Unos años antes, habíamos pisado dos bocoyes en la bodega de un amigo de un pueblo de aquella zona de León. Por cierto, eran muy buenas personas. Cuando el vino ya estaba para retirarlo, mi parte la cargamos en el camión y lo lleve a mi cueva aquí en Asturias. Se dejó reposar durante un tiempo ya que el vino se machaca en el transporte y es necesario dejarlo un tiempo antes de corchar. El tiempo de reposo va en función de cómo quieras el vino, conociendo la calidad de la uva antes de decidir lo que va ser: vino del año, crianza, o reserva, en este último caso hay que dejarlo en la cuba varios años recebando y cuidándolo como oro en paño. Para corchar se empleaban corchos de primera calidad, siempre que los vinos vayan a durar largo tiempo, si no, se corre el peligro de que muchas botellas agrien. Lo mismo ocurre con el aire en las cubas, que si no se controla, lo estropea todo en poco tiempo.
Después de pasar tiempo y de haber corchado mi vino, iba con mi esposa y los niños algunos domingos a pasar el día a León. Llevábamos nuestra comida. Una mañana muy fría comíamos con los dueños de aquella bodega donde habíamos pisado el vino. Gente muy atenta con la que conservamos amistad largo tiempo.
Tenían una mesa bastante grande y cada uno ponía su comida. Cuando íbamos a por la comida al coche el dueño de la casa dijo:
-No traigas vino, beberemos del mío, total, es igual, ¿qué más da uno que otro?
Lo dejamos y nos sentamos a la mesa. Echó un vaso pero no se podía beber, estaba muy agrio. Le dije a mi hijo que fuera al coche a por nuestro vino. Aquel no se podía ni probar.-
El señor dijo: el mío sí que pica un poco pero yo lo mezclo con gaseosa y me sabe bien.
-¡Qué pena le dije: que un vino tan bueno se haya estropeado por el aire que entra en la cuba! ¡Con lo fácil que es evitarlo!
-No es el aire dijo con toda tranquilidad. Está bien corchada y embarrada la cuba, precisamente para evitar la entrada de éste.
-Perdona amigo, estas en un error, por ley natural le dije: cada litro de vino que salga de una cuba, tiene que entrar otro de aire. Sin aire no podrá salir.
-Eso no puede ser dijo, basándose en que lo hacían así sus padres sus abuelos.
-Cierto lo sé, pero también tenían el mismo problema. Siempre fue igual. Haz tú la prueba y verás que se puede evitar. Una vez que se empiece la cuba, si no tienes botellas para corcharla toda, pásala a una cuba más pequeña o a dos. Una vez bien llena la corchas y le pones la arcilla, que bien mojada evitará la entrada del aire, pero por poco tiempo, pues hay que recebar con bastante frecuencia todas las cubas. Lo máximo que aguanta, es una semana. Si no lo haces perderás todo lo que tengas. No tiene ningún secreto, es así de sencillo y no hay por qué meter ninguna clase de conservador. Aunque esté autorizado esas mezclas son malas, yo nunca las quise y nunca le pasó nada a mi vino. Aquí tienes la prueba y es hermano del tuyo.
No fui capaz de convencerle. En la misma mesa comía uno de sus hijos, que tenía diez años. Al día siguiente iba a clase a la capital y le dije:
-Mañana le preguntas a tu profesor que si es cierto que en una cuba, o en cualquier recipiente que contenga líquido, entra un litro de aire por cada litro que sale. Así sacarás a tu padre de toda duda. En lo sucesivo le evitará perder ese vino tan bueno pero que fácilmente se estropea.
Nuca más les volví a ver y no supe si el niño trajo la solución a su problema o no.
Para tener el equipo completo solo me faltaba la limpiadora del trigo. Diseñé una que, a pesar de que lo limpiaba, no me pareció lo suficientemente rápida y después de un tiempo, decidí buscar una de aquellas que había por Castilla y Galicia. No había forma de encontrarla, hasta que un domingo, en una feria de Puente Nuevo, en Lugo, a base de preguntar me encontré con un señor de un pueblo de la montaña que tenía una, pero que no servía. Estaba casi desarmada por su vejez. Le cogí en el coche y subimos a su pueblo, allá en alta montaña donde la tenía. Me pareció que con mucho cuidado la podría traer en el remolque. Le ofrecí 10.000 pesetas. Dijo: esas que tengo de más, porque ya la daba por pérdida y cualquier día la echaría para leña al fuego, a la vez de darme las gracias.
Pasamos unos días en Ribadeo y al regreso a casa cogí el remolque y fui a por esta máquina.
Solo pude aprovechar algunas piezas de hierro, el resto tuvo que ser nuevo, pero la pude reconstruir. En lugar de su volante para moverla le puse un motor. Limpia el trigo en cantidades industriales si fuera necesario. Con esta ya conseguí el equipo completo: molino con su criba automática, por la que sale la harina presta para el pan, limpiadora para el trigo y horno para cocer el pan. También conservo la primitiva como recuerdo de mis invenciones.
Seguida mente fui a visitar al molinero. Fue muy cortés, le expliqué el motivo de mi visita y dijo que podía mirar todo lo que quisiera. Subí a la moxeca de cada molino y miré la calidad de trigo y también la de la harina. Le pregunte si me vendía alguna cantidad y el precio.
-Es a 100 pesetas kilo y puede llevar lo que quiera.
Pese lo que tiene en ese saco, el que estaba llenado.
-¿Son 33 kilos, los lleva todos?
Claro que los llevo y si fueran más también. Le di el dinero y salí para Ribadeo, a casa de mi suegra donde me esperaba mi esposa. Les conté lo de la harina y quise que aquella misma tarde hiciera pan. Pensando que si era la calidad que nos gustaba, en cuanto llegáramos a Asturias me pondría a preparar un molino en el poco tiempo que tenia libre.
En efecto, lo mismo mi esposa que mi suegra, les gusto la idea. Aquella misma noche cenamos con el pan de aquella buena harina del molinero de Mondoñedo. Salió un buen pan. Cuando regresamos a casa no me olvidé de mi promesa, comencé a buscar información sobre el molino, solo necesitaba saber a las revoluciones que tiene que llevar para no calentar demasiado la harina al molerla. Comencé a buscar por teléfono por diversas provincias. Al final lo encontraría en Castellón de la Plana. Allá había un señor que los fabricaba.
Cuánto cuesta un molino.
-Un millón de pesetas más el porte.
Lo comprendo señor, se trata de molinos industriales los que usted fabrica, pero yo solo lo voy a emplear para moler para el pan de mi casa, no se trata de ningún negocio. Soy un poco aficionado a la mecánica y quiero hacerlo yo. Lo que necesito es saber a las revoluciones que tiene que llevar para no recalentar demasiado la harina, el resto yo lo hare
Muy bien me dijo el señor muy atento, si lo va hacer usted, póngalo a 90 revoluciones. Lo mismo el de agua que el eléctrico y le saldrá una harina de primera calidad, si pone buen trigo claro.
Le di las gracias y me dediqué a trabajar. Después de hacer los cálculos de la polea adecuada para que el volumen del molino no fuera muy grande, necesitaba un motor de solo 690 revoluciones, cosa que no era nada fácil encontrar. Tuve suerte y lo conseguí y aun precio normal. Con ese motor y las medidas de la polea que tenia diseñada, salían las 90 revoluciones. De todo esto salió un gran molino, aunque me llevo tiempo y trabajo, mereció bien lo invertido en él. Da una calidad de harina igual a la de los molinos de agua. A partir de aquella fecha siempre se molería el trigo que sigo comprando al señor molinero de Mondoñedo, por ser de muy buena calidad. Algunas veces lo traje de otras partes y lo tuve que echar al ganado por su mala calidad. No todos los trigos son para el pan bueno. Sin duda hay por aquella zona una clase de trigo que no se nota ninguna diferencia con el trigo de escanda.
Desde siempre hubo alguna gente que dice que el molino de agua, da mejor harina que el eléctrico. Eso es una equivocación. Está demostrado que si la piedra es de la misma calidad y las revoluciones, a 90, como los de agua, no hay ninguna diferencia. Yo mismo hice la comparación. Traje algunas veces harina de Mondoñedo expresa mente para asegurarme del tema. Nada tiene que ver el agua con la piedra y la velocidad. Hay una fuerza motriz que hace girar un eje, si la velocidad es siempre la misma, nunca va a cambiar la calidad del producto.
Poco a poco fui mecanizando las cosas. Después del molino hice un horno de gran capacidad, en el que se pueden asar dos corderos a la vez o cocer el pan. Calentado por energía eléctrica o por leña. Además es portátil, a pesar de su gran peso de 1000 kilos, por estar en una armadura de acero, puede ser transportado con un camión si fuera necesario. Por adentro es de ladrillo refractario y entre su chapeado exterior lleva fibra de vidrio para la conservación del calor.
En uno de mis viajes a Galicia a ver una obra de Agroman, la variante de Mondoñedo en Lugo. Mi esposa se quedo con su madre en Ribadeo, yo seguí hasta Mondoñedo. Subí a la oficina que estaba situada en el primer piso de un edificio. Después de saludar al empleado me dijo que me esperaba el ingeniero, quería presentarme aquella obra, antes de marcharse a Madrid, y que le esperara allí, porque tenía varias salidas y lo podía perder. Tenía el billete de avión para aquella tarde.
Me invitó a sentarme, le dije que hacía mucho calor, que lo esperaba en la calle estaba más fresco, además de dar un peso por allí cerca. Mientras que daba el paseo llegó un paisano del pueblo que me conocía. Nos aludamos y me invitó a tomar un vino. Le dije: no pudo, espero al Ingeniero, aparte de que a mí no me gusta tomar vino, más que a la comida.
-Hay muy buenos campos para el trigo le dije: seguro que algo se cosechará por la zona.
-No hay trigo por aquí, se produce por Villalba, el pueblo de Fraga.
-Me gustaría poder comprar algo de trigo o de harina de confianza. Hacemos el pan de casa pero no tenemos trigo. Traigo la harina de Castilla, le dije:
-Si quieres comprar trigo, allá en la lejanía, donde hay unas pilas de madera, hay un molinero que tiene moliendo tres molinos con trigo. Te venderá lo que quieras.
-Muchas gracias amigo, creo que es muy importante, en cuanto acabe con lo de las obras con el ingeniero, visitaré al molinero.
Al momento vi llegar al Ingeniero y nos despedimos. Saludé al recién llegado y subimos a su despacho. Presentó la obra a través de planos y quedamos de acuerdo para que en la próxima semana, después de su regreso de Madrid, juntos visitaríamos todas las obras de la variante de Mondoñedo, una carretera muy larga y con muy buenas obras de hidrosiembra.
Pasamos en León unas vacaciones. Ocupábamos la casa pegada a la del dueño de la bodega que alquile. Aquellos señores, un día tuvieron que ir a una boda a Valencia. El día antes de marchar el señor me dijo:
-Te dejo la puerta que comunica mi casa con la tuya abierta por si precisas alguna cosa.
-No hace falta le dije, muchas gracias, no precisaremos de nada, tenemos de todo. Deja esa puerta cerrada, que no la vamos usar.
-¿Por qué no quieres que la deje abierta?
-Porque no me gusta meterme en ninguna casa cuando no está el dueño. Puede haber un mal entendido.
Tenía patatas, tomates, cebollas, ajos, verduras, de todo.
– Lo único que consigues es dejarme mal a gusto. No vamos a pasar. Si precisáramos algo lo hay en el comercio.
No le convencí y la dejó cerrada pero sin llave. Aquella puerta ni se tocó. Al regreso se lo dije. No dejé ni que pasaran los niños.
– No te preocupes hombre, estoy bien informado de cómo eres me dijo, por eso te deje mi casa a tu disposición, se que eres muy trabajador, serio y formal, que vives bien, pero que podías ser rico si hubieras querido, robando como la han hecho otros, pero que tú conciencia no te lo permitió. Así de bien me hablaron de ti, alguien que te conoce bien y te aprecia mucho, y es un buen amigo tuyo.
-¿Cómo sabe tanto? ¿Quién le contó todo eso?
-Tú amigo Mariano el Sargento de tu pueblo.
Sí, que Mariano me aprecia mucho y somos amigos, yo también le aprecio porque es muy buena persona. Su hijo Javier y mi hijo Norberto estudiaron medicina juntos.
Después de pasar unos cuantos días Mariano vino una tarde a verme a la oficina Llevaba poco tiempo en nuestra zona. Le conté lo que me había dicho el castellano, y le pregunte. Cómo sabes tanto de mi vida si yo nunca te dije nada.
-Todo se sabe me dijo: lo bueno y lo malo de las personas, pero sobre todo de tu vida que es modélica. Un bien trabajador serio y formal. Fíjate lo popular que eres, no tienes manos y trabajas y luchas como si las tuvieras y eso es importantísimo. Me dio una palmada en el hombro y dijo: porque eres buena persona no robaste como lo han hecho otros. Tú te dedicas a trabajar con honradez y seriedad y eso lo debieran de copiar muchos que no son gente seria.
La vida da muchas sorpresas y cuando menos te lo piensas te encuentras con lo que jamás podrías imaginarte. Aquel castellano, al que yo lo consideraba un buen amigo y que tan bien nos había tratado, un día me dijo:
Quiero tener las llaves de la cueva.
-Eso no es lo acordado le dije.
-He cambiado de idea
-Ahí tiene las llaves y con ellas su cueva para siempre.
Marchamos de aquel pueblo y nunca más le volví a ver, ni supe qué fue de él. Falto a su palabra y eso no es lo normal, los hombres cumplidores eso no lo toleramos. Desde siempre y cuando acordamos un trato, lo sellamos con un apretón de manos y eso es irrevocable para nosotros. Algunas veces decimos. ¿Que así sea amigo? para ciento y un años y no hay quien lo mueva
Allí se quedó mi trabajo: el portón, la puerta de la lagareta, la limpieza de la cueva, la reparación con cemento la lagareta y sus canales y la reparación de las chimeneas de ventilación y las cubas. Allí se quedó todo abandonado.
Después de algunos años, por exceso de trabajo y por no desplazarme a zonas lejanas, preparé un equipo completo para pisar en nuestra propia bodega. Dejé aquella zona, que solo me había dado esclavitud, pero experiencia para espabilar y no olvidarme de alguna clase de gente que aun existe y que vive bajo el imperio de la ley del embudo, sin darse cuenta de lo bajo que caen.
Al principio solo teníamos como productos de casa el vino y los cerdos para el samartín, pero cuando más tarde pude disponer de más tiempo y mejor economía, comencé a producir leche y a criar un ternero para el congelador, también pollos de caleya, gallinas, corderos y pan de casa. Compraba la harina en León, traía dos sacos de 50 kilos para las dos casas y salía un pan bastante bueno. Yo sabía que algo faltaba, tenía muchas ganas de conocer un molino de la época que moliera trigo para comparar la diferencia en el pan.
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