Perdonen el que haya tardado en contestarles. He tenido un problema en mi blog y la entrada para editar, estaba bloqueada.
Ha sido una dura lucha, conseguir salir de aquel grave problema. No podía ni comer. Tuvieron que cebarme, vestirme y hasta acompañarme al servicio, durante el tiempo que duró mi rehabilitación que, por cierto, fue muy dura. Tenía muchos dolores y muchos problemas…
Además de perder las manos con solo veinte años “no sabía hacer la o, ni con el vaso” En aquellos tiempos, todo era trabajar. Además pasamos mucha hambre en los años de la guerra. Ni manos, ni cultura, ni dinero…
Más tarde, me pusieron unas prótesis que no valían más que para comer, pero no para defenderme por mi mismo, y menos aún para trabajar.
Eran muchos los problemas que me torturaban: la tremenda incapacidad que tenía, la necesidad de querer trabajar y ser uno más en la sociedad, ver como sufrían mis padres y hermanos… Toda la familia estaba destrozada. En aquella casa ni dormían, ni comían.
Como sería aquel sufrimiento, que una de mis hermanas, sufrió un aborto por ver a su hermano sin manos y con tanta pérdida de sangre. Decía: ¡Arsenio se nos muere desangrado! Recuerdo cada momento, como si fuera hoy.
Esta dura, pero real historia, nos muestra el gran valor de lo que supone el cariño y la buena convivencia familiar. Es posible que de estar sin familia, no lo hubiera soportado y mi vida se hubiera perdido en el abismo, como la del otro chico, que también perdió las manos y un ojo. Desde el primer día decía que, mejor la muerte que la vida. Así fue, no lo soportó. No pudo con tanto dolor y murió en plena juventud, torturado de tanto sufrir.
Fue una gran pérdida. Pudo formar un hogar con su novia y su hija de cinco años, que lo querían mucho, pues así me lo dijo varias veces su novia. Decía que lo ayudaría en todo lo que pudiera, pero no lo consiguió. Las abandonó sin más.
Después de todo lo ocurrido, tuve la gran suerte de ser más fuerte que mi problema. Me dediqué a trabajar sin descanso, a diseñar y fabricar varios aparatos (así llamo a mis prótesis), para poder defenderme y trabajar, y lo conseguí. Estudié por mi cuenta, fundé una empresa, y formé una familia que, con su cariño, me dio fuerzas para vivir con dinamismo y alegría, hasta que, por una negligencia médica, perdí a mi esposa. ¡Ese fue el peor golpe de mi vida! Han pasado ya diez años, pero ese dolor seguirá conmigo, hasta el final de mis días.
Muchas gracias Señores, por vuestro gran comentario. Vuestras palabras, muestran claramente la gran capacidad e inteligencia que poseéis, para valorar las cosas con realismo y, sobretodo, para valorar la lucha y sufrimiento de vuestros semejantes. Esto me reconforta enormemente.
Les deseo mucha suerte en la vida, porque se la merecen. A ver si nos vemos alguna vez, por Candás.
Un fuerte abrazo.
Arsenio Fernández
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