El consejo de un buen jefe

Recuerdo con mucha frecuencia el consejo de uno de mis jefes. Una mañana llevaba a los tres Ingenieros en mi coche a la mina. Iban a entrar por Blimea, por la primera galería, para bajar recorriendo los puntos de trabajo.  De la zona del paquete de Blimea, hasta 4ª planta del pozo. Yo lo conocía bien porque traja en esa zona cuando era ramplero con diecisiete años.

En el pequeño recorrido que había, el más joven dijo:

-Arsenio yo le veo con muchos ánimos, es usted muy enérgico, hay que ver lo bien que maneja el volante del coche con sus aparatos. Y añadió: es digno de admirar. ¿Cómo le van las cosas? ¿Por qué trabaja tanto?

Después de darle las gracias le dije:

-Regular, trabajo mucho y gano poco. La falta de dinero da muchos problemas y excesivo trabajo por la falta de medios para mecanizar una ganadería como la mía, que da mucho que hacer para mantenerla como debe ser.

-Bueno, el caso es ir tirando.

-Tirando como se puede claro. Algunas veces como el perro que en lugar de comida le dan un trancazo y tiene que conformarse. Mi problema es muy serio y duro. Se acerca la hora de dar estudios a mis hijos y no voy a poder conseguirlo, si no mejora mi economía.

-Eso tampoco tiene tanta importancia, no todos estudian.

-Si la tiene, eso era en otros tiempos le dije: los que se avecinan lo exigen. Llego el tiempo en el que sin estudiar no eres nadie. Yo tengo tres hijos y no quiero que les pase lo mismo que a mí, que no pensé más que en trabajar y eso no lo es todo. Convencido estoy que lo más importante es la cultura, el estudio, el saber por dónde vas. El hombre no puede vivir en la inopia, como en la antigüedad. Si el mundo evoluciona los hombres también debemos de asumirlo para no quedarse atrás. Nunca me perdonaría dejarles estancados y sin darles lo que es importantísimo, una carera para saber defenderse. Bastantes duros son los avatares de la vida, como para dormirse en los laureles. Es muy triste oír lo que dicen y no saber descifrarlo, a mí me pasó alguna vez. Por eso comencé a tragar libros sin cesar. Aun que me preparé un poco no fue lo suficiente. Nada mejor hay para apreciar lo necesario que son los estudios, como el haber pasado por las amarguras que yo tuve que pasar y pensando solo en trabajar. Cuando debería ser al revés, primero estudiar y después trabajar.

-Arsenio dijo otro jefe: va dar estudios a sus tres hijos y si fueran más también lo haría, porque es incansable, él no se rinde. Tiene buena base para ello, su fuerza de voluntad para todo lo llevará muy lejos. No se preocupe tanto porque los hay que estudiaron y no se les puede comparar con usted, que sin estudios tiene mucho mérito. Trabaja mucho y sabe hacerlo. Lo único que le aconsejo es que sea más tranquilo, le será muy necesario y no sufrirá tanto, a la hora de tomar decisiones importantes en sus negocios. Veo que es usted hombre con mucha capacidad para todo pero demasiado impaciente y eso le hace que las cosas sean más duras.

Le di las gracias por lo bien que razono las cosas. Le comprendí perfectamente. Vi que además de apreciarme, conocía mi forma de ser. Tuvo razón al decir que era demasiado impulsivo. Claro que sí, porque toda mi vida lo fui. Eso forma parte de mi forma de ser, nací así, con defectos o con virtudes, no hay quien lo pueda cambiar. Ni yo lo puedo evitar. Si tengo que hacer un trabajo no estoy a gusto hasta que no lo termino. Es verdad, esa forma de ser tan activo, algunas veces te hace sufrir demasiado porque no siempre se pueden conseguir las cosas a la perfección como uno las quiere.

Aquel Ingeniero además de buena persona, era muy inteligente, sabia valorara las cosas con realismo y seriedad. Me apreciaba mucho porque me veía muy preocupado y trabajando demasiado. El mismo le daba pena de lo poco que me pagaba la empresa como conserje, pero nada podía hacer. Las normas de la empresa eran tajantes, nadie lo podía cambiar.