufría encerrado en el cuartel, pero valió la pena, no me abandonaste y eso nunca lo olvidare.
-Solo hice lo que tenía que hacer, si encima de los problemas que la vida nos presenta, no nos ayudamos unos a otros, estaríamos como perdidos.
A pesar de conseguirlo, el disgusto permanecía en nosotros, recordando a los compañeros que se llevaron sin que nadie hiciera nada por ellos. Allí teníamos vecinos y compañeros, amigos de toda la vida y se los llevaron como rebeldes al ejército, donde la disciplina era férrea y la comida de pena, el rancho que daban no lo comían ni los perros la mayoría las veces.
Aquel señor Comandante con mucho carácter y enérgico como suelen ser los militares. No se anduvo por las ramas Se informo de todo con detalle, pero actuó con nobleza, me escucho como un hombre debe atender los problemas de los demás. Aunque casi me pasa por un examen, me dio tiempo suficiente para explicarle las cosas como eran. Me escucho con mucha atención. Entre el día y la noche que pase solo y disgustado, medio tiempo a preparar lo que debía decirle. Pero siempre con la verdad por delante, porque es la única forma real de no quedar mal ante nadie. Siempre fue mi bandera, la de la verdad porque te da fuerzas para defender nuestros intereses, sin fallos ni gaitas. Así es como un hombre debe caminar por la vida, con realismo, pero con energía.
Es muy curioso, ayer día 9 de Abril del 2012, que presentaron el documental, hay una luz en Asturias. Por pura casualidad y después de pasar cincuenta años, tuve que ir al mismo lugar donde estaba el cuartel de Rubín, donde se incorporaron los mineros de aquella expedición. Que por cierto ya no está allí el cuartel. En ese lugar pusieron las oficinas de la Policía municipal de Oviedo, el Cuartel de la Guardia Civil y el parque de bomberos.
Por ese motivo de estar allí las oficinas de la policía municipal, acompañe a mi hija Mónica, por una multa que le echaron a uno de los coches que metió hasta la tienda, aunque con permiso solicitado para tres vehículos que fueron a sacar material de la tienda por una reforma. Por error multaron a uno de estos. Por lo que tuvo que presentar una solicitud para que les quitaran la multa que era de 200 euros.
Mientras que mi hija arreglaba los mencionados tramites en una taquilla, yo la esperaba a su lado en una gran sala a la entrada donde está el policía de servicio, al que le pregunte por el cuartel ya que no sabía del gran cambio. Aquel señor muy atento me explico todo con detalle. Hasta me dijo: ya vi por la cámara que es Vd. conductor de un mercedes. Vaya arte que tiene y como maneja esos aparatos que a simple vista son muy sencillos pero Vd. los maneja como si tuviera manos y eso llama mucho la atención al que no le conoce.
Es normal le dije: que la gente mire, es algo que muchos no comprenden que se pueda trabajar con toda normalidad. Aunque el aprendizaje es muy difícil, después de años de práctica ya no hay problema. Mi vida discurre como la de los demás, trabajando y luchando por la vida, porque así tiene que ser.
Por lo atento que fue, le conté lo de aquel día hace cincuenta años, y le invite a que esa noche a las diez viera en la TPA el documental, hay una luz en Asturias, porque es histórico y muestra un poco de los grandes problemas que atravesamos los mineros Asturianos.
A través de este episodio, quiero mostrar la diferencia tan grande que hay de unas personas a otras para valorar las cosas. Al conseguir el sacar del Ejercito a mi hermano Constante, todos mis compañeros de la mina y de la oficina dijeron. Nos alegramos mucho que lo hayas conseguido. Fuiste hasta el Ejercito a luchar por tu hermano y eso merece una ovación, porque a todos no se nos ocurre y en cambio tu pasaste dos días fuera de casa para conseguirlo.
Al revés de estos hubo alguno que dijo: ¿porque a él sí, y los otros no?
Que fácil resultan las cosas para algunos que ni se enteran de que va el asunto.
Para este señor que dijo esto, yo tengo una pregunta. Tu hermano también sufrió el mismo castigo que el mío. ¿Tú te molestaste para hacer algo por él? No, ni te moviste del sitio, porque no se te ocurrió o porqué no quisiste, o lo que fuera. Fíjate bien en la diferencia del resultado, porque a casa no nos traen nada. Así que lo mejor es, ser prudente y dejarse de criticar a los demás. Yo aparte de ir a defender a un hermano, fui convencido de tener la razón. Primero por tratarse de un hermano y después por creer que no había derecho a tal castigo. Esa es la gran diferencia macho, no te olvides.
Por este motivo y otros más, quiero destacar algo que considero muy importante. La unión que a través de nuestra historia, tuvimos los mineros. Trabajando en pésimas condiciones de seguridad y bajo las entrañas de la tierra, entre polvo maleza, grisú, mojaduras, y otras con exceso de calor, además del duro trabajo a la luz de una simple lámpara, con una pobre luz. Hasta tuvimos que pasar largas etapas la jornada de ocho horas bajo el agua permanente. Había minas que caía el agua como cuando cae una nube y lo teníamos que soportar para ganar el pan para nuestros hogares. En estas y otras malas condiciones convivimos los mineros juntos, ayudándonos unos a otros como hermanos, sin distinción de colores.
Allí todos éramos iguales, comunistas, socialistas y de derechas. Eso da una lección a muchos fanáticos, porque nada tiene que ver lo que un hombre pueda pensar o ser, si no lesiona los derechos de los demás. Esa convivencia nada hay que la supere, es algo importantísimo. Deberían tomar nota algunos políticos y dejar de insultarse unos a otros, por una convivencia social y política más sana y real. No es bueno tener esas diferencias, ni para la política ni para nuestra economía. Lo mejor sería trabajar unidos, pero con realismo y honrradez. Las personas no dejan de ser buenas o malas, por su color político. Tiene que existir la política, claro que sí, pero de otra forma. O nos dedicamos a la política para hacer por la patria, pero no para guerrear.
Lo mismo que a mis compañeros, me toco picar carbón en minas muy malas, pero sobre todo en San Luis de 4ª planta sur Pozo San Mames. Con un ridículo precio por metro de tajo. En esta mina mojada, falsa, donde los hundimientos eran frecuentes, había que empiquetar el techo como los dedos de la mano, para poder sostenerla.
Dura de picar como el mismo acero, hasta el punto de tener que dispara en los tajos y con el problema que los disparos algunas veces tiraba la madera, dando lugar hundimientos. Ni con eso sacábamos ni para comer. En unos tajos muy mojado por el agua que pingaba por todo el tajo, y en otros el inmenso polvo del carbón.
A pesar de todo lo malísimo de aquella mina, nada conseguimos. Éramos dieciséis picadores, que trabajábamos con normalidad y exponiendo la razón primero y después con bajo rendimiento. Ni caso, allí nos tuvieron como castigo una larga temporada, aunque la producción era muy baja. Al gran jefe no le importo el perder un monto de toneladas de carbón para la empresa. Si la empresa supiera del zángano que tenía allí, seguro que lo mandaría a la porra. La verdad es que mucho más le valía a la empresa Duro Felguera pagarle el jornal en casa que mandando a un grupo de de 1.600 trabajadores en aquel tiempo, en plena era del carbón. Era un tío duro y un dictador que no valía más que lo que él mandara, con razón o sin ella.
Si cierto es que hubo jefes muy malos, también hubo alguno muy bueno, que reconocían los derechos de los trabajadores, aunque muchas veces no pudieron hacer nada por mejorar las cosas, por las normas estrictas dictadas por la empresa. Pero la diferencia de estos buenos hombres estaba en que si no podían poner, tampoco nos quitaban nada. En cambio otros solo valían para quitarnos los pocos derechos que teníamos. Hombres como fieras e intocables y duros con el trabajador que lo miraban por encima del hombro y con desprecio, presumiendo de lo poco más que sabía de matemáticas, pero no de temas sociales y menos de trabajar, ni de cumplir con su deber.
Con motivo de mi accidente al perder las manos y ser rehabilitados en Madrid. Un día mientras dábamos un paseo por la capital Alejandro Antuña Pandal, el otro compañero que también perdió las dos manos y un ojo. Nos encontramos con Jesús Carrión de Santa Barbará, picador de carbón del mismo pozo que nosotros, compañero y conocidos de toda la vida. Sin saber uno del otro, fue una gran sorpresa, nos dimos un abrazo porque había mucho tiempo que nos veíamos. Encontrase con un compañero en esa soledad que nos encontrábamos, desolados por el accidente, supone muchísimo. Éramos compañeros de trabajo amigos y nos valió para pasar con ellos algunas tardes que bien las necesitábamos, pues solo sabe lo que se sufre el que pasa por ello.
Allí no conocíamos a nadie y al encontrarnos con Jesús fue muy importante nos ayudaba y nos animaba con ese cariño de un vecino de un compañero, lo que tiene un valor enorme para no sufrir tanto. Yo sabía que estaba deportado como otros muchos compañeros, pero no sabía a dónde lo mandaron. La información era muy escasa y sobre todo para nosotros los aldeanos sin conocimiento de ninguna clase más que lo del trabajo, desconocíamos casi todo. Aunque se comentaba que los mandaron dispersados a varias provincias, como Soria, Valladolid y León, pero no sabía de los que mandaron a Madrid, donde se encontraba Carrión.
Jesús Carrión, fue un gran trabajador, serio y un buen compañero de trabajo. Enérgico y luchador, un destacado comunista, enlace sindical y jurado de empresa como representante de los mineros del pozo San Mames, por ese motivo lo deportaron en aquel tiempo de huelgas.
Al encontrarnos iba con tres compañeros mas, también deportados, que no conocíamos, nos presento y nos invito a que pasarnos con ellos algunas tardes. Paraban en un bar donde echaban la partida al tute. Y charlaba de sus cosas. Jesús con toda su nobleza como lo fue siempre, al llegar al bar y presentarnos al resto de sus compañeros, les dijo: estos dos hombres son amigos y compañeros de trabajo, dos hombres serios y formales y de toda confianza, Alejandro, simpatiza por la izquierda, Arsenio no le gusta la política. Sabe que somos comunistas pero él nunca se metió en nada, lo de este hombre era trabajar. Es un gran hombre y muy trabajador y mirar cómo se encuentran los dos, por una explosión de dinamita.
Después de describir este pequeño episodio, quiero mostrar, lo que supone, la seriedad y el compañerismo, entre las personas que no mezclamos las cosas ni nos metemos con nadie. Carrión como buen político comunista que fue toda su vida, bien sabia lo mal que lo pasaron los de la guerrilla Asturiana en el monte, y también que estaban por nuestros pueblos cada noche y parte de muchos días, escondidos en las cuadras o casas, pero que nadie les hizo ningún daño. Todo lo contrario, se protegían porque aparte de ser los perdedores de la guerra, muchos eran vecinos. Esto es lo importante del tema, el conocerse las personas y saber la forma de comportarse en la vida. Aunque alguna vez haya algún metepatas, que se mete donde nadie le llama y por eso salen muchas veces mal parados. Esta clase son bien conocidos y ya no lo cree nadie, ni los de acá ni los de allá, por la falta de seriedad. Esa `presentación que Carrión hizo a sus compañeros, nunca la olvide. Dándome perfecta cuenta lo que supone el saber estar cada uno donde le corresponde.
Nunca debemos olvidar esa famosa frase que dice: respeta a los demás y serás tú respetado. Es una muestra intachable, e importante para la buena convivencia de los pueblos.
Aunque sé que todavía hay gente que no puede comprender esa amistad y compañerismo, con la gente que no piensa como ellos, yo presento este episodio, sobre todo a los más jóvenes y principalmente a mis nietos, para que nunca se olviden de lo importante que es ese compañerismo en el trabajo o donde quiera que vayas. Pienso que a medida que pasen los años el mundo tiene que ir cambiando. Si en el pasado, el mundo estaba siempre en guerras, en los tiempos que corren debemos desterrarlas, para vivir en paz y lo mejor que podamos. No podemos olvidar que la vida ya es ella dura, no la hagamos nosotros mas.
Sin duda con la bravura de nuestra juventud, muchas veces nos creemos que nos comemos al mundo y no es verdad. El mundo nos aprende después de transcurrir el tiempo muchas cosas importantes. Como es el meditar antes de actuar y sobre todo el respetar a las cosas y a las personas, dialogando y exponiendo nuestras razones
Por eso quiero mostrar aquí un poco de lo que somos algunas veces los animalitos de dos atas. Por las envidias muchas veces y otras por falta de reflexionar o ignorando la realidad de las cosas. Criticamos y molestamos sin conocimiento de causa. Y eso es lo que hay que evitar. Deja que corra la bola de los demás y la tuya también.
Cuando una tarde de verano, íbamos de paseo por Candás, mi esposa, mi suegra y Pepe, nos encontramos con una excursión de Sotrondio, después de saludarnos como corresponde a los vecinos. En aquel grupo se encontraba Guillermina Peralón y su marido Vicente, que siempre nos tratamos mucho por ser vecinos de pueblos cercanos y por trabajar en las minas. Había que tomar un refresco, la tarde estaba calurosa. Nos dirigimos a una sidrería y después de refrescarnos con un culetín de sidra, Guillermina me dijo:
-Arsenio, ¿cuándo terminas de escribir el libro? Hay mucha gente que lo espera y yo no quiero morirme sin leerlo. A pesar de los cuarenta y siete años que pasaron no olvidamos aquel día en el que todos lloramos por ti. Ya sabes que nuestros dos pueblos están enfrente uno en cada lado de las dos montañas, donde Sotrondio queda en el medio. Aquel triste día en el que tu valle lloró por ti, todo nuestro pueblo, mirando al tuyo, también lloráramos. Mis hermanos trabajaban en el mismo pozo y te querían mucho porque fuiste compañero de trabajo.
Aquel día lo pasamos fatal, no solo nosotros sino todos los que te conocían. Nunca más nos olvidamos de mirar para aquel, tu pueblo, al que dejas en buen pabellón. Ese día todos pensamos que mejor sería que te hubieras muerto en el accidente, por lo mal que auguramos tu porvenir. Pensando que a dónde ibas a ir sin las dos manos. En cambio mira hoy, das lección de cómo se trabaja. Por eso y por tu gran forma de ser y lo trabajador que eres, nadie se olvida ese día ni de ti. Es digno de ver cómo te defiendes y con qué naturalidad. No te extrañe que seas la atención de la gente, porque adonde quiera que bayas ya no hay otro cosa que hablar porque sabemos lo bien que reaccionaste. Te pusiste a trabajar como si no te pasara nada. Con unas fuerza de voluntad tremenda. Seguro que todos pensamos lo mismo, que ya no podrías levantar cabeza, y mira a dónde llegaste. Así fuiste de fuerte y así mereces que te lo digamos.
-Gracias, Guillermina, por lo mucho que me aprecias, y gracias también a todos por lo bien que me miráis. Lo sé mujer, sé que todos me apreciáis. Yo también os aprecio a todos pero sobre todo a tu familia y a tus hermanos. Yo tampoco me olvido de vosotros. Lo que si os puedo decir es que la suerte me acompañó y pude levantar cabeza, eso sí que fue muy importante. Sé que todos lo festejáis con alegría, desde aquí os envío un abrazo a todos, y os deseo lo mejor.
La escuché con mucha atención, al igual que a su marido Vicente. Los dos razonan las cosas con fundamento. Recuerdan y conocen lo que esto supone. Vi en ellos el cariño de la gente hacia quien cumple y trabaja. Me gustó mucho su forma de ver y explicar con detalle muchas cosas. Les di las gracias por haber recordado aquellos tiempos cuando trabajé con sus dos hermanos, Albarín y Emiliano, dos buenos compañeros y dos hombres de batalla, trabajadores y muy buenas personas
La Bobia mi pueblo, donde nací, y viví hasta que me case. Situada en la montaña del valle San Mames, parroquia de Blimea y Concejo de San Martin del Rey Aurelio, Asturias, a 581 m. de altura. Como todos los pueblos tiene su propia historia. Entre otras muchas cosas, según la historia, fue el primer caserío de la Parroquia de Blimea, donde nació la primer Niña del concejo que fue asentada en el Registro al formarse este.
En el año 1871, fecha en la que se creó el Registro Civil del Concejo de San Martin del Rey Aurelio. Nació en La Bobia la niña Teresa Suarez García, hija de Genoveva y José, que fue la prime que se asentó en Registro de nuestro Concejo.
Bonito pueblo de montaña situado al lado de una hermosa vega completamente llana, dedicada en una de sus partes a pradera y la otra a la agricultura de aquel tiempo. A la espalda de nuestro pueblo nace una pequeña cordillera que sube a en lazar con la del cordal que va desde La Corcia a 300 m. de Altitud y atraviesa las montañas más altas de la zona. Pasando por la Juecora a 350 m. Campera y Pin Rosellon a 750 m. de altitud, la Campera y Pico de les Secadielles, la Campera del Árbol, Campera y Pico el Españeo 852 m. de altitud, Campera la taza 870 m de altitud, Pico Palacio 942 m. de altitud, el Llabayu 850, Pico La Vara 942 m. Pico Peña el Cuervo 999 m. Pico La Sereal 981 m. de altitud, campera Treto 1000 m. el Pico tres Concejos a 1250 m. de altitud, por donde pasa el cordal que va hasta La Colladona de Cabaña quinta.
A la derecha del pico tres Concejos hay un sendero que atraviesa por varias montañas que nos lleva la Colladiella, donde está el monumento al minero. Ala derecha de este se baja por Santa Barbará y a la izquierda al valle de Turón. Dos bonitos valles mineros, además de la agricultura y la ganadería.
Nuestro pueblo de La Bobia con 31 casas y unos cuantos vecinos en aquel tiempo. Con unas excelentes vistas donde se divisan varios pueblos de la parroquia de Blimea y algunos de la de Sotrondio. Las montañas de Peña Mayor. El valle de La Cerezal y sus montañas a demás de algunos pueblos de la Parroquia de Santa Barbará.
En aquellos tiempos todas las casas estaban habitadas por los padres de familia con varios hijos Un bonito paraje donde los antiguos Vivian, antes de la llegada de las minas, de la agricultura, de la caza y el pastoreo. Muy bonito de verano pero castigado por las fuertes nevadas y tormentas en el invierno. Sobre todo en aquellos años sin carretera y con muy malos caminos, a demás de la pendiente para subir. Al sur del pueblo hay una vaguada. “La Muezca” de La Bobia situada entre la cordillera mencionada y la montaña de la derecha, llamada el pico La Collada.
Esta vaguada que hace como un pequeño cañón, produce fuertes corrientes en los inviernos y grandes nevadas en nuestro pueblo.
La carretera se empezó a construirse en Agosto del 1.949 y se tardaría dos años en terminarla ya que en aquellos tiempo todavía no había maquinas, por lo que la tuvimos que hacer los vecinos de nuestro valle, después de salir de trabajar de la mina, para ganar un dinero que nos era muy necesario. Cada uno contrataba una parcela y al terminar otra, pero siempre a pico y pala y con caretillo para transportarla al otro lado de lo que iba ser carretera. Sin duda esas contratas nos dieron dinero para mejorar un poco, aquellos malos tiempos sin dinero y con poca comida.
Las primitivas casas de nuestro pueblo eran muy rusticas y como las cuadras, sin forjado ni habitaciones. Hasta 1890 no empezaron a modernizarse las casas en nuestro pueblo. Aunque pobres y con lo más necesario, ya se hacían el bajo y el piso y con dos habitaciones, pocas eran con tres. Como no había forjados para el piso, se ponían unas vigas de madera, pontones y tablas bastante rusticas, porque no tenían encaje para engarzar una en la otra. Por eso eran casas frías ya que aparte de no haber calefacciones, la madera verde mengua por ser tablas serradas en verde y el aire pasa con facilidad, formando corrientes en toda la casa. Muy frescas y apacibles en verano pero muy frías en los duros inviernos.
Los tabiques para las habitaciones eran de “cébatu” un “trenzado” que se hace de varas de castaño, que también se empleaban para hacer las cebatas de los carros, para el transporte de los abonos y el verde para cebar los ganados. Los mencionados cebato para las casas, se revocaban con arena de rio y cal, porque no había cemento. Pocos podían pagar el ladrillo que se hacían a mano en alguna tejera de la zona. En el bajo de aquellas modernas casas de época, se ponía en una esquina la chimenea para atizara en el suelo el fuego y poder cocinar
La chimenea situada a dos metros de altura, de un ancho de 0,60x 0,60 y con una altura de 5 a 6 metros y siempre saliendo un metro por encima de techo para que la corriente que se forma saque el humo al exterior de la casa. Al empezar la chimenea lleva una “campana” para recoger mejor el humo fuego.
Debajo de la campana se colgaban les “calamiyeres”, una cadena con gancho para poner la caldera y calentar el agua. Había una chapa redonda de unos 30 cm. Con un arco y su gancho para colgar de les calamiyeres y cocer la “Boroña” A lado del fuego unas “trébedes” un circulo metálico con tres patas y un rabo para poner encima una pota. También había unos potes con tres patas para cocinar, los arrimaban al fuego y allí cocinaban los potajes que siempre existirían en nuestros pueblos. Las calamiyeres de nuestros abuelos las conservamos lo mismo que la casa que esta como en aquel tiempo, aunque bien techada y con teja moderna. Esta casa tiene 115 años porque fue construida a últimos de 1.900, por lo que va con el siglo.
Las paredes son de piedra fuerte y con unas medidas en el ancho de 0,60, una obra de cantería de categoría, como se hacía todo en aquel tiempo.
No existían los Wáteres por eso mi Abuelo diseño uno casero y qué funcionó perfectamente. Después de varios años el que podía pagarla, ya ponían una cocina en la otra esquina de hierro, fundido para atizarla con carbón y cocinar con más facilidad.
Las casas antiguas de esas fechas atrás, eran como las cuadras para el ganado. Construidas en fuertes paredes de piedra, paredes hasta el techo y sin forjado ni tablero. Una puerta de entrada y un pequeño ventanuco en una de las paredes para miran para afuera y no ser vistos. El techo con cabríos de madera llábanas o teja. A tizaban el fuego en una esquina de la casa y el humo se dispersaba por toda la casa para ir saliendo por los agujeros del techo, por los huecos de las tejas.
En una esquina lejos del fuego, ponían un pequeño tablero a una altura de un metro, con una escalera para subir. Donde se colocaba un camastro de hoja de maíz “ un sergón”. En nuestro valle solo conocí dos casas de las más antiguas, la de María Suarez, “Maripuchu” La Bobia. Y la de Generosa Les Tercies de San mames.
Aunque todos éramos pobres, Maripuchi era más todavía, ya que era sola y muy mayor y tenía que trabajar para sembrar y producir para vivir, aparte de vivir en aquella casa toda ahumada y negra como el carbón, los mismo ella que su casa eran negras, vestía de negro y pañuelo en la cabeza también negro, por eso a su alrededor todo era negro y con humo. El humo de estas casas tenía una buena cualidad, porque allí donde hay humo no hay ni ratones, ni culebras ni insectos.
En la antigüedad se hacían fumazos para desinfecta una casa donde se moría un familiar de una enfermedad, para evitar contagios. Yo mismo hice fumazos en el gallinero nuestro para librar a las gallinas de los piojos en el verano. Es el medio más barato y más sano para los animales. Por el día cuando las gallinas están sueltas por la pradera, se atiza el fuego en el gallinero, se cierra la puerta y se llena de humo. Cuando ya va marchando se meten las gallinas, se les pone unos polvos de zetazeta y se van los piojos. Las gallinas con el frio dejan de pone y cuando viene el calor, se les pone la cresta coloradas y empiezan a poner, pero con el calor llegan los piojos y si no se les quitan dejan de poner.
Maripuchi tenía una finca en medio de la vega del pueblo, donde sembraba patatas, cebollas, ajos, fabes y verduras. Allá por los años 1.946 o 47, empanzó a venir una plaga de escarabajos que devora las hojas de las patatas, por lo que se secan y dejan de producir. Todavía no había salido el sulfato para matar estas plagas. Maripuchi como todos estaba muy preocupada y no sabía que iba hacer para eliminarlos. Una tarde iba a su huerta acoger los “escarabayus” así las llamaba. Para quemarlos en el fuego. Se encontró con un vinotero que repartía vino por los pueblos con sus dos mulos. ¿A dónde vas María?, le dijo: voy a coger escarabayus para echarlos al “juibu”en blablá, el fuego Eso es muy poca cosa mujer, no vale, lo mejor es que bayas al oscurecer, te agaches entre las patas que no te vean y les tocas con un hiero y una lata, de esta forma se asustan y se marchan.
Maripuchi no se lo pensó dos veces y con su lata y su hierro, empezó a tocar a toda marcha. Aquel ruido se escuchaba desde todo el pueblo, pero que nadie sabía de donde era, ella no quiso decir a nadie. No se sabe si por que ella sola se iba librar de la plaga o por miedo a que se los echaran de otras tierras a la de ella. Al oscurecer todos los días se escuchaba aquel ruido que la gente le llamada “pandorga” y nadie sabía de donde era ni quien la producía. Porque lo hacía al escurecer Después de pasar varios días y de ir escuchando y acercase al lugar, ya de noche, aparecía Maripuchi, pero sin la lata para que nadie lo supiera. Por más que se le preguntaran, ni palabra, ella negaba que fuera ella la del ruido. Todo esto no lo explico hasta que vio que no valía y que el vinotero la había engañado. Muy enfadad se lo conto a una vecina de su confianza y como un secreto. Era una señora muy mayor, además de analfabeta, no era de las muy espabiladas.
Recuerdo con gran afecto a todos los vecinos de mi pueblo de La Bobia, pero sobre todo a los mayores que nacieron en el siglo 19.
Mis padres Mercedes y Arsenio, nacieron en 1900.
Mis abuelos Constantino Fernández nació en 1878 “Constanton de La Bobia” y su esposa Filomena nació en 1868.
Bernardo Suarez “Bernaldo”y su esposa Josefa Llaneza, Aurelio Cuello “El Primo La Bobia” y su esposa Varista, Alfonso Cuello y su esposa Felicidad “Lida de La Bobia” Ramón Suarez “Ramón el Cubano” y su esposa María Fernández, hermana de mi padre, Manuel Suarez “Maolin de les Torollanes” a su esposa no la conocí, María Suarez “Maripuchi La Bobia” hermana de Maolin, Eladio González y su esposa Hortensia, Tomasin de La Bobia, a su esposa no la conocí, Emilio y su esposa Adela, José Cuetos “ Josepon tapinos” Ángel Suarez “Angelon del Garanbiu” y su esposa Carmen, Perfecto Fernández y su esposa Rosario, Aquilino García “Kilo La Bobia” hermano de mi madre y su esposa Filomena, Valiente Alonso “Valenton de La Bobia” y su esposa Aubrora Suarez, Daniel y su esposa Primitiva “Tiva de la Bobia” hermana de mi madre, Severo Suarez y su esposa Elvira, Manolo Suarez y su esposa Felicidad “feliz de La Bobia” Rosario Bernardo “Rasario la del llugar de vaxio” Justo Suarez, “Justo Los Quintos” a su esposa no la conocí, Rodrigo Rubio y su esposa Magdalena Suarez, Enrrique Suarez “El Zapatero” y su esposa Hortensia Cuetos.
Es para mí una gran satisfacción el recordar a mis vecinos en general, pero sobre todo a los mayores así como a los compañeros de trabajo, porque todos formamos parte de la historia de nuestra Asturias. Hay que ver cómo pasa el tiempo. Conozco a gente de tres siglos aunque ya quedamos pocos del siglo 19, vamos poco a poco caminando a nuestro último destino.
El viernes día 15 de Mayo del 2015. Después del paseo de la tarde me acerqué al bar la Alborada de Candás para tomar un refresco, me senté en una de las mesas. El joven que me atendió, se acercó a la mesa con la consumición. Yo sacaba del bolsillo de mi chaqueta el aparato que tengo para beber con un vaso de sidra. Es un bien sistema para coger el vaso, ya que de otra forma no podría cogerlo. Es uno de mis primitivos diseños.
El joven estudiante, que por cierto es muy inteligente, con muy buena planta, además de muy agradable, no me conocía, se quedó mirando para mis aparatos y dijo: “yo le ayudo si lo necesita”. “Muchas gracia, no hay problema estos aparatos son mis manos y trabajan muy bien”.
Como es normal de las personas al conocerme, hacen preguntas, por ejemplo, cómo se pueden manejar mis aparatos, que paso, porque perdí las manos, como ocurrió, etc.
Después de conocer un poco de mi historia y ver el vídeo de España directo donde se ve como se trabaja sin manos.
El joven Moisés García, me hizo una pregunta que a nadie se le ocurrió en los sesenta años que hay desde que perdí las manos.
Me dijo: Arsenio. ¿Tú no crees que fue bueno perder las manos, después de llegar a donde llegaste? Porque tu vida es muy importante, además de valer para mucha gente que copiará de tu experiencia lo que les servirá para salir adelante. Es increíble. Hasta que no se ve con qué facilidad trabajas.
Me cogió de sorpresa, porque ni yo sabía qué contestarle. Le dije: si que ha sido una vida de lucha importante. Hay que ver que la gente de mi valle y muchos más lloraron de pena aquel día. Algunos asustados de tanto dolor dijeron, pobre Arsenio, mejor la muerte que vivir, no podrá ni comer, ¿Qué va ser de el? En cambio hoy dicen, eres bravo, luchaste mucho y saliste adelante ¿Quién lo iba pensar? Al perder las manos te libraste de morir reventado de trabajo como tu padre, al paso que trabajabas morirías de muy joven y silicótico perdido, mientras que hoy estás como un chaval.
-Puede que ocurriera lo que dicen mis compañeros de trabajo. ¿Pero quién adivina el porvenir? sabe Dios como sería mi vida de minero, podían ocurrir muchas cosas.
El joven me dijo, si, pero no contestaste a mi pregunta.
-Cierto que no te di contestación, porque ni yo mismo se que decirte. Hay que ver lo que sufrí para salir de aquel atolladero. Hay que pasar por esa tremenda perdida de moral, que no te deja ni de noche ni de día. Siempre atormentado sin saber darle salida a tanto dolor, ¡como para olvidarse¡ El que yo haya tenido la suerte de superarlo, de salir adelante, después de atravesar una dura batalla para aprender nuevamente de todo. A comer, asearme, a vestirme, a escribir, a trabajar en el campo, en el taller, .a conducir… a todo, bien claro está. Aparte que para conseguir todo esto, antes tuve que diseñar y fabricar mis nuevas manos y aprender a manejarlas Tuve que empezar de nuevo como un niño, y eso es muy difícil, `porque no se trata de un aprendizaje de meses, sino de varios años. Es una lucha férrea, dura, casi imposible.
Hay que ser tan duro como el acero para soportar el día a día. Sin manos, sin dinero y sin cultura. Solo con las cuatro reglas. Ni siquiera llegamos a quebrados porque solo íbamos a la escuela en los días de lluvia, el resto a trabajar en las labores del campo y atender el ganado. Y por si todo esto fuera poco, pasando hambre ya que unas veces no había dinero y otras no había donde comprar comestibles. Tiempos duros de la posguerra, que las generaciones de aquella fecha nunca olvidaremos. Mucho trabajo para mayores y niños, poca comida y una fuerte dictadora. La poca ropa que teníamos era la misma de verano que de invierno, pasamos más frio que chacales. El calzado eran unas alpargatas de esparto y con madreñas. No había carreteras, solo caminos pero muy malos, ya que en la mayoría de estos, había mucho barro y grandes charcos de agua, por lo que teníamos que andar descalzos para no moja las alpargatas que se deshacían con el agua.
En aquellos años los inviernos eran muy fríos, caían grandes nevadas y fuertes heladas, que duraban meses y también teníamos que andar descalzos por lo de las alpargatas que eran muy simples y con la nieve se estropeaban. Aunque más tarde les poníamos una lamina de cuero con “trachuelas” unos pequeños clavos de hierro para que duraran algo más. Íbamos como los burros ferrados. Las madreñas en lugar de gomas en los tacones llevaban clavos que metían un ruido enorme al caminar, además de lo pesadas que eran.
El mayor problema de andar descalzos entre la nieve, era al principio. Con tanto frio salían fuertes dolores en los dedos de los pies. Unos lloraban otros saltábamos hasta entrar en calor. Aunque era solo unos diez o quince minutos lo que tardábamos entrar en calor, no era fácil soportarlos. Luego sino parábamos era igual estar entre la nieve más que menos, ya no dolían, se ponían colorados y echaban un vapor como humo y lo mismo ocurría con los de dos de las manos que también dolían lo suyo
Creo que con todo esto queda contestado a tu pregunta ¿vale?
Arsenio Fernández
Comentarios