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Historial
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Los antiguos de nuestro valle me contaron que en el mismo pico Palacio, vivió una familia, durante muchos años. En aquel tiempo no había calendario, ni relojes, no sabían la fecha ni la hora. El tiempo lo contaban por las lunas y la hora del día por el sol, medido unas veces, por la sombra que proyectaba un árbol y otras por la de una montaña. Vivían de la caza y del pastoreo. La caza era a base de trampas y con una especie de lanza que empleaban los más fuertes, no existían armas de fuego.

Esta pequeña cordillera nace en La Bobia y nos muestra la vista del Xerru Laural, el pico Llabayu y el pico Palacio de 942 metros de altitud, así como una parte de este bonito valle, que nace junto al Pozo Cerezal y termina en el pico Sereal de 981 metros de altitud.

Dado que los pastos escaseaban, enviaban a su hijo mayor con parte del rebaño a puertos de montaña lejanos.

Ovejas pastando

Al despedirlo el padre le decía, volverás cuando pasen cuatro lunas. Llevaba para su alimentación pan para una semana, que era lo que podía aguantar sin estropearse y harina de trigo mezclada con centeno que ellos producían para hacer su pan y que cocían en piedras de forma plana, llamadas en bable “llábanas”, que calentaban con el fuego. Se alimentaba de este pan, de leche de cabra y oveja y del queso que él mismo hacía. También de carne de los animales que cazaba o de alguna oveja que los lobos atacaban y que con sus mastines conseguía recuperar.

Estos pastores para refugiarse de los lobos y de los fríos intensos de las montañas, se hacían unas chozas para dormir y poder cocinar sus comidas.

El problema de los lobos para estos pastores era muy duro. Atacaban sus rebaños y lo hacían lo mismo por la noche que por el día. Como no disponían de medios para cazarlos, él número de lobos era cada año mayor.

A sí mismo, cuentan que estos pastores una vez al año se subían al pico Llabayu que es el que da vista a nuestro valle para llamar a los pastores de nuestra zona y preguntarles, entre otras cosas, si ya había pasado la cuaresma.

 “Sí, ya pasó”, les dijeron. Los otros les contestaron, “siete tocinos se comieron en ella”. Aquello era considerado por los católicos como pecado, pues no comían carne en el tiempo que duraba la cuaresma.

LoboEn estos lugares de pastoreo es a donde mis hermanos y yo íbamos a “llindar” las vacas, por sus buenos pastos de alta montaña y a buscar el “estru” para nuestras cuadras, por eso conozco la historia de esta gente que mi abuelo y otros antiguos me contaron.

Cuando era niño, con el buen tiempo los ganados pastaban por los montes de altura y los lobos tenían mucho que comer, atacaban y degollaban los animales y no bajaban a poblado, pero en cuanto se bajaba el ganado al llegar el invierno empezaba a escasearles el alimento, sobre todo cuando nevaba, entonces algunas manadas bajaban a los pueblos y atacaban hasta por día, según el hambre que tuvieran.

Recuerdo todavía que habitaban por los montes de nuestra zona. Algunas noches se les oía aullar y bajaban hasta las cuadras del nuestro pueblo para ver si podían atacar el ganado, roían con sus fuertes dientes las puertas de las cuadras y salían los paisanos con fesorias y lámparas para echarlos.

 

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