El trabajo aumentaba cada vez más. Tenía que desplazarme por distintas partes para trabajos de hidrosiembra en taludes y medianeras de carreteras, minas de cielo abierto y puertos de alta montaña. Trabajaba hasta los domingos ya que por la semana no me daba tiempo de hacer todas las vistas a las obras en tierras y praderas, de los ganaderos y agricultores, para los abonados y restauraciones de praderas, así como la mejora de sus sembrados. Yo eso lo vivía, siempre me gustaba ayudar y viajar aunque fuera por zonas lejanas. Aunque mi vida fue esclava, el trajo siempre me gusto mucho. A parte de que se ganaba muy poco y yo necesitaba mejora mi economía. Tanto tuve que trabajar que nuca tuve tiempo ni para los deportes, solo viví para el trabajo y la familia. Tampoco pude estudiar informática y muchas cosas más, hasta que me retire del trabajo. Y para poder apartarme de él, tuve que dejar mi finca y venir a vivir a Candás.
Aun después de retirado venían algunos ganaderos para que les asesorara en sus proyectos de sembrados. La forma de abonarlos, semillas a emplear y también como alimentar a sus ganados con productos naturales. Pues nunca se olvidaron de los folletos que confeccione con mis propias formulas de piensos que fabricaba para mi ganadería y que les daba en las charlas que les di por distintos concejos, cuando me llamaban y podía.
En los trabajos de hidrosiembra, entre otros materiales, empleábamos un pegamento que en aquel tiempo se cotizaba a 780 pesetas litro, era muy caro. Más tarde apareció en el mercado otro producto mucho más barato, valía a 250 pesetas, la diferencia era notable y el resultado era el mismo que con el caro. Se empezó a trabajar con el nuevo producto.
En aquella fecha nuestra máquina. Una Hidrosembradora echa en nuestra finca, estaba trabajando en una obra en la parte más alta de la montaña. En la zona del Nalón. Al llegar el nuevo pegamento hubo una empresa que también quiso trabajar con aquel producto nuevo, pero sus máquinas no lo admitieron por resultarles demasiado denso. Imposible de expulsar con el sistema de aquellas maquinas. Una máquina de aquella empresa en la que trabajaban dos de nuestros empleados, se atascó y no pudo expulsar los 5.000 litros que tenía. El atasco había sido tan brutal que al no funcionar ni el cañón ni las mangueras, la bomba siguió trabajando en falso por lo que se produjo una fuerte presión, además de mucha temperatura.
Después de varias comprobaciones del personal, decidieron desenganchar la manguera. La fuerte presión que se había producido lanzó a uno de los nuestros empleados al terraplén, desde una altura de 4 metros. Con tanta suerte que la tierra era recién echada y estaba muy blanda, lo que le evitó sufrir posibles lesiones. Aunque el producto estaba a bastante temperatura tampoco sufrió quemaduras. Solo un porrazo y un gran susto. Tuvo la suerte de llevar gafas y, al protegerle de la presión, tampoco sufrió nada en los ojos.
El encargado de aquella empresa que dirigía las sucesivas pruebas que hicieron con las máquinas que no admitían aquel producto. Una mañana cuando regresé a casa, ya eran las dos. Al momento llegó mi hijo Norberto de la Facultad, ya estaba terminando la carrera de medicina. Nos sentamos a comer y sonó el teléfono. Como era un manos libres, pulsé la tecla. Era el individuo que llevaba las pruebas de aquel producto que tanta lata les daba. Me dijo.
– Arsernio, cuánto tiempo hace que estuviste con tu maquina en la obra del Nalón.
-Media hora.
-¿Cómo que media hora?
-Así es, acabo de llegar. Es más o menos el tiempo que me lleva venir a casa. ¿Qué pasa? ¿Hay algún problema?
-Bueno el problema es el que ya conoces, que nuestras máquinas no funcionan con el nuevo pegamento y como el de la casa, dice que en el Nalón hay una máquina que trabaja hasta con seis latas de ese producto. Y dado que no conozco más que la tuya, quería saber si es cierto que trabaja con esa cantidad.
-En esta semana esta trabajó con cuatro latas 100 litros por cuba. La semana pasada trabajo con seis, 150 litros, por la pendiente del terreno. Trabajo como siempre, no se aprecio ninguna diferencia de más o menos cantidad. La máquina igual trabaja con él pegamento que sin él.
-¿Estás seguro? me dijo aquel hombre con desconfianza y con una cara más dura que el acero.
-¿Por qué no he de estarlo? Es lo que hay.
-Es que me voy a volver loco dijo: van a terminar echándome de la empresa. La casa dice que tenemos las máquinas mal, que las reparemos y eso no es cierto. Están en perfecto estado, después de haber hecho veintiuna pruebas que tengo registradas en un libro. No entiendo cómo puede trabajar tu máquina y las nuestras no ¿O es que la tuya es más guapa que las nuestras?
-Hombre, más guapa no será, pero mejor sí. Creo que está muy cloro. Si ésta trabaja y esas no, ya no hacen falta discusión ninguna.
-Yo no estaría tan seguro- dijo.
Aquella respuesta no me pareció la más adecuada. Yo conocía bien el caso y también al que me hablaba. Mi contestación fue:
-Si lo que te digo no te vale, dime qué es lo que quieres, porque no te entiendo.
El tipo era de cabeza más dura que un mulo y de los que se cree que lo sabía todo. Daba pena oírle razonar las cosas. Encima de no saber por qué tenían aquel problema y de venir a pedirme un favor, todavía se permitía el atrevimiento de discutir, apostar. Era un momento como para decirle “si crees que todo lo sabes, como siempre, ¿para qué molestas a los demás?” Le aguanté por educación y para demostrarle que él no sabía ni tratar al personal ni lo que traía entre manos. Ignoraba total mente el problema que tenia. Precisamente en aquella explotación la gente era de lo mejor. Los ingenieros y el resto de los encargados, todos muy educados. Sabían valorar nuestro grado de cumplimiento y jamás nos trataron mal. Mientras que aquel individuo era un tirano, que siempre se metía con todos y donde nadie le llamaba.
Entre multitud de fallos, había ordenado al camionero que trabajaba con nosotros, que controlara nuestros trabajos. Nosotros estábamos a contrata por metro cuadrado terminado. Materiales, personal, todo por nuestra cuenta. La Jefatura de aquella empresa, era la que supervisaba nuestras obras antes de pagar. Todas nuestras obras eran exclusivamente de nuestra responsabilidad y garantizadas, ya que si no valían no pagaban. ¿Por qué tenía que meterse aquel individuo con nosotros? Hasta la gente de otras secciones, se quejaban de aquella mala persona.
Después de soportarle durante largo rato, la verdad es que no daba una en el clavo dijo:
-Dado que la empresa quería devolver el pedido de aquel producto a la saca, El director de esa vendrá el lunes en vuelo especial desde Madrid, para demostrar que nuestras máquinas están fallando. Y que la prueba será en la obra del Nalón, donde tu máquina está trabajando con seis latas de 25 litros cada una, y del mismo pegamento. Como eso a mí me parece imposible, dijo: lo que te pido es que me autorices a llevar de aquí en mi Land Rover cuatro latas del pegamento para meterlos en tu máquina. Creo que esta partida puede estar en mal estado y por eso no funcionan nuestras máquinas. No veo ninguna razón para que tu máquina funcione y las nuestras no.
-Quedas autorizado le dije, para meter hasta seis, si lo crees necesario, yo nunca he probado con más cantidad, porque no hizo falta, pero de lo que sí estoy bien seguro es que con esta cantidad nunca tuvimos problemas, la maquina ni se entera de que se mete el pegamento.
– Arsenio, se meterán las cuatro que yo empleo con las maquinas, pero sin reclamaciones por tu parte, ¿me lo prometes?
-Sí. Lo prometo, no haré ninguna reclamación, porque no va a pasar nada, eso también te lo prometo. Quedamos el lunes a primera hora en la obra para hacer la prueba.
Mi hijo y mi esposa, escuchaban nuestra charla, las dos hijas Ana y Mónica, estaban estudiando y no llegarían hasta la tarde. Lo mismo mi esposa que mi hijo, estaba asombrados, de lo que acababan de oír, Norberto me dijo:
-Papá, no me creo lo que acabo de oír. ¿Cómo es posible que te atormentaran tanto tiempo, diciendo que nuestra máquina no rendía lo suficiente y hoy se demuestra que es la mejor? ¿Tú estás seguro de que es como lo dices? ¿No se va atascar nuestra máquina?
-Claro que estoy seguro hijo, completamente seguro. Además, sé el motivo por el que sus máquinas no pueden con ese producto.
-¿Por qué no se lo dices?
-Porque no me lo preguntaron, y porque a ese tipo, daría igual decirle uno que otro, no me haría ni caso, es de los que no admiten más normas que las que el dicta. Es un ignorante dictador, que trata al personal peor que a los animales. No hay más que hacer las cosas como en las impone, aunque sean con todo su desconocimiento. Le va a costar trabajo creérselo cuando vea la pruebas, ¿no ves como apuesta? ¿Que si nuestra máquina es más guapa que las de ellos? Y hasta pone en duda de que hace media hora que yo estuve en la obra. Está convencido de que ese producto está mal y no es verdad, es como lo que nosotros compramos.
Si no estuviera seguro, no le autorizaría a meterlo. Sería una avería de varios días, conseguir el poner de nuevo a funcionar una máquina, con todos sus circuitos atascados, con un producto que se queda tan duro como el cemento. Hasta habría que mecanizar algunas piezas. Un atasco de esa envergadura, es poco menos que una catástrofe para la máquina. Este tipo es incapaz de poder creer a uno aunque reviente con la verdad. Es desconfiado por naturaleza, no se fía ni de la gorra que lleva. Desconoce total mente el problema que tienen, pero sigue negando la razón.
-Papá, quiero ver esa prueba contigo el lunes. Es muy importante.
-Claro que lo es hijo mío. Imagínate lo que supone para mí, demostrar públicamente y ante la dirección de esa empresa, que nuestra maquina es la mejor. Después de lo que me machacaron, despreciándome a mí, y a la maquina por ser de mi invención. Diciendo que no rendía como las de ellos y que tampoco lleva los 5000 litros.
El lunes será un día histórico para nosotros, dije a mi esposa y a mi hijo, porque estoy seguro de que todo va a salir como siempre, no habrá ningún fallo. La maquina asturiana, diseñada y fabricada en nuestra casa, es la que vencerá, sin ninguna duda.
Yo bien conocía el sistema de bombas que llevaban aquellas máquinas. Se trataba de una especie de plato interior, con tres estrías para hacer la fuerza de expulsión. El conjunto de todos los materiales, el abono, celulosa, semilla, paja, agua y el pegamento, forman una papilla con gran densidad, que evitaba ser desplazada con ese tipo de bombas, por la falta de capacidad del plato, que al roce de su velocidad, en lugar de expulsarlo, trabaja en falso y produce calor, así como la correspondiente presión, que siempre va en función del tiempo en el que se mantenga la máquina funcionando con el circuito totalmente cerrado.
Mientras que la bomba de nuestra máquina fue diseñada con un sistema totalmente distinto. Con una capacidad de trabajo muy superior Precisamente porque yo conocía ese sistema. En lugar del plato de 300 mm. de diámetro y con un grosor de unos 30 milímetros, que llevan esas maquinas
La bomba de nuestra maquina lleva un cilindro de 350 mm, de largo y con un grosor de 250, horizontal. Con unas paletas que se desplazan en forma de “pistón”, ejerciendo una fuerza de expulsión tan potente, que lo que allí entra, o sale o reventa el cuerpo de bomba. Eso fue lo que le valió al que nos saboteó varias veces nuestra maquina.
En cambio, si mete ese mismo tornillo en las otras maquinas, solo se producía un paro por opresión, en forma de cuña. Esta diferencia es la que surge al trabajar. Es tan diferente como la noche al día. Son dos cosas totalmente opuestas.
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