Ingeniero jefe de sector, Don Manuel, una mañana le decía a un capataz que pidiera una pala para derivar lo que había sido el edificio de la residencia de los mineros, Lo que se llamo La “colonia” un edificio con un bajo y dos pisos. Estaba desguanzado y medio cayendo, era un peligro para algunos que entraban a coger cosas: materiales, grifos, azulejos, lavabos y otras cosas. Que aprovechara para tirar también lo que había sido la cuadra de las mulas, que ya casi derribada, solo quedaban alguna de las paredes amenazando con caerse. Dado que ya no tenía ni techo, que era un peligro. Y que si surgía un accidente lo reclamarían a la Empresa, aparte de que estaba total mente en ruinas.
Yo, que trabajaba a lado de ellos archivando algunas cosas, oí lo que le había dicho al capataz. Cuando éste salió del despacho le dije:
-Don Manuel, si tiran lo poco que queda de esa cuadra nuca más se podrá construir en ese solar.
-¿Por qué razón? preguntó sorprendido.
-Porque las normas vigentes obligan a apartarse del eje de la carretera 8 metros y dado que la pendiente de la escombrera está muy cerca ya no quedaría espacio para poder edificar. Sería una pana perderlo. Con la pared de la carretera que es la que mejor esta, la ley nos permite su reconstrucción. Yo me comprometo a reconstruirla sin gravar ningún gasto a la empresa y pagando una renta por su alquiler. Quiero aumentar la ganadería y no tengo dónde. Como que ese terreno está fuera del círculo del Pozo, nunca lo necesitará ya que en toda la plazoleta hay terrenos bastantes y libres para el servicio del pozo.
-Cierto, eso no se va a precisar para el Pozo.
Aquel gran hombre que días atrás me había puesto en lo más alto al valorar mis cualidades dijo:
-Que poco me equivoco, es usted un hombre inteligente. ¡Cómo se dio cuenta de que se perdía un solar! Solicítelo y se lo daremos en precario, pero tiene que prometerme que lo antes posible ponga un cierre en la parte de la carretera para evitar que surja un accidente.
-Eso es muy fácil, lo haré mañana mismo. Me es de necesidad y comenzaré la restauración lo más rápido que pueda.
Para evitar el peligro que mi jefe decía y con mucha razón, al día siguiente se cerró provisionalmente con madera, hasta que hice un portón de hierro. Solicite licencia del Ayuntamiento y se comenzaron los trabajos para hacer la ganadería, que sería de un valor incalculable para mí. Aunque tuve que trabajar duro fue lo que levantaría mi economía, la ganadería.
En estas ruinas se hicieron cuatro naves y unos parques cerrados en forma de cobertizo, donde más tarde instale la fábrica de piensos. Compuesta de un molino con capacidad para 1000 kilos hora, una mezcladora, un sinfín para elevar el grano, una tolva y un grupo compuesto por un motor de gasoil de 54 caballos con cambio de velocidad. Acoplado en una base metálica sujetada por otra de hormigón.
En la primera nave se encontraba a la derecha, la sala de partos con rejillas de hierro, con agua para evitar los olores del estiércol y con bebederos automáticos. A la izquierda estaba la sala de destete, también con rejillas y una especie de piscina para evitar los olores. En la segunda nave había un pasillo en el centro. Ésta se dedicó al cebo de cerdos, con rejillas de hormigón. El primer piso de estas dos naves se dedico a gallinas y pollos.
La tercera nave se dedicó a madres de porcino en gestación y a terneras reproductoras Asturianas de los Valles. La cuarta a cebo de terneros culones. Hubo una época que teníamos las cerdas madres sueltas por el prado de abajo y las de vacuno en el de arriba, fue una buena ganadería.
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