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Seguida mente fui a visitar al molinero. Fue muy cortés, le expliqué el motivo de mi visita y dijo que podía mirar todo lo que quisiera. Subí a la moxeca de cada molino y miré la calidad de trigo y también la de la harina. Le pregunte si me vendía alguna cantidad y el precio.

-Es a 100 pesetas kilo y puede llevar lo que quiera.

Pese lo que tiene en ese saco, el que estaba llenado.

-¿Son 33 kilos, los lleva todos?

Claro que los llevo y si fueran más también. Le di el dinero y salí para Ribadeo, a casa de mi suegra donde me esperaba mi esposa. Les conté lo de la harina y quise que aquella misma tarde hiciera pan. Pensando que si era la calidad que nos gustaba, en cuanto llegáramos a Asturias me pondría a preparar un molino en el poco tiempo que tenia libre.

En efecto, lo mismo mi esposa que mi suegra, les gusto la idea. Aquella misma noche cenamos con el pan de aquella buena harina del molinero de Mondoñedo. Salió un buen pan. Cuando regresamos a casa no me olvidé de mi promesa, comencé a buscar información sobre el molino, solo necesitaba saber a las revoluciones que tiene que llevar para no calentar demasiado la harina al molerla. Comencé a buscar por teléfono por diversas provincias. Al final lo encontraría en Castellón de la Plana. Allá había un señor que los fabricaba.

Cuánto cuesta un molino.

-Un millón de pesetas más el porte.

Lo comprendo señor, se trata de molinos industriales los que usted fabrica, pero yo solo lo voy a emplear para moler para el pan de mi casa, no se trata de ningún negocio. Soy un poco aficionado a la mecánica y quiero hacerlo yo. Lo que necesito es saber a las revoluciones que tiene que llevar para no recalentar demasiado la harina, el resto yo lo hare

Muy bien me dijo el señor muy atento, si lo va hacer usted, póngalo a 90 revoluciones. Lo mismo el de agua que el eléctrico y le saldrá una harina de primera calidad, si pone buen trigo claro.  

Le di las gracias y me dediqué a trabajar. Después de hacer los cálculos de la polea adecuada para que el volumen del molino no fuera muy grande, necesitaba un motor de solo 690 revoluciones, cosa que no era nada fácil encontrar. Tuve suerte y lo conseguí y aun precio normal. Con ese motor y las medidas de la polea que tenia diseñada, salían las 90 revoluciones. De todo esto salió un gran molino, aunque me llevo tiempo y trabajo, mereció bien lo invertido en él. Da una calidad de harina igual a la de los molinos de agua. A partir de aquella fecha siempre se molería el trigo que sigo comprando al señor molinero de Mondoñedo, por ser de muy buena calidad. Algunas veces lo traje de otras partes y lo tuve que echar al ganado por su mala calidad. No todos los trigos son para el pan bueno. Sin duda hay por aquella zona una clase de trigo que no se nota ninguna diferencia con el trigo de escanda.

Desde siempre hubo alguna gente que dice que el molino de agua, da mejor harina que el eléctrico. Eso es una equivocación. Está demostrado que si la piedra es de la misma calidad y las revoluciones, a 90, como los de agua, no hay ninguna diferencia. Yo mismo hice la comparación. Traje algunas veces harina de Mondoñedo expresa mente para asegurarme del tema. Nada tiene que ver el agua con la piedra y la velocidad. Hay una fuerza motriz que hace girar un eje, si la velocidad es siempre la misma, nunca va a cambiar la calidad del producto.

Poco a poco fui mecanizando las cosas. Después del molino hice un horno de gran capacidad, en el que se pueden asar dos corderos a la vez o cocer el pan. Calentado por energía eléctrica o por leña. Además es portátil, a pesar de su gran peso de 1000 kilos, por estar en una armadura de acero, puede ser transportado con un camión si fuera necesario. Por adentro es de ladrillo refractario y entre su chapeado exterior lleva fibra de vidrio para la conservación del calor.  

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