Pasamos en León unas vacaciones. Ocupábamos la casa pegada a la del dueño de la bodega que alquile. Aquellos señores, un día tuvieron que ir a una boda a Valencia. El día antes de marchar el señor me dijo:
-Te dejo la puerta que comunica mi casa con la tuya abierta por si precisas alguna cosa.
-No hace falta le dije, muchas gracias, no precisaremos de nada, tenemos de todo. Deja esa puerta cerrada, que no la vamos usar.
-¿Por qué no quieres que la deje abierta?
-Porque no me gusta meterme en ninguna casa cuando no está el dueño. Puede haber un mal entendido.
Tenía patatas, tomates, cebollas, ajos, verduras, de todo.
– Lo único que consigues es dejarme mal a gusto. No vamos a pasar. Si precisáramos algo lo hay en el comercio.
No le convencí y la dejó cerrada pero sin llave. Aquella puerta ni se tocó. Al regreso se lo dije. No dejé ni que pasaran los niños.
– No te preocupes hombre, estoy bien informado de cómo eres me dijo, por eso te deje mi casa a tu disposición, se que eres muy trabajador, serio y formal, que vives bien, pero que podías ser rico si hubieras querido, robando como la han hecho otros, pero que tú conciencia no te lo permitió. Así de bien me hablaron de ti, alguien que te conoce bien y te aprecia mucho, y es un buen amigo tuyo.
-¿Cómo sabe tanto? ¿Quién le contó todo eso?
-Tú amigo Mariano el Sargento de tu pueblo.
Sí, que Mariano me aprecia mucho y somos amigos, yo también le aprecio porque es muy buena persona. Su hijo Javier y mi hijo Norberto estudiaron medicina juntos.
Después de pasar unos cuantos días Mariano vino una tarde a verme a la oficina Llevaba poco tiempo en nuestra zona. Le conté lo que me había dicho el castellano, y le pregunte. Cómo sabes tanto de mi vida si yo nunca te dije nada.
-Todo se sabe me dijo: lo bueno y lo malo de las personas, pero sobre todo de tu vida que es modélica. Un bien trabajador serio y formal. Fíjate lo popular que eres, no tienes manos y trabajas y luchas como si las tuvieras y eso es importantísimo. Me dio una palmada en el hombro y dijo: porque eres buena persona no robaste como lo han hecho otros. Tú te dedicas a trabajar con honradez y seriedad y eso lo debieran de copiar muchos que no son gente seria.
La vida da muchas sorpresas y cuando menos te lo piensas te encuentras con lo que jamás podrías imaginarte. Aquel castellano, al que yo lo consideraba un buen amigo y que tan bien nos había tratado, un día me dijo:
Quiero tener las llaves de la cueva.
-Eso no es lo acordado le dije.
-He cambiado de idea
-Ahí tiene las llaves y con ellas su cueva para siempre.
Marchamos de aquel pueblo y nunca más le volví a ver, ni supe qué fue de él. Falto a su palabra y eso no es lo normal, los hombres cumplidores eso no lo toleramos. Desde siempre y cuando acordamos un trato, lo sellamos con un apretón de manos y eso es irrevocable para nosotros. Algunas veces decimos. ¿Que así sea amigo? para ciento y un años y no hay quien lo mueva
Allí se quedó mi trabajo: el portón, la puerta de la lagareta, la limpieza de la cueva, la reparación con cemento la lagareta y sus canales y la reparación de las chimeneas de ventilación y las cubas. Allí se quedó todo abandonado.
Después de algunos años, por exceso de trabajo y por no desplazarme a zonas lejanas, preparé un equipo completo para pisar en nuestra propia bodega. Dejé aquella zona, que solo me había dado esclavitud, pero experiencia para espabilar y no olvidarme de alguna clase de gente que aun existe y que vive bajo el imperio de la ley del embudo, sin darse cuenta de lo bajo que caen.
Al principio solo teníamos como productos de casa el vino y los cerdos para el samartín, pero cuando más tarde pude disponer de más tiempo y mejor economía, comencé a producir leche y a criar un ternero para el congelador, también pollos de caleya, gallinas, corderos y pan de casa. Compraba la harina en León, traía dos sacos de 50 kilos para las dos casas y salía un pan bastante bueno. Yo sabía que algo faltaba, tenía muchas ganas de conocer un molino de la época que moliera trigo para comparar la diferencia en el pan.
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