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Archivo diario: 28 noviembre, 2017

  1. El milagro de Santa Bárbara.

Homenaje a Santa Bárbara  y su parroquia.

 Si la gente dice que fue como un milagro, así lo hay que decir.

            En este día 4 de Diciembre del 2017, se cumplen 63 años de mi accidente. Perdí las dos manos, festejando a Santa Bárbara, patrona de los mineros, en plena juventud y con solo 20 años. Me disponía, en esa terrible mañana del 4 de diciembre de 1954, a detonar cinco cartuchos de goma-1. Rodilla en tierra, con una cerilla encendida en el suelo y un cartucho de dinamita en cada mano, les di fuego a todos, encendiéndolos de dos en dos.

CARTUCHO DE DINAMITA

Ya había dado fuego a los tres primeros y, al dar fuego a los dos últimos, observé que uno de éstos se quemaba a demasiada velocidad. Intuí el peligro y me levanté velozmente, pero ya no me dio tiempo a nada ¡sólo vi volar mi mano derecha!¡ Pero el que llevaba en la izquierda, también se había disparado con el mismo resultado! ya sólo vi fuego y sangre a mi alrededor.

            A pesar de darme cuenta de que ya no tenía manos y ver que me estaba desangrando, por la enorme pérdida de sangre, pude salir corriendo para casa. Asustado y con tanto dolor, no medí bien la distancia que había desde el prado hasta el camino, por donde salté para librarme de la muerte. Había tres cartuchos ardiendo y estos me iban a deshacer en pedazos, como sucedió con las manos, ya que detonaron nada más darme la vuelta para huir. Todavía había otro peligro y ese estaba en mi propio cuerpo. En el bolsillo superior de mi chaqueta, llevaba otros siete detonadores. Más que suficiente para “enviarme a Marte” si los hubiera alcanzado la onda explosiva. A pesar de la grave situación, mi vida estuvo en un peligro incalculable. Al levantarme, hice un giro hacia la derecha lo que fue suficiente para salvarme de una muerte segura, ya que ese movimiento dirigió la onda explosiva hacia mi derecha. Me causó varias heridas en la cara y piernas, cortándome parte de mi chaqueta y la cadena del reloj de bolsillo, pero no me tocó mi parte izquierda, que era donde tenía los siete detonadores. Aquellos detonadores no eran eléctricos. Se detonaban por mechas, por eso detonaban en las minas algunas veces, al dar fuego en los travesales y guías, si no estaban apartados a una distancia y, al otro lado de una curva de la mina, para evitar la onda explosiva.

 Al estrellarme contra la pared del camino, sufrí un fuerte golpe, que me dejó sin conocimiento por unos momentos, tumbado en el barro del camino. Luego reaccioné  y pude reanudar la marcha, dejando atrás dos líneas de sangre en el camino. Aterrorizó  a toda mi familia y a vecinos de los pueblos cercanos, que al oír los gritos de mi familia, acudieron en poco tiempo. Sólo me podían conocer por el habla, ya que mi rostro estaba herido y lleno de sangre por todas partes.

También quiero recordar al otro compañero del mismo pozo, que perdió las dos manos y un ojo, Alejandro Antuña Pandal, que con 25 años, sucumbió ante tanto dolor. No pudo recuperarse. No pudo dar nombre a su hija de 5 años, ni a su novia, que lo quería con todo su corazón. Así me lo dijo en el hospital, cuando lo iba visitar. Las abandonó, por lo mucho que sufrió. Fue una gran lástima, se perdió un hogar, una familia que, con las dos, pudo formar. Es posible que si se hubiera juntado con su novia y su hija, hoy ya tuviera nietos y viviera  encantado de la vida con ellos, apartándose de la bebida, que lo llevó a la muerte, siendo tan joven.

                          Después de todo lo ocurrido, este artículo debe ser como un  homenaje a nuestra patrona Santa Bárbara. Porque si por ella perdí las manos, ella fue la que me dio fuerzas y valentía para recuperarme, y volver a ser un hombre como los demás. Trabajando y estudiando para olvidarme de aquel tremendo traumatismo, para seguir con mi familia y poder reincorporarme a la sociedad.

 

Por eso no acepté el suicidarnos, como Alejandro

quería, tirándonos al tren, a la semana de perder las manos.     

            Cuánto sufrimiento y cuanto dolor, para mí, para mi familia y para todos vosotros, porque aquel día todas las familias mineras de Asturias, sufristeis por dos compañeros mineros destrozados por esa tremenda pérdida, como es perder las manos. Quién nos iba a decir, después de conocer ese terrible accidente, que las personas podemos aguantar tanto y luchar con tantas fuerzas para recuperarse de una pérdida, tan dolorosa y tan triste.

                                                                                Alejandro, el niño de bustio y yo. Foto

en la terraza de la Clínica de Madrid, cuando estábamos en rehabilitación. Marzo de 1955.

          Todo esto nos enseña y nos muestra, que debemos confiar en los demás. El cariño de la familia, de los amigos, de los vecinos, de los compañeros de trabajo, es muy importante, porque nos ayuda a combatir los serios problemas que la vida nos va presentando, a medida que pasa el tiempo.

  Está probado que la lucha y el sufrimiento, hacen  a las personas más fuertes, más valientes y más solidarias, para ayudar a los demás. La necesidad  nos obliga y nos enseña a buscar el remedio para defendernos, como es mi caso. Esa necesidad me llevó a inventar muchas cosas que no solo valieron para solucionar mi serio problema, sino también  para mucha gente a la que, a través de mi experiencia, fui ayudando. No solo a las personas con problemas físicos, también a algunas con problemas de diversos motivos, que sufriendo no podían dar solución a su problema, pero que después de darles una charla o conocer, lo que mucha gente dice  “El milagro de Santa Bárbara, porque lo de Arsenio fue como un milagro” seguían el ejemplo de no rendirse.

   La primera persona que dijo que mi vida era un milagro, es mi consuegra de Luarca, Nieves, madre de mi yerno Javier. Cuando un día miraba como trabajaba me dijo: “Arsenio, es increíble creer sin conocerte, que sin manos puedas trabajar mejor que muchos con manos. Yo no sé como puedes saber de todo y hacer las cosas con tanta naturalidad.”

               -Es normal Nieves, le dije, hay que poner arte, hay que trabajar para ganarse la vida.

      -Es cierto que hay que ganarse la vida Arsenio, pero lo tuyo es un milagro, yo tengo la misma edad que tú y nunca conocí otro caso igual. Tú no le das importancia porque lo haces con normalidad, pero los que nunca lo vimos, lo consideramos un milagro, y no creas que lo digo yo sola, lo dice mucha gente de aquí que te ve trabajar y conducir el coche como los demás. Además siempre vas con alegría y muy bien vestido y eso llama mucho la atención de la gente. 

           -Muchas gracias Nieves, tú lo ves así porque me aprecias y lo valoras muy bien, no de balde somos familia, tú también eres luchadora. Para ti la vida también fue muy dura. Muy pronto se murió tu marido y padre de tus hijos. Sola, criaste a tus tres hijos y los estudiaste. El camino es muy duro para casi todos, el que no tiene un problema tiene otro, por eso hay que vivir con dinamismo y fuerza de voluntad. Además el trabajo es como una terapia que cura y nos ayuda a eliminar los problemas.

                Todo esto es muy importante, porque nos dice que no podemos sucumbir ante el miedo. El miedo es el que nos deja muchas veces atemorizados y sin fuerzas para combatirlo. Por eso hay que reflexionar.

           Santa Bárbara, es popular y muy conocida por sus grandes fiestas de San Bartolomé  el “Pote” Se celebra todos los años, en los últimos días de Agosto. Una de las mejores fiestas de prado de Asturias. Con las mejores orquestas del país y muy bien organizado. Hay una excelente comisión de festejos, presidida desde siempre por Amador Rozada, hombre dinámico y entusiasta de su parroquia. Es de destacar que todos los vecinos de esta bonita parroquia, son socios, así como un montón de gente de las otras parroquias.

             Además de esa importante fiesta, se festeja Santa Bárbara, todos los años el 4 de Diciembre, con una bonita procesión antes de la misa, a la que asistimos gente de muchas partes de la Provincia, por ser la Patrona de los mineros.

    En esta parroquia, se hizo la primera mina de nuestro Grupo San Martín, La Estrella, 1863, en el Escubietu.

Las minas de nuestro Grupo fueron La Estrella, El Prado Molín, 1923, los 9 pisos hasta el noveno, minas  de las calizas y minas del Praón, Minas de la sección San Mamés 1923, de 7 pisos, minas de Valdelospozos con 6 pisos. Minas de San Felechoso, 1900, de varios pisos, creo que fueron 5, Pozo plano, San Ignacia del Rimadero 1900.

Pozo San mamés 1940, Pozo Cerezal, 1988, antes se llamó de Santa Bárbara.

           La Parroquia de Santa Bárbara se llamó “La Hijuela” donde se hizo el primer censo del Concejo, por ser la Parroquia más poblada de aquel tiempo. En 1886, se desmenbra de la feligresía de San Martín la “Hijuela”

 Primera inscripción en el Registro de San Martin del Rey Aurelio.

         La Bobia es mi pueblo, allí nació, Teresa Suarez García, hija de José y Genoveva, nacida en La Bobia, de Blimea, en 1871, fecha en la que se inscribe el primer nacimiento, en el registro civil de San Martín, a nombre de aquella Niña.

           Según la historia, se cree que La Bobia, fue el primer caserío, para formase la Parroquia de Blimea.

             Me gusta mucho conocer la historia de España, pero sobre todo la de nuestra Asturias, porque así sabemos de dónde venimos y lo que somos. También las fechas de las  minas, de ferrocarriles y carreteras. La construcción de los puentes del Concejo, que fue creado, en el año 1837, ya que antes pertenecía al de Sama. Concedido por el Rey Aurelio como agradecimiento a los Escandones de Sotrondio, por una distinción de estos a su majestad.

Si quereis entrar en mi blog poned “Cómo trabajar sin manos”

Un cordial saludo para todos.

 Arsenio Fernández