Un buen día fuimos mi esposa y yo de compras. Entre otras cosas había que comprar un jamón. Preguntamos y nos enseñaron uno con el que regalaban un jamonero. Lo compramos. Por la tarde ya encasa, mi hija Mónica quiso colocar el jamón en aquel aparato, pero no pudo. Yo me encontraba escribiendo y me llamó.
Papa esto no funciona, haber si puesde colocarlo, porque yo no puedo. En efecto, el herraje del jamonero era una trampa, no servía para nada. Le dije a mi hija, déjalo porque no vale, mañana por la tarde ya tendrás uno bueno.
Diseñé un sistema diferente construido en acero inoxidable, con bonita estética. Lo colocamos, pero yo no me quedé a gusto tampoco, no me gustaba la madera ni el formato de aquel mal jamonero. Me puse con paciencia, a pesar de lo mucho que tenía que hacer. Serré madera de castaño curado para hacer tres. Después de terminarlos, les di barniz, hice el herraje de un buen acero inoxidable y los coloqué. Preparé una placa con un escrito para cada uno. Las llevé a grabar al relojero, yo no tenía herramientas para grabar. De estos jamoneros fue lo único que no fue hecho por mi mano, el resto sí, además, fue muy fácil de hacer, se trataba de un trabajo normal, aunque un poco artesano.
El primero fue para mis nietos Jesús, Claudia y sus padres, el segundo para un gran amigo, José Chorrita y el tercero para nuestra casa. Todo esto hecho a capricho, bien formado y curioso como a mí me gusta hacer las cosas.
Una tarde estábamos José y yo podando mi pomarada. Mientras que trabajábamos pensé en hacer una obra de posteo de mina. Este hombre, que es un pura sangre para el trabajo, fue un minero de los mejores de su época, un trabajador incansable, lo mismo en la mina que en el campo. Se le daba todo: trabajador del Pozo Sotón, conductor de autocares de viajeros y de camiones de gran tonelaje y segador con guadaña de primera línea. También nació y se crió en la montaña, en el pueblo de Corian, uno de los mas altos del Concejo de Laviana. Esa cualidad en aquellos tiempos era muy apreciada, había que ser buen segador y buen cabruñador, si no ya no eras un segador completo. Había un dicho que decía “ese siega mucho y bien; el otro, siega poco y mal. Ésta era una forma de catalogar a los braceros del campo asturiano. Hasta se hacían una especie de concursos de arte y rapidez.
José me ayudó muchas veces, hasta hicimos en la finca, una obra de posteo de mina vertical, posteo de “chulana”, como lo hacíamos en la Escribana de la segunda rama, de 3ª sur y en las chimeneas verticales de la zona de Blimea en el Pozo San mames “Villar” Sotrondio. Allí lo hacíamos con madera de pino y eucalipto, aquí con madera de castaño y en altura de 3,5 metros. Es un pequeño museo de la mina que yo quiero conservar en mi finca como símbolo de nuestro trabajo, de nuestra historia, de nuestra profesión y forma de vivir, como mineros que fuimos.
Aunque de vez encuando aparezca algun revelde o estafador, los mineros siempre fuimos nobles y trabajadores de calidad, con seriedad y entrega anuestro deber. Siempre con alegría aunque trabajando bajo las entrañas de la tierra, y sabiendo que con cierta frecuencia nos tragaba la misma tirra algún compañero, y sin saber quien seria el próximo, que caería asfisiado con el tremedo grisu, o bajo un terrible peñón, como me ocurrio a mi, mientras picaba carbón en la Rampla de San Luis 2º Planata Sur, Pozo San Mames, en el año 1953, un año antes de perder las manos.
Después de permanecer hora y media debajo de un enorme peñón. Mis compañeros lograron salvarme de la muerte. Porque en poco tiempo mas llegaría, ya que el tiempo de resistencia de mi cuerpo, se agotaba presionado por tanto peso, por lo que iba quedando sin respiración, estrujado como una sardina y con fractura de la clavicula, que agudizaba mas la presión. Al tremendo peso de aquella roca, si unia la dificultad que no podían moverlo ni con palacas para sacrame. Tubieron que picarlo amartillo para sacar me ya como muerto, porque el picar una dura roca de arenisca, lleba mucho tiempo. Ay que ver que después de sacarme, solo pudieron saber que aun viavia por la respiración, aunque era muy escasa, por lo que pen saron que no me salavaria. Hubo suerte y después de cuatro días sin concimiento, mi cuerpo reaciono. Despues de un tiempo me cure y a picar carbon al mismo lugar de trabajo de antes.
El compañerismo y la pericia de mis compañeros, fue lo que me salvo de morir a los 19 años de edad, un brabo trabajador como todos ellos, que eran muy buenos mineros. Alfredo Lamuño de La Bobia, Aladino Suarez también de La Bobia, Marcelino Garcia Cuetos “Lino”de San Mames y Cortina otro picador de Tiraña, fueron los que trabajaron a toda prisa para librar de la muerte a un compañero. Mil, gracias les doy por lo valientes que fueron.
Cuando terminamos la obra de posteo de mina, merendamos y tomamos unos vinos. Al marchar Jose le dije: te regalo este jamón y su jamonero y con un bonito grabado, para que tengas un recuerdo de mi artesanía.
Me dio las gracias, se marchó muy contento y orgulloso de saber que su amigo podía trabajar con esa finura, como él la llamó. Este regalo dijo, Jose mientras lo contemplaba. Lo conservare siempre como prueba de cómo trabajas a pesar de no tener manos, porque es ademas una muestra de lo artista que eres para todo. Es imposible creer lo si no se ve.
-Gracias jose, para mi es completa mente normal, todo es ponerse a trabajar y las cosas van saliendo como me gustan. Es muy fácil, a medida que uno trabajo, va aprendiendo cada vez mas.
Al ir hacia su casa, Jose pasó por el Bodegón donde tenía su tertulia, y a echar un traguín. Les mostró aquello que él aprecia mucho y les explicó cómo lo había trabajado. Uno de ellos le dijo:
-Es imposible que Arsenio pueda hacer esta obra ¿Cómo lo va hacer si no tiene manos?
-Yo mismo lo vi, replicó José.- ¿Cómo te atreves a ponerlo en duda?
-Te engañó. Lo compró y dijo que lo hizo él, siguió apostando el tipo.
-No seas terco hombre, ¿por qué voy a decir mentiras si lo vi hacer cosas mucho más difíciles? Deberías subir un día conmigo a verlo y te quedarías pasmado. Es digno de ver, muchacho. Tú no me lo crees. Los que no valimos un duro a lado de este hombre somos nosotros. No solo hizo estos jamoneros, tiene varias maquinas también, que allí están para verlas.
Aquí vemos una forma de discrepar, de no creer lo que los demás hacen o dicen. Este señor que es del pueblo y que esta arto de oir comentarios de cómo trabajas, no lo cree, dijo Jose, y no se porque, imposible combencerlo.
-¿Porque tú con manos no eres capaz de hacerlo, los demás tampoco?- le dijo. -No es así.
-Yo creo que hay que ser más sinceros y escuchar a los demás.
– Trtanquilo Jose, ya estoy acostumbrado a oir esas discusiones, paso de ellas, sino lo crer no pasa nada. José sufrió porque hasta dudaba de lo que el le decía, y eso es una falta de educación . No encontraba el hombre explicación para justificar tal torpeza.
-Yo, riéndome, le dije: mira José, le impondremos un castigo simbólico: que permanezca atado en una silla aquí en la nave, mientras que construya uno, así lo podrá creer y cerramos el caso.
Serio y dijo: tienes razón porque vamos a sufrir porque un oveya no se entera de nada.
José, como mucha gente mas espera este libro con impaciencia, porque les gusta recordar las cosas de aquellos tiempos ya lejanos y llenos de recuerdos. Hasta siempre amigo un abrazo
Arsenio Fernández
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