El domingo de Ramos, 24 de Marzo de 2002, después de atender las ovejas, las gallinas y los mastines pensé que lo mejor sería descansar un poco en lugar de seguir trabajando. Subí a casa y le dije a mi esposa. Te parece bien si vamos hasta Cangas de Onís al mercado a pasar el día por allá.
Me parece muy bien así no trabajas tanto. Sin más nos preparamos y salimos para Cangas. La primera visita que hicimos fue al mercado de ganados para ver los cabritos y los cerdos, donde algunas veces compramos algún cabrito para el congelador. A parte de que ya era el tiempo de comprar el cerdo para cebarlo hasta el invierno para hacer el samartín.
Allí nos encontramos con el hijo de un viejo conocido granjero que aun sigue con su ganadería.
Este señor vendía cerdos pero no nos conocíamos.
-Cuanto valen esos dos cerdos que están sin marcar.
Solo queda uno los otros ya están vendidos. El único que queda vale 17.000 pesetas.
-El cerdo es bastante curioso pero me parece un poco caro. Yo también soy profesional y conozco el tema. ¿No me conoces?
-No.
-¿Llevas poco tiempo de granjero?
-Sí, el granjero era mi padre.
-Tu padre seguro que me conoce. Yo les di charlas a todos los granjeros asturianos en el edificio de la antigua casa sindical de Oviedo. Yo mismo fundé nuestra asociación, por eso me ha de conocer. Salúdale de mi parte.
-Así lo haré y en su nombre.
-Gracias.
Al marchar me dijo:
-Si le parece puede saludarle usted mismo. Puede pasar por la tarde para llevarse los dos cerdos y podrá saludar a mi padre personalmente. Allí los hay grande y más pequeños pude escoger los que le gusten y se los pondré a buen precio.
-¿Qué hora te parece la mejor?
-A las seis es buena hora, como madrugo duermo un poco la siesta.
-Me parece muy bien.
-Allá estaremos a esa hora y te llamo.
Me dejó su teléfono. Al regreso paré el coche frente a la antigua plaza de ganados de Siero y le llamé. Al momento llegaron él y su mujer. Nos saludamos y ya en la ganadería nos espera su padre. Después de charlar un poco de aquellos tiempos, me dijo:
-Aquí tienes tres hermosos cerdos. Llévatelos a dieciséis billetes.
-Sí que me valen, son de categoría, pero casi mejor que los dejes a 15 billetes, así lo dejamos en las 45.000 pesetas.
-Pues que así sea, mete para dentro el coche con su remolque y te los cargamos.
Acerqué el coche con el remolque, los cargaron, se los pagué y volvimos a Sotrondio. Resultaron de lo mejor. Después de cebarlos varios meses, vendimos dos, con el otro y un terneru hicimos unos excelentes chorizos.
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