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El jueves 14 de marzo de 2002, después de pasar varios años sin vernos, nos encontramos mi esposa y yo en el mercado de Pola de Laviana con un viejo amigo y compañero de trabajo en aquellos duros años.

Marcelino García Cuetos, “Lino” el de Herminia la de Mari yina del Cepeal, de San Mamés, así le llamamos los vecinos y amigos. Marcelino intervino con el resto de compañeros para salvarme de las garras de aquel terrible peñón, que me tubo hora y media debajo del, soportando un excepcional peso, más que suficiente para morir por asfixia en poco tiempo.

Después de saludarnos, recordamos con todo detalle aquel tremendo accidente que a pesar de pasar 48 años nunca lo olvidamos.

-Arsenio te conservas muy bien a pesar de de lo que pasaste me dijo Marcelino.-fuiste hombre de suerte. Te salvaste de la muerte varias veces. Si las dos explosiones de la dinamita fueron peligrosas lo del peñón en la mina, que te tubo hora y media debajo no fue menos. De mil solo hubieras salido tú con vida. Es imposible explicar cómo pudiste aguantar tanto peso. Desde el primer momento que vimos las dimensiones del peñón, todos pensamos lo mismo. Arsenio está muerto, aplastado por tanto peso. Solo te veíamos un poco por la espalda. Era imposible pensar que tuvieras con vida.

En aquellos trágicos  momentos que ya no podía con tanto peso encima de mí, lo malo fue que os oía todo lo que hablabais, pero yo no podía hablar por lo oprimido que estaba. Quería deciros, picar aprisa que estoy vivo, sacarme pronto porque ya no aguanto más. Eso era lo que yo pensaba pero no había fuerzas para hablar y eso me hizo sufrir mucho. Sobre todo cuando Alfredo Lamuño dijo, pica con cuidado para no picarlo a él, y Cortina dijo: ya no lo siente esta muerto no ves que ni se queja. Eso agudizo mi sufrimiento porque pensé, no estoy muerto pero poco tiempo me queda de vida. No sabía el tiempo que llevaba enterrado porque perdí la noción del tiempo. Pero me di cuenta de que las fuerzas tienen un límite y las mías ya se estaban agotando. Cada vez me costaba más el poder respirar porque el peso tan grande iba venciendo mis fuerzas y poco apoco me quitaba mas la respiración, por eso me di cuenta de que en pocos minutos iba a morir asfixiado.

Cuando te sacamos ya no dabas señal de vida, respirabas tan despacio por lo oprimido que te dejo el cuerpo, que todos pensamos, está muriendo poco apoco. Si difícil fue salvarte de este accidente, también te salvaste de morir por la detonación de la dinamita cuando te corto las manos, además del accidente unos años antes desengolando el pozo de La Escribana de cuarta planta sur, en el pozo San Mames, donde por poco te deshace la dinamita. Está muy claro que no muere más que el que la debe. Lo tuyo fue demasiado fuerte y en cambio estas aquí para contarlo y como un chaval.

-Sí que tuve la vida en peligro varias veces pero no era mi hora. Aunque ya no aguantaba tanto peso por tener el cuerpo estrujado como una sardina. Fue mucho lo que sufrí, tanto tiempo enterrado. Por eso pensé que en poco tiempo moriría asfixiado  antes de que llegarais a sacarme. Cuando os oí decir que no podías con el peso del peñón, ni con palancas y que teníais que picarlo con el martillo para sacarme, creí que no aguantar tanto tiempo ya que poco apoco mi cuerpo se iba hundiendo por el peso. En aquellos momentos cuando me veía morir por no poder respirar, pensaba, yo aquí muero, pero lo peor será para mis padres y hermanos que van a sufrir mucho. Hay que ver los pensamientos que yo tenía, convencido de que iba morir, la pena que sentía sobre todo era por mis padres que habían pasado por un montón de adversidades y un duro trabajo toda la vida y no merecían un disgusto de esta clase. Aunque el susto que sufrieron fue gordo por estar los cuatro días sin sentido, solo respiraba y no sabían ni los médicos lo que podía ocurrir.

– Tú también te encuentres bien Lino, que conserves esa memoria muchos años más.

-Bueno de memoria regular, lo que ocurre es que las cosas que nos pasaron en el trabajo nunca se olvidan.

-Tan mal lo pasamos que no es fácil olvidarlo. Creo que esos recuerdos permanecerán siempre en nuestras mentes. Las peripecias de la vida nunca se olvidan y sobre todo cuando se ve en peligro la vida de un amigo y compañero, como siempre lo fuimos tú y yo, además de vecinos, quintos a laves.

En aquel momento llegó Abrahán de la “Cagüerna”, marido de mi prima Tina.

-Aquí tienes a Arsenio le dijo Lino. -Como un roble. El accidente de las manos fue su salvación. A pesar de lo mucho que sufrió, de seguir trabajando en la mina y con aquella marcha que trabajaba a este hombre ya estaría dando geranios hace unos cuantos años. No paraba, al igual que su padre, quería comer al trabajo. Fíjate Abrahán cómo sería la suerte de este hombre, que se salvó varias veces de la muerte. El peñón que lo pilló en San Luis de segunda planta sur, Pozo San Mames, era como para no salvarse nadie, pero él está aquí. Es increíble, para sacarlo de debajo de aquella mole, hubo que picarlo a martillo porque no éramos a moverlo ni con palancas. Suerte tuvo que lo cogió de hombro a hombro y al estar tan estrecho el tayu, porque aun no había picado la tierra del muro, al caer el peñón y ser tan grande apiló hacia un lado y Arsenio quedó debajo con menos de la mitad de peso. Nunca se sabe lo que un hombre puede aguantar. Aunque el peso le meció el cuerpo y le rompió la clavícula y no podía respirar por tanto peso, lo pudo aguantar. Tuvo 4 días sin conocimiento en el hospital de Sama. Cuando Gerardo y yo fuimos a verlo estaba como muerto. Al salir de allí nuestro comentario fue, Ya no despierta mas, tendrá el cuerpo destrozado por el peso del peñón. Pero despertó.

Siempre que los compañeros comentamos este accidente nos preguntamos cómo pudo salvarse bajo tanto peso. Pues aquí esta él para contarlo. Fíjate Habrán que de lo grueso que era y largo el peñón, no se pudo mover porque pegaba en el techo y este honre debajo, es increíble muchacho, el martillo fue la única solución para sacarlo pero con mucho tiempo porque picar arenisca ya sabes lo difícil que es. Lo sacamos y lo  bajamos a la galería sin conocimiento. Te pusimos en una mesilla con unas tablas debajo y marcho el vigilante contigo para fuera. Arsenio aquel día quedamos de brazos caídos todos los de la rampla, nadie pudo trabajar asustados porque pensamos que ibas muerto y que al día siguiente tendríamos que ir a tu entierro pero te salvaste  como si fuera un milagro.

Hay cosas que no se pueden calcular y éste es un caso más dijo Lino: Lo bueno es estar aquí.

El comentario de Lino al marchar fue:

-Si ese peñón tarda un poco más en caer pudo haber cogido a Aladino Suarez Llaneza de La Bobia, que era el que tenía que arrancar con ese tayu, pero estaba destinado a Arsenio. Así es la vida y nadie se puede apartar de su destino, está muy claro.

Marcelino  García Cuetos y Gerardo Iglesias del Romeru y yo a entramos a trabajar el mismo día y siempre fuimos buenos amigos.

Aquel jueves fue la última vez que nos veríamos, Marcelino García Cuetos, “lino” a los dos meses murió, no me entre hasta pasados unos días a mi regreso a Sotrondio, Lo sentí mucho éramos amigos desde la infancia y buenos compañeros de trabajo. Lo último que trabajamos juntos fie en San Gaspar de 4ª  planta sur, picando carbón. Era un excelente compañero y muy buena persona, lo mismo que su esposa Herminia, que la conocí desde niña. Su madre Herminia, y su abuela Maryina del Cepeal, personas muy trabajadoras y muy buenas que siempre apreciamos. 

Gerardo Iglesias Alonso, otro amigo desde la infancia y compañero de trabajo largo tiempo, primero de rampleros y después de picadores, que también murió. Cuando perdí las manos trabajábamos juntos en los mazizos de San Gaspar de 3ª planta Sur, Pozo San Mames. Gerardo era un hombre sereno, agradable y muy trabajador. Por ser huérfano de padres tuvo que ir a vivir a mi pueble de la Bobia, por eso motivo ya fuimos amigos desde niños. Allí vivía con su hermano Leandro y su esposa Marina, los que también recuerdo con mucho afecto porque lo mismo que Gerardo, que su esposa Manolita siempre fueron muy buenas personas por ese motivo y en prueba de nuestra amistad les quiero recordar en mi dura historia. Por haber convivido con ellos como buenos vecinos que fuimos.

Una respuesta a Un compañero de trabajo y amigo

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